8 - La verdad


Encontró a su hermano con la naríz sangrando y la mano de su padre manchada de sangre. Parecía que su padre lo había golpeado. 

No lo pensó dos veces y corrió a separarlos.

- ¡Papá! ¿Qué estás haciendo? - gritó Lola, pero él no la escuchó y continuó grtándole al joven.

Lola gritó con todas sus fuerzas lo que supuso que iba a llamar la atención de su padre. Era solo una idea, pero debía intentarlo.

- ¡Voy a dejar la carrera! 

Entonces si la escuchó y Lola se preparó para que la golpeara a ella también.

- ¿Qué has dicho? - le preguntó mirando hacia donde ella se encontraba. Tenía el rostro desenfocado, más que de costumbre. Su furia era notoria, por esto, Lola tuvo miedo por un momento. Tomó coraje y respondió.

- Lo que escuchaste - dijo -. Voy a dejar la carrera. Voy a estudiar artes visuales en la Univerisdad Argentina del Arte.

- Lols, el horno no está para bollos - dijo Joaquín.

- Oh, claro que sí. Porque ahora tú vas a vivir conmigo - se dirigió a su padre -. Porque, caso contrario, tendré que llamar a la policía papá.

- Eres igual de testaruda que tu madre, peleando hasta último momento.

- ¿Cómo lo sabes?

- Porque nada de esto estaría sucediendo si ella no me hubiera engañado con su mejor amigo.

- ¡Explícate! ¡Dinos la verdad! - gritó Joaquín - Ya no queremos seguir creyendo tus mentrias. 

- Si, papá - acotó Lola -. Sabemos que nos mentiste. ¿Cómo pudiste hacerlo? 

- ¿No es obvio? - retrucó Román.

Entonces Lola entendió todo. Su padre la había matado en un ataque de ira, razón por la que los trabajadores de su compañía renunciaban continuamente. Había lanzado el cuerpo al río, por lo que nunca lo encontraron. ¿Tal vez lo había enterrado en la orilla?

- ¿Qué hiciste con el cuerpo? - le preungtó Lola.

- Solo lo he enterrado a unos metros de la orilla del río. Nadie iba a encontrarlo allí, de hecho nadie lo hizo.

- ¡Eres un monstruo! ¡Ni siquiera la amabas! - gritó Lola. Joaquín la abrazó para evitar que se lanzara sobre su padre para lastimarlo. Lola realmente quería que pagara por lo que había hecho - ¡Y tienes el descaro de vivir con bnosotros! 

 - Lo hecho, hecho está. Ya no hay vuelta atrás. Ahora compórtense y volvamos a nuestra tranquila vida. Soy toda la familia que tienen ustedes dos, ¡No tienen a dónde ir!

Lola no sabía ni cómo se liberó de los brazos de su hermano, menos aún de cómo consiguió hacerse de valor para prepararse una maleta. Finalemnte, mientras le decía a Joaquín que hiciera lo mismo y a su vez lo ayudaba a empacar, tomaba otra maleta y metía todas sus cosas de pintura y sus cuadros terminados. 

- ¿Qué estás haciendo, niña? - preguntó Román, pero ella no respondió.

Su intención era irse de allí para jamás volver. También quería denunciar a su padre por lo sucedido. Mientras ella empacaba a toda prisa, procurando no olvidar nada, su padre la observaba sin poder entender lo que estaba sucediendo. Seguramente creía que su hija se había vuelto loca.  

- Nos iremos de aquí. Jamás quiero volverte a ver. ¡Y que ni se te ocurra buscarnos! No volveremos a hablarte siquiera. Nunca, jamás. Nos vas a dejar tranquilos, porque de lo cotrario, la justicia se encargará de que no nos molestes.

Lola solo quería huir, aunque no sabía con exactitud a dónde acudir. Los hermanos subieron al auto de la joven y se fueron. 

El silencio que reinaba entre ambos era poco usual. Los hermanos siempre haían sido muy unidos, nunca se les terminaba el tema de conversación. Sin emabrgo, en ese momento no tenían ganas de conversar.

