5 - Café para sanar el espíritu
Lola se encontraba terminado su examen de mitad de semestre, pero ya no le importaba aprobarlo. Cada vez estaba más convencida de cambiarse de carrera y universidad.
Esa era una iidea que había procesado durante meses, quizás años. Por fin iba a planteárselo a su padre y tal vez él le permitiera hacer ese cambio en su vida.
Había estado investigando acerca de la alicenciatura en artes visuales durante meses, pero ya se sentía preparada para dar el gran paso. Si conseguía o no la aprobación de su padre no le importaba, pero iba a informarle su cambio de rumbo en cuanto reresara a su casa.
Terminó el examen y lo entregó. Luego fue a La Cafetería de Lalo a comprar café. Para ella no había otro que igualara al de esa tienda. No solo amaba esa infusión, sino que también todo el ritual de comprarlo y disfrutarlo.
El café de ese lugar era lo único que extrañaría de aquella universidad. Entonces vio a Martín y pensó que tal vez si había alguien en aquel lugar a quién iba a extrñar mucho.
Le encantaba verlo. Conversaban cada vez que podían, también hablaban muy seguido por mensajes o por llamada si su padre no estaba en la casa. Él era la única razón que tenía para seguir asistiendo a la Universidad Interamericana de Empresa.
Por eso le daba un poco de nostalgia haber decidido irse de allí, después de todo, Martín era la luz que iluminaba sus días grises. Estos abundaban, pero Lola sabía que jamás iba a ver a alguien del modo en el que lo veía a él.
Se acercó al mostrador. Entonces la atendió una trabajadora de la tienda.
- Quiero un latte con carmelo, por favor - pidió.
- ¿A nombre de quién?
- Lola.
- Muy bien. Entonces tenemos un latte con caramelo para Lola.
- Así es.
- ¿Vas a llevar algo para comer, Lola?
- Sólo un scon de queso.
Pagó con su cartera virtual y esperó al final de la barra su pedido. Le soprendió lo vacío que estaba el lugar. Supuso que todos estarían en clase, conversando con sus amigos, tomando nota o solamente escuchando con atención lo que sus profesores etaban explicando. Tal vez algunos estuvieran en recreo. Tal vez, alguien estuviera replenteandose su futuro profesional, tal como ella había hecho todos los días de cursada que había tenido hasta ese momento.
- ¡Un latte con caramelo para Leila! - llamó Martín.
- Hola, Tín - dijo Lola.
- ¡Hola, Loli! - le soprendió que no la llamara Leila otra vez - ¿Cómo estás?
- Bien - respondió ella -. Acabo de rendir un examen de mitad de semestre, pero no es gran cosa.
- ¿Qué estás cursando?
- Gestión de empresa.
- ¿Te gusta?
- La verdad no.
- Y si no te gusta, ¿por qué estás estudiando esa carrera? - Lola no respondió, en su lugar tomó su café y se fue, agradeciendo en el camino.
Mientras estaba esperando su café, se encontró con Mara. Deseó que no la hubiera reconocido, sin embargo lo hizo.
- ¿Cómo estás? - la saludó.
- Muy bien. ¿Y tú? - respondió Lola al notar que no tenía más remedio.
- Eres Lola, ¿cierto?
- Sí, y tú eres Mara.
- Así es. Las clases de esta asginatura han sido interesantes, ¿verdad que sí?
- De hecho me han aburrido un poco. ¡No entiendo nada al respecto!
- Yo tengo la suerte de que amo los números. A ti no te gustan al parecer. ¿Por qué decidiste estudiar esta carrera si no te gustan?
- Mara, agradecería que dejes de hacer suposiciones sobre mí - dijo Lola, provocando que la joven se pusiera roja como un tomate -. No eres de Buenos Aires.
- No, de hecho soy correntina. Vivo en San Miguel. Es un pueblo cerca de la capital.
- Qué bonita vida debes tener.
- Es una vida de campo, es todo mucho más relajado. Pero no esbonita. Es algo molesto tener que hacer muchos kilómetros para cualquier cosa que deba ir a la ciudad. Tú eres porteña.
- Sí. Creo que el ascento es muy particular.
- Es fácil de reconocer. ¿Qué ordenaste?
- Un mocha.
- Genial. Yo ordené un cold brew de vainilla.
Entonces llamaron su nombre y Lola se fue con su pedido. Regresó a su casa con el scon de queso a medio comer y el café a medio beber. Luego se dispuso a terminar con su pintura de una vez por todas.
Pensó que no debía haber sido tan grosera con Mara, después de todo, la chica solo estaba intentando ser amable con ella. Era una de las pocas personas que le había dirigido la palabra en esa universidad.
Al salir para calentar su café en el microondas, puesto a que se había enfriado demasiado, se encontró con su padre. Él la miró con notable indiferencia.
- ¿Qué traes ahí?
- Café. Voy a calentarlo un poco y luego me pondré a estudiar.
- Siempre estás bebiendo café. ¿Acaso es de aquella odiosa cafetería a la que vas todos los días a gastar dinero en vez de ahorrar para tu propio apartamento?
- Es la mejor cafetería de la universidad.
- Porque no has conocido otras. ¿Es por aquel chico?
