6.

Al transcurso de varios días, los estudiantes están emocionados y reunidos junto a sus grupos de amigos, cada quien discute sobre que harán en las vacaciones de verano que se aproximan. Algunos dicen que tomaran cursos intensivos para mejorar en ciertas materias, otros varios explican que irán de viaje con sus padres y no podrán salir con amigos o parejas como tanto quisieran.

Mientras que, el grupo donde está Satoru Gojo planean en ir juntos a un lugar paradisíaco. Algo refrescante pero de alta clase.

—Mi familia al ser dueña de un lujoso hotel, tenemos hermosas aguas cristalinas, está ubicado en las afueras de la ciudad. Podríamos ir ahí.—Recomienda Mei Mei enseñando algunas fotografías sobre el lugar, sonriendo con arrogancia y escuchando lo que los demás tengan que opinar.

Todos están de acuerdo en ello, solo queda señalar la fecha adecuada.

—¿Y Gojo?—Pregunta la albina al percartarse de su ausencia, nada que le sorprenda en realidad.

—Dijo que iría al baño.

Todos sospechan de que miente. En realidad, están casi seguros que debe estar buscando al estudiante becado en su salón. A esta altura, ya a casi nadie le sorprende la cercanía que estos dos han mantenido en todo este tiempo.

Durante varias semanas, el albino suele ir bastante a buscar a Suguru a su salón, y también lo invita a comer en la cafetería con su grupo de amigos, cosa que de vez en cuando Geto acepta la oferta. Ambos se han ido acercando poco a poco, hasta el punto de que el azabache ya suele hablar con él con más confianza y llamarlo por su primer nombre.

—Suguru~

Entra al salón aprovechando la ausencia del profesor, ignorando las miradas curiosas de los estudiantes, camina en dirección hacia el pupitre del azabache, donde se aprecia con uno de libros en lenguaje braille, leyéndolo, o en este caso, tocándolo. Luce calmado y concentrado hasta que la llegada del mayor.

—¿Qué sucede, Satoru?

Al nombrado le gusta la forma suave y gentil en que la voz calmada de Geto pronuncia su propio nombre. Le provoca una sensación indescriptible que endulza sus oídos, y todos sabemos que a Satoru Gojo le encanta lo dulce.

—¿Tienes algo que hacer en vacaciones?—Pregunta con curiosidad y un genuino interés, apoyándose contra la ventana que da hacia afuera.

El clima es más cálido, temperaturas altas hace que sude más de lo habitual. Los entrenamientos se sienten más pesados, pero al menos le entretienen lo suficiente y además, el uniforme le luce increíble.

—Ayudar a mi madre en los quehaceres del hogar. ¿Por qué?—Responde con sencillez y una paz contagiosa.

—¿No te gustaría un día libre?¿En la playa?

—Suena divertido, la última vez que mis padres me llevaron a la playa era un crío.—Contesta con cierta nostalgia.

Recuerda la arena caliente y suave contra la planta de sus pequeños pies, el aroma a sal y mar a su alrededor, el viento fuerte revolviendo sus cabellos y la gente divirtiéndose. En ese entonces no se sumergió tanto en el agua, pero si recuerda la sensación de ésta llegar hasta sus rodillas al estar de pie.

En ese entonces no llevaba un bastón blanco, pero si unas gafas oscuras. Después de la biblioteca, tal vez su segundo lugar favorito es la playa.

—La familia de Mei Mei tiene un hotel donde tienen a su disposición hermosas aguas cristalinas para meterse a nadar, es propiedad privada. Queda a las afueras de la ciudad. Aún estamos escogiendo la fecha para ir y,—Habla sin detenerse Gojo bastante entusiasmado, su alegría es notoria pero Geto se ve en la necesidad de interrumpirlo.

—No iré.

—¿Qué?¿Pero por qué no?—Interroga con descontento, frunciendo el entrecejo y una mueca que refleja su desconcierto.

