10.

La manera de Daniel de ver a su diosa se hacía cada vez más difícil de creer. Sophia le estaba pidiendo algo imposible a la Reina de los infiernos para proteger a su hijo bastardo y a los dos demonios mayores. No sólo miraba las emociones de aquella que siempre sería suya, sino la tristeza que había en su voz. No podía imaginar a su Reina no siendo madre, no era fácil entender el por qué de esa decisión. 

De inmediato se acercó para tomar los abrazos de la mujer y que de esta manera no se sintiera sola. Ella solo pudo fingir una sonrisa pues una daga se le clavaria en medio del pecho para siempre; mientras Esteban James la observaba sorprendido. Sophia renunciando a ser madre no era muy común en ella, esa visión era más grave de lo que podía llegar a imaginar. 

—¿Sophia estás segura? —preguntó Lilith—. Sabes que es una locura hacerlo, pero si lo consideras posible, de esta manera será.

—Querida, recuerda que lo que es imposible para ustedes, es posible para mí —susurró ella abrazada por el Ángel. 

Mina y Vergil estaban confundidos por el intercambio entre las mujeres, pero gracias a la energía anormal que salía de la celestial, se hicieron una idea de lo que pasaba. 

—¿Lo Usarás? —preguntó Esteban después de ver a su Ángel caído—. Posiblemente pierdas tu gracia.

Los ojos de Vergil se agrandaron por unos breves segundos. ¿Acaso Dios puede perder su gracia y virtud? 

—Si, usaré el Traspaso de almas —Lo observó con derecho de causa—. No me importa lo que pase, si es para salvarlo. Lo haré. 

Lilith se vio reflejada en esa chiquilla hace eones, la verdad no podía creer que ella fuera tan imponente en sus decisiones. La primera mujer de Lucifer la miraba con gran aprehensión, pues ya sabía porque ella había tomado semejante papel en el destino de la humanidad.

—Vergil, llévanos a otro lugar seguro, a la Dama Dios, a mi y a ti —ordenó la diabla mirando a los comensales del café fuera de la burbuja mágica que su hijo conjuró. Aquel lugar lleno de humanos no era el lugar adecuado para tal conversación.

Luego Sophia habló hacía su querido Rey celestial.

—Daniel, tú debes acompañarme. Si algo ocurre, necesitaré de ti. 

El príncipe del trueno miró a su esposa con aprehensión a abandonarla una vez más, pero el brillo en los ojos grises de ella lo convenció de aceptar sin causar más problemas. Mina ahora entendía un poco más a la Reina de los cielos y sabía que su presencia solo seria una carga para los otros. 

—Esteban, te quedas con Mina —ordenó Vergil antes de desaparecer junto a los alados y a su madre. 

La humana dio un suspiro y se bebió lo que quedaba de su café de un sorbo. Hizo una mueca con la boca cuando el brebaje frío bajó por su garganta y luego se giró hacia el demonio trigueño. 

—Bueno, no creo que quedarnos en este café esperándolos sea divertido así que, ¿por qué no me acompañas a dar un paseo por París, ya que estamos aquí? —Sus labios se curvaron en una sonrisa juguetona—. ¡Podemos ver la torre Eiffel!

—Dame tu mano, entonces —La joven Mina tenía razón y sabía que su ex consorte estaría bien o bueno eso quería creer. 

Pero tenía un sin sabor en el alma y aquello le estaba matando.

—No tienes que hacerlo si no quieres, Esteban —dijo Mina al ver la mirada perdida y oír la resignación en la voz de su cuñado. Era inconsciente de su parte querer divertirse cuando él se veía tan decaído—. Mejor regresame a mi apartamento en Nueva York y así puedo cocinar una comida puertorriqueña que te levantará el ánimo.

—Ya pasará, ella sabe lo que hace —sonrió, masajeando las manos de Mina—. Quiero acompañarte y después regresar a Nueva York, ¿te parece? Me abriste el apetito con esa idea de comer en casa. —la mano cálida de Mina le hacía bien—. Creí que mi hermano te tenía empleada.

—Los empleados son para la mansión de mi suegra y la de mi padre —dijo entre carcajadas con alegría de vuelta en sus irises. Su cuñado había vuelto a ser el mismo, aunque fuera solo un poco—. Yo prefiero ensuciarme las manos en mi casa. Así tengo más privacidad y puedo andar desnuda si lo deseo.

