La promesa

La alfa estaba enojada, estaba muy enojada, con todos y cada uno de los alfas de la casa, ella había dicho que se encargaría de los omegas, no era tan difícil de entender; pero no ahora tenía a un beta medio muerto y no cualquier beta, tenía al beta que mantenía a toda la manada de betas calmados y su mejor esclavo; como si fuera poco, también tenía a Luzu, incapaz de sentir olores fuertes.

Miró a su compañera con coraje, estaban ya en la casa viendo que atendieran las heridas del beta antes de que se infectaran, mientras Luzu esperaba en una silla, tapándose la nariz entre ratos. Camino hacia el omega, puso su mano en la mano del omega y le sonrió, para que él omega tuviera un poco de confianza.

- señorita Amidala - hablo Luzu, con dolor

- todavía apesta pequeño - habló la mujer, acariciando los cabellos del niño

El pequeño asintió, jugaba sus manitas nervioso, no es que desconfiara de aquella mujer, no, ella era buena con él, siempre le dejaba salir y le daba dulces; Amidala era la segundo al mando del lugar, se encargaba de cuidar de los omegas.

La casa de venta dónde estaba Luzu, era una casa prestigiosa, todos los omegas tenía que salir obediente y lindos, sin marca alguna, los omegas tenían que ser bien tratados. Pues sus clientes eran monarcas o grandes duques, los omegas tenían que ser de muy alta calidad.

- puedo estar con él - Luzu jugaba con sus manitas, con sus ojos llenos de agua.

- claro - la mujer, tomó la mano del omega, y lo acompañó a dentro del cuarto donde estaba Auron.

Los doctores habían terminado, lo habían dejado en la cama descansando, su espalda había sido curada, tenía vendas llenas de sangre, su respiración era irregular y ciertamente tenía un poco de fiebre. Aunque le molestara a los alfas de la enfermería le aplicaron un poco de analgésicos, para calmar la fiebre del Auron.

- no llores - hablo en hilo de voz viendo al omega, que sostenían su mano con fuerza,

- ¿Te duele? - habló el pequeño omega, tallando la mano contraría, con preocupación en su voz

- n-no te preo-cupes - su voz se cortaba entre ratos, haciendo preocupar aún más al omega.

Luzu sostuvo su mano en todo el tiempo que estuvo ahí, solo mirando a su amigo, acariciaba los cabellos contrarios, esperando calmar el dolor; pero el dolor no sé calma con solo desearlo, no, el dolor permanece como un tatuaje, pegado a nuestra piel y aunque las heridas no estén, el dolor permanece en el fondo de la conciencia y el sentimiento.

La tarde llegó más rápido de lo esperado, haciendo que su momento junto, se acortará más, no platicaron, pero solo con saber que el otro seguía sosteniendo la mano contraria, les bastaba, solo saber que estaban juntos era suficiente.

- no es tu culpa - le dijo Auron desde su lugar mirándolo con una sonrisa - estaré bien para la noche - se sentó con dificultad, sonreía con dolor pero odiaba ver a su pequeño omega llorando - Gracias por quedarte conmigo

- Auron - su pequeño cuerpo abrazó al otro, con cuidado de no lastimarlo, siendo bien recibido

- ya está bien omega, ya no hay monstruo cerca - le susurró en el oído

Le susurró la mentira más grande de todas, pues en aquel lugar, siempre había monstruos cerca, con fachadas pulcras y despreciables, en ese mundo los monstruo siempre están. Pero en el pequeño mundo que construyeron, con palabras y mimos, solo existían ellos, y solo ellos.

Lo arrulló en el brazo, susurrando palabras de amor en su oído, como lo solía hacer su mamá con él, solo acunando aquel hermoso ser, entre sus brazos, disfrutando de su aroma dulce, sin ser empalagoso, encariñando a sus lobos, permitiéndose sentir como familia.

El pequeño se quedó dormido, lo acostó en la cama, a un lado de él tomando su mano, sintiendo el calor de la mano contraria, mirándolo con dolor, pues le dolía todo lo que le pasaba a aquel omega y sabía que el otro sentía lo mismo.

- Auron~ - murmuro entre sueños, con una sonrisa, apretando la mano del mencionado - juntos - hizo sonreír al mayor

Se acostó a su lado, miró los finos rasgos del omega, que estaba ocupando sus pensamientos, sus bella cara, estaba sucia por las caídas de la mañana, tocó la mejilla contraria con su mano desocupada, sintiendo tanto odio al recordar, junto sus frentes, cerró los ojos intentando calmarse

- juntos - habló con seguridad - Luzu - fue lo último que dijo al quedar dormido, sin soltar la mano contraria

Los betas tienen prohibido, mencionar el nombre de los omegas y alfas, al ser la raza inferior no son dignos de pronunciar aquellos nombres, pero por ese momento Auron quería llamar a Luzu por su nombre, para sellar aquella promesa, que se hicieron sin saberlo, en aquella habitación, donde solo las paredes fueron testigos de la unión.

Y en ese momento, solo soñaron, con un mundo diferente, con personas diferentes, solo teniéndose el uno al otro, disfrutando sus momentos juntos, porque en su mundo, todos eran iguales, y tanto betas como omegas eran libres, y todos podían amarse, betas amando a omegas, alfas amando alfas, omegas amando omegas, todo era posible en su mundo.

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