2.

—¿¡Pero que carajo te pasa!?—exclama el albino molesto, recuperándose y mirando con el ceño fruncido al sujeto que lo golpeó.

El chico de cabellos oscuros no parece alterado por su reacción, tan solo se limita a decir de manera tranquila:

—Tú manera de hablar y expresarte, con solo escucharte me cabrea, es molesto.

—¿¡Ah!?—se indigna con cierta sorpresa al oír lo que dice el contrario. No sabe si reír por el atrevimiento del contrario o por creerse con grandes huevos frente a él.—¿Tienes puta idea de quien soy?

—No, ni me interesa.—se encoge de hombros, presionando su bastón contra su pecho, suspira aliviado de que al menos no esté roto.—Te escuchas igual que estos idiotas. Llevo varios días soportando su acoso, sus asquerosas bromas.

—¿Crees que soy igual a ellos? Yo no fui quien te hizo esas bromas ni me metí contigo.—enfatiza cruzándose de brazos.

Trato de ser amable, pero al parecer, este chico no le importa quien es.

En realidad, siendo honestos, si hace bromas pero nunca se las haría a alguien con una discapacidad. Sus blancos favoritos suelen ser los profesores y las chicas pretenciosas que lo hostigan siempre con querer una cita con él o piden su número.

—No lo hiciste, pero los vistes, ¿no?—pronuncia serio, a lo que Gojo le mira confundido, sin entender su punto. Suguru suspira cansado para proseguir.—Eres espectador como los demás, y nadie nunca los detuvo.¿Crees que sólo ver como me acosan y agreden física como verbalmente te hace inocente?

Si, realmente sí. Él no se mete en problemas ajenos, él no tiene porque ir a defender a cualquier persona o estudiante al que estén acosando, no es un héroe ni tampoco tiene tiempo para hacer de salvador.

—Yo no tengo porque luchar por los débiles.—añade enfatizando la última palabra de su oración, con una mirada rígida y pensativa.

—Yo nunca le pedí a nadie luchar por mi, con que fuesen a acusarlos con los profesores me bastaba.

Gojo hace una mueca en sus labios, similar a una sonrisa forzada. Es la primera vez que conoce a alguien que no se queda callado al discutir con él ni agacha la cabeza, lo "mira" de frente. Y no sabe si aquello le gusta o fastidia.

—No soy igual que esos tipos, a diferencia de ellos, yo si puedo romperte los huesos. Sino lo hago, es porque estoy siendo caritativo contigo, suficiente tienes con tu ceguera, seria lamentable que te quedes paraplejico.—añade con un tono ligeramente amenazante al final, acercándose más al contrario hasta chocar sus respiraciones.

Suguru lo siente cerca, su respiración sobre su frente, intuye su altura y mantiene una postura firme.

—¿Crees que te tengo miedo?

—Deberías.—responde cortante Satoru, llevando sus manos a los bolsillos, olvidando por unos instantes a lo que venía.

El ambiente está tenso. Gojo aprieta los puños dentro de sus bolsillos, listo para lanzarse al ataque, mientras Geto, con una expresión serena, permanece inmutable frente a él, sin mostrar un atisbo de miedo. Aquello le genera entre curiosidad y molestia el más alto.

—¿Qué? ¿Ni siquiera vas a abrir los ojos?—espeta el albino con voz entrecortada por la rabia.

Suguru entonces, sin perder la compostura, alza el rostro. Lentamente, abre sus párpados, revelando unas largas pestañas oscuras, delicadas y etéreas. Sus ojos, aunque carentes de visión, poseen un brillo particular, como una quieta y profunda agua de lago en la noche. Las pupilas apenas responden a la luz, y el iris parece opaco, un matiz que oscila entre el gris y un azul apagado, suave, queda una sensación espectral.

Gojo se queda sin aliento. Lo que iba a ser un golpe de furia se desvanece en su garganta. Hay algo inexplicablemente atrayente en la vulnerabilidad y la belleza inesperada de esa mirada que no observa, pero que parece traspasar cualquier barrera con su profundidad. El albino siente que la fuerza se le escapa de las manos, y lentamente, sus puños se deshacen.

Sin decir una palabra, ambos quedan en silencio, Satoru no puede dejar de admirar aquellos ojos y la forman en cómo te engañan, crees que te están viendo pero en realidad no lo hacen.