Lola no sabía hacia dónde ir, por lo que comenzó por conducir para allejarse de la que había sido su casa. Ya no lo era, jamás había sido su verdadero hogar.

En primer lugar irían a dejar constancia de la violencia doméstica sufrida por Joaquín aquella mañana. Luego Lola buscaría un lugar donde vivir con su hermano. Hacía unos días había logrado vender una de sus pinturas. Eso la hacía sentir muy feliz. 

Su padre nunca se había enterado de esto, ni de la enorme cantidad de dinero que ella había ganado con la misma. Lola sentía que por fin la vida le estaba sonriendo. 

De camino a la comisaría, Joaquín recibió un mensaje de su padre. Al instante se lo leyó a Lola. Decía:

Román Echeverría: Hijo, regresa. Metí la pata.

- ¿Debo responder su mensaje?

- No lo creo, Joaco. No debemos mostrarle debilidad. Él ya no nos controla, debes tener claro eso. Ahora solo somos tú y yo.

- Siempre lo hemos sido.

Lola y Joaquín no hablaron el resto dell viaje. Ella solamente le preguntó si su padre lo golpeaba, pero su hermano le dijo que quienes lo golpeaban eran sus compañeros de escuela. Hasta escondían su lapicero y rompían las hojas de sus tareas.

Lola no pudo contener las lágrimas, por lo que lloró todo el trayecto. Su hermano la dejó ser.

- Lols, ¿a dónde nos llevas? - preguntó otra vez.

- A la comisaría - dijo Lola -. Hay que denunciar a papá.

Los hermanos por fin eran dueños de sus propias vidas. Lola se sentía libre, como si fuera un ave fénix que resurgió de sus cenizas. Sentía que su madre estaría muy orgullosa de ambos. Sus hijos eran independientes ahora, y Lola estaba apunto de cumplir su mayor sueño. 

Mientras esperaban a que alguien atendiera a los hermanos en la guardia de la comisaría, Lola le contó a Martín lo que sucedía. Estaba preocupado.

- ¿Están bien? ¿Dónde están? ¿Necesitan a un abogado? - Martín no le daba tiempo a qu ella le respondiera. 

- Tín, estamos bien. Nos encontramos en la comisaría. No necesitamos a un abogado por el momento.

- De acuerdo, pero hazme saber si lo necesitas. Por cierto, ¿ya encontraste un lugar para vivir?

- Aún no. Iré a ver un apartamento que tengo la intención de comprar, pero no he recibido respuestas de la dueña.

- Es que el mercado inmoviliario está muy mal hoy en día.

- ¿Qué no está mal ultimamente?

- Nosotros. Tenemos una hermosa relación, nos amamos y somos felices juntos. Tanquila, se resolverá, Leila.

Lola rió. Él recordaba aquella broma entre ambos.

- ¡Jamás vuelvas a llamarme así!

- Pero te hace reír. Escucha, me encantaría dar el siguiente paso. ¿Qué opinas? ¿Vivimos los tres juntos o no? 

- ¿No te molesta tener que soportarnos hasta que consigamos un apartamento?

- ¡Es lo más increíble que pudo sucedernos! De hecho, podrían quedarse a vivir conmigo todo el tiempo que ustedes quieran. ¿Qué opinas?

- ¡Opino que somos muy afortunados de tenerte en nuestras vidas! ¡Gracias, Tín! Me has hecho la persona más feliz del mundo.

- Tú mejoras mis días solamente con tu prsencia. Que seas la priemra perosna que veo al despertarme y la última que veo al dormir, es lo mejor que me pudo pasar en la vida. ¡Te amo!

Lola sonrió. Le dijo que lo amaba y que lo vería más tarde. Luego se despidió de él. 

El oficial de policía que atendió a Lola una vez en la comisaría, le tomó declaraciones tanto a ella como a su hermano. Joaquín dijo que todo había comenzado con el maltrato que recibía de sus compañeros debido a que él era homosexual. Resultó ser que tenía una relación con Fabricio Reyes. Román no sabía acerca de esta hasta que encontró a su hijo besándose con quien él suponía que era su mejor amigo, porque toda su vida habían sido muy cercanos.

