Mañana

—¿Podemos jugar a: "Quién se queda callado más tiempo con los ojos cerrados"?

Lovino me había bombardeado con preguntas desde que puse el primer pie en la habitación. Sólo tuve ganas de explicarle la decisión que habían tomado sobre el festival.

—Tu música es aburrida, ¿cuándo lo vas a entender?


Gruñí.

—Yo empiezo el juego. A la una, a las dos...

—Está bien, pesado, me callo. Hasta mañana.


A la mañana siguiente me levanté antes de que el ente preguntón se despertara y salí a caminar un poco antes del desayuno.

Mi primera "sesión educativa sobre teatro musical" había sido tranquila y placentera. Ella prefirió no bombardearme con información y simplemente tocó en silencio.

Un mundo nuevo se abría frente a mi, y yo me había negado a sacar el pasaporte.

Además Catalina salió bastante contenta, nada que ver con el humor que le había provocado nuestra torpeza un rato antes.


Pasé frente al dormitorio de las chicas y un grupito salía por la puerta.

—Ya saben: nada de hablarle a Cathy. Ya no es de las nuestras.

Sentí unas ganas terribles de gritar: "¡Gracias a Dios!". Pero era muy temprano para armar jaleo.

Avancé unos pasos para terminar retrocediéndolos, deteniéndome a unos metros de la entrada. Seguro que Catalina saldría sola, y sería mi culpa.


Pasaron quince minutos y ni sus luces. Empezaba a tener hambre. Finalmente oí unas risitas y al voltear miré unas chicas con claras expresiones de burla.

—¡Qué estúpida! ¡Todavía nos saluda!
—¡Piensa que le haremos caso!

Las chicas son tan crueles...


—¿Catalina?— Pregunté asomándome por la puerta, suponiendo que la vería.

Y sí, estaba ahí: pegó un brinquito y luego se limpió una lágrima lo más disimulada que pudo, para después sonreír y venir hacia mi.


—¿Qué hace un chico cómo tú en un lugar como este?— citó melodramáticamente —¿Vienes a ver a alguna novia?

—¿Novia? ¿Aquí? Nadie en esta Academia vale la pena para una novia.

—Wow. Gracias por lo que me toca.— agregó ya sin sonreír.

—No quise decir que tú eres como todas... ¡Tampoco quiero decir que tú sí vales para ser mi novia! Quiero decir que...

—Déjalo así. Eso me pasa por querer bromear contigo.


—Pasaba por aquí y pensé que estarías triste al salir sola.— expliqué, apenado.

—¿Triste? Para nada. ¿Quién necesita a esas tontas?— respondió forzando una sonrisa deprimente.

—Te ves triste.

Resopló.

—Estaba cansada de ellas. Pero sí estoy triste. Pensaba que...— desvío la mirada, apenada.

—Vamos, tal vez después de desayunar tengas ánimo de contarme.— atajé, empezando a caminar —Y si no, no es de mi incumbencia.


—¿Te molesta si te presento a mis amigos?— pregunté cuando llegábamos al comedor.—¿¿¿¿Tienes amigos????
—Puedes desayunar sola si sigues de sangrona.
—Okeeey. Perdón.

Busqué a los demás con la mirada, Feliciano se dio cuenta y levantó la mano, bajándola un segundo después. Al parecer había recordado mi estrepitosa retirada anoche después del desastre.

—¿Vienes?— pregunté señalando la mesa.
Catalina asintió.


—¡Ciao, Roderich!— saludó Feliciano con una sonrisa radiante —¡Ciao, Cathy! ¡Me alegra mucho que no estén enojados conmigo por lo que hice! Kiku me regañó gran parte de la noche, veeee~

—No te preocupes, Pequeño Feliciano, en realidad me hiciste un favor.
—Pero ahora no tienes amigas.— se burló Lovino.
—¡Hermano, no seas malo! ¡No molestes a Cathy!
—Si estás aquí tu intención debe ser que ahora seamos tus amigos. Pero si te trajo Edelstein empezamos mal: ni siquiera sé si él es mi amigo.


Feliciano empezó a reclamarle a su hermano sobre porqué nunca tomaba en serio sus peticiones, así que tomé la mano de Catalina y la miré, esperando que entendiera mi petición de huída. Caminó disimuladamente hacia la comida y simplemente me dejé guiar.

—Voy por los cafés.— declaré zafándome de su mano tras notar que todos alrededor nos miraban y empezaban a cuchichear.

Cuando regresé, Catalina ya no estaba.


—¡Roderich! ¿Dónde estabas? ¡Se llevaron a Cathy!

—¡¿Qué?!— exclamé al ver a Feliciano y Lovino frente a mi, bastante consternados.

—Unos chicos la rodearon y la saludaron, ella se fue con ellos con su sonrisa habitual pero al pasar por nuestra mesa nos miró con desesperación... Ludwig fue tras ellos, espero que disimuladamente. Y Kiku fue a bsucar a Kirkland.

—¿Van a hacerle daño, Roderich?— preguntó Feliciano con angustia.

—¡Sucias y cobardes!— grité con todas mis fuerzas, logrando que todo el comedor volteara hacia mi —¿Me escuchan? ¡Son unas sucias y cobardes!


No recuerdo qué hice con los cafés. Recuerdo que salí corriendo del comedor.

—¡Edelstein! ¡Ni siquiera sabes a dónde vas!

—¡A revisar toda esta pinche Academia de mierda!

No escuché nada más, lo único que sonaba en el universo era 30/90, primero como si lo tocaran en una difusa lejanía, luego cada vez más fuerte, cada vez más rápido.


"Óyeme tú, Larson: si estás en el cielo o a dónde sea que se vayan los compositores de musicales al morir, más te vale que me guíes a ella ya que estás invadiendo mi cabeza." repetía mentalmente mientras corría con una velocidad de la que no me sabía capaz.


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Hola.

Seguro que no es canon, pero al ser tan inocente, creo que Feliciano sufre lo mismo que sufrí yo: empezó la escuela un año menor que el resto y por eso está atrasado socialmente en algunas (muchas) cosas... seh... no era lindo. En fin: por eso Catalina lo llama "Pequeño Feliciano".

Y.... lamento las groserías... en realidad no... :v


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