Sin embargo, lo que calentó el pecho de Satoru dejándolo perplejo sin las palabras que pronuncia sumamente el azabache, como un cosquilleo agradable.

—Matame si quieres, no me importa.

Solo han sido instantes efímeros que se sienten como una eternidad, la cercanía, el aroma de su perfume, la forma en que el viento mueve sus largos cabellos oscuros, sus labios entreabiertos y el atardecer de fondo, convierten a Suguru Geto en la persona más bonita y estúpidamente valiente que ha conocido en su jodida y corta existencia.

Quiere tocarlo y romper esta fuerte tensión entre ambos, cerrarle sus regordetes labios y que en vez de pelear, deberían acercarse aún más.

Solo que esta conexión que creyó sentir es destrozada cuando el azabache pierde el interés ante el prolongado silencio del contrario por lo que decide marcharse de ahí, dejando a Satoru Gojo en una soledad espesa y reflexiva, haciéndose la pregunta sobre que carajos acaba de pasar.

[...]

Acercarse al chico ciego es más difícil que haberlo investigado. No sabía siquiera su nombre hasta lo de aquel incidente, pero tampoco fue difícil averiguarlo.

Tiene un nombre inusual, muy poco común y el apellido le suena de nada. Suguru Geto, al menos suena elegante cuando lo pronuncia.

El problema en cuestión es; Geto lo detesta, incluso tal vez hasta lo odia solo por un mal entendido y algunas cosas que se dijeron en aquel encuentro. Y, como lo orgulloso y engreído que es Satoru Gojo, si alguien lo repudia no tiene sentido ni tampoco un mínimo interés en acercarse a esa persona, considera que es una completa pérdida de tiempo. Pero, de alguna forma que no logra explicarse, no puede dejar de pensar en él y aquellos ojos que, a pesar de no ver, en esos segundos en que cruzaron miradas, se sintió como si vieran a través de su propia alma y leyera sus pensamientos. De tan solo recordarlo, le estremece, le causa desconcierto.

No está seguro todavía en cómo debería definir este conflicto en su mente y emociones. Él se llevó una extraña pero, odia admitir, increíble primera impresión por parte de aquel chico de cabellos largos y oscuros.

[...]

Geto tiene que prepararse para los parciales que se avecinan la semana que viene. El que más le preocupa es idiomas, inglés. No es realmente su fuerte aunque siempre se ha mantenido con una calificación de mínimo, un ocho punto cinco.

Se dirige a la biblioteca guiándose por su bastón. La escuela tuvo que estar en construcción estas últimas semanas desde que se enteraron del ingreso de un chico incapaz de ver, por lo que instalaron pisos podotáctiles para que lo guíen de manera segura entre los pasillos, escaleras y baños. Claro que, durante su instalación tuvieron que bloquear o hacer más estrechos ciertas zonas donde los estudiantes y profesores comúnmente pasan, haciendo que se volviera más concurrido o con más "tráfico" entre las personas, lo que generó aún más desprecio de parte de sus compañeros, quienes se quejaban constantemente de que servía poner esos pisos si solo es para un estudiante en toda la institución.

A nadie le importa la minoría, y Geto forma parte de ésta.

Suguru camina tranquilamente con sus sentidos alertas, más que nada el oído. Así como el cuidado de no chocar con alguien. Claro que, mucha gente no respeta el espacio exclusivo de los pisos podotáctiles y suelen meterse en medio de su camino, estorbando y por supuesto, teniendo que verse en la molestia de cruzarse con estas personas y pedirles gentilmente que se muevan del camino.

A pesar de no verlos, sospecha que muchos de estos individuos le hacen caras feas, muecas desagradables y luego se quitan del camino.

Al llegar a la biblioteca, su lugar favorito, suspira aliviado. Ha tenido la oportunidad de recorrerla completa un par de veces y es muy espaciosa, huele a roble, libros y un ligero toque a granos de café debido a que la bibliotecaria suele tener una cafetera expres que suele usar habitualmente, está todo en orden y nadie lo molesta. Ahí puede estudiar tranquilamente, el lugar es cómodo y tiene calefacción. Rara vez escucha gente molestando y por lo regular siempre hay muchos asientos vacíos.

Lo que necesita es estudiar inglés, por lo general cuando los profesores le hacen examen oral, por lo que tiene que practicar mucho la estructura y pronunciación del idioma. Se pone sus auriculares conectados por vía Bluetooth a su celular, habla cerca del aparato inteligente para pedirle a su asistente que le reproduzca la lección de hoy del tema que le corresponde estudiar.

