Capítulo 7: Voces
Una multitud de personas se conglomeraban en los puertos más cercanos de Caelum. La gente, en vista del anuncio hecho, había salido de sus hogares con vistas en los grandes transbordadores aéreos que esperaban por transportarlos hacia su destino. Un sonoro rugido de silváns recorría toda la ciudad, a diferencia de su canto habitual, aquellos animales rugían con intensidad y terror en sus cuerdas. Aquel garrafal sonido era una alarma para los vaennsys.
Kad se veía en medio de aquel ajetreo. Luego de salir de la torre el llamado comenzó e inmediatamente mujeres y niños corrían de un lado a otro buscando transbordo a su lugar destino: Las ruinas. Aquel lugar era inhóspito, no tenía resguardo alguno más que el pasillo de guerreros que ella recordaba con claridad. No comprendía por qué habían decidido tomar ese lugar nuevamente, sin embargo nadie parecía cuestionarlo, ni siquiera su abuela. Anelisse se había mantenido cerca de su madre y Naím, disponiendo su voluntad. No pretendía dejar a Mariam sola, aunque tampoco quería dejar a Kad en cualquier lugar.
Con ojos llenos del cariño que sentía por su hija, acarició su mejilla intentando pensar claramente en lo que debía hacer y lo que era correcto. Mariam había aceptado la ayuda de su hija y dispuesto de uno de sus guardias para que cuidase de su nieta. Al lugar que iba, ella no podría estar, por lo que mantenerla junto a los refugiados era la mejor opción. Aun así Anelisse sentía que una parte de ella se volvía a ir, estaría tan cerca y tan lejos.
Dreon palmeó el hombro de Kad haciendo que lo mirase, le otorgó una sonrisa honesta con todo lo que podría significar.
—Cuídala, por favor —murmuró Anelisse. Tenía un nudo en su garganta que no la dejaba quieta. Vanet asintió.
Para Kad, la primera vez que se despidió de su madre había sido algo difícil, sin embargo estaba plenamente consciente de que su progenitora se encontraría con bien, en este caso, no sabía qué sucedería. Si las leyendas eran tan ciertas y los restos de las ruinas habían sido gracias a Bellua, no dudaba que aquello sería catastrófico. Odiaba la idea de alejarse de su madre y su abuela, quien le sonreía desde lejos y vociferaba algunas palabras que se llevó consigo. Luego de ello, corrió a los brazos de Anelisse.
—Debes irte, Kad. —musitó. Tomó el rostro de su hija y depositó un beso en su frente.
Poco tiempo quedaba y Mariam aguardaba al igual que Syras. Después de eso, la multitud se movió en su entorno. Caminaba con Dreon a su lado, el gasin tenía la tarea de fijar que todos los transbordadores estuvieran llenos y que nadie se quedase, además de salvaguardar la vida de los ciudadanos y la del pequeño fores, a quien había enviado con dos guardias en uno de los tantos transportes. Elyn, que había corrido a casa junto con Thoren, había estado haciendo fila para entrar en una de ellos junto a su madre y dos niños. Se encontró con la asustada mirada de Kad, quien asintió al verla. Elyn quiso ir por ella, hacer que la siguiese, pero su madre se había aferrado a su mano con fuerza. No permitiría que ninguno de sus hijos se moviera lejos de ella.
Jas, quien yacía fuera de la vista de aquellos tres, se encontraba al lado de Kad observando expectante a los danures. Aquellos animales se movían alrededor de las personas con agilidad y gracia, no parecían temer, pero él presentía lo contrario. Su existencia estaba tan atada a Caelum como los mismos vaennsys. Kad se había sorprendido de encontrarlo allí a su lado, tan ensimismado en sus pensamientos como siempre —desde que lo conoce— lo había visto. Se acercó a él tomando su brazo. Jas no se inmutó, por el contrario posó sus ojos en la mano de quien lo tocase y luego en los azulados ojos de la joven.
— ¿Y el resto? —preguntó tan casual como podía.
—He visto a Elyn esperar para subir al transbordador, supongo que Thoren hace lo mismo, tú ¿por qué aún no subes? —inquirió la chica contemplando la mirada perdida del muchacho.
