Confesión
Shingeki no Kyojin y sus personajes son propiedad de Hajime Isayama.
La hermosa portada es obra de @MarieNimar (Twitter)
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"Cafuné"
Del portugués: Acto de pasar los dedos por el cabello de la persona amada.
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Día 1: Confesión
No recordaban con exactitud en qué momento se había acostumbrado a su presencia de esa manera. A su aroma tan peculiar, a su voz, a su calor, a sus gestos tan caballerosos. Era gracioso, porque lo conocía hace tanto tiempo, habían pasado por tanto juntos, que jamás pensó que estaría en esta situación, en sentir un cosquilleo en su estómago cada vez que él tomaba sus manos. En sentir sus mejillas arder cada vez que él la miraba fijamente a los ojos. En sentir que se quedaba sin aliento cada vez que él besaba sus labios.
Si Mikasa Ackerman tuviera que definir en una palabra todo ese torbellino de emociones y sensaciones nuevas que Jean Kirstein estaba causando en ella en tan poco tiempo, sería "enganchada".
Y no. No de una forma negativa. No de una forma en que la hiciera sentir dependiente y sometida a un sentimiento nocivo. Sino más bien, era como si estuviera enganchada a una nube, porque cada vez que estaba a su lado, sentía que flotaba y que el mundo sólo se reducía a ellos dos.
Pero llegar a este inesperado presente, le tomó tiempo y más que eso, superar muchas barreras autoimpuestas por ella misma. Mikasa había sacado la "bandera blanca" en muchos aspectos de su vida luego del retumbar. Buscar una razón para continuar viviendo alejada de todo, siempre fue un desafío diario y aunque logró la tranquilidad de vivir en las montañas y buscar nuevas cosas que le animaran, dentro de su auto exilio, como la jardinería, nunca se pudo sentir completamente plena. Quizá era la soledad, los pecados del pasado o la incertidumbre de un futuro en paz, pero incierto, la que le tenía en un estado confundido y alicaído.
Fue entonces cuando el arribo de los chicos desde el continente hace un par de meses atrás, le hizo abrir los ojos y entender que no sólo extrañaba a Eren, sino también a Armin, Jean y los demás. Y tener una nueva oportunidad para compartir con ellos, era algo que su alma anhelaba con fuerza.
- ¿Mikasa? - Su voz la sacó de sus pensamientos. Parpadeó rápidamente para volver a situarse donde estaba, sentada junto a Jean cerca del río. Hacía calor, más tolerable que otros días. El verano se empezaba a despedir y daba paso a un incipiente otoño, con las primeras hojas caer de los grandes árboles que los rodeaban. - ¿Estás bien?
-Si, perdón - Respondió ella con una suave sonrisa. Él sonrió de vuelta, haciendo un gesto para que no se disculpara - Me distraje con el paisaje y me puse a recordar.
- ¿Recordar qué? -Preguntó Jean entre curioso y levemente preocupado. Mikasa jugó suavemente con la basta de su vestido, antes de mirarlo a los ojos nuevamente.
-Cuando regresaste a la isla - Habló por fin, recostándose sobre su brazo. Jean sonrió y reaccionó a su gesto, rodeándola con él. Ahora sus recuerdos viajaron a su memoria instantáneamente.
-No te imaginas lo ansioso que me sentía por volverte a ver- Jean no pudo evitar sonrojarse al recordar esos momentos previos a su encuentro. - Por fuera me veía muy compuesto, pero por dentro era un mar de nervios.
Ahora lo recordaba con gracia, pero en su momento, fue todo un tema saber que la volvería a ver. No porque no quisiera, al contrario, era lo que más esperaba desde el momento en que Armin anunció que viajarían a Paradise luego de tres años lejos. Pero su nerviosismo crecía porque eso también significaba enfrentar sus sentimientos, esos que jamás se esfumaron y sus inseguridades que crecían más y más, como un elefante en una caja de fósforos.
A veces le parecía un sueño hecho realidad que ella estuviera a su lado. Había sido un largo camino para los dos, sobre todo para Mikasa. Él lo sabía, por eso atesoraba cada momento a su lado como si fuera el último. Jean tenía plena conciencia de que debía aferrarse a este presente que poco a poco los dos estaban construyendo.