- ¿Me estás diciendo que papá no estaba enterado de tu relación con Fabricio? - le preguntó Lola a su hermano mientras almorzaban.

- Digamos que se enteró de una manera muy abrupta. ¡Yo no sabía que él había vuelto de la compañía!

- No es tu culpa, Joaco. ¿Qué hizo él?

- Me prohibió verlo. En reallidad yo le había contado hace un tiempo que mis compañeros me molestaban, pero no el por qué. Ese beso debió de ser la gota que colmó el vaso para él.

- Así que solo te golpeó porque no quiere un hijo homosexual y una hija que se enamoró de un joven que trabaja en una cafetería.

- Así parece. De hecho no le gusta que no estemos bajo su control. Sin embargo, ya hicimos nuestra parte. 

- Estoy muy feliz por ambos. Nos he quitado un peso de encima.

Tras un cómodo silencio, Joaquín le preguntóa  su hermana:

- ¿Dónde vamos a vivir?

- Viviremos con Martín.

- ¿Ya han dado el siguiente paso?

- Así parece. ¿No es genial?

-¡Estoy muy feliz por ti! Por cierto, déjame en casa de Fabricio. Quiero verlo. Papá no tiene que enterarse o va a golpearme otra vez.

- No le diré nada, te lo aseguro. Él ya no forma parte de nuestras vidas, además.

Luego de que Lola dejara a su hermano en la casa de su novio, ella y Martín fueron a una cafetería cercana a beber café. A Lola le resultó algo fuerte, pero supuso que se trataba de café italiano, por lo que debía ser así.

Martín, que era experto en café, fue el primero en notar que había algo extraño con su infusión. Por lo que ella en seguida logró comprender por qué sabía tan intensamente.

- Este café está quemado - dijo Martín poniendo cara de asco al beber de su taza.

- Creo que estás mal acostumbrado - comentó Lola divertida -. Aunque, sí. Tienes razón. Yo habaía notado algo extraño en él, ¡le puse dos sobres de azucar y seguía sin endulzarse!

- Lo sé, es horrendo. De todas formas, me encanta la comida de este lugar. ¡Anótalo en la lista de lugares a los que debemos volver!

- ¿Me estás dicinedo que piensas volver a este lugar cuyo café es horrible? ¡Sobre gustos no hay nada escrito!

- Soy el novio de una ardiente joven hija de un empresario psicópata que acosa a sus hijos. ¡Creo que tengo buen gusto!

- O solo te gustan las historias retorcidas - observó Lola -. Espera, ¿dijiste que eres mi novio?

- ¿No es lo que somos?

- ¡No respondas con otra pregunta! ¡Haces quer parezca que no opinas tal cosa!

- Es que creía que era algo obvio.

Como respuesta, Lola se sentó de costado sobre su regazo y lo besó. Fue un lento y profundo beso que hizo que a él casi se le escapara un jadeo, pero Lola sofocó el sonido con otro beso.

- Creo que es lo que somos - dijo ella contra sus labios.

- Vayamos a mi apartamento. ¿O debería decir <<nuestro>> apartamento? Después de todo, Vivimos juntos.

A Lola se le aceleró el corazón al oir que él hablaba de un futuro juntos. Le encantaba la idea de compartir una vida con quién había hecho que la suya fuera mucho mejor. ¿Ere posible ser tan afortunada? 

- ¡Eres muy fácil de descifrar! Se te nota en tus ojos. Solo se me ocurre una cosa que pasaste por alto.

- ¿Cúal es?

- ¿Piensas irte sin pagar la cuenta? - Lola entendió la pregunta en seguida - Podrías pagar tú para variar. ¿Tienes dinero esta vez?

- Jamás salgo sin dinero.

- ¿Ah sí? Bueno, permíteme dudar. Recuerdo un par de veces que tuve que rescatarte con dinero.

- Qué extraño. No lo recuerdo - mintió Lola.

