Libertad

Estaba en una sala casi vacía, solo había un sillón muy grande en ella y dos mesas, una llena de cosas y otra más chica vacía que estaba cerca del sillón; miró las ventanas con una sonrisa, se preguntó qué sería vivir en el bosque, sin preocupaciones, sin ataduras, sonrió amargamente, se preguntó si Auron estaría bien, lo duda mucho, hoy llegaba el nuevo cargamento de esclavos. Se lamentó mucho, el no estar en esa pequeña pero cálida casa, recordó que había olvidado reparar la ropa de Min, hoy le enseñaría más textos a Auron y ayudaría a Lana con la comida y a limpiar; se imagino corriendo con Luzu al prado que le enseñó Auron, para poder esconderse ahí hasta que el más grande los encontraran y siguieran jugando, una lágrima corrió por su mejilla, la limpió rápido.

La puerta se abrió espantando al niño, un hombre gordo había entrado, su cara se veía sudada y sus manos eran del tamaño de su cara, tembló al verlo sentarse en el sillón, ese era su comprador, sonrió burlonamente hacia él, por tener la esperanza de que alguien de su edad o un poco más grande, se sentara ahí, trago saliva y empezó a acercarse

Portaba una bata blanca casi transparente, sin nada más abajo, su cabellos blanco peinado de manera armoniosa, lo habían bañado de una forma especial con esencias de rosas, sus uñas habían sido arregladas y su labios ligeramente pintados; un producto listo para su chequeo, un adorno perfectamente pulido, que solo podía asentir y sonreír, ante la idea de irse de ahí.

El hombre le parecía algo asqueroso, aún así se acercó como era debido, la mano del señor, recorrió su trasero apretando, para luego, subir a su cintura y quedarse ahí; la cara de él era serena, como un muñeco, de porcelana, se movió conforme el hombre le indicaba, sin expresión, sin comentarios, todo él había entrenado para ese momento. Los gruesos dedos del hombre desataron la bata, con cuidado, sin prisa a pesar que la cara de el viejo, era de completa desesperación, la bata cayó al piso.

El niño vio cómo el hombre se ponía duro con solo verlo, no dijo nada, tampoco cambió su expresión, pero tenía mucho miedo y asco, ahora sentía lo áspero de aquellos dedos, como lo apretaban con fuerza y quedaba la marca en su piel, pensó que la revisión había acabado pues el hombre lo había soltado, suspiro disimuladamente, hasta que sintió como era volteado y puesto boca abajo, gritó asustado cuando le separaron las piernas.

— espere — dijo sonrojado — no toque ahí — estaba delineado su pequeña entrada con sus dedos y sentía su aliento caliente muy cerca — pare

— ¡De verdad eres virgen! — Sus voz sonó ronca — con un rostro tan bonito lo dudé por un segundo — lo soltó haciendo que el niño cayera al suelo — que esperas has tu trabajo

Willy se paró con sus piernas temblando, se fue a la mesa que estaba llena de cosas y empezó a preparar té, ante la atenta mirada de el hombre, tragó saliva fuertemente, estaba incómodo, sirvió el té y lo llevó a la mesa, lo puso con mucho cuidado, el hombre lo miró con mala cara, le ordenó que pusiera las manos, las puso y en ese momento el té caliente le cayó en las manos, las movió rápido, haciéndolo enojar. Lo tomó del brazo y le dio una nalgada, tan fuerte que él niño lloró, lo dejó en el piso tiró la taza a la pared rompiéndola.

Willy se estaba enojando mucho, lo obligó a levantarse agarrando su cara y lo besó, esta vez el niño se resistió, así que lo cacheteo, y lo besó, metiendo su lengua por su boca y dejándolo sin aire, cuando se separó, le metió dos dedos en su boca e hizo que los lamiera, con una sonrisa le hacía todo tipo de cosas.

Cuando lo soltó, ya por fin el rostro de Willy tenía expresiones, lo que lo enojó más, él omega se paró, de donde estaba, se fue a la mesa y agarró la tetera, tomó otra taza y repitió el té, pero esta vez le dejó la taza vacía, cerca para servirle en la mesa chica, con una sonrisa, le sirvió el agua caliente, mientras el hombre feliz, lo tocaba todo lo que quería, así que como si fuera un accidente, le tiró el agua caliente en su entrepierna.

Gritó de dolor, él omega estaba sonriendo, no revistió y le vertió toda la tetera encima, el hombre se quejaba, y parecía que moría de dolor, Willy, tomó su bata y se vistió rápido, el hombre lo agarró del brazo enojado, él omega con ojos brillantes y una sonrisa, lo golpeó con la taza de té que también tenía agua caliente, quemando su cara, muy levemente.

— me hubieras tratado bien — dijo el niño con sus ojos brillantes, corrió a la ventana y la abrió, cuando la puerta se abrió salió por ella lo más rápido que pudo

— ¡busquen a esa pequeña rata! — Gritaba muriendo de dolor

Willy estaba riendo, corrió lo más rápido que sus pies le permitían, era libre, por fin estaba disfrutando de aquella libertad que le fue arrebatada al nacer, estaba descalzo pero poco le importaba, escuchaba voces y pasos tras de él, tenía que ser más rápido, quizás si llegaba a la ciudad, podría esconderse en los infinitos callejones y borrar su existencia.

Solo pensaba en una cosa, sobrevivir, tenía que sobrevivir, por él, se metió en los más profundo del bosque, más allá de lo que sus ojos podían ver, no importaba el dolor de ese momento él podía ser libre, él era libre, solo un poco más, solo tenía que correr un poco más, dioses, por favor, solo denle la fuerza de correr un poco más.

Descanso cuando no escucho más ruido, se subió a un árbol, Min le había enseñado, cómo escalarlos, subió hasta que se acabaron las ramas y se escondió en las hojas, justo a tiempo, porque los guardias de ese hombre pasaron corriendo por debajo de el árbol, sin mirar hacia arriba, suspiro y descanso un rato, la bata no le cubría nada, era muy poco práctica y a su parecer era fea, un color verde le hubiera gustado más; sonrió divertido, amaría hacer eso otra vez, ver su cara de dolor, después de la humillación que le había hecho, se merecía más dolor.

Hizo de ese árbol su refugio en lo que pasó de la tarde, le agradece por ser tan seguro, cuando sea más grande vivirá en un árbol, uno donde hará de su casa, quizás está pensando una locura, pero pensó que era una buena idea vivir en un árbol.

Bajo de el árbol después de mucho tiempo, caminó con mucho cuidado, sabía que podían regresar, empezó a correr para llegar más rápido a donde quería, encontró una carpa, había gente muy rara, al parecer estaban descansando, cuando iba a dar marcha atrás, se encontró con una señorita.

— oh tú debes ser a quien andan buscando — ella están sonriendo, intentó escapar — tranquilo, aquí nadie te entregará, él tampoco nos cae bien — lo agarro de la mano — ven no hagas mucho ruido — Willy no entendía que quería esta persona — me llamo Aurora y tú

— Willy — dijo desconfiado

— bien bienvenido al circo — le señaló la carpa y sonrió

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