Volaba saltando de árbol en árbol, mientras reía sintiendo el viento en su cara, se dejaba caer desde lo más alto que podía y antes de llegar al piso las abría, como si nada le importaba, un espíritu libre que iba y venía, llevado por las notas del viento, como si fueran personas cantando hacia donde ir, como si los árboles le abrieran camino para volar con total tranquilidad, sólo él y el bosque, alejado de el ruido, de los humanos que tanto le gustaba observar y de su propia gente.
Descanso en la copa del un árbol, veía la pequeña ciudad que apenas se estaba creando, lo había escuchado de las habas hace unos días, al parecer el jefe de aquella ciudad quería entrar al bosque, todo el bosque está intranquilo, los humanos solo traen peligro y él lo sabe, pero le parece fascinante la forma en la que visten y como hablan, tan formales que le parece divertido, suele pensar cómo sería vestir esos trajes incluso a veces le habla al viento como aquella forma extraña que suele escuchar.
Las sirenas que viven en el lago, no están muy felices con la ciudad de al lado, creen que tarde o temprano los cazadores entrarán; él las entiende, muchos humanos son estúpidos, solo espera que no arruinen la ceremonia sagrada.
Una ventisca llegó hasta su lugar, se paró rápido, movió sus orejas y saltó rápido del árbol, la dirección del viento había cambiado abruptamente, eso solo significa una cosa, alguien estaba manchando el bosque, volaba rápido sentía mucha desesperación, como si el bosque entero estuviera llorando, sabía que era una mala idea ir hacia donde el viento le indicaba, pero por alguna razón no podía quedarse sin hacer nada.
Encontró el problema, pero antes de que lo llamara, alguien le tapó la boca y se escondieron detrás de un árbol, sus ojos se abrieron de sorpresa y miedo, un minotauro cargaba en su hombro a una Driada, parecía que respiraba muy débilmente y los árboles se doblaban con cada suspiro dado, miró a la persona que estaba tapando su boca, era Artur que tenía una muy mala cara.
Lo dejó ahí, y voló en picada, le quitó a la Driada y la llevó a su lado, para luego ir directo a golpear al minotauro.
— Artur — habló la bestia con una sonrisa — porque me quitas a mi mujer — sonreía como si el golpe hubiera sido nada
— es la segunda vez Riont, — dijo enojado volando a la altura de la bestia — deja de buscarla, ella no te quiere cerca
— tonterías amigo — dijo la bestia alegre — ella es mi mujer, Verdad Danna — La Ninfa tembló, ella estaba toda golpeada, sus manos y cabello cubierto de plantas que solo demostraba lo nerviosa que estaba. — ¡Danna! — ella cerró los ojos y empezó a llorar — porque no bajas y le dices la verdad — la Ninfa abrió los ojos espantada — no me hagas quedar mal, con el jefe
— ya basta, déjala tranquila — el guardián del bosque estaba enojado — ella no te necesita
— ¡Danna! — decía la bestia enojado sin mirar a Artur
La Driada miró al niño que ya iba a bajar a encarar a la bestia, ella lo miró y le tapó la boca, negando con la cabeza, se veía realmente mal, puso un dedo sobre su boca y pidió que guardara silencio, para empezar a susurrar.
— regresa a casa niño — decía llorando — esto es cosa de adultos — sonrió mirándolo — vete — el niño asintió, ella sabía que ese niño no le aria caso lo vio en sus ojos, esos enormes ojos cafés, que solo le recordaban el alma pura del bosque, besó su frente y las mismas ramas del árbol ataron al niño y le taparon la boca, dejándolo en una posición donde no veía a Artur — lo siento — decía llorando — yo lo amo — el niño forcejeaba al verla descender del árbol
Salió de su escondite y por fin se podía apreciar mejor su cuerpo, su piel verde como las hojas se veía marchita, su cara llena de golpes y su alma apagada y doblada como los árboles de su alrededor.