- Bueno, entonces te lo recordaré. La primera vez pagué tu enorme compra en el supermercado solo porque habías olvidado el dinero. La segunda, tuve que darte un café gratis porque tampoco tenías dinero en tus bolsillos.

Lola, que había acercado su boca a la de él, sintió calor en las mejillas, por lo que supuso que se había ruborizado. Se limitó a besarlo con intensidad.

- Es que solo han sido pequeños deslices con suerte - dijo luego.

- Leila, sabes que te amo. Solo que creo que no es justo que yo tenga que salvarte con dinero.

- ¡No me llames así!

- Lo haré si es necesario. ¡Es que me gusta molestarte!

Lola recapasitó y acabó por sacar su billetera para pagar la comida. Martín sonreía complacido.

- ¿No te sientes mejor? Quiero decir, sin remordimientos.

- Es un alivio sin duda.

Luego subieron al auto de Lola para regresar al apartamento de Martín. Allí, pasaron la tarde juntos aprovechando el tiempo a solas. Comenzaron con una sesión de besos en el sofá y acabaron desnudos en la cama de Martín abrazados unas cuantas horas después.

- Debo inscirbirme en las asignaturas del primer año de artes visuales - dijo Lola.

- ¿Cuándo puedes hacerlo?

- Luego de aprobar el examen de ingreso a la universidad. Si lo apruebo, claro.

- Respecto a eso, se me había ocurrido que podría ayudarte a tener tu propia galería de arte. ¿Qué opinas?

- ¡Opino que es una idea excelente! - respondió Lola besándolo. Eso dio inicio a otra sesión de besos en diferentes lugares.

Lola no podía creer que su vida estuviera yendo tan bien. ¡Ni siquiera tenía mensajes de su padre! Había logrado liberarse de él por un tiempo.

- Acabo de recordar que debo terminar unas cosas sobre derecho tributario - dijo Martín.

- Ve, yo me daré una ducha y luego iré a buscar a mi hermano a su clase de inglés.

- ¿Hace cuánto tiempo que está en la escuela?

- Es que fue a jugar videojuegos con Fabricio después de clases. Como tenían un bache de tres horas entre clases y su clase de inglés, fueron a la casa de sus padres.

- Tu hermano pasa demasiado tiempo con él. ¿Le has hablado de aquello?

- Sabe cómo se hacen los bebés - se encongió de hombros.

- Todos lo sabemos desde mucho más pequeños. No estoy hablando de eso.

- Lo sé, solo bromeaba. Le expliqué cómo cuidarse si se da esa situación. Sabe cada cosa que debe hacer, estará bien. Él sabe que puede preguntarme lo que quiera, incluso si es sobre aquello.

- Eres su figura materna después de todo. Debe de adorarte.

- Siempre hemos sido muy unidos, pero con la muerte de mi madre y el largo duelo que hice, a veces se me dificultaba serlo. De todos modos, él siempre acudió a mí y me tiene de ejemplo desde muy pequeño. Somos mejores amigos para siempre.

- Es muy hermoso que sean tan unidos. Mi hermano vive en España, pero jamás me ha hablado. Nos llevabamos bien de pequeños, pero a medida que creciamos comenzamos a distanciarnos. ¡Y no había razón para eso!

- Las relaciones de familia son complicadas.

- ¡Debes saberlo bien! ¡Podrías dar charlas TED sobre el tema!

Lola bajó la mirada. Su rostro reflejaba preocupación reepentina.

- ¿Qué sucede?

- Es que me ha estado escribiendo mi padre. Solamente me envía mensajes rogándome que vuelva, mi hermano está pasando por eso también.

- ¿Continúa con eso?

- Al parecer sí. Empezaron esta mañana y no se detienen. Ya estoy empezando a considrar la idea de cambiar de número.

- ¿Lo dijiste en tus declaraciones a la policía?

- Debería hacerlo, ¿verdad?

- Deberías. Te acompañaré, podemos ir mañana mismo. No dejes que el tiempo pase, ¡podría matarte!

- Jamás me lastimaría. Siempre he sido su favorita.

