-Hay algunos bosques donde es aterrador escuchar algo. Pero en otros, es peor no escuchar nada.- Alastor explicó controlando su respiración, mientras sostenía su escopeta, arma escogida para la ocasión entre sus manos. Él estaba con su querida Charlie pegada contra su cuerpo, puesto que Alastor precisamente quería enseñarle a la rubia un poco del deporte de la cacería.

Charlie ladeo ligeramente la cabeza, tratando de dirigir mejor su oído...

-¿Y qué tipo de bosque es este?- Charlie preguntó en un susurró a su compañero de caza, al no poder escuchar nada en este bosque.

-El tipo de bosque donde tú te callas querida.- Alastor explicó secamente, aunque manteniendo su sonrisa usual en su rostro, antes de que Charlie pudiera decir lo siento (ante al aparente regaño), Alastor simplemente disparó el arma - Charlie pudo sentir el retroceso, especialmente fuerte contando su inexperiencia.

Los pies de la rubia resbalan un poco, pero Alastor la ayuda a recomponerse colocando una mano en su espalda un momento -¿Por que hiciste eso?- Charlie preguntó masajeando ligeramente los costados de su cabeza, todavía un poco sacudida.

-Ven, vamos- Alastor insistió a la rubia, casi arrastrándola para caminar unos cuantos metros más dentro del bosque, entre la maleza y los árboles - precisamente para que Alastor pudiera sacar de entre el suelo el cadáver del gordo pájaro al que disparó -¡Mira!- El cazador exclamó un poco orgulloso con su "logro".

Alastor con una sonrisa afilada en su rostro, extendió un momento una de las alas del pájaro (y sigue tocando con sus manos el cadáver). A veces parece más bien un gato guiado por sus instintos, jugando con la presa que acaba de cazar, más que un ser racional.
Realmente Charlie no entiende el deporte, pero está feliz de ver a Alastor contento.

-Lo voy a cocinar yo, si no te molesta.- Alastor comentó, sacando a Charlie de sus pensamientos.
-Seguro, adoro tu cocina- Charlie comentó entusiasmada por un nuevo plato de parte de su acompañante.