Una sala de lo más cómoda, con armarios antiguos, pero en buen estado de color marrón cada uno, paredes rojas como la sangre, iluminada por una serie de velas en cada rincón del lugar.
En el centro de esta sala una mujer de negro, con un gran velo que le cubría el rostro, entre lágrimas rezaba ante el ataúd de un hombre canoso y de prominente barba blanca, vestido de traje rodeado de flores blancas manchadas de pintura roja, como un simbolismo a la sangre misma, quitando toda pureza a las flores.
La mujer se acercó al muerto, descubrió su rostro y con un gesto de cariño beso su frente.
En forma de despedida - Adiós amado, gracias a ti está liga, tus ideas seguirán en cada uno de nosotros. Oh, amado mío juró que yo y tú primogénito, pintaremos ambos mundos de un hermoso color carmesí, en tu nombre.
Aquel muerto, llamado Baruc II, era el hombre que desde joven había creado, formado y agrupado a un sin fin de personas para un propósito "The League Blood". Todos sus ideales, su tiempo y esfuerzo, lo dedicó a eso, para que el mundo mágico se apoderará del mundo humano.
Estaría próximo a comenzar su última y gran jugada para empezar el espectáculo, por desgracia de sus fieles seguidores y su familia, murió antes de lo planeado, sin embargo eso no afectaría el proyecto, toda prisión, calabozo, hasta los terribles lugares de Dilgronn es un caos para las autoridades y los de Umbra, todos están libres sembrando el caos, al menos por una noche.
Expandiendo su locura y el miedo, para demostrar su fuerza y que ya no tienen miedo de ocultarse. Ya no lo tendrían y lo que se desataría esa noche sería la prueba misma de su causa y su fuerza.
Alguien entra a la habitación.
- Madre.
- Oh querido, decidiste acompañarme al fin.
- No madre - ante las palabras de su hijo, su madre lo miro con severidad, tristeza y amarga -. No quiero estar en esta habitación, porque la sangre de este hombre, que yace muerto frente a mi, significa para mí destino, mi condena de ahora en adelante.
- Hijo... - levantó el volumen de su voz, era autoritaria -. El carmesí es el color de la sangre, que se derrama cuando el dolor y el amor se entrelazan en el alma.
>> Pero también es la luz, que ilumina la esperanza de que un día, habrá una cruz que borre toda venganza - se acerca a su hijo y lo acurruca con fuerza entre sus brazos, para reconfortarse así misma su perdida -. No temas al carmesí cariño, ni a la sangre que te inunda pues son signos de que aquí hay una vida fecunda.
- Pero yo...
Lo acaricia con cariño, hasta tocar sus mejillas y lo obliga a verla a los ojos, así mismo lo apreté desde sus mejillas con algo de fuerza.
- Debes de aceptar el deber que tienes para con la sangre, hijo es el legado que tú padre construyó para nosotros, para ti, tus hijos y los hijos de tus hijos, por la eternidad.
El hombre gordo, de cabello azabache, con gafas de botella, con la piel algo cacariza, por muchos granos que se reventó en su juventud. Él sabía lo que la gente opinaba de su persona, no es ni la sombra, de lo que era su padre, nada de lo que necesitaba la gente del otro mundo para comenzar la nueva "era", es alguien débil y fácil de manipular. Su madre lo sabía, entonces se esperaba que la mayor parte de su responsabilidad la llevará a cabo todo este movimiento de revolución, ahora la responsabilidad y el liderazgo recaía en ella. Y estaba dispuesta a hacerlo.
- Por ti querido, por nuestro sueño, por nuestra familia y nuestro hijo que esta revolución, será su legado - con paso lento, seguro y elegante se acerca a la ventana y la abre, dando a su vista, este mundo lleno de modernidad, edificios altos y ruido típico de la ciudad, un cielo gris a estar próximo a una tormenta eléctrica -. A partir de hoy será el inicio para dominar todo, doblegar a los humanos y recuperar esa libertad de su mundo, a costa de la libertad de los otros... Los humanos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top