—Los espero —murmuró observando aquellos animales que se removían por el cielo.
Dreon, que se encontraba a tan solo pasos de aquellos dos, caminó hacia ellos cuando notó que los últimos transbordadores se movían hacia los puertos. Pocas eran ya las personas que quedaban, la movilización de los vaennsys había sido rápida, pues aunque hubieran deseado jamás pensar en la probabilidad de un nuevo ataque, Naím había implementado simulacros para que, si la ocasión se diera, los ciudadanos de Caelum fueran transportados a la brevedad. Con ello presente, cada vaennsy era consciente de cómo debía actuar ante la situación aún con el miedo corriendo por sus espinas dorsales, tenían que mantener la calma.
Dos silváns acompasaron el paso yendo hacia Vanet, caminaron a su alrededor hasta verse cerca del gasin. Kad fijó la vista en aquellas criaturas que alguna vez tuvo el placer de montar.
—Nuestro transporte llegó —clamó Vanet viendo a la chica—. Deberías subir al transbordador, pronto partirán y no habrá forma de que vayas a las ruinas —lanzó hacia Jas. Este negó y volvió la mirada a contemplar los danures.
—Ellos son mi medio.
—Entonces, sube ya. Nadie puede quedarse aquí.
Las ruinas se encontraban a tan solo kilómetros de la actual ciudad, por lo que, en muy poco tiempo, mujeres y niños caminaban por aquellos pilares caídos, casas destrozadas y adoquines llenos de vegetación. Kad remontaba por los aires junto con el silván y un Dreon con la vista fijada en el movimiento de personas por el lugar. Varios guardias se encontraban movilizando a las personas a un sitio que ella no había visto en su visita. Lo miró con extrañeza pues eran varios pedazos de concreto macizo apilados sin entrada alguna, pero en el que, al intentar entrar, las personas desaparecían.
—Es una puerta de naira —exclamó Gofel, el chico que Mariam había asignado para cuidar de su nieta. Kad se asustó al escucharlo, en todo el camino no había pronunciado palabra alguna, de hecho no parecía estar con ellos. Ya creía que no tenía voz, sin embargo la tenía. Era áspera pero sin llegar a ser grave. Sin que ella dijese algo lo observó dudosa de su comentario—. El viento no solo puede hacer grandes ventiscas, ¿sabes? Puedes hacer con ella lo que desees. Las puertas de naira se hacen de partículas que en el viento están, cuando se unen se amoldan y crean entradas como esas. Las personas no desaparecen, solo han traspasado la puerta. Los adnaratium no saben identificarlas, por eso son excelentes.
— ¿Cualquiera puede entrar? —el asintió y observó al silván de Dreon caminar por los destrozados adoquines de la ciudad.
—Vamos, debemos entrar.
Varias filas a lo largo y ancho de las ruinas se podían notar, además de los guardias haciendo lo posible por que cada vaennsy se resguardase tras aquellas puertas. Jas se despidió de los danures viéndolos partir y preguntándose dónde se ocultarían. Eso era algo que nunca sabría. Kad caminó hacia él seguida de Gofel, quien parecía haber vuelto a tomar la postura de vigilante silencioso, pues a pesar de que Kad había preguntado acerca de las condiciones tras aquellas puertas y lo que pasaría después, Gofel no había respondido.
Fijó la mirada en Dreon, estaba conversando con algunos guardias y soldados de Velurem sobre lo que debían hacer luego de que todos estuvieran resguardados. Era necesario estar alerta, pues el estar en las ruinas no decía que se salvarían de la neblina de Bellua, ni de los pasos de los adnaratium. Luego de ello, buscó con la mirada a la chica y le hizo señas con la cabeza para que se acercara. Los tres se encaminaron tras los pasos de Vanet, quien no iba directo a las puertas de naira, por el contrario, su dirección era hacia aquel pasillo de guerreros inmóviles y ojos azulados.
