Capitulo 4: Mi vida ahora.


Y nuestros cielos se ampliaban a medida que se agrandaba nuestra amistad.
Alice Sebold, Desde mi Cielo.

***

Once años antes...

Alec salió de la pequeña prisión aun con el dolor de la marca en su espalda.
Porqué no podían ponerle un collar o otra cosa? Porqué el emblema de su estado tenía que ser una marca que llevaría por siempre? A casó eso significaba que sería esclavo por siempre? Cuándo vería a su familia?
Las preguntas y las posibles respuestas eran atormentadoras!
Y todos esos pensamientos, pesados para su dulce mente infantil, que apenas empezaba a adentrarse en la realidad tan mundana de este mundo.
Era un niño al que con tanta maldad, lo arrojaron a un mundo de sombras.
Entonces, Magnus empezó a acercarse a Alec, quien estaba concentrado en sus pensamientos.
-Dejara de dolerte, no te preocupes.- dijo Magnus con toda la bondad que podía ofrecerle. No quería que el niño se sintiera mal, después de todo, se supone que serían amigos y quería que empezaran a llevarse bien.
-Porqué me marcaron?- preguntó confundido.
-Papá dice que puede ser mas práctico*
Alec quería preguntar cuánto tiempo estaría con ellos y cuando vería a su familia, pero le dio miedo preguntar.
Entonces, vio que afuera, habían dos literas* y cada una estaban sostenidas por cuatro hombres. Estaban parados y cuándo vieron a Magnus, Asmodeo y Alec salir, ellos se dividieron y agarraron una litera. El muchacho de ojos azules estaba impresionado, nunca había visto un transporte como ese y le dio pena los hombres que debían llevarlos.
-Tu iras con mi hijo en una litera y yo voy a ir en la otra- le dijo Asmodeo a Alec.
-Porqué no caminamos?- preguntó confundido Alec.
-Porqué la casa ésta lejos.
Entonces, sin decir nada mas, entró en una litera y Magnus le tomó la mano para llevarlo a la otras. En cuanto entró y se sentó, sintió elevarse y Alec abrazó a Magnus para tener de que sostenerse.
-Me gustan tus ojos-dijo Alec- Son como los de un gato.
-Gracias. También me gustan los tuyos, son tan azules.
-Como es tu casa?
-Es muy grande, tiene jardín, cocina, dormitorios y una habitación llena de espadas y otras cosas.
-Juegas con espadas?- preguntó Alec asombrado.
-No- dijo triste- papi no me deja jugar con ellas.
-Porqué estoy aquí?
-Porqué es mi cumpleaños y mi papi quería que tuviera un amigo para siempre.
-Oh, feliz cumpleaños- dijo Alec con una sonrisa.
Pero en el fondo le preocupaba lo que dijo Magnus de tener un amigo para siempre. Y si no vuelve a ver a su familia?. Pequeñas lágrimas empezaron a caer de su rostro. Magnus se acercó al niño y empezó a limpiarle las lágrimas.
Entonces, se dio cuenta que no podía llamarlo niño por siempre. Se supone que todos tenemos un nombre y quería saber cuál era el del chico.
Recordó lo que su padre le dijo en la mañana antes de ir al lugar donde venden a los esclavos. Que un esclavo era propiedad de su dueño y que no era una persona, sino una propiedad.
Pero Magnus sabía que aquél niño tenía un nombré.
-Como te llamas?
-Soy Alec.
-Me llamo Magnus.
Entonces, le regaló una sonrisa.