¡Dios, Mina! ¿¡De dónde rayos salió eso!? Es tu cuñado, controla tu boca.

—Interesante —Esteban se la imaginó solamente con un delantal cubriendo su desnudez, dándole uvas en la boca. Pero no quiso decir más nada de pronto, más adelante la tentaria que era lo más seguro—. Vamos que se nos hace tarde —La arrastró para salir de allí. 

La Chispa de Dios se sonrojó furiosamente mientras dejaba que el demonio la condujera fuera del establecimiento y a la concurrida calle francesa. Desde allí donde estaban parados se podía ver la famosa torre y el parque que la rodeaba así que podían llegar caminando al monumento francés.

Es lo mejor porque si llego a estar en un pequeño espacio cerrado con él, creo que un beso es lo menos que pasará.

Si crees que te salvarás, querida estás equivocada caerás en mis brazos, Mina Larsa. 

James, rodeó la cintura de aquella mujer sintiendo su calor en las palmas, percibiendo el corazón y le habló en el oído. 

—Mina, siempre me gustaste y no me importa lo que pase con Vergil— le giró suspiro y trato de ser lo más sutil posible rozando los labios de Mina con los suyos.

Ella lanzó un pequeño gemido y agarró la camisa de Esteban en sus puños para evitar que sus manos comenzaran a acariciar aquel pecho que se moría por explorar. Los músculos del demonio se tensaron alrededor de la cintura de Mina e iba a besar mas, cuando escucharon un trueno como un grito de dolor a distancia.  

Sophía que demonios estas haciendo… Acababa de sentir el dolor de su ángel Caído. 

Los Reyes y el Príncipe, cambiaron de rumbo hacia un bosque oscuro cerca a Francia, los nubarrones eran pesados y grises ya no había marcha atrás. Sophia estaba decidida en salvarlos a todos aunque tuviera que sacrificar lo más preciado para ella: su hijo. 

—Bueno, necesito que me digas cómo lo harás —dijo la reina infernal.

—Ven Daniel, —de inmediato movió las nubes para que el astro de la oscuridad diera luz y la bañara—, sus majestades alejense un poco, pues no se cuanta energía y luz desprenda hoy. 

—Está bien, puedo crear una pared de oscuridad que nos proteja —respondió la madre de los demonios a la vez que su hijo asentía en acuerdo. 

La Nazaret miraba a Lilith cubrirse con un humo negro que luego fue solidificándose hasta que una pared de roca apareció frente a ellos; mientras que Daniel la tomaba por la espalda y sacaba una bola de energía de su vientre. Él sentía el poder de la Diosa, el viento soplaba creando un gran halo de luz chispeante; parecía como si la Dama Dios dejará que la luz la absorbiera en un mismo lugar y ese lugar eran sus manos. 

Vergil se encontraba detrás de su madre sosteniendola por los hombros, realmente tenía la esperanza que esta nueva locura hiciera feliz a la Reina de los infiernos, pues ella había sufrido mucho, y siempre se había sentido culpable por todo lo pasado para protegerlo a él. 

—¿Estás segura? —preguntó Daniel esperando una señal del cielo para ayudarle de inmediato, la reina hizo aparecer la Daga del Destino en su brazo derecho, aquella arma que podría destruir a cualquier ser sin importar su procedencia, mientras en la otra estaba el ser al que ella llamaba semilla.

—Si es mi única oportunidad de salvarlos. Tú viste el futuro, ¿no? —El hombre sólo puedo suspirar al ver cómo cortaba el lazo de luz que unía a la Sophia con el nene—. Entiende, amo este niño como a Laura y Catalina. Además sabes lo que siento por Esteban. 

—¿Por eso ayudaras al híbrido? —No dejaba de mirar al hombre del otro lado del muro, a quien le tenía en un concepto no tan bueno.

—Recuerda que tus hijas son lo mismo que el esposo de Mina —susurró en medio de la delicada actividad que estaba realizando, cualquier movimiento en falso y ella también perdería la vida

Sin olvidar que Larsa está como quiere.

