CAPITULO 17

JUNO

- ¿Por qué, me pierdo siempre tus escenas de alto contenido erótico, con el caliente y misterioso chico tatuajes... - Me reclama al día siguiente en el campo deportivo de rugby, Fresita de manera abatida mientras terminamos nuestras vueltas exigidas, por la entrenadora en nuestro horario de gimnasia.

Elongamos entre los dos a la espera de la sufrida Amely, que a trote muerto y casi vomitando sus pulmones, se una a nosotros y finalice su última vuelta.

Río con él, flexionando mis piernas y rotando mis caderas como las demás alumnas, para no sufrir de un calambre.

Demian no tendría que estar entre todas nosotras.

Pero el otro entrenador de chicos fuera de la liga de básquet, se dio por vencido con él, frente a sus quejas de deporte de una disciplina muy de machos que practican los chicos como rugby, lanza de garrochas, mortero entre otros.

Cuando él es una princesa y debería hacer vóley, gimnasia deportiva y algo de atletismo como nosotras.

El entrenador y ante las palabras sinceras de mi amigo, que con una mano en su cadera muy a lo diva y su siempre maquillaje en su rostro que lo hacía extrañamente sexy para las chicas a pesar de inclinación a los hombres y frente a la risa divertida de todos sus compañeros, con un resoplido solo se limitó a elevar un brazo e indicarle que se podía retirar y ser parte de nosotras.

Y con un gritito de alegría Demian e inclinación hacia adelante de su cuerpo y saludo tipo de la realeza, se despidió de su entrenador y de todos sus compañeros, para correr a nuestro lado del campo deportivo y ser recibido por todas nosotras como la niña mimada e inclusive por parte de la entrenadora, dándole la bienvenida.

Sip.

Mi amigo era adorado por las mujeres.

Exudaba una especie de sensualidad en el campo femenino, bajo sus ropas y atuendos siempre oscuros, que contrastaban en armonía con su cuerpo delgado pero atlético, con piel muy blanca y altura.

Y con esos ojos azules de tono turquesa, que con su delineado de negro y sombras oscuras sobre ellos, lo hacía un chico sex appeal místico y caliente en toda su apariencia que irradiaba gótica.

Fui testigo de muchas chicas intentar ligar con él pese a ser gay, durante nuestras clases o almuerzos.

Pero Fresita en su siempre alegre carácter, solo se limitaba a sonreír, negando con un cigarrillo entre sus dedos o su jugo de manzana en caja y noquearlas más a sus admiradoras con su dulzura y forma pacífica como tranquila de hablar, robando suspiros.

No pudimos hablar mucho ayer, después de nuestra clase en la sala de proyección.

Un mensaje de texto de mamá me decía que venía por mí, coincidiendo sus compras con mi salida de la Universidad, ya que había venido sin mi bicicleta, porque Fresita se había ofrecido en buscarme por casa en su coche con Amely.

Sonrío negando con mi cabeza por su dicho, mientras mi mirada va a Caldeo que desde la pista de básquet al aire libre y a distancia nuestra, con un salto y esquivando sus oponentes hace un doble.

Se vuelve y caminando a su posición nuevamente en la cancha, bajo el festejo de todos sus compañeros.

Inclusive de las porristas a un extremo de ellos, practicando su coreografía con sus uniformes sexys de falda como top cortos y entre ellas, obviamente su capitana Constanza.

Limpiando el sudor de su cara con el frente de su remera del equipo con sus manos y mostrando para el deleite de todos, sus lindo paquete de seis que tiene como abdominales y pecho tonificado lleno de tatuajes.

Y sus ojos claros de golpe, van a mí.

Mierda.

Y maldigo para mis adentros por ser atrapada por él, babeándome.

Piensa rápido, Junot.

Y lo disimulo, reajustando los cordones de mis zapatillas blancas, pero su media sonrisa de lado asquerosamente engreída como hermosa, me dice que es inútil mientras hace a un lado su pelo disparado de su rostro con su otra mano con satisfacción.

- Tranquila, cariño. - Se acerca Demian a mi lado y se inclina levemente. - Yo también, quisiera ser su remera y abrazar ese cuerpo machote... - Me murmura, mientras Amely deja caer su cuerpo jadeante sobre el verde césped a nuestro lado, mientras abre su botella de agua.

- ¿De qué...están hablan..do? - Escupe las palabras, media muerta por terminar de correr al fin y bebiendo.

Demian la mira por sobre su hombro y con un dedo en sus labios y con un movimiento de su cabeza, señala a Caldeo del otro lado.

- Del chico tatuaje y sus abdominales, totalmente lamibles...

Amely ríe y yo ruedo mis ojos.

Se incorpora sobre sus codos para mirar mejor, recostada en el pasto a nuestro paisaje otra vez en el ruedo del juego, mientras hace un lado sus lindo pelo castaño y largo, detrás de sus hombros.

