XIV. Sensum
El día fue tranquilo de forma que era de esperarse. Todos estaban ansiosos para la ejecución de hoy, aunque el miedo se podía oler de alguna forma aterradora entre las masas.
Las ejecuciones no hacen más que asustar a la gente. Es una forma de hacer que los campesinos estén bajo la voluntad de la Iglesia. Y cuando una ejecución está a punto de ocurrir, los campesinos se apañan en pagar el diezmo a tiempo.
Sí, es una forma de mantener el control.
Hoy era el turno de una pobre mujer acusada de brujería. La estaca ya estaba puesta a mediodía y varios campesinos ponían madera y paja.
Fue acusada injustamente, como siempre. Pero, desgraciadamente, no estaba aplicando plantas medicinales como siempre sucede con una supuesta bruja, es más, yo creo que ni conocía de ellas. Lo que en realidad pasaba era que uno de los miembros del clero se había enamorado de ella, sin embargo, ella ya tenía prometido y no quiso dejarlo cuando se le ofreció. Eso desató la furia de aquel hombre, quien la acusó de brujería, una de las peores acusaciones.
Estuve presente en algunas de las torturas que infligieron en ella, y está por más decir que me sentía el peor hombre en la tierra por estar ahí. La pobre terminó rota de la mente, igual que varios de sus miembros y con su intimidad destrozada.
Y grande es mi suerte. Me tocó sacarla de su celda cuando la hora de su ejecución llegó.
Empezaré quejándome de las celdas. Eran subterráneas, bajo el suelo de la Iglesia. ¿¡Quién iba a pensar que debajo de algo tan "sagrado" ocurriesen estas barbaridades!? El olor a humedad, a sangre y a podrido estaba impregnado en las viejas paredes de piedra.
Los gemidos de dolor y desesperación inundaban mis oídos y los cuerpos sucios y putrefactos se amontonaban en varias celdas. Hombres y mujeres de todas las edades no paraban de maldecir o rezar.
Yo no pude dirigirles mirada alguna. La mantuve al frente, haciéndome de oídos sordos ante los insultos que algunos me gritaban o ante los ruegos de seres llenos de desesperación.
Llegué a la celda en donde estaba la mujer arrinconada, abrazándose a las piernas.
No había otras mujeres u hombres en su celda, sorprendentemente. Escuché a un guardia decir que a veces iba el hombre que la acusó... y creo darme una idea del porqué tiene una celda para ella sola. Vaya cerdo...
- Que Dios se apiade de tu alma, bruja- le susurré, sintiendo amarga mi lengua.
Me acerqué a ella y la tome del brazo con cuidado de no lastimarla más. Ella no forcejeó ni gritó para que la soltara, sólo siguió rezando de forma ilegible.
La saqué de los calabozos. Volver a oler el aire fresco fue un alivio para mí, pero no para la mujer, de la cual su nombre no recordaba. Sus rezos aumentaron de volumen, al igual que sus sollozos.
Me dirigí hacia la parte trasera de la tarima, donde mi tío Stan me esperaba al lado de su hermano.
Les di a la chica, quien dio un pequeño indicio de forcejeo cuando mis tíos la tomaron de los brazos con brusquedad y asco. La subieron a la tarima ayudándose de los escalones, con tortuosa lentitud.
Al instante en que estuvo la acusada arriba, toda la multitud de campesinos como espectadores ansiosos de sangre comenzaron a gritar.
Yo, al igual que otros del clero, me dirigí a los lugares destinados para nosotros. Pude llegar a tiempo para ver que mis tíos la estaban atando a la estaca mientras ella sollozaba en latín. Decidí ver hacía los campesinos al sentir mis ojos escocer, y creo que fue peor.
Era simplemente deprimente ver como algunos veían horrorizados la escena, pero se veían obligados por los mismos campesinos a gritar insultos a la mujer a punto de morir. Otros sólo gritaban divertidos, humillando al pobre ser que se encontraba sollozando, y desgraciadamente, era la mayoría.
Deseo acostumbrarme a ver aquella escena conforme pase el tiempo.
Mi ojos recorrieron a todos los campesinos, y paré al ver a un hombre rubio, de ojos celeste, extremadamente apuesto y de rostro conocido, que estaba rodeado de mujeres coqueteandole. Mi corazón dio un vuelco al reconocer que era Bill, y mis sospechas fueron correctas al él guiñarme el ojo como siempre lo hace.
Después de segundos de estupefacción, fruncí el ceño al verlo rodeado de mujeres, y peor aún, prostitutas quienes no querían más que tenerlo una noche entre sus piernas. Maldije de formas que ni yo conocía.
Le di la espalda a los campesinos, y me enfoqué en la mujer ya atada.
- Se te acusa de pactar con el maligno, del que su nombre no se debe decir. Has actuado mal contra la Iglesia y contra Dios al practicar brujería. Has negado el redimirte- por fin la mujer habló, interrumpiendo al hombre causante de esto.