Vergil y Lilith, solo esperaban con nerviosismo observando a través de la pared que los protegía de la luz como del vientre de la diosa brotaba una clase burbuja semi trasparente donde se podía ver un feto en desarrollo que tenía el sello del Apocalipsis en el pecho, el sello de infinitium invertido en el pecho. Cuando la diosa ya tenía el feto, la Daga del Destino desapareció de sus manos, estaba agarrada por el rey de los Ángeles, fue entonces que los dos demonios escucharon decir. 

—Lilith, entrego a tu vientre el hijo que será rey de todo —Las rodillas de la ojiverde temblaban y era por el dolor que sentía de haber sacado a su bebé—. Vergil sostén a tu madre.

Los ojos de la diabla brillaron de un rojo más intenso y el muro de piedra se derrumbó de inmediato, tornándose simple humo negro hasta finalmente desaparecer. La magia en sus irises fue reemplazada por esperanza, esa misma que su rey le había arrebatado ya un tiempo sin memoria.

Cuando Sophía miró a Lilith se acercó con la burbuja a su bajo vientre y rápidamente la piel de la demonio comenzó tostarse; sabía que pasaría eso, pues el ser que la reina Dios había engendrado, era luz e iba a acercarse a un ser oscuro, Lilith, aquella que sería su nueva madre. El dolor comenzó de a poco hasta no pudo soportar más cómo su piel se derretía y los gritos se hicieron escuchar, haciendo eco en el bosque. Sus ojos rojos sangraban mientras sostenía las manos de la nueva reina del infierno para sacarlas de su cuerpo, pero mordiendo su labio inferior, logró evitar que éstas se movieran. Era necesario que contacto continuara o las consecuencias podrían ser mortales. Sophia le dio una mirada de pena mientras acomodaba el nuevo hijo de Lucifer en el interior de la diabla.

La luz de la luna se convirtió en roja pues la energía del bien y el mal desaparecieron en un segundo al unirse en el bebé, cuándo la reina del cielo entregó a su hijo a la reina demonio, sacó sus manos, estaban humeantes pues había hecho mucha presión al quitar la cicatriz y la maldición de su futuro nuevo esposo de la reina Lilith.

 Al Terminar la hija de Emmanuel lloró con amargura y sangró por la entrepierna como si hubiera perdido el bebé. Fugaz, nuestro rey angelical tomó a su esposa, quien estaba perdiendo mucha sangre. Necesitaba fuerza para levantarse, entonces hizo un pequeño corte en el brazo donde estaba la marca de su enlace para brindar un poco de su energía vital. Cuando ella ya estaba estable se levantó tratando de respirar y hablando con el dolor en el alma. 

—Deseo que seas muy feliz —No quería compasión ni peleas, no quería saber nada del bebé. Le atormentaba la cabeza, entender que su hijo no nacería de ella y aún así con el dolor de su alma; trató de ser fuerte, por Esteban y Vergil—. Vámonos chicos, nos espera una gran batalla —Antes de partir, la reina infernal agarró a la joven diosa por el brazo. Entendía el humor de aquella y su manera de ser fingiendo para  proteger y no llorar, buscaba no sentirse más miserable. 

—Espera, Sophi —habló la demonio con compasión y agradecimiento; no podía creer que era madre de nuevo—. Te lo agradezco desde el fondo de mi corazón. Definitivamente eres una Dios sin igual—, susurró —Significa mucho para mi que salves a Vergil y a Esteban. No tengo palabras para agradecer todo lo que has hecho por ellos y por mí —Después le regaló un beso en la frente—. Estoy en deuda contigo. Cuando lo necesites, convócame y yo iré para ayudarte en lo que sea, sin preguntas ni condiciones.

A la hija de Dios le pateaba otra vez el destino, no podía compararse, con un pétalo de una rosa roja, aunque fuese la más amarga de todas las tristezas. Ser madre era la mejor experiencia y ¿ahora qué haría? Su castigo por salvar de la muerte a su hijo sería no tener más vida, no volver a quedar en cinta, se había pasado la maldición de Lucifer para proteger a sus queridos demonios, sobre todo la vida del Rey Infernal Esteban. 

Querida mía, no te preocupes. De algo estoy seguro que tú semilla será muy feliz y tendrá a una madre que lo amará como tú. 

Sostenida de Daniel, escuchó a su Ángel.

