Inesperado

Figúrense el susto que me metí al despertar en una habitación desconocida.


Estaba a punto de levantarme pero al primer movimiento de mi pierna sufrí un calambre por la posición en que me había quedado dormido.

No pude evitar quejarme ruidosamente.


—¿Qué pasa?

—¿Catalina?— pregunté, recordando donde estaba. Había dormido en una habitación de chicas. ¡Qué bochorno!

—Sí, soy yo. ¿A quién esperabas?— sonrió burlonamente.


—No habías desayunado, debiste dejarme aquí.— traté de desviar el tema de haberme dormido en la cama de una mujer, mientras luchaba por sentarme con el calambre torturándome.

—Claro que no, ¿cómo iba a dejarte después de lo que hiciste por mi?— se estiró para alcanzar una lata de galletas en el buró junto a su cama y me la pasó —Deberías comer tú también.


Sin duda el hambre me había despertado, llevaba tanto tiempo sin comer que sentía como una piedra clavándose cada vez más profundo en mi estómago.

—¿Tienes agua?— pregunté apenado —Las galletas secas me van a dar náuseas con lo que siento aquí adentro.

—Oh, sí.— se levantó corriendo y sacó del armario una botella de agua. La abrí tratando de no lucir desesperado pero sin pensar me bebí la sin parar.


—Te debo un agua. Y unas galletas.— dije sacando una.

—Te debo mi dignidad.— murmuró sin mirarme, con una profunda melancolía.

—¡Se empareja un poco el asunto al quedarme dormido en tu cama!— Sonreí. Era increíble sentirme cómodo con lo que había sucedido hacía... ¿Cuánto?


Saqué mi celular y me sorprendieron dos cosas: se acercaba la 1 pm y tenía un montón de mensajes y llamadas perdidas.

—¡Nunca había pasado tanto tiempo sin comer en la vida!— exclamé mientras desbloqueaba la pantalla —Recuérdame hacer un donativo a la UNICEF o alguna otra sociedad contra el hambre infantil. Es horrendo.


Catalina rió. Yo me retaqué la boca con galletas mientras checaba el grupo. Todos los mensajes preguntaban dónde estábamos, cómo estábamos y por qué no contestaba.

—¿Está todo bien?— preguntó mi salvadora de la inanición —Perdón por hacerte perder tiempo durmiendo, ¡es que te veías tan en paz!

—No pasa nada.— me sentí mal de oírla pedir perdón —Me durmió tu Malcolm Gets, ¿qué te dice eso?

—Que es genial.— sonrió. —Un día que no estés cansado y hambriento tendrás que oírlo de nuevo.

—Está bien.

¿Quién diría que estaba aceptando?


—Faltan tres horas de clase. ¿Qué hacemos?— No quería regresar a clases. Tampoco quería ir a buscar algo más nutritivo. De hecho quería quedarme ahí, por más que mi cerebro me decía que no era prudente ni caballeroso.

—Puedes volver a dormirte.— dijo con toda naturalidad, recostándose sobre su almohada.

La miré. Preguntándome cómo podía sentirme cómodo con todo esto. Por lo visto ella también, había cerrado los ojos y sonreía tranquilamente.


"Estamos bien. Comamos juntos a la salida. Les aviso donde." respondí en el grupo.


Me quité los zapatos, me recosté quedando de frente a Catalina, y abrió los ojos al sentirme cerca.

Sonrió.

La envolví en mis brazos.

Recargó su rostro en mi pecho.

Nos quedamos dormidos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top