Mikasa soltó una risita divertida, que lo sacó de sus pensamientos. Ahora él se había perdido en su mente.
- ¿Por qué tan así?
- ¿Cómo qué por qué tan así? - Auténticamente no entendía su pregunta.
Mikasa se separó levemente de su lado para quedar frente a él. A pesar de que le agradaba que él fuera así, nunca se había podido acostumbrar a que Jean la tratara como la mujer más especial del mundo. Sentía que estaba lejana a ser esa figura que él endiosaba constantemente. Y aunque sabía que nacía del corazón, le costaba asimilarlo. Tenía demasiadas cicatrices emocionales para poder hacerlo.
-Porque soy simplemente yo, una persona corriente o esto trato de ser - Respondió Mikasa con honestidad. Jean la observó en silencio. -y no busco que me digas lo contrario para convencerme...
-No lo hago, créeme que no - La cortó Jean, de repente - Todos tenemos virtudes y defectos, yo tengo más defectos que tu - Agregó soltando una carcajada. Mikasa sonrió - Pero yo te amo con todo eso y...
Calló de golpe. Mikasa abrió los ojos, sintiendo que su pecho se apretaba. No esperaba aquella confesión y al parecer, Jean tampoco.
-Mikasa, yo... - Aclaró su garganta, tratando de decir algo más coherente, cuando una corriente de viento empezó a intensificarse, haciendo que las primeras hojas otoñales se elevaran del suelo, así como su fiel sombrero que descansaba a su lado hasta ese momento y ahora se alejaba a metros de distancia - ¡Mierda!
Rápidamente salió tras él, bajo la atenta mirada de Mikasa, quién seguía paralizada por sus palabras. Le tomó unos minutos ponerse de pie, tomar la chaqueta que Jean había dejado tirada sobre el prado, la manta en la que estuvieron sentados durante la tarde y las demás cosas que traía consigo y fue a su encuentro, unos metros más allá. Jean había rescatado su sombrero con éxito y ahora se dedicaba a quitar el exceso de tierra y hojas que lo cubrían.
-Y se acabó el verano, al parecer- Habló cuando Mikasa se acercó a su encuentro. Ella no respondió, simplemente le estiró su chaqueta. Jean la recibió - Gracias. ¿No tienes frio?
-Estoy bien - Respondió ella tranquilamente. Entonces volvió a tomar la palabra - Jean, yo...
-No tienes que decir algo - Jean la interrumpió con una sonrisa. Mikasa lo miró confundido - En serio - Insistió, depositando un sutil beso en su coronilla. El viento volvía a sucumbir sobre ellos, un pequeño escalofrío en sus brazos descubiertos. Jean al notar que Mikasa empezaba a sentir frío, acomodó su chaqueta sobre ella, cubriéndola hasta los hombros.
-Gracias - Contestó ella con timidez.
Pequeñas gotas de lluvia empezaron a caer inesperadamente. Sin darse cuenta, en cuestión de minutos estaban viviendo las cuatro estaciones del año en un instante.
Tomó su mano y juntos emprendieron el camino de regreso. A paso firme pero rápido, en caso de que los pillara una lluvia más intensa. Conforme avanzaban, la comodidad que existía entre dos los poco a poco regresaba. Parecía que las palabras se las había llevado el viento, al menos eso quería pensar Jean. No pretendía asustarla, ni presionarla a que le contestara algo. Estaban perfectos así tal cual, conociéndose de esa manera, disfrutando esos momentos juntos.
Pero sin que él lo pudiera intuir, sus palabras ya vivían gratis en la mente de Mikasa.
Continuará...
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N/A: Primero que todo, muchísimas gracias a todos los votos, comentarios y mensajes que me han llegado en estos años de ausencia. Gracias a todos por seguir visitando este rinconcito dedicado a este ship que es tan significativo para mí. No he dejado la comunidad Jeankasa, pero si abandoné la escritura (vida de adulto, snif), así que poco a poco quiero volver a retomar el mundo de los fics y esta actividad me pareció una buena oportunidad para volver a mi lugar feliz. ¡Gracias por llegar hasta aquí, nos vemos pronto!
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