CAPÍTULO 6: TE AMO( PARTE 1)

Cuando bajé del automóvil, quedé asombrada al ver un camino que se extendía ante nosotros.

Velas brillantes y relucientes estaban colocadas en el suelo, creando una especie de pasillo brillante; las llamas de las velas bailaban con elegancia, iluminando la noche oscura con su cálida luz.

En el centro de este asombroso camino, había un lecho de pétalos de rosas que parecía un río de romance y pasión. Los pétalos, suaves y fragantes, contrastaban bellamente con la luz de las velas.

- Max: Es una hermosa noche - dijo, mientras me miraba con ojos llenos de amor.

Sonreí y le respondí:

- Mañana quiero amanecer contigo.

- Max: ¿Quieres decir el resto de tu vida?

- <<Sonreí aún más >> Pues claro, querido esposo.

Al parecer, a Max le habían gustado mis palabras.

Extendió su mano con gentileza y me invitó a caminar junto a él por este sendero lleno de amor y encanto.

Mientras avanzábamos, las velas iluminaban nuestro camino y los pétalos de rosas acariciaban nuestros pies, creando una atmósfera mágica y romántica que nunca olvidaré con cada paso que dábamos.

Al llegar al final del camino, nos encontramos frente a una casa con el mar justo enfrente. Max tomó mis dos manos y pronunció:

- Max: Querida esposa, quiero que sepas que eres la razón por la que este lugar se siente aún más especial para mí.

Procedí a tocarle la mejilla y a besarlo apasionadamente.

- Max: <<susurró a mi oído>> Esta es nuestra casa, aquí viviremos.

Lo miré con ojos sorprendidos

- Max, no puedo imaginar un lugar mejor para estar que a tu lado. Vayamos adentro.

- Max: Alto, espera, debo cargarte como es debido.

Max procedió a cargarme entre sus brazos y llevarme así adentro. Sonreí y le dije:

- Te amo

- Max: Por fin estaremos juntos para siempre.

Una vez adentro, Max me bajó de sus brazos.

Había otro camino con velas y pétalos de rosas, el cual seguimos y allí se encontraba nuestra habitación.

Sin pensarlo, procedí a empujar a Max hacia la cama.

Max solo se río y comenzó a desacomodarse la corbata.

- Max: Eres mi droga - dijo mientras me jalaba hacia él y me besaba.

- Cada pieza de mi corazón es tuya porque tú eres el que lo hace latir como es debido.

- Max: Te volvería a elegir mil veces más.

Coloqué mi dedo en los labios de Max y le dije:

- Eres mi vicio, y basta de palabras. Mejor disfrutemos de la noche.

Max procedió a besarme el cuello lentamente

- Espera

- Max: ¿Qué pasa?

- Te tengo una sorpresa.

- Max: Así, eso me gusta.

Procedí a poner música y empezar a moverme lentamente.

- Max: Diablos, ¿me vas a bailar? - preguntó mientras me miraba con deseo - Esto se pone mejor.

Me acerqué a Max con confianza, moviéndose al ritmo de la música de manera hipnotizante. Cada paso que daba era como una poesía sensual, mientras mis caderas se movían con gracia y mis ojos brillaban con una chispa traviesa.

Max observaba, cautivado por la energía magnética que irradiaba. Me movía con mayor intensidad, permitiendo que la pasión del momento se apoderara de la escena.

Cada movimiento estaba cargado de deseo, creando una conexión ardiente entre nosotros que trascendía las palabras.

Max quiso levantarse de la cama, pero procedí a poner mi tacón en su pecho, devolviéndolo a la cama.

- Quieto, tienes que esperar.

- Max: No soy de los que les gusta esperar. Si algo es mío, lo tomo, y tú me perteneces ahora.

Procedió a besar lentamente mi muslo.

La tensión sexual en la habitación era palpable, alimentada por el magnetismo del baile.

Max procedió a levantarse y atraerme más cerca de él, agarrándome de la cintura.

En ese preciso instante, alguien tocó la puerta. Max puso una cara de molestia.

Escuche la voz de Ashtarot.

- Max: Y ahora, ¿qué pasa?

- Voy a ver.

Bajamos los dos para ver qué pasaba. Max abre la puerta y frente a él se encuentra Ashtarot.

- Max: Más te vale tener una buena razón para interrumpirnos.

Ashtarot lo mira y luego se dirige a mí.

- Ashtarot: Alis, tu hermana está en labor...

- ¿Qué? Pero aún falta.

- Ashtarot: Bastián me envió a buscarte y Francis fue a buscar al resto de la familia.

Corrí inmediatamente para llegar a tiempo.

- Diablos, Max, maneja más rápido.

Llegué, y allí estaba Bastián con el bebé, pero su cara reflejaba confusión y sus ojos estaban llorosos.

- ¿Qué pasa, Bastián? Quiero verlo.

Llegó Leo y el resto de la familia.

- Leo: Bastián, ¿estás bien?

Bastián nos miró a todos, con lágrimas en los ojos y la voz temblorosa.

- Bastián: Es un... es un...

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