- ¡Ustedes no me dejaron redimir!- gritó con desesperación.
El hombre torció el gesto y frunció el ceño.
- Basta de tus artimañas, bruja. No caeremos en tus engaños- dijo- Que Dios se apiade de tu maldita alma
El sacerdote ahí presente comenzó a rezar mientras mi tío Stanford se acercaba a la estaca con una antorcha prendida. La tiró en la paja, cerca de los pies de la mujer.
Todo fue tan lento que tuve que desviar la mirada más de una vez.
El fuego se propagó con rapidez en la paja, rodeando a la supuesta bruja en llamas. Sus gritos llegaban hasta lo más recóndito de mi ser, y el humo llenó mi pecho hasta hacerme toser.
Y el olor a carne quemada era algo que no era fácil de soportar. Quise vomitar, pero me tragué aquel sabor. Tenía que aguantar. Tenía que demostrar que esto no era nada para mí, que podía soportar la expectación de este castigo y de peores. Mi tío Ford me lo decía muchas veces al yo, cuando era pequeño, vomitar al ver cada ejecución. Jamás me alzó la mano, pero lo hubiese preferido al comparar su mirada llena de repulsión con la que siempre me miraba.
Tragué el nudo de emociones que se había formado en mi garganta ante los recuerdos bombardearme.
Obligué a mi mente a enfocarse en algo que no fuera el olor, pero era imposible. Quise vagar por mi mente como a veces acostumbro, pero no tuve éxito alguno.
Al fin, después de unos minutos que parecieron eternos, los gritos se callaron de súbito y sólo el hedor y el sonido de la carne quemarse con las llamas era lo que sobraba.
Después de unos instantes de estupefacción, el sacerdote anunció el destierro del mal de nuestras sagradas tierras. Y seguido de eso, se apagó el fuego, mostrando un cuerpo carbonizado y sangrante como única muestra de nuestra crueldad e injusticia.
Vi de soslayo al hombre que la condenó, esperando encontrar al menos una pizca de remordimiento. Sin embargo, su semblante estaba limpió de culpa, y sonreía con satisfacción. No me fue sorpresa, he de decir.
Me pregunto si en realidad los verdaderos demonios no son de ojos ámbar y de traviesa sonrisa, sino los seres que somos llamados entre nosotros como hijos de Dios.
*~*
A veces pedía que Bill se metiera en mi mente, aún cuando sabía lo horrible que era la sensación.
Cansaba tener que escuchar sus repetitivas preguntas y soportar la vergüenza de responderlas.
- ¿¡No tienes suficiente conmigo, imbécil!?- le grité, sintiendo mi rostro sonrojar. Empujé su pecho- ¡Descarado demonio perverso!
- ¿Es en serio que estamos teniendo una escena de celos?- Bill viró los ojos- Te creía mejor
Apreté mi quijada y volví a empujarlo.
- ¡Llámalo como quieras, imbécil! Uno no puede cambiar la naturaleza de un demonio si es con ella con la que ha sido creado
Antes de que volviera a empujarlo, el tomó de mis muñecas, impidiendo moverme. Lo hacía con una fuerza tan abrasadora que pensé que podría romperme las manos.
- ¡Suéltame!- grité, retorciéndome- Me lastimas
Soltó un poco su agarre, pero no completamente.
- ¿Sabes que te amo?- preguntó.
- ¡No, no lo sé! ¡Y no te creo!
Él sonrió con ternura y me besó. Fruncí más el ceño, mientras me retorcía más.
- No me beses- dije contra sus labios- No servirá para cubrir tus engaños
Él se separó de mi lentamente, como si no quisiera hacerlo.
- ¿Qué engaños, mi cielo?- preguntó.
- No te hagas el inocente, demonio- gruñí- ¿Crees que no te vi estar rodeado con esas prostitutas? ¿Estuviste entre sus piernas, verdad? A esas mujeres no les importa nada más que agarrar a algún hombre apuesto
El rió con fuerza, haciéndome enfurecer más.
- ¡Lo sabía!- exclamó- ¡Estás celoso!
No pude replicar nada al ver su rostro lleno de felicidad y ternura, viéndome con devoción y amor.
- No deberías de estarlo- susurró, sin esperar a que yo rezongara- Tú eres el único al que amo, y al único al que veré como lo más precioso y puro que pueda existir en esta tierra llena de monstruos. Esas mujeres sólo se me pegaron, pero las rechazaba incansablemente. Ya sabrás que tan molestas son al no conseguir lo que quieren, por lo que seguían insistiendo... No hice nada con ellas, te lo juro
El enojo se esfumó lentamente de mi cuerpo, y lo único que permanecía era la vergüenza.
- ¿Cómo sabré que tu juramento es real?- pregunté, viendo a sus ojos oro.