— Danna — dijo Artur con el alma en su boca — por los espíritus, — se alejó de la bestia y voló hacia ella — no te preocupes te llevare con tus hermanas, estarás a salvo — ella negó sonriendo mientras lloraba — Danna, no lo necesitas
— lo amo — susurro solo para él llorando
— esto no es amor — dijo triste agarrándola del hombro con cuidado — déjame ayudarte — seguía negando ya más desesperada
Él dejó su hombro y ella caminó hacia la bestia, se quedó a su lado temblando, lo miró con los ojos llenos de agua sonriendo, ella realmente quería estar bien, lo mejor era que Artur dejará de intervenir, que se quedara callado, que dejara que el tiempo tome su curso, ese no era su problema, ella lo pensaba y lo repetía una y otra vez hasta creérselo, creer que un día todo cambiaría, creer que ella volvería a sonreír y tomar de la mano a la persona que amaba.
— viste amigo, ella está bien — dijo el minotauro victorioso
— no soy tu amigo — contestó secamente
— como sea — se dio la vuelta y empujó a Danna para que caminara
— Riont — los dos se quedaron mirando — los árboles lloran por su madre, si el bosque sufre por tu culpa, yo mismo te entregaré a los cazadores — Danna negaba diciendo que se detuviera — es mi ultimo aviso — voló hacia arriba y los dejó ahí.
— que les dijiste — la bestia hablo tranquilo, en un tono más serio del habitual, ella tembló negando — lo arreglaremos en la casa — la tomó del brazo y se la llevó arrastraba — cuantas veces te he dicho que controles a tus estúpidos árboles — ella se disculpó mientras aguantaba el dolor del brazo — cállate y camina
El niño se quedó escuchando todo, cuando se alejaron bastante, las ramas se quitaron, sus ojos estaban llorando, no solo escuchó el final de todo, sintió el dolor del árbol, como si lo estuvieran arrancado de raíz, se quedó sentado, poniendo una mano en su tronco, como dándole un consuelo a otro niño.
Artur llegó tiempo después, se sentó a su lado y lo abrazó, el niño lo abrazó temblando, el mayor le tapó las orejas, y solo se quedaron ahí hasta que el ruido pasó, hasta que los gritos y el sonido de los golpes se desvaneció.
El mayor sabía que era Fargan, sabía porque aquel travieso niño era travieso, lo supo desde que nació, desde que lo sostuvo en sus manos para darle la bienvenida a la aldea, lo confirmó cuando lo escuchó cantar algo que solo el viento conoce, lo sabía porque él estaba muriendo, y sus enormes alas eran solo el constante recordatorio que era su remplazo.
— porque no la ayudamos — dijo temblando
— a veces lo mejor es esperar — dijo el mayor
— el tiempo no espera a nadie — dijo el niño algo molesto — el bosque está llorando — se tapo de nuevo las orejas — porque nadie lo escucha
— hey — el mayor lo tomó de la cara — respira — sonrió — el bosque te escucha, no puede escucharte sufriendo, mantén la calma, concéntrate en tu respiración, solo escucha eso — el niño asintió y lo hizo
— que me pasa — dijo asustado
— Fargan — lo tomó de los hombros — escucha, lo que te pasa tiene que ser nuestro secreto — volvió a asentir — confía en mí, los ancianos pueden no estar muy felices con esto, — tomó de su cuello un collar y se lo puso — yo te ayudaré Fargan, no los escuches, esos vejestorios, no pueden saber lo que te pasa — las alas del niño se erizaron — no los escuches, solo escucha al viento, los espíritus son más sabios que cualquier organización — fue lo último que dijo, limpió las lágrimas del niño y lo mandó a la aldea
Miró hacia atrás con dirección al territorio de los minotauros, frunció el ceño, se dio la vuelta y voló hacia su aldea, dejando algunas plumas en el camino, sin darse cuenta las dejó ahí.
Yo sé que lo de Luzu y lo de Willy incluso lo de Alex y Auron apremia más, pero creo que voy a seguir con la historia de Fargan unos capítulos más, es necesario para la segunda parte.
Necesito organizarme con los tiempos de la historia, lo de Fargan está pasando al mismo tiempo que lo de Willy en el capítulo anterior.
El bosque es muy extenso si quieren les hago un capítulo explicándolo, como es la aldea de Fargan y todas las criaturas mágicas que la habitan.
Para adelanto, la que sale en la foto de arriba es Danna, ella es una de las 5 Dríadas del bosque.
Por cierto cada personaje que salga tiene su propia historia o por lo menos es parte de una gran historia.
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