***

En cuánto llegaron, Magnus con si risa infantil, se llevó a Alec a su cuarto. Alec estaba totalmente asombrado por la magnitud de la casa.
En cuánto llegó al cuarto del chico, también se había sentido asombrado al ver la enorme cama con tantos almohadones, el armario dorado, los juguetes y la ventana. Magnus empezó a mostrarle sus juguetes y después empezaron a jugar con ellos, también, Magnus le mostró su ropa. Toda la ropa era muy colorida y hermosa.
En cuanto término de mostrarle su habitación, Magnus le mostró el resto de la casa: la cocina, la sala, la armería y los jardines.
Magnus quería que Alec se sintiera lo mas cómodo posible, púes, ese sería el nuevo hogar de Alec. Entonces, Magnus le mostró a Alec una hermosa casa para pájaros, la casa estaba bien pintada y era de un hermoso color celeste como el cielo. Al principio, a Alec le gustó.
-Mi mamá y yo alimentamos a los pájaros-le dijo Magnus y entonces, Alec empezó a derramar algunas lágrimas.
-Que sucede?-le preguntó preocupado Magnus- por favor, no llores.
-Mi mamá y yo también teníamos una casa de pájaros y juntos los alimentabamos-le dijo Alec entre lágrimas- Magnus, me gusta tu casa y me gusta ser tu amigo, pero, cuando veré otra vez a mi familia?
-No lo se.
Magnus empezó a limpiar las lágrimas del muchacho y antes de que pudiera decir algo mas, apareció un sirviente diciendo que Asmodeo los llamaba. Los dos muchachos asintieron y caminaron hasta la sala donde se encontraban los sirvientes y los padres de Magnus.
Magnus fue con su mamá y Asmodeo se paró enfrenté de Alec. El se sentía intimidado por el señor, pero aun así lo miró a los ojos, recordaba lo que sus padres le enseñaron: cuando te diriges a un señor, debes mirarlo a los ojos y mostrar respeto, cariño.
-Tu nombre, esclavo.
-Esclavo?-preguntó Alec. El sabía lo que era un esclavo, pero se negaba a creer que lo era.
-Te pedí tu nombre.
-Alexander Lightwood.

-Ahora, Alexander, me vas a escuchar.- Asmodeo vio como el chico asintió con la cabeza, con respeto.- De ahora en adelante, eres de mi propiedad y la de mi familia. Pero principalmente, eres la propiedad de mi hijo. Serás su compañero, pero cuando mi esposa, Magnus o yo te ordenamos algo, lo vas a cumplir. Hablarás cuando te lo digan y harás solo lo que te digan. No tendrás voz ni nada por el estilo y solo podrás llamarme amo, señor o algo parecido y no por mi nombre. Dormiras con los demás sirvientes y cumpliras las mismas tareas que ellos. Está claro?

-Si, señor-Alec estaba asustado, pero no lo demostró. Temía que ese hombre lo lastimara si lo hacía- pero señor, cuando podre ver a mi familia?
A

smodeo se enojó y lo golpeó en la cara con una cachetada. Magnus se sobresalto, quería ayudar a Alec, pero su mamá lo retuvo.
-Los sirvientes no tienen familia-le dijo fríamente- y si la tuviste, eso fue en el pasado. Ahora, estas solo.
Alec asintió y dejó que las lágrimas cayeran cuando todos se fueron. El único que se quedó con el, fue Magnus.
-No te preocupes-le dijo tratando de reconfortalo- yo seré tu nueva familia por siempre.

***

Con el tiempo, Alec fue adaptándose a su nueva vida. De vez en cuándo pensaba en su familia y le rezaba a los Dioses para que ellos estuvieran sanos y salvo y no hayan sufrido el mismo destino que el.
Pudo haber pensado que los Dioses lo habían abandonado, pero sabía que no era así. Porqué ellos lo habían traído al lado de Magnus.
Asmodeo era severo con todos los sirvientes y Selena, la madre de Magnus, lo trataba al igual que a los demás, excepto que no era tan estricta como su marido. A pesar de que ella era una mujer fría y pocas veces cariñosa.
Magnus, en cambió era muy amable y cuándo Alec tenía diez años, le enseñó a leer y a escribir. Alec notó que muchos esclavos son analfabetos y se sentía raro y afortunado saber escribir y leer. Con Magnus le gustaba alimentar a los pájaros y salir a caminar por la ciudad. Aunque, cuando Alec no estaba trabajando y Magnus no estaba con sus lecciones de historia, geografía y cosas así, ambos pasaban ese tiempo juntos. Una vez, ambos vieron a un grupos de soldados regresar de una batalla y heridos, Magnus sintió compasión por esos hombres y recordó lo qué su amiga le había dicho de que sería un médica. Esa noche, tomó una sedición y habló de ello con Alec.
-Bien sabes, Alec-empezó Magnus- que detestó los entrenamientos a los que me fuerza mi padre.
Alec asintió, sabía que su amigo odiaba entrenar y que no quería entrar al ejército.
-Púes, hoy tomé una decisión. Voy a ser médico y no soldado.
-Eso es increíble, Magnus. Me alegra que elijas algo que te guste.
-Yo te aconsejo lo mismo- dijo Magnus. Alec se quedó mudo.
-Magnus, por favor no empieces con eso de nuevo.
-Porqué?
-Porqué sabes que soy un esclavo.
-Pero sabes leer y escribir y eres muy inteligente. De seguro tus edificios serán grandes y perdurarán en la historia. Tu nombre sería recordado por milenios.
-No me interesa que me recuerden o lo que la gente piense. Prefiero que sea la persona que mas me importa la que me recuerde. Te tengo a mi lado y otra cosa no quiero. Además, te acompañaré a tus lecciones.
-Lo dices porqué es tu trabajo.
-No. Lo digo porqué quiero y me...importas mucho.

