El Orfanato
Jenifer y Leslie estuvieron caminando por varias horas, la herida de la chica no estaba en las mejores condiciones, a penas si había logrado limpiarla y cubrirla, por lo que el dolor era constante con cada paso, aunque intentaba mantener el silencio para no preocupar al albino que ya estaba más inquieto de lo acostumbrado. Además, comenzaba a hacerse de noche, por lo que necesitaban un lugar donde pasar la noche hasta encontrar ayuda.
-¿Cómo te sientes, Leslie?
-... Azul, azul... Azul...- repetía constante, tratando de calmarse.
-Es bueno que la cinta te esté ayudando...- de pronto se escuchan disparos, lo que altera al chico -Estan disparando... Esperame aquí, volveré pronto.
-No... Peligro... No, no, no...
-Tranquilo, Leslie, respira... Tal vez sea el doctor o alguno de los policías...- Leslie agarra la mano de Jenifer con fuerza y avanza con su paso constante -Leslie, espera, por favor... Al menos déjame ir adelante para saber que es seguro.
-... Esconder Jeni... Peligro, él malo... Ir lejos...
Siguieron por el bosque, cuando se empezaron a escuchar gruñidos, Leslie comenzó a temblar, Jenifer dio paso al frente, buscando proteger al chico, aparecieron dos hombres, extrañamente pálidos y con protuberancias en sus rostros. Iban a atacarlos, pero la chica se apoyo en su pierna buena y uso su rama para golpear a los agresivos seres, deteniendolos lo suficiente para que ella y el albino pudieran huir.
Llegaron a una cueva, pero estaba muy oscura para pasarla a ciegas, Jenifer se arrancó la otra manga de su camisa, la ató a una vara, le echo un poco de su alcohol y uso dos piedras para prenderle fuego y poder pasar por la caverna. Se adentraron con cuidado, notando algunos carros de minas y pasando bajo la cuerda de una trampa explosiva, aprovechando para detenerse por la noche, hasta que escucharon pasos dentro.
-¡Duele... Duele!
-Wow...- dice un hombre, el mismo que se había subido a la ambulancia -¿Acaso estabas avisándome?
-¿Quién es usted?- dice Jenifer, levantándose del suelo y apoyándose de su rama.
-Soy el detective Sebastián Castellanos. Y tú estabas en la ambulancia, junto a él ¿Cierto?
-Yo soy Jenifer Milhard, cuido a Leslie junto al Dr. Jiménez.
-Estas herida, puedo ayudarlos.
-... Puedo ayudarlos... Ayudarlos... Herida... Jeni, herida...
-Nos vendría bien algo de ayuda, más ahora que no estoy en condiciones ni para estar de pie- contestó Jenifer con gracia, aunque algo adolorida.
-¿Cómo los llevaré al hospital?
-Hospital, hospital, hospital, hospital ¡Hospital! ¡Hospital!- Leslie tomó a Jenifer de la mano y comienza a alejarse.
-Leslie, espera- Jenifer lo sigue cojeando -¿Qué ocurre, Leslie? Él nos puede ayudar.
-... Peligro, peligro, peligro... Esconder...
Siguio corriendo aterrado, sin idea alguna de a dónde se dirigían, ella sólo trataba de mantener el paso del chico, algunos monstruos trataron de alcanzarlos, pero la enfermera se defendía como podía con la rama. Cruzaron por un pueblo, la joven llegó a escuchar el llamado del doctor, pero el albino se negaba a detenerse, cruzando una enorme puerta de madera que se cerró apenas cruzaron hacia lo que parecía una mansión.
Pasaron de largo y llegaron a otro edificio más cercano, Leslie ayudó a Jenifer a apoyarse de una carreta cercana al edificio, permitiéndole descansar su pierna herida por un rato, siendo que no habían monstruos en la cercanía. La chica tomó el momento para revisar su herida y desinfectarla con lo único que tenía a mano, su botella de alcohol, el ardor fue menor, pero seguía siendo intenso.
-Carajo... Leslie, no podemos seguir huyendo así. Ese hombre quería ayudarnos.
-Peligro, peligro, peligro...- no escuchaba, solo temblaba y murmuraba.