Se siente rechazado. Suguru jamás lo había rechazado, hasta ahora. Cuando le compra alguna lata de jugo refrescantes o unas galletas sacadas de una máquina expendedora, o cuando lo animaba a que fuese a "ver" alguno de sus partidos contra otras escuelas rivales. Suguru había sido amable de aceptar cada una de estas propuestas.

Satoru ya se ha acostumbrado a pasar mucho tiempo con él, de escuchar sus risas y opiniones. De verlo enojarse y emocionarse por cualquier simpleza, además que recientemente descubrió que le gustan mucho los gatos.

—No quiero ir a esos lugares tan privados y lejos de casa, lo siento.—Se niega rotundamente, cruzado de brazos y decidido a no ceder a la petición del contrario.

Gojo se pone ansioso, pensando en alguna forma de convencerlo.

—Pero... Suguru~

La voz insistente y cariñosa de Gojo trata de persuadir a Geto, pero éste no cede ante la voz suplicante del mayor.

—No, Satoru. No me convencerás de lo contrario.

El joven albino suspira aburrido y un tanto lastimero, pensando en alguna solución.

Suguru continúa leyendo su libro en lenguaje braille, Satoru admira sus facciones y el mechón de cabello oscuro que sobre sale de su perfecto peinado.

—¿Y si fuese en una playa normal? Ya sabes, esas donde todo tipo de gente va.—Sugiere vagamente, sin mucha esperanza de que Geto acceda a ir.

¿Qué le puede incomodar a Suguru como para no querer ir al hotel de Mei Mei?¿será que no se llevan bien o no le gusta el agua? Suguru parece llevarse bastante bien con todos su círculo social de amigos.

—¿Playa pública?

—¡Si!¿Irías a una de esas?

Geto lo piensa brevemente sintiendo la mirada intensa de Gojo encima de él.

—Supongo que si. Donde vivo hay una cerca.

Su respuesta amplía la sonrisa de Satoru, quien se emociona ante las vacaciones de verano.

—¡Entonces será esa! Luego te mando los detalles~

Ahora tienen que cambiar completamente los planes y convencer a sus amigos de ir a una playa más pequeña y pública. No cree que sea una tarea fácil, pero tiene gran confianza en sí mismo de que lo logrará. Aún tiene algunas semanas para lograrlo.

[...]

El bullicio de la cafetería es constante, con estudiantes hablando, risas llenando el ambiente y el eco de los utensilios chocando contra las bandejas. Suguru llega sosteniendo su bastón, moviéndolo con precisión para guiarse mientras escucha los sonidos a su alrededor. No suele estar allí; siempre prefiere su comida casera, preparada con cuidado, llena de sabores tradicionales que le recuerdan a casa y al amor de su madre. Sin embargo, Gojo lo ha convencido esa mañana: “Déjame invitarte algo diferente,” había dicho con entusiasmo.

Geto, algo inseguro, pregunta en voz baja a un compañero cercano, el cual logra distinguir por el sonido de sus pisadas y el tono de la voz:

—Disculpa, ¿dónde empieza la fila?

Antes de obtener una respuesta, siente una presencia familiar a su lado.

—¿Qué haces aquí?—Pregunta Gojo, su voz impregnada de curiosidad y una pizca de incredulidad al ver a Suguru un poco desorientado.

—Buscando dónde formarme. Es la primera vez que compro aquí.

La razón por la que no compra de la cafetería de la escuela, no solo es porque perfectamente trae su comida preparada desde casa, sino porque sabe de los altos precios que se manejan.

Gojo deja escapar una risa ligera, como si la idea le resultara absurda. Lo cual confunde más al azabache.

—¿Formarte? ¿Por qué harías eso? Nosotros no necesitamos hacer fila.

Antes de que Geto pueda replicar, siente la mano de Gojo en su antebrazo, tirando de él con determinación. Desde que se tienen más confianza estos días, Satoru se toma ciertas libertades y acercamientos un poco bruscos en ocasiones. Suguru sabe que no es su intención, Gojo aún no sabe controlar su fuerza y emoción, pero a veces su agarre le resulta un poco doloroso, además que, al no poseer visión, es algo peligroso porque siente que puede tropezar se hasta con sus propios pies.

