Prólogo

Hace muchos años, una niña vivía junto a sus padres en algún lugar abandonado cerca de un bosque. Ella no tenía amigos más allá de sus muñecas y sus padres no la trataban tan bien como se esperaría de personas que siempre eran tratados, por los pocos vecinos que conoció como "los mejores padres". La pequeña se llamaba Jenifer y siempre estaba sola en su casa, a excepción de los eventos, que eran los únicos días que la trataban "bien", y los fines de semana, cuando prácticamente la trataban de sirvienta.

Un día, Jenifer estaba sola como de costumbre, jugando en el bosque con una muñeca, de los pocos regalos que le daban en su cumpleaños, cuando escuchó un llanto leve entre unos arbustos. Con algo de miedo tomó una rama y se acercó, lista para defenderse, pero al mover las hojas, sus ojos se ilusionaron. Un pequeño cachorro negro con una pata herida se encontraba echado en el suelo, chillando de dolor y aullando por ayuda, la pequeña se enternecio, tomó al canino con su abrigo y lo llevó dentro de su casa.

-No te preocupes, ya verás que todo estará bien- lo lleva a su habitación, acostandolo en su cama.

-Bien, tendré que ponerte algo para que no me muerdas mientras te ayuda ¿Cierto?- le ata el hocico con un pañuelo, de forma que no pueda abrir la boca, pero que si pudiera respirar.

-Muy bien... Aquí voy...- Jenifer comenzó a limpiar la herida, a lo que el cachorro se empezó a mover mucho -Sé que duele, pero ya casi lo tengo... Solo lo cubro y... Listo...

-Buen cachorrito...- comienza a rascar su cabeza, relajandolo y quitándole el bozal improvisado.

-Que pena que no me puedo quedar contigo, sería divertido tener un amigo... Aunque puedes quedarte en el cobertizo hasta que tu pata esté mejor... Sí, eso suena bien.

Y así fue, Jenifer le preparó un lugar escondido en el cobertizo y lo bautizo como Buddy, dándole una cama y comida para que pudiera estar tranquilo, entretenido y ocupándose de sus padres lo suficiente para que no notarán al animal escondido. Entonces llegó el día, el cachorro ya estaba sano, por lo que la niña decidió que era buena idea regresarlo a su familia, pero cuando se adentro al bosque, lo primero que vio fue una loba agresiva.

La pequeña, ante los gruñidos de la loba, solo bajó al pequeño con cuidado y se alejó sin apartar la vista de la hembra. El cachorro reaccionó apegándose a la niña y gruñendo a la que aparentaba ser su madre, lo que sorprendió a Jenifer. Ella iba a tomar de nuevo a su amigo, pero otro gruñido la detuvo, la canina se acercó cautelosa, lo olfateo y tomó al pequeño como si nada. Ella solo se pudo despedir de su único amigo, aunque ella ignoraba que siempre iba a verla.

Después de ese pequeño rayo de luz en su vida, pasaron algunos años horribles. Los padres de Jenifer pasaron de ser negligentes a ser agresivos, pues la situación económica había empeorado, por lo que se descargaban en la niña. Ella solo tenía las fotos que había guardado de Buddy para alegrarse, aunque para ese momento, estaba segura de que ya la había olvidado, o al menos eso pensaba hasta que cayó esa noche fría de agosto.

-¡Estúpida! ¡Tienes una idea cuanto me costó esta botella!

-¡Perdón, papá!

-Te dije que debimos venderla a ellos en cuanto nació.

-Sí, y tú te ibas a encargar de la casa.

-¿Quién crees que se encargó en los primeros cuatro años?

-La niñera que nos salió cara ¿Lo olvidas?

-¡Basta, por favor!- su padre reacciona dándole una bofetada.

-¡Cállate! ¡¿Acaso no sabes que tienes que respetarnos?!

-¡Perdón!

-¡Tus disculpas son pura mierda!... Lo que necesitas es un castigo apropiado...

-Y conozco uno que la dejará callada- la madre va a la cocina y calienta una cuchara al rojo vivo -¡Alza su manga! No podemos dejar que los vecinos vean esas marcas ¿Cierto?

-A veces eres una genio, mi amor...- el padre agarra a la niña de las muñecas y alza su suéter -Pero se cubrirá mejor en su estómago.

-¡NO, BASTA! ¡PERDÓN, NO LO HARÉ DE NUEVO, POR FAVOR!

-Tú eres nuestra niña, y debes obedecer.

Cuando la mujer estaba por tocar el vientre de la niña con la cuchara caliente, se escucha un vidrio romperse, haciendo que el castigo se convirtiera en una escena del crimen, digna de una película de terror. La madre fue atacada por un lobo negro, la niña vio como su cuello salpicaba sangre y el rostro se desfiguraba, su padre la lanzó hacía el animal, pero al abrir la puerta, este fue atacado por la espalda por el mismo canino.

La niña comenzó a llorar aterrada, cubriendo sus ojos con miedo a saber lo que le pasaría, pues no entendía porque el lobo entró así, pensando que moriría al igual que sus padres, hasta que ella sintió algo lamer sus manos. Jenifer se destapó asustada, viendo como ahora el canino se mostraba feliz, moviendo la cola como un perro, lamiendo sus lágrimas y echándose sobre su regazo, entonces su mente sólo pensó en un nombre.

-... ¿Buddy?- el lobo aulló, contestando a su nombre -Aún me recuerdas...

Al día siguiente, una compañera de sus padres llegó a la casa, gritando horrorizada al encontrarse la escena, llamando a la policía y una ambulancia. Los oficiales vieron lo mismo que aquella mujer con terror, la niña sólo estaba acariciando al lobo sobre ella, cerca los cuerpos y sangre de sus padres. Jenifer declaró al oficial Joseph Oda con exactitud "Buddy me salvo de mis padres, ellos me querían quemar con una cuchara" lo cual se confirmó al encontrar marcas de agresión en la pequeña, así como la cuchara, que al caerse dejó una marca en el suelo.

El lobo fue ingresado a una escuela de perros para estudiar un poco mejor su relación con ella, y que fuera seguro que la niña lo conservará, puesto que ya era riesgoso siendo un animal salvaje. Jenifer creció con sus abuelos en una granja, donde Buddy los cuido como un perro guardián, hasta que la joven tuvo que separse de su amigo para estudiar, pues sabía que él no estaría tranquilo viviendo en la ciudad aun.

-Por favor, cuida a mis abuelos, Buddy. Te prometo que cuando tenga dinero suficiente, encontraré un lugar para nosotros, ayudaremos a muchas personas, amigo.

-Adiós, mi niña- se despide de sus abuelos y del lobo, tomando un taxi a la estación de trenes.

...

-¡John! Jenifer nos envió una carta.

-"Abuelos, lamento que no pudieran asistir a mi graduación, pero me pareció buena idea decirles sobre mi entrevista para un puesto de enfermera en el hospital psiquiátrico Beacon..."

-"Deseenme suertes, los quiere mucho, Jenifer. PD. Si todo sale bien, Buddy podrá venir a vivir conmigo"...

-Deberíamos decirle que no vaya.

-Dudo mucho que ese doctor siga trabajando ahí y más que conserven esa máquina infernal.

-¿Pero que si sí?

-Ya tiene mucho con las pesadillas que ha tenido últimamente, peor sería que entendiera de donde vienen. Es mejor no traer esos recuerdos de vuelta cuando logramos que los olvidará...

-Si algo le pasa, haré a ese hombre el único responsable... Nunca debimos dejarlo conectar a Jenifer a esa máquina del demonio...

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