—Sólo te pido que lo cuides como si fuera tuyo —respondió ella al abrazo limpiándose las lágrimas y con el roto en el alma.—y que le des por nombre Regis Gael´m, que significa Rey de la Oscuridad y la Luz. 

—Eso no tienes ni que pedirlo, querida Sophi —susurró la diabla.

Sophia asintió y observó de una manera instintiva al príncipe del trueno antes de ordenar:

—Vámonos chicos—suspiró —debemos de rescatar a tu hermana.

—Madre nos vemos luego —se despidió el trueno azul para después desaparecer, junto a la madre de los cielos y el maldito alado.

Al regresar a Paris, no encontraron a Mina y Esteban en el café donde los dejaron sino paseando bajo la torre Eiffel. El rey solo pudo mirar el rostro de Sophia que en ese momento era un poema su energía y alma lo demostraban como si hubiera perdido un bebé y arrancando una parte de ella para siempre. Entonces la Dama Dios tirándose encima de Esteban buscando calor infernal comenzó a llorar sin detenerse. A su lado, la humana le preguntó mentalmente a su esposo que había sucedido.

—Sophía acaba de entregar su bebé a madre —susurró el príncipe en el oído de su paloma.

El rey de los pecados alcanzó a escuchar lo dicho por Vergil, para susurrarle al oído a su Reina.

—No puede ser, lo hiciste Sophia —Estrechando a la ojiverde contra su pecho, cómo hacía mucho tiempo no la hacía para escuchar decir.

—Necesitaba protegerlo… —mintió nunca le diría que por su causa tomó esa decisión tan cruel con ella misma,que por amor a él no volvería a ser madre. 

—Lo sé, querida, tú siempre entregando más de lo que deseas o puedes —La cargaba como necesitaba con amor, con aprecio y con dulzura.

Mientras Daniel le mataba sentirla tan destrozada por Esteban y el idiota peli blanco.

Vergil y Mina sólo guardaban silencio, sin embargo, la mujer de ojos grises muy en el fondo sentía celos por no ser ella quien fuera abrazada por el rey de los pecados. Cuando la madre de Catalina y Laura sintió la mirada de Mina volvió a tomar fuerza y habló a viva voz.

—Vamos que es hora de demostrarle a tu padre, —se quedó mirando los ojos del trueno que sentían gran admiración de la diosa y unas ganas locas de hacerla suya—, hijo del trueno, el porqué el mundo cristiano es el más poderoso de todos.

Él asintió, pero sus labios se entreabieron, indeciso sobre la reacción de la diosa, pero al final habló comoquiera.

—¿No cree que al menos debe descansar una noche, Su Majestad? No dudo de su poder, pero lo que soportó fue bastante fuerte emocionalmente —pausó como pidiendo que no se enojara con él y luego continuó—. Una noche para que sea mimada solo le ayudará.

Ella sonrió, mordiendo su labio inferior, con los ojos en la boca de aquel modelito.

—Sabes, tienes toda la razón príncipe, debemos descansar—, observó a su rey demonio—. Muero por un baño de espuma tibia, —caminó en dirección a Vergil—, y tú me mimarás, por supuesto.

Daniel solamente se sostenía el puente de nariz para no ir a matar a alguien, mientras trataba de cortarle el paso a Mina para que ésta no se enfrentara a  Sophia.

Debes de aprender tanto, paloma. Pensó la mujer diosa, que se recordó a ella cuando apenas estaba aceptando su rol en la humanidad. 

—Sophia, ¿te quedarás después de todo? —preguntó Daniel, sosteniendo a la mortal del brazo.

—Si, me quedaré aquí, seré la diosa del Infinitium. —El ángel no pudo hacerla entrar en razón—. Llévate a la Paloma lejos de aquí.

—Déjala en paz—, habló Esteban, cargando a la mortal en sus hombros—, yo me encargo de Mina.

Que disfrutes a mi consorte, hermanito, pero no seas muy brusco con ella o te las verás conmigo, le dijo telepáticamente Vergil antes de tomar la mano de la Reina Celestial.

James posó su mirada sobre su ex y respondió:

Hazla pagar todos sus pecados, y te doy una recomendación, rásgale la ropa luego trasformate en demonio, es Dios después de todo.

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