III. Daemonium visio electri


Mis sentidos seguían paralizados y me sentía caer al ver sus brillantes ojos ámbar.

Sus alas se escondieron detrás de su espalda, mientras peinaba su rubio cabello hacia atrás.

Estaba manchado de la sangre que habían lanzado los que lo invocaron, pero eso no le disgustaba en lo más mínimo, naturalmente. 

Estaba desnudo, con su piel cobre reluciendo a la luz de la luna, mostrando un cuerpo que es digno de ser una blasfemia ante las pinturas de Cristo.

Y no dejaba de sostenerme la mirada, para mi buena o mala suerte.

- Pero si es Mason Pines, el sobrino de Stanford y Stanley Pines, los mejores miembros del clero- habló una mujer, bajando su capucha. Era rubia y de ojos castaños, los cuales me veían con furia- ¿Qué harás? ¿Decirle a tus tíos para que nos quemen en la hoguera?

- Claro que sí, así es su maldita naturaleza de santos- habló otro hombre, quien tenía su rostro oculto- A menos que lo matemos antes, claro esta...

Sólo hasta ese momento pude salir de mi trance.

Me tragué el nudo en mi garganta que se había formado a causa del miedo. Me enderecé y los encaré.

- Pensé que esto no existía- les dije.

- Pues ya ves que sí- respondió la mujer- Somos brujos uhh

Todos comenzaron a reír, menos yo y el demonio, quien no dejaba de mirarme.

El que se burlaran de mí me molestaba de la misma forma que me molestan los actos de crueldad de mis tíos.

- No me interesa lo que estén haciendo- dije, cruzándome de brazos- Sin embargo, sí me interesa cuando lo hacen cerca de uno de los territorios de los Pines

- Tan egoísta como es de esperarse de tu familia- dijo otro hombre de ojos y cabello azabache- Serás buen sacrificio para nuestro amo y señor. A fin de cuentas, bien se sabe que conservas tu castidad

Fruncí los labios mientras sentía la sangre subirme a la cabeza.

Todos los invocadores caminaron hacia mí. Sacando armas, como dagas y espadas, de sus túnicas.

Maldije para mis adentros cuando, al mirar a todos lados, me di cuenta que me estaban rodeando.


Esta no es una forma en la que quería morir. 


No quería terminar como sacrificio.


Todos se acercaban a mí como animales viendo a su presa.

Maldije para mis adentros, pero no imploré por ayuda o clemencia. Me atendré a las inesperadas situaciones que nos tiene el cruel destino.

" ¿Quieres respuestas?"

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al escuchar una voz en mi cabeza, ajena a mi propia mente.

Era una voz aterciopelada y profunda. Pero tan intimidante y poderosa que hacía querer tirarte al piso a gritar de horror.

Al instante volví mi vista hacia el demonio ámbar, quien no había despegado de mí su mirada llena de diversión.

"Responde niño. El tiempo es valioso"

La misma voz volvió a resonar en mi cabeza. Tuve la certeza de que era aquel demonio que tenía en frente quien me hablaba, de una forma desconocida.

Respuestas.

Algo que he deseado tanto como los hombres la fama y el dinero.

Pero... ¿A costo de qué?

Los demonios son famosos por engañar a los humanos, utilizando los deseos que el alma conserva.

Y no dudo que este demonio actúe de la misma forma.

No negaré que se ve tentador. Pero aún así, mis deseos de tener respuestas son fuertes, pero más lo son aquellos que hacen mantener mi dignidad.

El viento apagó la flama de la vela, dejándonos como única iluminación la Luna y las estrellas. Tiré el pedazo de cera a mi lado al ya ser inservible.

Y me quedé parado en medio de aquella secta, que amables conmigo no lo serían.

No soy estúpido al pensar que tendré alguna oportunidad de salvarme, porque obviamente la diferencia era notoria. Y no gastare estúpidas energías intentando zafarme de aquel embrollo.

Todo sucede por algo, ¿no?

