45: El fuego de la verdad

Fire

Cierro la cafetería, salgo de la universidad, alguien me toca bocina y hasta me silban, ya que estoy vestido de chica, así que le tiro un beso, entonces sigo mi camino. Un auto se frena delante de mí y al principio imagino que gracias a mi coqueteo me cruzo con un desconocido, pero, en realidad, el vehículo no es del muchacho que me chifló. La puerta se abre y veo a Deal, que me introduce en el coche, así que caigo sobre sus piernas, luego el auto arranca.

—Eres muy escurridiza —opina mi enemigo mortal—. Y flirteas con todo el mundo, me rompes el corazón.

Mira quién habla.

Me inclino y termino sentándome a su lado. Menos mal que mi panza fue la que chocó contra sus piernas, así que mi entrepierna no reveló mi identidad secreta. ¡Soy Batman!

—¿No estabas en una cita con Cry? —No me lo dijo, pero es evidente que se iban a encontrar. El rubio es un libro abierto con sus expresiones—. Me acusas cuando tú eres peor, ni códigos tienes.

—¿Por? ¿Es tu amigo también?

Me aproximo a su rostro.

—Todos los amigos de Fire son mis amigos. —Revoloteo mis pestañas postizas.

Me agarra de la cintura.

—Pelirroja, hermosa, preciosa, candente y llena de fuego, préstame un poco de atención. Por favor, no te pongas en mi contra. Me gustas mucho, me calientas como todo un volcán en erupción.

—Mira, Deal, yo te besé porque quería demostrarle un punto a los demás, que te sientas cachondo fueron daños colaterales.

—¿Por eso me esquivabas? Fue Fire quien te dijo que lo hicieras, ¿verdad?

¡Mierda, no me escucha! Sé que causo sensaciones en muchas personas, pero esto es pasarse de la raya. ¡¿Yo qué culpa tengo de ser tan ardiente y confundir a las masas?! Por cierto, tengo que comprar más harina para la masa de mis tortas. ¡Concéntrate!

—¿Puedes decirme por qué lo odias? Si no lo detestaras, hasta podrían tener una noche bien fogosa.

Aunque, lo dudo, pues se nota que ambos somos activos. Terminaríamos discutiendo por quién destruye la trinchera y al final no concretaríamos nada. Si fuéramos versátiles, sería más fácil, pero como no hay indicios de ello, nunca va a pasar.

—Te lo cuento si tú eres la que tiene la noche fogosa conmigo. —Me guiña.

Sonrío.

—La manipulación no funciona contra mí —expreso con orgullo.

—¿Sabes? No he encontrado ninguna información de las tres muñecas de Fire. Ustedes son un misterio, ¿cómo puedo confiar en ti?

—Insisto, debería encantarte Fire, es un amor.

—Aunque no lo odiara, no me gustan los hombres de carácter imponente y sin signos de vulnerabilidad, por otro lado... —Apoya la mano en la ventanilla, acortando la distancia entre nosotros—. Las mujeres grandes y fuertes me ponen muy cachondo.

Terrible, oremos.

—¿Qué hay de Loving? —Frunzo el ceño.

—¿Por qué todo el mundo pregunta por ella? —Se ríe.

—Es adorable, no concuerda con la descripción del tipo de mujer que te gusta, y sé que acabas de formalizar con ella, así que ni pienses en lastimarla.

—Lees todos mis pensamientos, me encanta. —Se aproxima más—. Y ni te inmutas.

—¿Entonces admites que quieres herirla?

—Claro que no, solo que entiendo que sabes que no estoy interesado en ella. —Acaricia un mechón de mi peluca bien realista—. No quiero lastimarla, lo juro.

—No juegues con sus sentimientos.

—No lo hago, sabes que esto es por Fire.

—Eso no lo hace ver mejor.

—¡Ajá! Te atrapé. —Me saca el celular—. Grababas nuestra conversación, qué atrevida, y dos veces.

Enarco una ceja.

—¿Dos?

—Sí, sé que grabaste uno de nuestros besos, la demostración de la que hablabas. Yo tengo acceso a las cámaras.

—¡¡Qué bueno que las cámaras no dan a los vestuarios!! —Fuerzo una carcajada.

—Qué graciosa, soy un caballero, jamás revisaría eso.

—¿Te puedes apartar? —Lo empujo y aclaro—. No voy a besarte.

—¿Solo lo harías si Fire te lo pide otra vez? Cuánta devoción.

—Si no vas a contarme tus secretos más oscuros, no pienso besarte —lo desafío.

—Ya no estamos grabando.

—¿Y? Mi mente es una buena grabadora. Si quieres ese beso, dime por qué lo odias.

Enarca una ceja.

—¿Solo un beso?

—No voy a acostarme contigo. —Eso revelaría mi secreto—. ¿Quieres ese beso o no? No puedo escapar de todas maneras. —Observo cómo el vehículo avanza.

Aunque me tiraría, creo que hice una buena oferta.

—Acepto el beso como una garantía, pero luego nos vamos a un club erótico.

Muevo los hombros sin importancia.

—Bueno.

Agarro sus mejillas y junto su boca con la mía. Intensifica el beso, cuando vuelve a tomar mi cintura, pero lo muerdo, ya que sus manos bajan a mis muslos. Se aparta, sonriente, y se limpia la sangre, mientras me relamo los labios.

—Qué agresiva, me encanta.

—Oh, Dios Santísimo. —Ruedo los ojos—. Ya cuéntame.

Se carcajea.

—Bien, te diré... —Su actitud cambia y se pone serio—. La zona de la cafetería es mía, me pertenece. Aunque negocié arduamente, un desconocido pelirrojo se quedó con mi lugar. Insistí para que se marche y no desistió. Perdí muchísimo dinero en ese trato, millones. De hecho, sigo gastando por esa tienda de mierda, incluso a pesar de que ya no me concierne. Entonces, me juré a mí mismo que si iba a perder dinero, al menos, sería por mi culpa.

—Espera un segundo. —Reacciono—. ¿Estás diciendo que la verdadera razón de la casi bancarrota de la cafetería es porque querías el sitio? ¿Ahuyentaste a sus clientes y empleados solo porque se ganó el lugar limpiamente?

—Cierto. —Asiente—. Antes de que aparecieran las tres muñecas, ese fue mi primer movimiento contra Fire. —Sonríe—. Piensas rápido, belleza.

Agarro a Deal con fuerza de la ropa, furioso.

—¡¡Te voy a matar!! ¡¿Cómo pudiste?!

—Hice lo necesario para que me regresen lo que es mío. Tomé venganza y, aun así, el imbécil de Fire sigue quedándose con mi negocio.

Mi mandíbula se tensa y lo suelto de forma abrupta. Bajo la cabeza y me sostengo la cara desde la frente con ambas manos, estando frustrado.

—Necesito un cigarrillo.

Presiona un botón y se comunica con su chófer.

—Búscame un quiosco, vamos a comprarle cigarros a mi chica.

Ruedo los ojos, no quiero hablar más. Estoy furioso, deseo agarrarlo y molerlo a golpes. Tiene suerte de que no soy Mood, pues ya lo hubiera matado. 

¡¡Ahora sabemos la verdad!! 

Saludos, Vivi.

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