Omega

Esta historia me la contó una señora hacé años.

Una historia Mágica, para nosotros. Me dijo que sucedió hace años, cuando se empezaron a vender a los omegas.

Un pequeño omega, caminaba por los alrededores de la casa de entrenamiento, los omegas, podían salir mientras no se alejaran mucho. El pequeño omega, estaba en lo que cabe feliz, ahora no tenía algún problema, no había manifestado su celo, así que gozaba de más libertad que sus "hermanos" omegas. Solía salir sólo, para ir a mirar a los betas, que estaban a lado y trabajaban minando. Ese día tenía más tiempo para estar afuera, porque se había portado bien en toda la semana, era un buen omega.

Camino por los alrededores, se sentó en una piedra, que le daba la visión completa de lo que pasaba, solía ver a un niño beta, le encantaba mirar aquel hermoso rostro desde lejos, no sabía cómo se llamaba, pero conocía a la madre del niño, una hermosa Beta que estaba enferma, así que el niño trabajaba por ella. El pequeño omega creía que el Beta era alguien extraordinario. 

Desde pequeño supo las distinciones que había, lo descubrió viéndose en el reflejo de las personas, cuando alguno de sus "hermanos" alza la voz, contesta o no contestas es castigado, lo mismo pasaba con los betas que tanto observaba, los betas era castigados sin comer y con la mayor carga del trabajo. Por eso él se portaba bien, por eso él era un buen omega, si él era un buen omega ellos lo trataran bien. Incluso sabía que entre alfas había un niveles, había alfas más fuertes que otros.

— otra vez aquí — una mujer llegó a donde estaba, sonriéndole al omega 

Él asintió sonriendo, caminó hacia la mujer y la ayudó a sentarse a lado de él con mucho cuidado. 

— me siento tan inútil, mi pequeño trabaja día y noche, y yo no puedo moverme más que para buscar madera — la mujer volvió a hablar, sus lágrimas brotaron de sus ojos, — es horrible, quisiera que te apures a venir, él te necesita — el omega puso su pequeña mano en el la mano de la beta, él sabía a quien llamaba con desesperación la hermosa Beta — a veces quisiera, haber nacido como omega, para poder estar a su lado — el omega negó con la cabeza, hacía la mujer — es cierto ustedes también tienen su propio infierno — la mujer abrazó al niño quien correspondió al instante, reconfortado a la Beta 

Unas risas, se escucharon desde atrás, el omega se tenso, se supone que los betas no deben de salir de la zona asignada y la mujer se salió eran unos cuantos pasos pero lo suficiente para un castigo, se alejó de la mujer mirándola con miedo.

— pero mira a quién tenemos aquí — un alfa se acercó a ellos, tomó a la mujer del cabello levantandola de donde estaba sin delicadeza alguna — maldita Beta, no trabajas y te atreves a desobedecer un simple orden

El omega se alejó unos pasos, no sabía qué hacer, quería ayudar a la hermosa mujer pero como, un omega no se mueve amenos que se lo digas, un omega no habla amenos que se lo indiques, el no quería ser castigado, pero tampoco quería que la mujer sufriera. 

Vió como golpearon en el estómago a la mujer, y la dejaron caer al suelo, los alfas solo se reían, viéndola como trataba de recuperar el aire, se intentó parar pero recibió una pata, la mujer dejó de moverse, los alfas la iban a golpear otra vez, pero un pequeño cuerpo recibió el golpe, era el pequeño Beta que se había metido entre los alfas y la mujer; claramente esto no les gusto a los hombres que volvieron a golpear al niño.

— e-esperen — el omega habló, llamando la atención de los alfas — podemos regresar, por favor — hablo bajito — la maestra me dijo que no tardará mucho, — un alfa se acercó a él — lamento, la ofensa alfas, — el pequeño se encogió en su lugar — fui un mal omega 

El alfa cargó al pequeño entre sus brazos. — tranquilo, Luzu — el alfa, soltó su olor calmado al omega — mírame — el omega miró al alfa — sabes que ésto es un castigo verdad — el omega asintió — no te preocupes, dejaremos a los Betas, pero ésto, tú nos lo tienes que pagar — el omega, asintió 

— ¡Esperen! — el pequeño Beta gritó llamando la atención de los dos alfas — el problema es conmigo, no con el omega, yo recibiré el castigo por los dos, por mi madre y el omega — lo alfas lo miraron molesto, pero si el Beta lo decía no podía oponerse, ya que si un beta aceptaba eso, sería más divertido verlo trabajar el doble sin recibir comida y algún que otro latigazo, aunque tener a uno de los omegas, mejor portados atendiendo los tampoco sonaba mal, 

— está bien — el alfa que no tenía al omega habló, agarró el cabello del niño, y se lo llevó, si no tenían al omega a menos desquitar su frustración en el beta no sonaba mal — lleva a Luzu a la casa, pero de todas maneras, muestrale un poquito de respeto. — el beta empezó a forcejear, queriendo alcanzar al omega.

Luzu no sabía, pero en ese momento, pudo sentir el olor de las flores marchitas, miró al beta que cada vez parecía más molestó, algo le hizo sacar su olor, un hermoso olor a miel, que hizo que todos lo presentes se calmaran, incluso el pequeño Beta, aunque solo fue un segundo, pudo ver la sorpresa en su cara, para luego ver como seguía forcejeando.

Los alfas, dejaron de estar en ese trance que le había provocado el olor de Luzu, y avanzaron a lo que tenían que hacer. Luzu creía que lo que había hecho estaba mal que sería más horrible su castigó y vaya que lo iba a hacer.

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