- Lola, es un psicópata. ¡Nunca se sabe con este tipo de gente!

- Es que aún no lo asimilo del todo. Es duro, ¿sabes? 

- Desde luego que lo es. Tranquila, vas a estar bien.

- ¿Me lo prometes? 

- Por supuesto, Lols. Te aseguro que todo estará bien.

Lola acabó por aceptar. Se duchó, luego se puso una camiseta de Martín y sus jeans anchos. Luego se calzó sus zapatillas. Le dijo a su novio que volvería en seguida. Al rato, los tres se encontraban cenando juntos en el apartamento que compartían.

Lola jamás se había planteado la idea de vivir con otra persona, aunque fuera solo por el hecho de que había tenido un único novio antes de Martín. Ella tenía diecisiete años, pero sentía que era el amor de su vida.

Su relación con aquel joven había durado cuatro años. Ella lo dejó porque decurbió que él le había sido infiel. Nunca más supo nada de él, tampoco es que estuviera interesada. Le daba igual en realidad, ya no formaba parte de su vida.

Martín llegó a su vida para mejorarla. Le enseñó a tomar sus propias desiciones sin intervención de su padre, lo que a ella le había ayudado mucho para seguir sus sueños de una vez por todas.

Él hacía que Lola se sintiera especial, la alentaba en cada uno de sus logros y la escuchaba cuando las cosas no salían cómo ella esperaba. Estaba viviendo una historia de amor que antes suponía un mito solamente. Sentía que por fin podía planear su vida al lado de Martín.

Se encontraba sentada a la mesa de la cocina hacinedo un bozeto para su siguiente pintura cuando recibió un mensaje de su padre. Lo leyó.

- Lo siento, Lols. No quise lastimarlos a ninguno de los dos. ¡Se me ha ido la mano!

Lola no respondió. En cambio, marcó el mensaje como leído.

- ¿Quieres huevos revueltos sobre el aguacate de tu tostada? - le preguntó Martín a su novia.

Lola no respondió, se quedó atónita mirando la pantalla en negro de su celular. No sabía si debía contarle a su novio acera del repentino pedido de disculpas. Optó por no mencionar el tema.

- Perdona, Tín. No te estaba prestando atención.

- Es entendible. ¡Los artistas siempre viven en una nube! - bromeó. Lola rió sin ganas -Te estaba preguntando si vas a querer huevos revueltos sobre tu tostada con aguacate.

- Tal vez un poco. Hoy es mi primera muestra de arte. ¡Necesito tener energía!

Martín le sirvió el desayuno. Luego le dijo:

- De seguro vas a brillar. ¡Eres una gran pintora!

Lola se levantó de su silla, colgó sus brazo de su cuello y lo besó. Luego apoyó su mejilla contra su pecho.

- De todos modos, estoy algo nerviosa.

- Todo saldrá bien, te lo prometo. Tendrás éxito, y luego podremos tener una pequeña fiesta para celebrarlo. Solo tú y yo. ¿Qué dices?

- Me parece bien. ¡Amo nuestras pequeñas fiestas!

Esa tarde sería la primera muestra de arte de Lola. Ella tenía una sola idea en mente: quería vender tantas pinturas como le fura posible, necesitaba empezar a ganarse la vida dedicandose a su verdadera pasión.

Por un lado, quería tener dinero para sus gastos. Debía pagar la universidad, ayudar a Martín con los gastos de la comida y tener algo de dinero para darse sus gustos.

Todo eso por un lado. Por el otro, tenía que pagar los gastos que implicaba que su hermano fuera a una escuela privada. Sin duda necesitaba mucho dinero, de lo contrario, tendría que regresar con su padre.

A Lola le hubiera gustado que su hermano la acompañara en la exposición, ya que ese momento era muy importante para ella, pero sabía que él también estaba comenzando a ser libre. Por lo que sintió alegría por él.

Martín iba a acompañarla. Joaquín iba a reunirse con sus amigos y su novio en la casa en el campo de uno de sus amigos.

