Encuentro

Por un lado sabía que las cosas no debieron suceder así, que estuvo mal contarle a los demás, que Catalina debía sentirse fatal y posiblemente era el único que la comprendía.

Por otro lado seguía sin asimilarlo todo y no tenía ganas de convivir con quien me causaba semejante desasosiego.


Pero al darme cuenta ya estaba caminando hacia el auditorio, supuse que mi intuición me estaba diciendo qué hacer y debía obedecerla.

¿No son las mujeres las de intuición infalible? Mi intuición masculina podría estar apendejada.


Encontré la puerta trasera entreabierta, y una música que no podía distinguir me llamaba desde el interior. Era un sonido triste y profundo, que me hizo sentir una melancolía ajena.

https://youtu.be/xhUGWzluIVo

Tragué saliva, ¿y si Catalina era una sirena que me atraía a la tragedia con su música?

Obviamente no me iba a comer, pensaba en tragedias más reales: que todos pensaran que soy igual a ella, que su frivolidad fuera realmente contagiosa, que pase de ser mayormente ignorado a bulleado por toda la academia, que... que... que de hecho resulte mejor pianista que yo...

Me di cuenta de que estaba de pie con la mano en la puerta, sin moverme, como un estúpido, no podía quedarme así. Era la última oportunidad: entrar o huir.

La tragedia o la indiferencia.

Me estaba azotando demasiado, que pasara lo que tuviera que pasar.


Entré y seguí la música, su sonido se incrementaba y penetraba cada vez más en mi corazón. Me decía que era lo correcto.

Llegué al escenario, me detuve en la pierna que miraba hacia las teclas del piano. La espalda de Catalina estaba inclinada hacia él, pensé en un lobo herido, caminando con las fuerzas que le quedan, aún orgulloso, aún bello, pero no quedaban las pisadas de un lobo si no esa música triste.

Me quedé en silencio, como si un sonido apenas fuerte hiciera que la música se fuera para siempre, hasta que la pieza terminó. Miré a Catalina temblar un poco mientras se llevaba las manos al rostro, en un movimiento que supuse limpiaba algunas lágrimas.


—¿También es de Larson?

Fue lo único que se me ocurrió preguntar.

Catalina se enderezó en el banquillo como si le hubieran dado una descarga eléctrica, repitió el movimiento en su rostro y volteó a mirarme, sin expresión alguna.

—Jason Robert Brown. Es mi compositor de musicales favorito.

—Ah...— musité, impactado porque otra vez me había conmovido una pieza de musical y por no recibir la mirada de enojo o reproche que esperaba.


—Lamento... Lo que pasó allá.— dije, dando un paso hacia el frente y quedándome ahí, esperando que lo entendiera como una petición de paz para acercarme.

—No pasa nada.— atajó.

—¿Entonces porqué estás triste?— insistí —Vamos, Catalina, ya oí a tu Larson y ahora a tu... ¿Robert Brown, dijiste?— asintió con la cabeza —Debes saber que ya no puedes mentirme. Ya escuché la música que habla a tu corazón.

—Mierda, es cierto.— dijo sonriendo —Estoy totalmente expuesta cuando hace sólo un par de horas nos dirigimos la palabra por primera vez. ¿Y ahora qué hacemos?

Me quedé atónito. Lo había entendido: el lazo que se forma instantáneamente al escuchar la música favorita de alguien.


Exhalé un suspiro de resignación: estábamos atrapados uno con el otro, en esta escuela donde nadie más entendería el porqué.

—¿Quieres tocar?— me preguntó, acomodándose para levantarse.

—¡No, no!— la detuve —Estoy un poco cansado.

Bajé del escenario y me senté en una butaca de la primera fila mientras Catalina tocaba la misma tecla una y otra vez, inclinada casi hasta tocar el teclado con la nariz. Parecía un gatito. Un gatito deprimente.


—Dime.— le pedí para que se distrajera —Larson y Robert Brown, ¿son compositores activos?

—Jhonny no.

Me sorprendió la naturalidad y ternura con que pronunció "Jhonny", como si hablara de un amigo muy cercano y no de un compositor que seguramente no había conocido nunca.

—Falleció cuando tenía 35 años. Sólo hay dos musicales con su música.

Pensé en lo terrible que debía ser para un amante de los lo musicales, y por otro lado me aguijoneó la duda de porqué alguien amaría los musicales.


—Creo que voy a tardar en quitarme los prejuicios sobre el teatro musical.— expliqué. Si ya estaba de mal humor era mejor tocar el tema y no estropearle el humor cuando estuviera de buenas.

—Es normal, Edelstein.— dijo sin inmutarse —Pero no es imposible. Yo puedo ayudarte pero debes ser honesto: ¿Quieres quitártelos o no?

Me quedé pensándolo unos segundos. Ella empezó a tocar. Yo volví a sentir.

—Sí, sí quiero.

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Phew... estoy actualizando súper mal en cuanto a fechas se refiere, ¿verdad? Lo siento DX

El video es una versión a piano de "Still Hurting" del (tan maravilloso y perfecto) musical The Last Five Years, de Jason Robert Brown que efectivamente es mi compositor favorito.

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