Me mantuve con la mirada en alto, sin bajarla. No soy estúpido como para enfrentarlos, pero tampoco cobarde como para no verlos ni aceptar lo inminente.

Vi como todos se abalanzaban hacia mí sin compasión.

Y esperé el ataque viendo hacia el hermoso cielo.

Pero jamás recibí nada. Ni un golpe, ni una acuchillada... seguía intacto.

Decidí dirigir mi mirada hacia los que sabía que iban a matarme. Sin embargo, ellos no podían matarme si ellos habían muerto primero.

- ¿Qué pasa...?- susurré, confundido. Vi horrorizado los cuerpos inertes de los hombres y mujeres, quienes mantenían asustadas expresiones plasmadas en su rostro por la eternidad.

- ¿No es obvio? Murieron- la misma voz que escuché en mi cabeza se escuchó a mi lado. Giré mi vista al instante, encontrándome con el demonio ámbar, quien me veía con burla- ¿Rezabas en los que parecían ser los últimos momentos de tu miserable vida?

Retrocedí dos pasos y lo vi con el ceño fruncido, erguido para demostrarle que no le tengo miedo. Aunque yo y él sabíamos por mis manos temblorosas que sí le temía.

Y creo que lo anterior lo hizo reír, claramente divertido.

- Yo jamás rezo. Si me tengo que morir, que sea así- le respondí.

- Interesante- susurró, viéndome de pies a cabeza- Estás más adelantado que lo que tu época permite. Sorprendentemente, perteneces al clero, y deberías tener la misma filosofía que ellos.

- ¿Qué es filosofía?- pregunté y él siguió riendo.

- Reflexionar sobre la vida, su creación y demás tonterías- respondió- Deberías creer en Dios

- No lo hacía- respondí- No hasta que te vi. Si existen demonios, han de existir ángeles y quien los lidere

- ¿Así que empezarás a rezar de ahora en adelante y aceptarás que todo fue creado por Dios?

No ha perdido su mueca divertida en toda la conversación que hemos tenido, como si él estuviera entablando una conversación con un bufón.

- No lo haré- respondí- Seguiré creyendo que todo no es creado por obra divina. Sé que hay algo que será verídico, que se podrá entender estando con vida, y no encontrando respuestas verdaderas cuando uno muere y va al cielo, y eso si no eres un impuro pecador...

El alzó una ceja y me observó otra vez de pies a cabeza, mientras su sonrisa se ensanchaba más.

Estiró su brazo derecho hacia mi dirección con la palma abierta, mientras un fuego azul la cubría.

- Hagamos un trato, niño- habló- Te ayudaré a entender todo con la ciencia y la razón, lejos de mitos. Sólo tienes que tomar mi mano, y te serviré hasta que yo crea que sea necesario


Casi en trance, estiré mi mano para tomar la suya y estrecharla.

Pero mi mente me gritó que parara. Que no fuera imbécil y cayera en una trampa.

- ¿A cambio de qué, demonio?- pregunté. Su sonrisa se ensanchó más.

- Eres inteligente, niño- dijo y acarició mi cabello. Sus dedos hervían al tacto de mi gélida piel- Mi recompensa será divertirme de cualquier forma que me plazca en tu mundo

- ¿Cómo qué?

- Alcohol. Sexo. Mujeres. Vicios. Provocar infortunios. O simples caminatas- al ver mi expresión de desconfianza soltó una carcajada- Ah por favor, tú y yo sabemos que no aprecias a tu pueblo.

Me quedé en silencio. Sabía que él esperaba a mi respuesta. No sabía cuales eran los límites de su paciencia, y no quería saber que pasará si la gasto.

- Te lo permitiré si no dañas a mi familia- dije y él rió.

- De acuerdo. Te daré conocimientos verdaderos y fuera de mitos a cambio de mi diversión, sin dañar a tu familia. ¿Trato hecho?- las llamas celestes en sus manos se alzaron más.

