Duelo

La madrugada llegó en un abrir y cerrar de ojos, sus padres no llegaron a la casa, Ali no se había ido de su casa toda la noche, sonrió al verla dormir abrazada de niños que ni siquiera conoce, los levantó a todos, incluso al hada que odiaba, ella le gritaba en su idioma mientras intentaba no alejarse de los niños, Auron la metió al frasco y le sacó la lengua dejándola ahí, miró a los niños que se veían mejor que ayer, agarró un trapo húmedo y limpio la cara de los más pequeños, les sonrió pero los niños solo tenían miradas triste.

Los dejo dormir y salió por una pequeña puerta que había hecho para escaparse a veces de las revisiones, o salir a escondidas de su madre para ver a Luzu, aunque él en el fondo sabe que su madre se da cuenta que él sale, es una buena madre según él, la mejor que pudo tener, no era la única de ese lugar pero si la mejor y las más hermosa, a los ojos del niño.

Caminaba agarrando flores en el camino, su conciencia le pesaba, estaba más triste de lo normal, si no tomara esas pastillas que le da Alexa él ya estaría sacando olor, llego a un pequeño prado que se veía que lo habían fabricado alguien, había distintas flores puestas plantas unas al lado de su respectiva montaña de piedra, dejó las flores en un árbol, y se metió más pringando al bosque, escogiendo piedras, una vez que escogió las mejores, las llevó a ese lugar en un espacio vacío, las fue colocando como una montaña, diferente al resto, pero sus manos temblaban, sus ojos le empezaron a picar y las piedras se caían conforme las colocaba, frustrado aventó una piedra a un lado y espantó a un niño que lo espiaba.

Volteo la cara y apretó la piedra en su mano, el otro niño se acercó con cuidado y empezó a colocarlas piedras bien, en cuestión de unos minutos terminó, le entregó las flores a Auron y las plantó a un lado de la montaña de rocas, con una piedra afilada marco en una Liza el nombre de la niña que había matado ayer, lo dejó ahí, fue cuando el otro niño se dio cuenta de que estaban en un cementerio de almas, tenía muchas preguntas pero al parecer el otro niño no estaba para contestar.

— ¿Tú no tienes miedo? — preguntó con inocencia — de ellos,

— si tengo, todos los días a todas las horas — se veía enojado — de que un día lleguen y maten a mi madre enfrente mío que cada día desaparezcan un miembro más de mi familia — apretó los ojos — tengo miedo — lo miró — ellos la mataron... yo la maté — sus ojos despedían desesperación y culpa mezclada en toda la expresión,

— ¿Quién era ella? — dijo el niño

— ya no importa — se levantó y empezó a caminar — ya no existe — se alejó del lugar con el otro niño siguiéndolo

Aquel lugar que desde los 7 él empezó a hacerlo, cada vez que un amigo de él se moría, solía traer alguna roca y flores para dejarle, Min alguna vez  le contó una historia, donde hablaban sobre las tumbas, así que él empezó a hacer su cementerio sin que nadie lo supiera, uno donde él recordaba a los que se iban, un lugar donde recordaba quien era, un espacio melancólico que él construyó con sus manos inexpertas pero con mucho amor.

Miró al niño que le rendía homenaje a las tumbas, lo miraba de arriba abajo, no sabía porque lo había seguido, pero ahora no importaba, solo agradece que no le faltara al respeto a sus muertos.

Lo miró a la cara y con una expresión seria sus labios se movieron.

— ¿Por qué me seguiste? — su tono era demasiado serio, las manos del otro niño se movieron a sus bolsillos y sacó de ellas monedas de oro, Auron lo puso contra un árbol — ¡¿De donde sacaste esto?! — tenía miedo de que las hubiera robado

— no importa — se las dejo en la mano a Auron y la cerró — son mi pago, para que le quites esa cadena del cuello — tiró las monedas al piso enojado, el otro niño solo lo seguía mirando serio — ¿es muy poco?, conseguiré más, solo quiero que hagas lo que pedí —
Se despegó de Auron y empezó a recoger las monedas

— ¿De donde lo sacaste? — volvió a decir nervioso

— son mías, eso es lo único que necesitas saber, por favor, solo no quiero que muera, aún le debo mi vida — apretó las monedas contra su pecho

— ¿hablas de quien vino en la caja? — el niño asintió — qué problema — lo jalo de la camisa — dos cosas niño, guarda esas monedas si no quieres meterte en problemas y si alguna de tus acciones lastima a mi familia, yo mismo are que termines al final de Barranco — los dos se quedaron mirando serios — no me agrada tu mirada, eres peligroso puedo sentirlo

Era verdad, todo su ser le gritaba que tuviera cuidado, que aquellos ojos penetraban más de lo que deberían, incluso él como alfa se sintió levemente acobardado cuando la cara del niño cambió para hablar de la bestia que tenía trabajando, era un problema serio, pero sabía que eso lo podía resolver, siempre y cuando él se calmara y no hiciera escándalo, ahora entendía porque Amidala pidió que cuidara a los nuevos, no se refería a los híbridos, si no a esos dos.

