14: Llora la desconfianza
Cry
No es justo, me mandan a repartir panfletos y con una falda. Veo a Couple caminando por el pasillo, así que me sobresalto. Actúo rápido, entonces entro a los baños. Enjuago mi cara lo más que puedo, luego me quito la peluca. Busco en mi morral la ropa y lo mezclo todo con el millar de papeles arrugados, después me cambio lo que me queda del disfraz. Guardo lo que me falta, pero también recibo algunos gritos de unas chicas que justo ingresan y salgo corriendo.
Miro para atrás mientras huyo, entonces me choco con alguien, así que caigo al suelo. Algunos papeles se me escapan del morral, por lo tanto, comienzo a recogerlos. Me acercan uno y alzo la vista.
Salto, levantándome.
—¡¿Deal?! —chillo.
Se supone que me fui de la cafetería para no cruzármelo.
—Hey, mi matemático favorito. —Sonríe, luego lee el panfleto en su mano y frunce el ceño—. ¿Trabajas ahí?
—¡No! —grito—. Quiero decir, le hacía un favor a un amigo.
—¿Eres amigo de Fire? —consulta de mala gana.
—Eh, uh, sí. ¿Hay algún problema con eso?
Se da cuenta de mi reacción y le vuelve la sonrisa.
—Ninguno. —Me regresa el panfleto—. Soy su supervisor.
—Oh.
Sé que lo es, pero su tono me dice que hay más.
—De hecho, vengo de ahí, la cafetería es un gran lugar, mándale mis felicitaciones. Yo tengo que mantenerme profesional, no puedo decírselo personalmente, ni debo ir halagando a quien superviso, se vería muy mal.
—Ya veo —me limito a decir, desconfiando.
—Se siente un silencio incómodo, mejor ya te invito ese helado.
Me sobresalto.
—¡¿Eh?! ¡¡No hace falta!! —grito.
—Alguien tan inteligente como tú, merece un premio.
¡¡Ah, me gana con cumplidos!!
—Bueno, pero uno y me regreso, tengo muchos panfletos que repartir.
¡¡La mejor excusa la tengo yo!!
—De eso nada. —Chasquea los dedos—. Tengo un amigo que tiene una gran fábrica de helados, dentro hay una zona de bolos, te va a fascinar.
—¿Qué? ¿Bolos? ¿Ahora?
—Eso dije. —Me agarra de los hombros desde atrás y me empuja, después me saca el morral—. Deja que te sostengo esto.
¡Ah, ahí está mi disfraz!
—Mejor lo dejamos para otro día —sugiero.
—No vas a escapar.
Llegamos al aparcamiento de la universidad y veo su coche azul, último modelo. Abre tan campante su baúl, luego tira mi morral allí y lo cierra. Me abre la puerta como todo un caballero, pero creo que estoy por entrar a la boca del lobo.
Se suponía que iba a alejarme de él. No le hice caso a Fire, no pude rechazarlo. Aunque, más bien, me manipuló, solo comeríamos un helado, no era un viaje a quién sabe dónde. Además, sus halagos son armas letales, así no logro pensar.
Maldición, soy fácilmente manipulable.
¡Sálvame, Fire!
Mierda, mi celular quedó en el morral.
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