Mood

Odio a Fire. ¿Cómo es que terminé yendo a buscar a Cry? Aunque ese no es el problema. La complicación es que involucró a Fresh para que no fuera sospechoso averiguar las intenciones de Deal. Él es el jefe del restaurante y yo su amigo, así que no podemos ir de campantes, pero me manda a mí como chica y al refrescante de mi vecino. Encima, el muy natural acepta como si nada.

—¿Por qué los hermanos M son tan enojones? —Se ríe el castaño alto que camina detrás de mí y su sombra parece de tres pisos—. Qué lindo que los amigos se ayuden.

—Cállate —gruño.

—Aparte del tema del usurero, ¿hay alguna otra razón para ser malhumorados? No tengo nada en contra, pero me parece curioso.

—Hablas mucho.

—Diría que ustedes ladran, pero no muerden, luego veo la bandita en mi nariz y se me pasa. —Se carcajea.

Me detengo, me giro de manera abrupta y observo la curita en su tabique.

—Lo lamento —exclamo, sintiéndome culpable.

Se frena también y vuelve a reír, mantiene las manos en los bolsillos.

—¿Por qué? Si el que me pegó es el otro. A todo esto, ¿nos permitió salir porque se sentía culpable? Yo pensé que era sobreprotector. Entiendo lo de su amigo, pero...

—¿Nunca te callas? —Enarco una ceja.

Permanece con su sonrisa, alza la vista y señala un edificio.

—Creo que ahí está la heladería.

—Bien, más vale que cierres la boca allí, nos harás notar. —Lo miro de arriba abajo—. Aunque con tu estatura será imposible pasar desapercibidos.

Se carcajea.

—¿Tu hermano te contó que le dije enano? Parece contraataque.

—¿Algún día dejarás de ser tan fresco?

Su sonrisa se expande.

—No, soy Fresh.