-Leslie... Ven, toma mi mano...- ella extiende su mano, a lo que él la toma con cuidado.
-¿Jeni... Molesta?
-No... No estoy molesta, pero sí preocupada. Entiendo que estés asustado, pero debemos tratar de mantenernos a salvo ¿Entiendes?
-... Azul, azul... Jeni... Peligro... Lejos... Ir, lejos... Azul...- fue lo único que Leslie logró contestar, mirando la cinta en su muñeca.
-Es lindo que aún conserves la cinta azul.
-... Ayuda, calma... Jeni ayudar a Leslie... Azul...
-Sí, hago lo que puedo para ayudarte y siempre lo haré ¿De acuerdo? Debo y quiero mantenerte a salvo.
-Jeni, linda... Azul... Azul... Azul...
-Sí, eso es... Tranquilo... Yo estoy aquí, cojeando, pero estoy aquí...
-No, no, no... ¡Ayuda! ¡Ayuda!- Leslie agarra a Jenifer y corre dentro de la casa.
-Leslie, espera.
-¡Jenifer!
Jenifer logró reconocer la voz del doctor, pero no lograba convencer a Leslie de volver, algo no estaba bien, pero no sabe qué es, fueron escaleras abajo, escuchando pasos en la madera sobre sus cabezas, lo que ponía más nervioso al chico. Entonces llegaron a un callejón sin salida, él comenzó a quejarse y se escucho una puerta abrirse, para luego ver tras la cortina a Castellanos y a Jiménez.
-Ayuda, ayuda, ayuda.
-¡Leslie! Gracias a Dios. El Dr. Jiménez está aquí. Cálmate- Leslie intenta huir de nuevo, pero el doctor lo detiene.
-Doctor, creo que Leslie le tiene miedo.
-No digas tonterías, Milhard.
-Silencio, doctor, creo que alguien viene- dice el detective de pronto, Jenifer y Marcelo tratan de calmar a Leslie, para que no haga ruido.
-¡Hay alguien...!
-¡Cálmate!
-Leslie, estoy aquí...- Jenifer le susurra, tomando su rostro con suavidad para no asustarlo -En mano llevo la llave... Un cofre que parece una boca... Y un tesoro en forma de palabras... El silencio es oro... Los susurros son de plata... Y el gran diamante es la mente que las forma...
-Este lugar es una ratonera ¿Queda algún lugar seguro?
-No lo veo muy probable.
-... No puedo salir... No puedo...
-Respira, Leslie. Estamos juntos ¿Sí? Yo te cuido, saldremos de esto juntos.
-Jeni cuida... Jeni cuida... Esconder Jeni... ¡No puedo escapar! ¡No puedo!- los cuatro salieron al pasillo, pero las escaleras habían desaparecido, dejando en su lugar una pared de piedra.
-¡Ya no están! Debemos estar perdiendo la cabeza.
-Perdiendo la cabeza... Perdiendo la cabeza... ¡Perdiendo la cabeza! ¡Perdiendo la cabeza! ¡Perdiendo la cabeza!
-Leslie...- Jenifer trata de llamar su atención, parecía en trance. En ese momento, una figura encapuchada de blanco se aparece en el pasillo.
-¡Oh, Dios! ¡No...! Ruvik... Eres tú...- Leslie comienza a gritar, sosteniéndose la cabeza.
-¡Aaaaah! ¡Aaah!
-Leslie- Jenifer trato de darle apoyo, maseajeando su cabeza -Respira ¿Qué te duele?
-¿Y tú quién carajo eres?
-¡No! ¡No te acerques a él!
Haciendo caso omiso, Sebastián se acercó a Ruvik, el pasillo comenzó a cambiar, tanto el doctor como Castellanos desaparecieron. Jenifer no entendía que estaba pasando, pero su prioridad era proteger a Leslie, por lo que solo pensó en tratar de encontrarse con ellos más adelante. Ambos avanzaron por el pasillo, encontrando lo que parecía una navaja de bolsillo, por lo que la chica la tomó y siguieron su camino hasta llegar a la puerta, ahora estaba segura, ya no estaban en ese viejo edificio.
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