—Oye, espera…—Protesta, pero Satoru ya lo ha arrastrado al frente de la fila, ignorando completamente las miradas desconcertadas y rendidas de los estudiantes que esperan su turno.

El albino, despreocupado, se dirige al mostrador con su habitual confianza.

—Dos órdenes de lo más caro que tengas, por favor. Y agrégale un brownie de chocolate con caramelo como postre.

Geto, aún recuperándose de la sorpresa, cruza los brazos, visiblemente molesto.

—¿Qué haces? Eso no está bien, Satoru.

A pesar de que su voz suena calmada, lo está regañando.

El nombrado lo mira, confundido. No puede entender el visible descontento del chico.

—¿Qué no está bien? Solo pedí la comida. ¿No querías probar algo nuevo?

—Me refiero a que nos saltamos la fila.—insiste Geto, su tono subiendo ligeramente.—Hay gente que lleva esperando su turno. ¿No te das cuenta de lo injusto que es?—Resopla con cierta indignación. Satoru está siendo grosero, y eso le resulta inaceptable.

Gojo se encoge de hombros, su expresión relajada, casi despreocupada. Haciendo de menos lo que piensen los demás.

—A mí nadie me dice nada. Además, ¿qué importa? Solo estamos comprando comida.

Las palabras cayeron pesadas sobre Suguru, quien siente una punzada de irritación mezclada con decepción. Había olvidado que a veces Gojo es así, engreído y prepotente. Estas semanas a su lado había sido divertido, creativo y hasta en algunas ocasiones amable con Geto que lo hacía olvidar su verdadera personalidad.

—Ese es el problema, Gojo.—dice con voz firme.—Crees que porque puedes hacerlo está bien. Pero no lo es. Las reglas existen por una razón, y no tienes derecho a ignorar las solo porque puedes y se te da la gana.

A pesar de estar indignado y molesto, tiene la paciencia y esperanza de que Satoru se de cuenta de su equivocación, de su error y decida cambiar. Le da una oportunidad para que el contrario se de cuenta que está mal. A pesar de no ver sus expresiones ni saber lo que realmente está pensando, quiere confiar en que pueda recapacitar.

Satoru arquea una ceja, genuinamente desconcertado.

—¿Por qué te molestas tanto? Es solo comida, Suguru. Nadie se quejó, y tú eres mi amigo. ¿Qué tiene de malo que te trate bien?

El azabache suspira insatisfecho al oír dicha respuesta. No le gusta formar parte de ésto. La forma arrogante en que Satoru habla y se expresa no es de su agrado. Debido a que no pasan tanto tiempo juntos por el horario de clases y que después Gojo tiene prácticas con su club, no había tenido presente este lado de él. Cuando hablan por mensajes, especialmente audios de voz, Satoru es algo distinto. Casi siempre omite su lado arrogante y egoísta. Además que no había escuchado de ninguno de sus compañeros hablar realmente mal de él a pesar de tener este tipo de actitud.

¿Le tienen miedo o están embobados como para no opinar acerca de su lado insoportable?

—Porque no es un trato justo, Gojo.—responde, su voz cargada de frustración. Satoru se indigna al escuchar a Suguru hablarle por el apellido y no por su nombre, se siente incorrecto.—Y no quiero que piensen que estoy aprovechando me de tu…—reprime un sonido disgustado, apretando sus labios de forma que Gojo le mire embobado. Quería a decir "amabilidad", pero prefiere cambiar esa palabra por alguna otra.—Influencia.

Antes de que Satoru pueda responder, Suguru se da la vuelta, alejándose con pasos firmes y rápidos pero cuidadosos, su bastón golpeando el suelo con más fuerza de lo habitual llamando aún más la atención de todos los compañeros.

Nunca habían escuchado o sabido de alguna persona que pertenece al círculo habitual de amigos del albino, enojarse realmente con él y dejarlo plantado en algún sitio.

Gojo parpadea, atónito, y rápidamente, ignorando el hecho de que no le gusta ir tras las personas especialmente después una discusión de opiniones diferentes, va tras él, queriendo tomarlo del hombro.