Tomaron rumbo hacia la casa de Auron, pero de repente se escuchó mucho escándalo, todavía faltaba para el pase de lista, porque había mucho ruido, las piernas de Auron empezaron a correr mientras el otro niño solo se quedó indiferente a las situaciones.

Ali y los niños ya estaban afuera, los dos agarrados de las vestimentas de la mujer, quien intentó hacer que no viera lo que pasaba pero ya era muy tarde. Otra mujer estaba muerta el día de hoy, el esposo, estaba llorando a su lado, mientras agarraba su mano y le decía algunas palabras que nadie podía entender; Ali se acercó con cuidado, se sentó al lado del cuerpo, tocó su mano espantandose la sensación de la piel fría calando por sus huesos, ya no había nada que pudieran hacer, miró a Auron y este puso una expresión de agonía, se acercó con miedo, cayó al piso al darse cuenta quién era la que estaba muerta, la madre de la niña que había asesinado ayer, vomito en el piso el poco de comida que tenía, los adultos cerca de él lo intentaron ayudar, pero él no se encontraba, se culpó de nuevo.

Una mirada un poco decepcionada se asomaba por detrás de la multitud de esclavos, analizando la situación, miró hacia otro lado, cayendo en cuenta que esa persona seguía siendo un niño al igual que él.

Auron, miró a todos lados buscando a Min y a Lana aún sabiendo que no estaban ahí, tenía miedo, tenía mucho miedo, era como si los ojos de aquella mujer lo miraban echándole la culpa, lo estaba juzgando, en su mente lo estaba castigando, el aire le estaba faltando, su cuerpo temblaba como si fuera una gelatina, se sentía tan pequeño, quería llorar, pero no podía estaba seco, no había nada, que le estaba pasando, se sentía vacío, tenía miedo, quería a sus padres.

Se escuchó por el lugar las pisadas de los demonios, miró hacia enfrente aún con su respiración irregular, encontrándose con la mirada de un alfa, el alfa de ayer, se reía de su condición, los betas se empezaron a quitar con cada paso que daba, menos Ali y el hombre, que no se quitaron de donde estaba el cuerpo, intentó llegar a ella pero ya era tarde, la habían tirado al piso, al igual que el hombre y estaban quitando el cuerpo.

— no Anna, por favor, Anna, mi amor, no sé la lleven, ¡Anna! — el hombre gritaba — por favor se lo suplicó — rogó llorando apunto de besar los pies de los alfas — no se lleven a mi esposa — lo patearon pero él siguió rogando — ¡Anna! ¡Mi amor! ¡No me dejes! — el alfa sacó una espada.

— ¡Espere! — para sorpresa de la mirada decepcionada, ese niño que estaba desechó en el piso habló — ya nos iremos — estaba al lado del hombre — lo siento, ruego su perdón señor — el hombre guardó su espada y se fue riendo, tomó el cuerpo de la muerta y le levantó el vestido con sus manos haciendo cosas horribles con las parte bajas de la mujer, manchando su muerte — maldito — vio al esposo de la muerta estar lleno de odio apunto de volver a gritar, el niño le tapó la boca — no ahora, no es el momento Ramon, muévete con tu poca cordura a la mina, — apretó la cara del hombre que seguía sin hacerle caso — o acaso quieres morir sin propósito — el hombre empezó a llorar agarrándose del niño que solo lo consolaba — lo siento — Los demás hombres lo quitaron de ahí

Las manos del niño estaban temblando, mientras una sonrisa se escapaba de su rostro, una sonrisa vacía, sin alma llena de falsedad hacia el mismo, Ali lo miró preocupada, lo cargó a pesar de él tener un tamaño ya muy grande hizo el esfuerzo de darle ese cariño que necesitaba en ese momento, no sabía con exactitud lo que tenía, pero era muy obvio que aquellas dos muertes le afectaron incluso más que todas las otras que había visto.

— Todo estará bien, Min sabrá que hacer — le dijo a lo que Auron asintió ocultándose en el cabello de la muchacha — vamos a trabajar Auron, presiento que hoy será un día muy largo.

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