La exibición sería en un multiespacio cercano al edificio del departamento de Martín. El lugar era gigantesco, todas las obras de Lola hasta ese momento estaban exparcidas a lo ancho de esas cuatro paredes blancas. También, la artista había hecho stickers de sus obras para que la gente se llevara de regalo con su compra. Esto último había sido idea de su novio, en un principio le había parecido tonta, pero pronto cambió de opinión.

A lo largo de la tarde, una enorme multitud se paseba por cada sector de la exibición admirando las creaciones de Lola. Al principio, nadie compraba nada, lo que impacientaba a la joven pintora.

Cuando Lola estaba perdiendo las esperanzas, un hombre de aproximadamente unos sesenta años le dijo:

- Quiero comprar todas tus obras sobre paisajes urbanos.

Lola no podía dar crédito a sus oidos.

- ¿Lo dice en serio?

- Nunca podía estar hablando más en serio. ¡Son verdaderas obras de arte!

- ¡Gracias, señor! Bueno, adelante. Llévese las pinturas.

Le pagó una buena suma de dinero. Para el final del día, había vendido la mitad de sus obras. Al llegar la noche, ya no quedaba ninguna pintura.

Lola estaba feliz con el rotundo éxito. Ni siquiera había tenido tiempo para pensar en el mensaje de su padre. Martín le propuso cenar juntos para celebrar el éxito de Lola. Joaquín iría a dormir a la casa de Fabricio.

Aunque fueron a cenar a un distinguido restaurante, Lola sentía una gran disociación respecto al lugar físico en el que se encontraba y el lugar en que estaba su mente. No podía dejar de pensar en el pedido de disculpas de su padre. Le daba rabia que ni siquiera en el día más importante de su vida la dejara tranquila.

Martín debió notar su ensimismamiento.

- ¿Te sucede algo? No tienes buena cara.

- Es que no puedo dejar de pensar en un mensaje que me envió mi padre esta mañana. Fue un breve pedido de disculpas, ¿crees que realmente esté arrepentido? ¡No sé cómo manejar esta situación!

- Conque eso te pasaba esta mañana. Bueno, yo no creo que realmente esté arrepentido.

- ¿Crees que me está manipulando entonces?

- Te está haciendo sentir culpa - observó Martín -. Es un psicópata, está intentando controlarte para que regreses con él. ¿Tu hermano está bien?

- Aparentemente lo está, no me ha dicho nada sobre haber recibido mensajes de mi padre ultimamente.

- Habrá que cuidarlo bien. Él es menor de edad, tu padre puede reclamar su custodia.

- ¿Y si lo denuncio por hostigamineto? - sugirió Lola - No sé si esto cuenta como tal cosa.

- Solo espera unos días y verás que volverá a escribirle. No le respondas, toma captuas de pantalla de todos los mensajes que te envía, incluyendo el de esta mañana. Podrían servir como pruebas. Iremos a la comisaría nuevamente dentro de cuatro días. Espero que esta vez hagan algo.

Lola se preguntó si Joaquín habría recibido un mensaje similar por parte de su padre, pero no quería interrumpir lo que fuera que estuviera haciendo su hermano.

Lola festejó el éxito de su primera exposición de arte con una noche de pasión con su novio. Lo habían hecho tres veces y nuevamente en la mañana. También después del desayuno.

Lola amaba esos momentos de intimidad con su novio. Martín la apoyaba. Él siempre la alentaba a hacer cosas por sí misma.

Ambos dedicaron el resto del día a buscar un buen lugar para instalar la galería de arte de Lola. La joven no podía creer que estuviera apunto de cumplir su mayor sueño.

Sin embargo, recibió un repentino y aterrador mensaje de su padre. Justo cuando todo iba tan bien, ¿por qué le hacía esas cosas? Ya estaba harta de él, de hecho, el mensaje fue la gota que colmó el vaso.

Román

Estoy fuera. Vine por tu hermano, voy a llevarmelo a casa lo quieras o no.

Al asomarse por la ventana del valcón, comprovó que su padre se encontraba en la entrada del edificio. Entonces Lola llamó a la policía. Sin emabrgo, tardó en acudir.













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