Tomé aire, mientras volvía a repasar los términos del trato, sus beneficios y posibles consecuencias. 

He de admitir que mi inseguridad no disminuía.

Pero obtener algo significa de sacrificios. 

Y si acaso arriesgarme con este demonio al hacer un pacto que únicamente asegura mi muerte es el único modo para dejar de vivir en la ignorancia... tomaré el riesgo. 

- Trato hecho


Estreché su mano con lentitud, temeroso ante el incierto futuro por primera vez.

Quizá tomaba una sabia decisión.

Quizá estaba yendo hacia mi perdición.

Y sea la consecuencia que fuera, ya no había marcha atrás.

El fuego recorrió mi brazo y el suyo. Después nuestro pecho y al final, el demonio y yo estábamos envueltos en llamas celestes. Increíblemnete, no quemaban: eran cálidas y gentiles como caricias.

El espectáculo celeste se esfumó, volviéndonos a sumir en la oscuridad.

- Así que te llamas Mason- dijo y vio hacia las copas de los árboles- No me gusta tu nombre. Te diré Pino

- ¿Pino? ¿Por qué has de llamarme como un árbol?- pregunté.

- Porque te conocí en un bosque de Pinos, obviamente- respondió- Llévame a tu casa, ¿sí? En las condiciones del pacto no decía que yo debería dormir como perro

No evité reír un poco mientras emprendía marcha hacia la casa de campo, con el demonio siguiéndome.

La casa estaba a oscuras, justo como la había dejado. Al abrir la puerta, tomé de una pequeña mesa un candelabro y lo prendí.

- ¿Los demonios no usan ropa?- pregunté al sentirme incómodo al seguirlo viendo desnudo.

- Claro que usamos. Sólo que en una invocación sólo aparece nuestra energía y cuerpo, y la ropa no entra en lo anterior- dio un chasquido y un fulgor dorado salió de su cuerpo, cubriéndolo. Cuando todo volvió a la normalidad, o a lo que queda de ésta, el demonio vestía con vestimentas de color amarillo que jamás había visto en mi vida. No le dije nada, puesto que ha de tener diferentes costumbres hasta en cómo vestir.

- ¿Cuál es tu nombre, a todo esto?- pregunté mientras prendía todas las velas de la estancia.

- Bill Cipher- respondió- Mucho gusto, Pino

- Me imaginaba que tendrías un nombre más complicado e inusual- dije.

- ¿Como Satanás o Lucifer? Esas son patrañas que inventaron ustedes. Los reyes del Infierno tienen otros nombres, los cuales no se tienen que mencionar a la ligera

- ¿Porque se invocan?- pregunté.

- No. Porque los pone de malas y a los demonios nos trae consecuencias su mal humor, y más los que somos cercanos a ellos

- Ah- susurré. Terminé de encender todas las velas de la estancia y me senté en una silla- ¿Necesitarás de una habitación?

Bill giró los ojos, en un fastidio divertido.

- Pues obviamente, Pino. No duermo en el suelo- respondió.

No le dije nada mas que me acompañara.

La casa cuenta con suficientes habitaciones como para albergar a una familia de doce con sirvientes, así que no hubo problema en darle una estancia.

Cuando le mostré su habitación, el negó varias veces con la cabeza.

- Yo quiero la habitación principal- dijo.

- Esa ya está ocupada por mí- respondí.

- ¿Estás enterado que con un solo chasquido puedo hacer explotar tu cabeza?- preguntó.

No negaré que me llegó a dar un poco de miedo. Pero no podía verme débil ante ese demonio, no cuando yo podría ser más embustero.

- Eso es mejor a ser torturado por la Iglesia- dije y fruncí el ceño- Está bien que seas un demonio, pero no todo gira en torno a ti. Esta es mi casa, tú estás de visita

Bill torció el gesto y frunció el ceño.

- Dejemos a la suerte decidir por nosotros- dijo- Dame una moneda, la que sea

Saqué de mi bolsillo una moneda de plata y se la tendí.