Dentro, el sendero estaba tan igual como Kad lo había visto, con aquellas figuras inmóviles que parecían ser tan poderosas como ningún otro. Sentía el deseo de pedirles que se movieran, tal como lo hacía la figura de Nanalen, tales guerreros lucían poderosos y sabía, aun con miedo, que Caelum necesitaría de toda la ayuda posible. Se quedó pasmada observándolos, por lo que Dreon tocó su cabeza cuando se acercó.
—Sería bueno —murmuró. La joven pasó su mirada rápidamente a Dreon—. Que se movieran, ¿no pensabas en eso?
—Sí.
—Yo también lo pienso de vez en cuando —farfulló—. Los guerreros de Oris eran fuertes, hechos con el poder del aire de los cuatro puntos cardinales.
— ¿Qué pasará? —preguntó. Sentía el temor recorrer su cuerpo, saber que tal cuento no era precisamente de hadas, que aun cuando lo había visto en una dramatización, no era simplemente ello. También pensaba en su antiguo hogar, aquel que dejó como si nada por estar allí. Qué habrá pasado con las personas que conocía, la amiga de la cual no volvería a ver si estuviese muerta, ¿por qué no fue capaz de hablar con ella antes de decidir cualquier cosa? Porqué fue tan egoísta como para dejarla en sus recuerdos y olvidarla con el tiempo.
—No lo sabemos —respondió Vanet—, el destino aún no se escribe. Es como el viento, se amolda a nuestras decisiones.
Los minutos pasaron inquietantes, llenos de angustia y temor. Kad se había recostado cerca de una de esas figuras y encogido hasta desear desaparecer. Con las piernas sobre sus muslos y los brazos aferrados a ellas, mantenía la vista en el suelo. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que habían llegado a las ruinas, quizás era mucho o poco, aquello era algo que no deseaba saber. Por el contrario, trataba de mantener la mente despejada en algún lugar fuera de su cuerpo, pero por cada pensamiento volvía a su entorno. Observaba a Jas charlar con Gofel, algo que le causó sorpresa pues aquellos dos no parecían ser los más conversadores. Dreon solía mantenerse caminando y observando a los guardias. De vez en cuando fijaba su vista en Kad, sin embargo no se acercaba, sabía que ella estaba temerosa y, aunque deseaba animarla, también cabía en cuenta que no podía decir nada para hacerlo.
Sus ojos solían pasar del suelo a las figuras, fuertes e irrompibles. En cada segundo también pensaba en la historia de Oris, no conocía del todo a Naím, pero si Dreon había hablado de Oris con aquel respeto no dudaba que él fue un gran líder, ¿cómo sería si siguiera vivo? Sacudió la idea, meditando en que nadie revive después de la muerte, eso era imposible y, aun cuando desease que tales figuras o que Oris estuviera vivo, con solo desear no pasaría… ¿o sí?
—Kadine…
Miró a los lados, nadie estaba a su lado. Jas seguía con Gofel y Dreon se encontraba cerca de la entrada al lugar, ¿quién o qué la había llamado? Su corazón se aceleró, respiró hondo tratando de tranquilizarse. Solo podía ser su imaginación jugando con ella.
—Kadine, Kadine…
Escuchó en reiteradas ocasiones. Aquello no podía ser su imaginación, se levantó rápidamente del suelo fijando la vista en su alrededor. Notó que Jas y Gofel estaban quietos, como esperando algo. Luego pudo notarlo, había un silencio abismal en aquel pasillo, como si estuvieran en lo profundo de la tierra, como si no existiera el sonido. Gofel caminó rápidamente hacia Kad con el ceño fruncido y alerta. Era consciente de que tanto silencio no era normal, además que había pasado varios minutos y sus enemigos no aparecían.
Dreon, quien seguía cerca de la entrada, dio órdenes a varios guardias para hacer contacto visual con Bellua en caso de que, tal como lo presentía, la neblina se estuviera cerniendo por las ruinas.