- Porque lo es- respondió, soltando mis muñecas. Abracé su cuello y él acarició mi mejilla, mientras sonreía- Nada podrá quitar mi alma de la tuya
- Espero que lo que dices es real- susurré, lo que escuché como un ruego.
-Claro que lo es- y dicho esto, invadió mis labios con los suyos.
Como siempre, me perdí entre sus besos y sus caricias. No tuve noción del tiempo ni de dónde estábamos. No me percaté de cuando estábamos en la cama recorriendo nuestros cuerpos con ansia de sentirnos más.
Bill tomaba de mi cuerpo con el mismo cuidado de siempre. Lo acariciaba sutilmente como si al presionar demasiado me pudiera romper. Sin embargo, esa gentileza se desvanece para dar lugar a la rudeza.
Al estar dentro de mí, su esencia ansía llenarme por completo. Y yo también lo ansío, deseando con mi alma que fuera eterno y rápido, aquellas contradictorias verdades que me hacían perder la cabeza.
Tanta era nuestra necesidad que nos aferrábamos sin piedad alguna, rasguñandonos y haciéndonos sangrar. No había resentimientos ante eso, sin embargo.
Él amaba que dejará su espalda llena de rasguños y yo añoraba sus dientes rasgar mi cuello y mis labios.
Regresaba a mis sentidos cuando me encontraba perlado de sudor entre los brazos de Bill, los dos sintiendo la piel del otro rozarse con la propia. El demonio al que amaba tanto me besaba y decía palabras tan hermosas que parecían acariciar mis aún constantes penas y tormentos. Y yo estoy siempre tratando de hacerle notar mi amor.
La destrucción se acercaba lentamente.
El olor a azufre invadía el lugar.
La sangre se escuchaba en cascadas.
El humo de las llamas se acercaba peligrosamente a nosotros, sin sigilo alguno.
El demonio se convirtió en un ámbar brillante, ya no en oro.
Su aura siempre relajada se tornó hostil de una pincelada.
Su expresión deliciosamente amable y traviesa se tornó en una cruel y furiosa como la tormenta caer sobre el mar.
Yo no hice más que aferrarme a él antes de que se apartara.
Me desperté al verme privado de la calidez de Bill. Abrí los ojos lentamente, acostumbrándome a la luz matutina.
Lo primero que vi fue a Bill a punto de salir de la habitación con prisa.
- ¿Bill?- llamé.
Logré atraer su atención a mí y me sonrió ampliamente.
- Buenos días- se acercó a la cama y me besó.
- ¿A dónde ibas?- pregunté, acariciando su mejilla.
- Al Infierno- respondió y no hice más que reír.
- ¿A dónde vas, Bill?- repetí, divertido.
- Al Infierno, en serio- dijo de nueva cuenta- Hay algunas situaciones extrañas ocurriendo ahí... me tengo que ir
La alegría que siempre surge en mí al estar a su lado se desvaneció completamente por primera vez en todo el tiempo que he amado con él. La desesperación me invadió de forma abrumadora.
- ¿Me vas a dejar, Bill?- pregunté con voz quebrada. Tomé con mi mano temblorosa su muñeca, quizá como medida de seguridad para que Bill no saliera. No lo sabía con exactitud, el miedo controlaba mis acciones- ¿Qué hice mal?
Su rostro se convirtió en una mueca de estupefacción.
- ¿Pero qué dices, Dipper?- preguntó.
- No me dejes, Bill. ¿Qué haré yo sin ti?- susurré.
Su mueca cambió a una llena de ternura al pasar unos segundos. Me acercó a él y me abrazó, acariciando mis hombros y espalda.
- No te dejaré, mi cielo- susurró- Te amo tanto que sería mi perdida dejarte. Iré y regresare, te lo juró. Espero llegar hoy mismo
Levanté mi vista hacia él y sonreí aliviado. No sentí vergüenza alguna al demostrarle cuánto lo necesito y amo.
¿De qué avergonzarme?
Aunque, de alguna forma, mi cuerpo siente un peligro del cual desconocía, y presiento que Bill aún no lo siente...
...Yo no hice más que aferrarme a él antes de que se apartara...
•~•~•
Hola, estrellitas!!! La Tierra les dice hola!!! ♥♥ (⌒▽⌒)
Puesh aquí yo, molestando a altas horas como ya es mi maldita costumbre.
En lo personal, este capítulo es uno de mis favoritos (pero no mi favorito que ya se está acercando c:). Este juicio me voló la cabeza, pero me encantó cómo quedó.
¿Qué les pareció, estrellitas mías?
LO BUENO ESTÁ POR VENIR, ABROCHENSE SUS CINTURONES.
En serio, no tendré piedad (? :v
ENN FIN
Ah sí, recuerden que aún hay cupo en el grupo de Whatsapp por si quieren pasar ratos agradables con la pasiva de alguien ;v
Mushos abrashosh ashfixiantesh y beshosh baboshotesh!!!!♥♥♥
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