Estuvo así durante toda una hora hasta que alguien lo toma desprevenido y agarra uno de sus auriculares, alertando lo enojandolo.

La última vez que permitió que alguien tomara su auricular por más de cinco segundos, se lo rompieron. Le paso seguido en la primaria y en su primer año de secundaria.

Antes de hablar molesto y serio para exigir que se lo devuelvan, la otra persona habla primero:

—¿Escuchas lecciones de inglés? Pensé que escuchabas música.

Esa voz le resulta tan familiar.

—Devuélvemelo.—exige en un tono bajo pero, serio. Ni siquiera voltea la cabeza, solo extiende su mano hacia la dirección de donde proviene la voz.

—No hace falta ser agresivo.—se defiende para devolverle el aparato.

Geto lo ignora y continúa con su lección, escuchando la silla de su derecha ser arrastrada, por lo que fácilmente deduce que el sujeto tomó asiento a su lado. Además que, puede reconocer el aroma de su perfume, una mezcla entre lavanda y vainilla.

Sus estudios se ven interrumpidos cuando el contrario le vuelve hablar por lo que tiene que pausar su lección con irritación.

—Tuve una gran curiosidad de como alguien que no ve, estudiaría para un examen. No lo digo en tono de burla, si lo crees así.—se apresura a decir, al darse cuenta del movimiento de cejas del azabache y como hace una mueca en sus labios.—¿Qué otros métodos utilizas?

Para Geto es muy raro que alguien esté interesado en sus métodos de estudio y aprendizaje, que no sea un profesor.

—Mis libros están adaptados en lengua braille.—responde encogido de hombros. Sus manos puestas en el escritorio siente el roce de las del contrario.

—¿En qué?—frunce el ceño confundido.

Suguru piensa que no sabría como explicárselo, por lo que es mejor enseñárselo.

—Tócala, abre una página.

Gojo lo hizo, sintiendo con cuidado las páginas llenas de patrones de puntos en relieve. Pasó los dedos por ellos, desconcertado, notando la textura inusual. La suavidad del papel contrastaba con la extraña, casi increíble disposición de los puntitos bajo sus dedos. Es información, palabras, pero en un idioma que él no puede lograr leer ni comprender.

La sorpresa llena sus ojos. Conocer algo nuevo le resulta emocionante, pensó que sería aburrido en un principio, pero la forma en cómo lo hace ver Geto es un tanto expectante.

—Entonces… ¿ésto es lo que lees?— murmura sin poder ocultar su asombro ante la complejidad de este lenguaje.

El contrario asiente y hay una ligera curva en sus labios, similar a una pequeña sonrisa.

—Wow, es increíble. ¿Así estudias para historia, literatura, ciencias y álgebra?

—Para álgebra o ecuaciones es distinto. Uso calculadora parlante, u otros recursos didácticos.—explica brevemente mientras decide girarse ligeramente hacia Gojo, quien tiene gran curiosidad por saber más.

—¿Cómo cuáles?

— Papiroflexia, diagramas de flujo...—menciona algunos, hasta darse cuenta de cierto detalle que le inquieta.—¿Por qué de repente me hablas?¿Estás preparando una broma contra mi?—suelta con desconfianza.

En realidad, luego de lo que sucedió ayer, hoy en la primera hora de su clase escuchó sobre los fuertes rumores de un tal estudiante de tercer año llamado Satoru Gojo que le dio una paliza a sus bravucones, como un acto de compasión y amabilidad, claro que, no es más que una mentira. Pero le generó cierta intriga porque, ¿cómo se enteraron de eso? Además, gracias a ello, dedujo que el nombre del chico del incidente de ayer es ese.

Satoru Gojo, el apellido le suena bastante, no le sorprendería enterarse que si es alguien influyente en los medios.

Por supuesto que, algunas compañeras se acercaron a él tímidamente para preguntarle más acerca del suceso. A lo que él prefirió no decir mucho al respecto ni tampoco desmentir los sucesos. Sólo les preguntó de donde sacaron esa información de la pelea, y ellas contestaron que los mismos bravucones lo confesaron entre sus amigos y así rápidamente se fue esparciendo el rumor.

Hasta cierto punto, eso le beneficia enormemente. Así él no se mete en problemas, es mucho mejor que crean que alguien más fue, ¿no? Sospecha que a lo mejor esos tipos prefieren mentir diciendo que Gojo les dio una paliza a decir la verdad que un ciego los humilló, sería demasiado vergonzoso, asume.