Lo ocurrido después fue inesperado. El rugir de los adnaratiums se sintió en todo el lugar. Incluso los vaennsys, ocultos en las profundidades de aquellas tierras, temblaron de miedo al escuchar los pasos acechadores de tales bestias. Pasaron varios minutos antes de que gritos de guerra surgieran en las ruinas. Los soldados de Velurem emplearon todo su poder para contrarrestar el avance de los adnaratiums. Jas caminó hacia la entrada del lugar esperando poder verlo, tenía el corazón acelerado y las manos hechas puño. Además, tenía el deseo de participar como le fuera posible. Kad tembló al notarlo, estaba aferrada al mismo sitio como si algo la mantuviese allí, con los pies adheridos y el miedo rozando en la angustia. Gofel se mantenía alerta, dispuesto a unos pasos delante de ella, esperaba con quietud y contemplaba de vez en vez a la chica detrás de él. No sentía pena por ella, pues cualquiera estuviera en su misma situación, tampoco podía decir que no sentía miedo o terror, pero había entrenado por mucho tiempo para ello. El miedo no lo dejaría fuera de juego.
Sin embargo para Kad todo rayaba en lo ilógico. Se preguntaba cómo estarían los guardias que habían ido con ellos a las ruinas, los soldados, qué pasaría si llegasen a entrar, cosa que no dudaba. ¿Por qué estaban allí? ¿Por qué no entrar tras una de las tantas puertas? Su corazón latía con rapidez, las manos la sudaban y la sensación de escalofrío la embargaba.
—Kadine…
La puerta principal estalló en cuestión de segundos. Tanto Dreon como Jas fueron lanzados a varios metros lejos de la entrada mientras dos adnaratiums entraban al recinto con paso firme y la vista puesta en el interior del lugar. Sus rojizos ojos eran taladrantes en la mente de Kad, nunca antes había visto a seres como aquellos, envueltos en capas de lo que parecía metal, con rostros feroces capaces de asustar hasta el más valiente. Retrocedió varios pasos al verlos.
Gofel esperó a que uno de ellos iniciara el ataque, no estaba dispuesto a hacerse a un lado, no mientras tuviera que proteger a la nieta de Mariam. Las órdenes eran el principio básico para el joven, por lo que desobedecer era insultar a su deber. Con ello presente y la mirada en los ojos del adnaratium, el cual daba pasos sigilosos y lentos, esperaba a que aquel animal intentase ir por él. Así fue, en cuestión de segundos, el adnaratium adquirió una velocidad atroz que Gofel pudo recompensar sobrevolando por encima del animal, usando los escombros de la entrada, los lanzó contra la bestia la cual cayó al suelo luego de recibir varios golpes. Gofel se removió lanzándose al animal con una lanza creada a partir de las partículas del aire, tal como se habían creado las entradas de naira. Intentó atravesar al adnaratium, sin embargo aquel ser se enderezó rápidamente y, haciendo uso de su habilidad, roció a Gofel de un gas verdoso que lo hizo gemir de dolor. Aun así, el joven logró su cometido, atravesó al adnaratium con tales partículas que se extendieron en el interior del animal y, como cuchillas, destrozaron al adnaratium hasta hacerlo sangrar.
—Gofel, Gofel… —murmuraba Kad con los ojos cristalizados y el corazón compungido. — ¡Gofel!
— ¡Tú, lleva a Kad a las puertas! —exclamó Dreon a Jas. Se deslizó rápidamente hacia el joven guerrero.
El gas rociado había provocado que perdiera una de sus extremidades, se había desintegrado poco a poco luego de que enterrase la lanza en la bestia. Dreon alejó al chico de la entrada donde otro de los adnaratium se enfrentaba a los soldados de Velurem. El chico apenas podía mantenerse de pie, para Vanet era difícil tratar con él, pues sabía que el gas era tan peligroso como la misma Bellua. Poco segundos pasaron cuando su brazo derecho empezaba a desaparecer como partículas que, seguramente, se uniría a Bellua. Gofel sabía que su tiempo había terminado y que parte de él sería entregado a su enemigo. No lo permitiría. Zafándose de los brazos de Dreon caminó hacia una de las tantas figuras que se habían destruido gracias a los adnaratiums. Lo miró a duras penas con una leve sonrisa. Estaba seguro que, a pesar de no poder seguir adelante, había dado lo mejor de él para su pueblo. Giró a mirar a Dreon con un solo pensamiento: Kad.
