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Fire
No me gusta perder, algo que no tolero es fracasar y soy capaz de cualquier cosa para lograr mi objetivo, incluso hasta de usar una falda. Mood, mi amigo, el pelinegro, como siempre de malhumor, me observa como si le hubiera ofrecido un suicidio. Por otra parte, Cry, el rubio, llora como el significado de su nombre. Sería curioso decir que nuestros nombres tienen que ver con nuestras personalidades y que nuestros padres hicieron un complot para que parezcamos, pero acá el dato random, es que me disfracé de mujer y me encanta como me queda el vestido. Y no lo digo por parecer una diva, lo aclaro porque el traje me salió bien realista.
—Si no fuera porque estoy endeudado, te mataría —aclara Mood, al segundo que le queda mejor el uniforme de chica.
—Pero te ofrecí trabajo.
—¿Y quién te dijo que quería ser un trapito? —Enarca una ceja, luego observa a Cry—. Y tú deja de llorar.
—¡¡Pero perdí lo poco que me quedaba de mi masculinidad!! —chilla, el rubio, al cual, el traje le queda muchísimo mejor que a nosotros dos—. ¡¡Es el fin de mi hombría!!
—Tampoco para tanto —acoto.
—¡¡Me obligaste a ponerme una falda!!
—Sí, como sea, tengo que hacer que esta cafetería triunfe, y nada ha funcionado, así que vi lo que estaba pasando en la calle principal, con todas esas hermosas bellezas, entonces descubrí que lo que necesitaba la tienda era personal femenino.
—Si alguien me reconoce, te juro que te patearé —advierte Mood.
—Deja de amenazarme. —Me río—. No es para tanto, ¿quién mierda en la universidad te va a reconocer? Estás superlinda.
—Más te vale que sí. —Entrecierra los ojos.
—¿Ya me puedo quitar esto? —pregunta Cry, haciendo puchero, refiriéndose a su vestido—. Me siento desnudo.
—No —digo cortante.
—Eres un abusivo.
—Deja de quejarte y ponte a trapear. —Le da la escoba Mood, luego se pone a ordenar mesas—. Si esto prospera, le conseguiremos las estúpidas mujeres a Fire, tendré dinero para pagar la deuda que me dejó mi ex y luego nos largamos, problema resuelto.
—Yo no tengo esos problemas. —Barre decepcionado de que el pelinegro no lo ayude—. A mí solo me pasa esto porque soy estúpido.
—¡Nah! —le aclaro y rodeo su cuello con mi brazo—. Pasa porque somos amigos y los amigos se ayudan en todo, y tú tienes un corazón muy noble.
—No lo decores —aclara Mood—. Sí, es estúpido, cayó en tu manipulación como yo, no hay más explicación.
—Pero tus deudas...
—Igual tienes buena labia, siempre convences a cualquiera, eres un manipulador.
—Si tuviera buena labia, este lugar no sería un desastre. —Enarco una ceja.
—Bueno, sí, pero con nosotros sí funciona tu rayo manipulador.
Me carcajeo.
—Me causa gracia que lo digas con esa cara tan seria.
—No era un chiste.
Ay, qué delicadito.
—Como sea, en unos días abriremos la cafetería al público, pongámonos a trabajar que no quiero que el director decida cerrar el local, antes de mi gran hazaña.
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