- Por cierto, quería hablar contigo - Lola hizo oidos sordos a lo que acababa de espetarle su padre. Ya tendría tiempo de contarle todo.
- ¿Conque tú quieres hablar conmigo? ¿Qué vas a decirme? ¿Que tienes novio? No quiero a ese muchacho en mi casa.
- Yo solamente quería decirte algo importante. Es acerca de mi carrera.
- No te tardes demasiado, tengo coasas importantes que hacer en la compañía.
- Es que quiero cambiar de carrera y de universidad. Quiero estudiar artes visuales en la Universidad Argentina del Arte. Yo pagaré todo.
- ¡Tú no harás tal cosa! ¡Vas a estudiar gestión de empresa y manejar mi compañía! Jamás vuelvas a tener una idea tan desquiciada como esa, ¿entendido? - gritó su padre.
- Sí, papá. No voy a volver a hablarte de eso, solamente quería ponerte al tanto de mi desición. Ahora voy a continuar con mi vida, de la cual tú te has ido hace ya mucho tiempo.
Rodeó a Román, quien se había quedado anonado con la respuesta de su hija, más aún con la sonrisa de suficiencia que ella le dirigió al irse. Lola nunca antes lo había desafiado de esa manera.
Lola tuvo miedo, no sabía cómo su padre podía reaccionar ante eso. Aunque se había imaginado que se iría hecho una furia, se sorprendió de verlo irse de una manera más tranquila de lo que ella esperaba.
Entonces la joven calentó su latte con caramelo. Luego le escribió a su hermano, quien estaba en el recreo.
Lola
Le dije a papá que quería cambiarme de carrera y no le gustó para nada. Ten cuidado cuando regreses, ¿sí? ¡Qué disfrutes mucho de tu mañana! ¡Te amo!
Luego sacó su café del microondas al tiempo que su padre cerraba la puerta con llave tras abandonar la vivienda. Lola por fin pudo llorar, sintiendose más sóla que nunca.
Ese sentimiento había ido creciendo desde que su madre murió, cada vez tomaba más fuerza. Se dijo que debía comenzar a tratarse, pero no podría mientras viviera con su padre.
Entonces decidió volver a emprender la búsqueda de apartamento para mudarse con urgencia. Necesitaba un cambio real por el que comenzar a planear su nueva vida.
Encontró uno en un barrio de la capital que le resultó conveniente. Entonces acordó una cita para verlo. Decidió que intentaría comprarlo con sus ahorros y el dinero que ganaría en los próximos meses si la economía del país la acompañaba.
Deseó poder contarselo a su madre. Ella estaría orgullosa de su hija si supiera que por fin es una mujer independiente que toma las riendas de su vida de una vez por todas. Nuevamente se convirtió en un desconsolado mar de lágrimas.
Recibió un mensaje de su hermano. Este decía:
Joaquín
¿Estás loca? ¿De verdad le dijiste a papá?
Claro que sí
Me parecía que debía saberlo
¿Dónde estás? Papá se ha ido, pueden venir Fabricio y tú si así lo desean
Joaquín
De acuerdo, ya vamos para allá. Estamos en casa de Tomi haciendo una asignación de la escuela. ¿Crees que podrías ayudarnos?
¡Claro! ¿Qué necesitan?
Joaquín
Es sobre arte
¿Cómo se llama el estilo de pintura con puntos?
Es puntillismo. ¿Necesitan algo más?
Joaquín
Ahora una más. Mencionar dos pinturas famosas de Vincent Van Gogh. Y eso es todo.
La de la silla, la del cielo y la de los girasoles
Joaquín
Luego buscaré los nombres. ¡Gracias, Lols! ¡Me has ayudado mucho!
¡De nada, Joaco!
Joaquín siempre la había apoyado en cada una de sus ideas, aunque pareciean locas. A él le encantaba que a su hermana le gustara tanto el arte. A él también le gustaba, pero su inclinación seimpre había sido por la comedia musical. Su padre le había prohibido asistir a clases de comedia musicla con la esperanza de que su hijo cambiara de opinión. Joaquín acabó por desistir con el asunto, pero no quería que su hermana mayor hiciera lo mismo que él.
Al joven le encantaban los videojuegos, le gustaba la danza, pero su padre jamás le había permitido tomar clases. A Lola le parecía injusto, pero jamás lo manifestó.
Ella sabía que si su madre siguiese viva, los hermanos hubbiesen podido dedicarse a lo que ellos quisieran. A ella le encantaba la literatura, siempre había querido escribir un libro, pero jamás lo había hecho.
Lola sabía que Román no se lo había permitido, él no quería que nadie de su familia se dedicara al arte. Sin embargo, apenas podía tolerar que su hija pintara cuadros, pero no le permitía estudiar artes visuales.
Lola terminó de comer y comenzó a preparse para la cita para conocer su nuevo apartamento. Estaba ubicado en un barrio de clase media de la capital, pero no le gustaba el hecho de que la autopista estuviera a dos cuadras, sobre todo porque eso significaba que habría muchos robos por la zona, ya que los ladrones podían escapar con mayor facilidad.
Sin embargo, entró en el edificio. El agente inmoviliario entró primero, luego Lola. Lo que vio dentro no le dio muchas esperanzas.
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