—Protégela. —Vanet tragó en seco, asintió.
—Buen viaje.
El resto de Gofel se tornaba pedazos minúsculos de su ser. Blanco, parecido a pequeños puntos de luz que dejaban poco a poco el suelo y se envolvían con el viento. Gofel había partido y regresado al aire.
Kad, que tan solo podía sentirse atada por el miedo, derramaba lágrimas de dolor y terror. Aquel chico no era conocido por ella, no sabía quién era ni sus ideales ni sus sueños, era tan solo un extraño que había aceptado cuidarla tal como Mariam había pedido. Sin embargo ello no dejaba de atormentarla, su vida se había esfumado en cuestión de segundos. Un vaennsy murió gracias a aquel ser que ahora tomaba las ruinas oscureciendo el lugar por completo. Las pisadas de varios adnaratiums rugían al caer en el suelo así como de sus fauces emanaban gases que, poco a poco, empezarían a cernirse sobre el recinto donde se encontraba.
—Kad —llamó Jas frente a ella, pero ella no podía verlo. Sus ojos cristalinos no veían más allá del horror que por su cuerpo corría. —Kad, despierta —llamó nuevamente tomándola por ambos brazos. Dreon luchaba codo a codo con varios soldados, no obstante volteaba a ver a los dos chicos detrás de él. Debían partir rápido y aun así no lo hacían.
— ¡Jas!
El techo se balanceaba por encima de sus cabezas, mientras, la pared posterior empezaba a agrietarse, los adnaratiums habían advertido la presencia de vaennsys en aquel lugar. Jas hacia lo posible por que Kad volviera en sí, sin poder lograrlo. La chica se mantenía abstraída, navegando en sus pensamientos, en sus sentimientos y en el dolor que le provocaba lo que sucedía a su alrededor. No lo deseaba, no quería que lo que había visto en tan corto tiempo se destruyera. Deseaba seguir aprendiendo, caminar por las calles de Caelum y volar como Jas lo hacía, quería conocer las cascadas de Lanserys, aquel mítico lugar al que pocas veces Elyn había podido ir pero que no la habían dejado indiferente. Kad deseaba conocerlo, ansiaba conocer el mundo detrás de Saint Mirage.
Una pequeña luz se removía en sus pensamientos, de color azul con rayos platinados, se acompañaba de una sensación que solo había tenido una vez. Cuando conoció aquel lugar.
— ¡Kad!
Un adnaratium había destrozado la pared posterior logrando entrar al recinto, Dreon recorrió el lugar hasta estar cerca de los dos jóvenes. El animal tenía toda la intención de atacar, sin embargo un pedazo de concreto con la forma de mano se lo impidió. Jas notó como una de las figuras se había movido e intentado aplastar al adnaratium con todo el peso de su mano. Además, con su otra mano, había creado un muro para protegerlos. Kad no lo había podido ver, ensimismada en sus pensamientos y deseos, nada a su alrededor era de su interés.
—Kadine, ve…
Escuchó, era la misma voz gutural que desde hacía varios minutos la estaba llamando. Contempló a la figura por encima de ella, aquella que ahora evitaba que el adnaratium se acercara. El guerrero de ojos azules asintió sorprendiendo de sobre manera a la joven. Pasó su mirada de él a Jas, corriendo hacia el chico.
—Debemos irnos —lanzó. Jas no entendía que sucedió, eso era justamente lo que quería hacer desde que empezó a llamarla.
El guerrero, una vez que aquellos dos se alejaron, notó a Dreon quien no dejaba de contemplarlo con cierta esperanza. Destrozó al adnaratium de una vez por todas y tomó el camino hacia las afueras del recinto. Luego de ello, de manera cronológica, cada guerrero intacto, se removió de sus puestos y caminó fuera del lugar. Kad veía a aquellas grandes figuras con una sonrisa en sus labios. Estaban moviéndose, tal como ella lo deseaba, de la misma manera en que Vanet también hubiera querido.
Cada guerrero fijaba su vista en Kad antes de salir, al final solo dos quedaron frente a ellos. Estaban esperando por una orden de ella.
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