- Es caliente... - Murmura, pero sus ojos van a mi primo Caleb que para sorpresa de muchos, hoy juega como los demás sin ninguna morena, pelirroja o rubia entre sus brazos y piernas. - ...pero, tu primo me lo comería con cucharaditas, Jun... - Suspira nostálgica.

- ¿Primo? - Repite Fresita, buscando entre los jugadores, curioso y sin entender.

Y afirmo, señalando al lindo chico no tan alto como Caldeo, de pelo entre lacio y esponjoso con ojos color chocolate y que ahora, rebotando la pelota en un lado de forma sonriente y muy parecido a mi tío Rodo, mira a quién pasarla.

Demian arquea una ceja de forma analítica.

- Interesante y guapo el chiquito... - Solo dice.

La entrenadora con un fuerte silbato, nos ordena que busquemos pelotas para trabajar en ellas de forma grupal.

Me señala con Amely, que vayamos por ellas en el carrito a un lado de la pista de atletismo y que rodea el campo de rugby.

Y entre risas, juntas corremos por ellas.

- Hola... - La voz de un chico sobre nosotras inclinadas en el carrito por las pelotas, nos hace mirar a ambas.

Y la boca de Amely cae, por lo lindo que lo ve y la mía, porque lo reconozco.

Es el chico rubio y bonito, pero de poca caballerosidad y cero comportamiento, que ayer chocamos en el primer piso y que Caldeo obligó arrodillado a pedirme disculpas.

Retrocedo asustada y por ese movimiento, un par de pelotas que sostengo entre mis brazos con otras, caen al piso rebotando suave por mis lados.

Su rostro con apariencia de chico surf y playa, hace una mueca divertida y para mi sorpresa, sonriendo de forma cálida con sus labios y ojos claros.

Recoge por mí, ambas pelotas y ante una Amely congelada observándolo.

- Por lo general, cuando alguien dice hola... - Murmura todavía sonriente y con cada pelota blanca de cada lado de sus fuertes brazos. - ...la otra persona, saluda... - Prosigue.

Y trago saliva mirándolo y sin pestañear.

Su mirada se hace alegre y más divertida por mi silencio y se acerca un poco a mí, tomando ambas pelotas con una sola mano, para frotar su nuca con la otra.

- Lamento lo de ayer, nena. Fue poco caballero de mi parte... - Y baja su mirada al piso de forma apenada. - ...tuve un día de mierda con mi padre y me descargué contigo. - Dice sincero.

Miro de reojo a Amely.

Todavía sigue con su boca abierta mirando al lindo rubio oxigenado y sin gesticular movimientos en su petrificado cuerpo.

Vuelvo a él con cierto recelo a su presencia de golpe, en el momento que la entrenadora nos apura con otro silbato que llevemos las pelotas.

Intento tomar las suyas, pero me lo niega con su cabeza y se ofrece a llevarlas, ayudando a mi amiga también.

Que sip.

Continúa estática ante su presencia, pero dejando que tome parte de sus pelotas en sus grandes y fornidos brazos.

Y hasta creo, que un hilo de baba cuelga de su boca abierta por él.

Yo niego.

- Gracias, pero no, yo puedo... - Digo, intentando tomar las pelotas, pero vuelve a negarme mientras acomodo mejor las que tengo contra mi pecho y brazos, provocando con el movimiento, que mi remera blanca de la Universidad se eleve un poco sobre mi abdomen.

Y sus ojos azules, reposan en mi vientre expuesto a la vista que rápidamente el fresco de la mañana llega a esa zona, pero casi al instante es cubierta por la tibieza de una mano envolviéndome de forma protectora y haciendo, chocar mi espalda a un duro pecho.

¿Eh?

Mis ojos recorren el brazo desnudo y tapizado en tatuajes que me envuelve y reconozco, mientras con suavidad esa mano se abre para cubrir mi vientre desnudo a la vista de todos y tomando el borde de mi remera, lo baja para tapar.

Oh mierda, eso se sintió lindo...

Caldeo se inclina hacia mí, por la diferencia de altura y para apoyar su barbilla sobre mi cabeza.

Y aunque no lo puedo ver, sé que su mirada helada y gris, está puesta de forma fija como profunda sobre el chico rubio frente nuestro y hasta, juraría que amenazante.

- Oye Caldeo, cálmate, amigo... - Dice tranquilo.

¿Se conocían?

- Solo la vi desde las gradas y quise disculparme, como es debido, hombre. - Sus ojos van a su mano a mi cintura, para luego mirarme. - ...sinceramente, lamento lo de ayer Junot... - Dice importándole una mierda, el gruñido de Caldeo por ello y al decir mi nombre. - ...no soy mala persona... - Murmura, dando por terminado la conversación y haciendo camino a mis compañeras y la entrenadora, para dejar las pelotas y marcharse.

Que para mi asombro por tercera vez en la mañana, ella lo saluda sonriente palmeando su hombro y de que todas mis compañeras, lo rodeen festejando su aparición de forma feliz.

¿Acaso, todo el mundo lo conoce, menos yo?

Me giro sobre Caldeo.

Su mano sigue en mi cintura y una parte de mí, se colma de emoción ante ese viejo contacto.