Pero lo que le genera verdadera intriga es que Gojo no haya desmentido ese suceso. No sabe como es el tipo, si es un estudiante impecable o alguien con un historial de peleas y rudo, por lo que haberse involucrado en una más o que la gente crea que así fue, le debe dar igual. ¿Debería preguntarle?

—Claro que no.—niega Gojo, ofendido de que se le acuse de tal manera.

Suguru toma el libro que saco para guardarlo en su mochila, dicha acción hace que saque brevemente su estuche donde guarda sus gafas, lo cual llama el interés de Satoru quien, sin permiso alguno, lo abre para admirar su contenido.

—Estos lentes son muy oscuros.—dice tras ponérselos, riendo ante la reacción de Geto por haberle quitado nuevamente algo que es suyo, realmente luce molesto cuando le agarran una de sus cosas sin su permiso.—¿Para que lo usas si no ves?¿El sol te puede hacer daño?—interroga curioso para luego quitárselos y regresar los a su lugar, regresando el estuche a su dueño.

—¿Puedes molestar a alguien más?

—¿Te estoy molestando?

—Si.

Gojo se sorprende, creía que su presencia era agradable. Pero para Geto resulta lo contrario.

—Créeme, cualquiera mataría por tener un poco de mi compañía o atención unos segundos...—comenta con soberbia, hasta escuchar unas risas por parte del contrario quien trata de contenerlas, inclinando su espalda levemente. Oírlo reír lo paraliza unos instantes, es suave y agradable oírlo reír, mas de lo que le gustaría admitir, siente curiosidad.—¿De qué te ríes?

—Perdón, pero aquello que dijiste sonó tan ridículo que me causó mucha gracia.—admite aclarando su voz.—Yo creía que esos idiotas con los que me peleé tenían un alto ego, pero escuchándote, les has ganado.—agrega con una sonrisa burlona que, Gojo no sabe como tomarse dicha declaración.

—¿Debería sentirme ofendido?

—Tómalo como quieras, y si me permites, quiero seguir estudiando.—contesta para retomar su postura firme y decidida, odiando ser distraído.

Claro que alguien como Gojo no permitirá que se concentre adecuadamente.

Satoru observa cada detalle del contrario. Su postura, el ritmo de su respiración, como sus párpados se mantienen cerrados, sus cejas relajadas y su cuello descubierto es lindo y solo se aprecia cuando tiene el cabello recogido, lo que le hace acordarse de su primer encuentro con él.

Geto luce diferente con el pelo suelto y desalineado. Ahora que se da cuenta, no percibe algún rastro de pelea en su piel, parece haberse atendido bien cualquier rastro de herida.

—Oye.—le llama insistente.

Suguru suspira cansado, estar con Gojo es como estar con un niño, al menos eso piensa.

—¿Qué?

—Te verías mejor con el pelo suelto.

—¿Qué dices?—expresa extrañado por aquella afirmación.

—El cabello amarrado en forma de cebolla te luce gracioso, y tal vez un poco lindo, pero con el pelo suelto como la otra vez, te luciría mejor.—explica apuntando hacia su peinado, a pesar de que Geto no se daría cuenta de este gesto, aún así le sale natural.

—¿Tú crees?

—¡Definitivamente!—garantiza, a pesar de que Geto sigue sin lucir convencido, lo está escuchando.—Estoy siendo honesto contigo, tener el pelo suelto te da un aire como muy...—se interrumpe pensativo. Iba a decir bonito, pero eso sería demasiado romántico y raro de su parte, por no decir muy gay. Por lo que trata de pensar en algo más pero, nada se le viene a la mente.—No se como decírtelo. Pero te verías genial.

Suguru solo responde que lo pensaría, que por ahora, solo quiere concentrarse en sus estudios, por lo que Gojo aseguró ser muy bueno en el manejo de inglés y se compromete a ayudar al becado a mejorar.









[...]

Palabras: 2,794
Escritor: JaquiiAleWorld
F

echa de Publicación: domingo 10 de noviembre del 2024
Fandom: Jujutso Kaisen
Nota del escritor:
Hoy me toca lavar ropa y mi profesor nos dejo redactar un acta administrativa de embargo precautorio. Así que antes de empezar con esta movida, actualice este capítulo.
Nos vemos!

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