—¡Espera! ¿Por qué te enojas tanto? No entiendo…—Frunce el entre cejo confundido e indignado.

Geto se detiene abruptamente, girando la cabeza hacia donde cree o siente que puede estar el mayor. No tiene sus gafas oscuras puestas, y sus párpados están entre cerrados por lo que se permite apreciar una pequeña parte de sus ojos. Su gesto es serio y decidido, sin ningún rastro de duda.

—Eso es lo que me molesta, Gojo. Que no entiendas. Hay cosas que para ti son normales, pero para mí no lo son. No me gusta que me trates como si necesitara de ti todo el tiempo, y menos si eso significa pasar por encima de los demás.

Satoru lo mira en silencio, sus ojos brillando con desconcierto, no está seguro de que se trate de culpa ya que el jamás ha tenido arrepentimientos, está tan confundido y molesto con la forma de pensar y de creer de Suguru. No esta acostumbrado a que alguien lo enfrente de está manera, y mucho menos alguien como Suguru Geto. El resto de compañeros a quienes ocasiones llama amigos, no suelen hacer mucho pleito o discusión con él, o no se enojan tan enserio. Utahime siempre jura y perjuda odiarlo, por eso la mayoría de las veces no tienen un trato directo y largo, Gojo la molesta o la ignora por lo mismo, él no pierde el tiempo con personas así. La única razón por la que siempre está presente en sus salidas y reuniones es porque es muy cercana a Mei Mei y a Shoko y ellas dos lo son con Gojo.

El albino traga saliva, inseguro de cómo responder.

¿Debe disculparse a pesar de no sentirlo realmente?¿Sólo por creerlo conveniente?¿Sólo por querer hacer las pases con Geto y que le vuelva hablar?

Podría dejarlo ir y eventualmente, con el tiempo, hablarle. Podría darle tiempo y su espacio. Satoru no es el tipo de persona ruega por atención y la compañía de alguien más.

Él jamás pedirá disculpas.

—Yo solo... quería hacer algo bueno por ti.—Suspira al final resignado y con un sentimiento agrio recorrer su garganta.

Su voz suena sincera pero no arrepentida, tal vez solo se resigno a aceptar el regaño de Geto y tratar de justificar el porque de sus acciones.

Suguru suspira comprendiendo la intención del mayor, su postura relajándose un poco.

En el pequeño pasillo cerca de las escaleras se reúnen para hablar y aclarar algunas cosas. Geto tiene hambre, eso es inevitable, pero prefiere aguantarse para hablar las cosas con Gojo a pesar de que quedé menos tiempo antes de su siguiente clase.

—A veces, hacer algo bueno no significa imponer tu manera de ver las cosas, Satoru. Significa escuchar lo que el otro necesita.—Le aconseja con sinceridad y un deseo profundo de que el contrario entienda como son las cosas.

Gojo asiente lentamente, procesando las palabras de Geto. No sabe exactamente cómo arreglarlo, pero algo en su pecho le susurra que no quiere perder la compañía de Geto por un error impulsivo.

Suguru, al no escuchar alguna respuesta por parte del contrario, vuelve hablar en un tono más serio pero comprensible.

—¿Me prometes que no lo volverás hacer?

El silencio de Gojo es la respuesta que Suguru hace que considere su amistad con él. Tal vez, esta pidiendo mucho de su parte, no es fácil que alguien cambie algún aspecto de su vida o su personalidad de la noche a la mañana.

Satoru no cambiaría, ni por él ni por nadie.

Y aunque sabe que es mejor alejarse de alguien así, por alguna razón que aún no comprende ni entiende de si mismo, quiere seguir siendo amigo de Satoru. Algo en él le agrada.










[...]

Palabras: 2,574
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de Publicación: Sábado 23 de noviembre del 2024
Fandom: Jujutsu Kaisen
Nota del escritor:
Ya falta poco para que entre en vacaciones, un par de semanas y listo.

Espero disfruten de la lectura, nos vemos luego!

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