Recuerdos, de cuando siempre me protegía y estaba a mi lado.

Y por otro lado, una nueva sensación me invade con la piel de Caldeo sobre la mía, causando que se me erice con el simple contacto de la suya.

Me trasmite seguridad, calor, dominio, goce.

Y posesión.

Mucha posesión.

¿Y eso?

- Solo vino por una disculpa más correcta, Caldeo. - Digo, separando mi cuerpo de él ante la mirada de algunas compañeras y la de Constanza, desde su lugar con las demás porristas.

Que en vano no puede disimular su cara agria por estar Caldeo a mi lado y seguir con su práctica de rutina coreográfica para el juego del sábado.

Frunce sus cejas y me rueda los ojos de mala gana.

- ¿Acaso, lo conoces? - Pregunto, acomodando mejor las pelotas sobre mis brazos y asiente con una mano en la cintura ante el segundo llamado por mi nombre de la entrenadora para que me sume con las demás a la actividad deportiva.

Caldeo mira y estrecha sus ojos al chico rubio que tomando asiento en lo alto de las gradas con otro amigo y que sin disimulo, nos mira.

¿O me mira?

Y sus manos se hacen como puño a sus lados.

Guau.

¿No le cae bien?

Me encojo de hombros ante su reacción y no sé por qué, me da rabia.

- Vuelve a tu práctica Caldeo, aprendí a defenderme sola. - Le digo, caminando y con sarcasmo.

Y creo que gruñe a mis espaldas.

Repito, creo.

Porque me hago paso con mis compañeras.

Y un resoplido de él, con un.

- Mujer terca... - Dice odioso y para que solo yo, oiga tras mí y volviéndose a su cancha rebuznando.

Y me lleno de más ira.

Casi 2 años de su rechazo.

19 meses para ser exacta, de llorar sobre mi almohada preguntándome que hice mal.

570 días correlativos, sufriendo sus burlas e ignorancia a mi persona.

13.680 horas siendo testigo con bandeja en mano en el comedor Universitario, caminar por el campus o cruzarme con él en los pasillos y hasta de forma obscena, revolcarse o tragar las amígdalas de alguna zorra de turno, incluyendo a la perra de Constanza en el cine y haciéndolo con más énfasis al notar mi presencia.

¿Para después, de la nada volver como mi mejor amigo de siempre y a querer cuidarme?

¿A organizar mi vida a su placer, como rey que se cree y todos dicen que es?

Y cuando después de mucho tiempo, un lindo chico que pese a empezar mal, pero pidiendo disculpas por ello, me habla?

Muerdo mi labio inferior con bronca a la espalda de Caldeo, caminando a la cancha de básquet.

Lo mido, estrechando mis ojos.

Y lo hago.

Sip.

Tarde para que mi parte consciente, haga recuperar mi cordura y detenerme por un fuerte pelotazo lanzado por mí y con bronca dando en su objetivo.

La linda cabeza de Caldeo.

Y mis manos suben a mi boca de inmediato, soltando la restante pelota por miedo y sorpresa.

Santa mierda.

¿Qué hice?

Y frente a todos.

La carcajada de mi primo Caleb y de Demian, solo se siente de forma sonora y bajo el "Uhhh..." de todos.

Yo, Junot Mon, golpee a su rey.

Carajo...

Caldeo se detiene ante el pelotazo a metros mío.

Quieto.

Duro.

He inclino mi cabeza dudosa.

Porque creo, que hasta no respira, ya que no gesticula movimiento de ningún músculo de todo su cuerpo.

Una bonita estatua viviente.

Petrificada y silenciosa.

Pero linda.

Y sexy.

Hasta que sus fuertes hombros caen de forma cansada y su cabeza la echa hacia atrás para mirar el cielo, provocando que su pelo despeje su lindo rostro.

¿Está hablando con Dios?

¿Pidiendo paciencia?

Y se gira sobre sus talones, para mirarme con ambas manos en la cintura, para luego bajar su mirada al lindo césped y menear su cabeza, negando de forma lenta.

Muy lenta.

Su cabeza no la eleva.

Pero su mirada a mí, sí, y a través de sus oscuras pestañas haciendo girar el aro de acero de su labio con la lengua.

Oh mierda, se enojó.

Hace solo un paso a mí y la misma distancia, retrocedo.

Otro y vuelvo a retroceder.

Y su media sonrisa arrogante, aparece.

Entonces hago lo que mejor me sale y por casi 2 años me perfeccioné en ello, gracias al lindo Caldeo.

Correr.

Corro cruzando el campus de rugby a los baños de damas, sin importarme la llamada de atención de la entrenadora.

Golpee a un compañero de forma agresiva.

No necesitaba su notificación para ello.

Preferiría que lo haga a solas y en su oficina conmigo, el decano de la U a mi suspensión.

Y a Caldeo tampoco para darme venganza, porque siento sus fuertes pisadas en su carrera por alcanzarme, sobre el césped de la cancha de rugby.

Huy...



























Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top