***

En aquél momento, el momento en que Magnus había decidido lo que quería ser, Magnus contaba con diecisiete años y Alec quince, y ambos compartían amor mutuo. Aunque uno temía que el otro no sintiera lo mismo.
Una noche ( no mucho después de charla que Magnus y Alec tuvieron con respecto al futuro del primero), Magnus y su familia estaban cenando, cuándo a Magnus se le ocurrió decirle a su padre lo que quería ser. Magnus sabía, que su joven amigo le estaba dando fuerzas y no le importaba que su padre fuera el hombre de la casa*, el haría lo que quisiera.
-Padre-dijo Magnus.- Quiero hablarte de algo.
-De que se trata?
-Decidí, que no quiero ir al ejercito y ser soldado. Quiero ser medico y ayudar a las personas.
Al principio, Asmodeo no estaba de acuerdo, pero luego pensó, que la medicina también era algo respetable. Por lo tanto, le dijo a su hijo que lo aprobaba.
Magnus miró a Alec y vio que éste le sonreía.

Esa noche, Alec se estaba por ir a dormir y antes de acostarse, le hablo a Fabián, uno de los sirvientes de la familia Bane.
Alec no hablaba muchos con sus compañeros, pero tenía una pregunta que buscaba desde hace mucho que fuera contestada.
-Fabián.
-Si, muchacho?
-Los esclavos pueden casarse?
-No. El matrimonió es un derecho que solo pertenece a los hombres libres.
-Pero he visto esclavos que compararon su libertad. Como podemos ser libres?
-Mi niño, los esclavos solo pueden ser libres si su amo muere, lo libera o si el esclavo junta suficientes créditos que su amo le haya entregado.
-Pero nuestro señor Asmodeo nunca nos dio créditos.
-Es porqué el no quiere que seamos libres. A muchos esclavos los tratan como humanos, pero a nosotros a un nos considera objetos. Porqué preguntas? Hay alguien especial?
Alec se enrojeció y luego pensó en Magnus. El, siempre atento y amable, todo un alivio en esos años.
-Ah-dijo Fabián- pues claro que hay alguien: el señor Magnus.
-No puedo negar eso.
-Oh, mi niño. Era muy claro lo qué tu corazón siente, todos podemos verlo. Pero es imposible qué estén juntos. El joven amo tiene diecisiete años y su padre quiere encontrarle una esposa. Además, somos esclavos. Acaso crees que alguien como nuestro señor, se fije en alguien como nosotros?

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*Lo de la marca lo inventé. A los esclavos, les ponían un collar con un cartel que le servía de identificación, en ella decía su nombre y a quién pertenecían. Además, usaban ropa característica de los esclavos.

*Las literas, fueron un medio de transporte urbano. Fue ingresado en el siglo III aunque a muchos no les agradaba la idea de tenerlas como transporte urbano.

*En todas las familias, el padre era quien mandaba, el "hombre de la casa" y no se podía cuestionar su autoridad. Es casi como en algunas culturas de hoy en día, pero posiblemente peor.

Otro dato interesante sobre la cultura, es que los hombres podían casarse a los catorce y las mujeres a los doce. Los bienes de la familia de la mujer pasaban para la familia del esposo y las mujeres eran poco escuchadas.

En este fic, trato de encajarlo lo mejor posible con la época a través de investigaciones ( aunque hay pocos detalles que son mera invención mía. Me dije: es una historia salida de mi imaginación, no vendrá algún Cesar a castigarme unos pocos detalles inventados). Ante cualquier duda, pueden preguntar.

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