1: Presentación de Mood
Mood
Se escuchan los tacos de mi disfraz de chica mientras avanzo por la calle. Hay que salir con el traje por si alguien descubre la estrategia. Qué irritante, me siento observado. Se oyen los autos pasar y un chiflido, así que levanto el dedo medio. Una vez llego a la fila de departamentos, voy en dirección al mío, pero soy detenido por el que reconozco como el usurero. Viene a preguntar sobre el dinero que debo. Bueno, en realidad, el que mi ex me metió. Terminamos por eso, aunque le sigo pagando sus problemitas. ¿Seré tonto? Pues sí, pero es que estoy enamorado.
—¿Se encuentra Moodiness por aquí? —pregunta amable, el hombre, el cual parece que no me reconoció y me observa de manera rara.
Asco.
—No —miento.
Ni mierda le digo que soy yo.
—Hermosa señorita. —Me agarra la mano y me titila el ojo—. Dígale que es un asunto delicado.
Asco doble. ¿Tan realista es el maquillaje de Fire?
—Sí, lo haré.
Ahora suéltame antes de que te golpee.
—¿Le han dicho que es muy hermosa? —consulta.
—Estoy intentando entrar a mi casa, déjeme, me quiero ir —digo con el gesto más asesino que tengo, pero no causa efecto en el señor.
—Eso no va a pasar —declara, sonriente.
No quedará de otra, lo voy a noquear, no obstante, veo que mi vecino, un muchacho castaño, ha salido de su departamento, y apoya la mano en el hombro del señor.
—Quedo claro que la señorita no quiere nada con usted —le explica de forma amable, por lo tanto, el usurero, se pone de malas maneras.
Cuando se gira ve que es más alto que él, entonces se retracta.
—Tienen suerte de que hoy no haya traído ningún arma. —Lo empuja, así que se retira, dejándonos a solas.
—Supongo que gracias —digo de mala manera, porque mi personalidad siempre es borde hasta para la más mínima cosa.
—¿Eres hermana de Moodiness? —consulta y se presenta—. Soy Fresh.
—Sí —me limito a responder.
—Eres igual de fría y cortante que él. —Se ríe—. Debe ser de familia.
—Sí, como sea.
—Te dejo, te estoy molestando.
—Un poco, sí —admito.
—Qué graciosa. —Lo veo retirarse, sonriente.
Hay gente que nunca deja de estar feliz, qué envidia.
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