- Si sale cruz, es tuya. De lo contrario, me quedaré en la principal- dijo, y sonrió amablemente- ¿De acuerdo?

- ¿Cómo sé que no harás trampa, demonio?- pregunté, indeciso.

- Porque los demonios no jugamos con la suerte ni con el azar- respondió con seriedad- ¿Aceptas?

Asentí al ver su severa mirada. Él lanzó la moneda al aire sin vacilar y la volvió a atrapar en su mano. Abrió sus dedos lentamente, dejando ver la moneda.

Mi corazón comenzó a latir con desesperación y ansias. 

Aunque el tener confianza en ganar no es suficiente para convencer a la suerte de estar de tu lado.

- No es cruz...- susurré, sin evitar mostrar mi decepción.

- No, no lo es- secundó Bill y sonrió ampliamente- La habilitación principal es mía. Llévame ahí

Al menos un por favor sería amable de su parte.

Nos dirigimos hacia la habitación principal mientras escuchaba al demonio burlarse de mí en todo el trayecto.

No creo soportar esto mucho tiempo. Espero que haya alguna forma de romper el pacto si acaso este demonio me llega ha hartar de más.

Entramos a la habitación y él se adelantó. Pisó las hojas de mis investigaciones sin inmutarse y se acostó en la cama. Se estiró cual gato, cómodo en su lecho.

- Recoge todo, esto es un desastre- me ordenó y yo no evité virar los ojos. Sin embargo, no le negué. Junté las hojas junto con mis prendas sin desempacar.

- No sé si los demonios acaso duermen- dije, antes de salirme por fin de mi antes habitación- Sea lo que sea... Que descanses

El sonrió ampliamente cuando terminé de hablar.

- Será muy interesante convivir contigo, Pino- habló sin perder su sonrisa- Tú también descansa, que no la tendrás fácil conmigo. Vivirás un Infierno

No evité esbozar una sonrisa al entender su ironía. Sin decirle una palabra más, me alejé de la habitación y me dirigí a la mía, que en realidad era la que estaba destinada para Bill.

Me di el lujo de acostarme en la cama antes de que el amanecer llegara. Despertare tarde, lo tengo por seguro, pero no tomo demasiada importancia en ese pequeño detalle.

Algo estúpido de mi parte.

Tengo un contrato con un demonio, el cual es imposible de descifrar hasta ahora. Quizá no despertaré mañana, no cuando un demonio ya me habrá asesinado.

Todo era posible, y con más razón no debería ser tan confiado e irme a dormir tranquilamente.


Mi vida parece estar en una cuerda a punto de romperse.

Y debería temer por el futuro.

Pero he de aceptar que no tengo nada por lo que llorar mi quizá futura muerte.

El tratar con un demonio ámbar ha sido lo más interesante que he hecho en toda mi vida.

Y ha sido la llave maestra para la puerta que tanto he forzado abrir.

En donde, del otro lado, hay las respuestas que necesito a preguntas que he y no he hecho.

Quizá no me arrepiento de haber conocido a aquel ser de ojos ámbar.


Quizá...

~•~•

Hola, estrellitas!!! La Tierra les dice hola!!! ♥♥ (⌒▽⌒)

Lo sé, siempre actualizo extremadamente tarde. Aunque para mí sigue siendo Viernes :b

No me culpen, me entretuve viendo la serie del exorcista :v

Pero eso no importa UwU.

Bumm, dorito apareciendo a escena.

Quizás han de decir que vamos muy rápido, pero créanme que no. Aún así, no tendrá tantos capítulos como lo hizo Nada ha Cambiado uwu. Ya sabrán por qué, después...

Puesss creo que ya es todo...

El grupillo sigue estando con las puertas abiertas ante todos UwU.


Nos vemos el próximo Viernes un poco tarde UwU

¡☆♡Felices Fiestas estrellitas♡☆!

Mushos abrashosh ashfixiantesh y beshos baboshotesh!!♡♡

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