Tres

sí, me gustan las piñas coladas

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Después de deslizarme dentro de mis desgastados shorts, ponerme la camiseta de una banda y recoger mi cabello en una coleta antes de poner corrector debajo de mis ojos (gracias por las ojeras papá) y un poco de delineador, salgo de la cabaña, corriendo hacia el comedor.

Panqueques y fruta fueron depositados sobre mi bandeja mientras escuchaba la charla de chicas a mi alrededor. Stevie tuvo que sentarse con los otros consejeros y personal, ya que tenían que discutir cosas. Cada vez que miraba hacia ella y le soplaba un beso, me di cuenta que Harry me miraba con una extraña sonrisa en su rostro, la cual leí como "qué-rayos-por-qué-estás-soplando-besos-te-ves-chistosa-ja-ja."

Así que, en resumen, el desayuno no fue lo "más divertido". Fuimos enviados a "la cabaña del arte," de la cual aprendí que era sólo un gran edificio con pinturas al azar, cosas para pintar y otros suministros de arte. Mucha pintura.

En serio, había manchas hasta en el techo.

Dejé que todos fueran delante de mí en la fila para obtener lo que querían, para así poder tomarme tanto tiempo como me complaciera. Mis ojos se postraron sobre silicona y tablas de madera. Sonreí y agarré la pintura amarilla, azul y roja junto con pinceles, lista para llevarlos de regreso a mi asiento.

—H-hey—una temblorosa voz murmuró a mi lado. Giré a mi derecha para ver a Harry, con una sonrisa nerviosa en sus rosados labios—. Te conseguí algunos macarrones para pegar en tu proyecto—una sonrisa apareció en mi rostro, como si tuviera 7 otra vez. Reí y tomé la caja de su mano, agradeciéndole en silencio mientras una suave sonrisa se formaba en sus labios. Me alejé lentamente tratando de contener mi sonrisa. Caminé hacia la mesa, parándome junto a Stevie quien ya había comenzado a salpicar pintura sobre una tabla de madera que sería hecha para colgar como letrero.

—¿Qué? ¿Dónde conseguiste eso?—Stevie preguntó, mirando mi mano.

—¿Qué?

—Los macarrones. He estado quejándome acerca de la falta de tallarines en esta choza por los últimos tres años. ¿Los encontraste aquí?

—N-no. Alguien me los dio—murmuré con timidez, sentándome sobre el banco.

—¿Quién?

—Harry.

—Estoy bastante segura que el regalar macarrones es una propuesta de matrimonio en algunos países.

(...)

Me quedé frente al espejo, acomodando mi cola de caballo para asegurarme de no parecer un niño, cuando sentí que alguien apretó mi trasero.

—¿Pero qué..—miré detrás de mí en el espejo para ver un reflejo de Stevie riéndose como una maniática de cinco años por haber tocado mi trasero—. ¿Eso en serio gracioso?—le pregunté, sin emoción alguna. Ella continuó riendo, asintiendo con la cabeza—. ¿Si te agarro una bubi, también te reirás?—su cara cayó, y se veía totalmente sorprendida.

—Agarrar mi... oh Dios, no... yo..—estallé en risa, mientras ella permanecía de pie con ojos abiertos.

—Estoy absolutamente bromeando—respiré, tratando de regular mi respiración. Sinceramente me sorprendió haber dicho eso. Es decir, seguro he pensado cosas raras como eso, pero extaña vez discuto sobre una agarre de bubi. Tiene que ser una ocasión muy especial.

—¡Inspección de cabaña!—gritó una fuerte y estrepitosa voz.

—Muy bien niñas, oculten la droga—Stevie dijo, haciendo reír a todas. Caminé hacia mi cama, enderezando la almohada, hasta que algo llamó mi atención.

Puta madre.

Los tomé rápidamente, con mi respiración aumentando debido al asma—. Jess, ¿qué estás haciendo?—Stevie gritó—. Todas tus cosas está bien—ella parecía no darse cuenta de lo que estaba haciendo, hasta que di vuelta, con cerca de 13 condones en mis manos—. ¿Todavía los tienes?—ella chilló y asentí vigorosamente—. Escóndelos—miré a mi alrededor con pánico. Dejé escapar un pequeño grito cuando escuché el pomo, corriendo hacia mi cama los almacené debajo del colchón.

Me sentí como un niño de ocho años que encontró los playboys de su padre.

—Okie dokie, señoritas...—nadie menos que el mismo diablo en persona entró en la cabaña, con una sonrisa en su rostro. Me tomé el tiempo de mirar la camiseta estampada cubriendo su torso y una camisa a cuadros azul por encima. Pantalones cortos, al igual que los que ayer llevaba, sólo que mucho más coloridos, cubriendo la mitad de sus piernas—. Sólo una rápida inspección diaria regular. Para asegurar de que nadie tenga ningún armamento en su cajón de ropa interior—rió para sí mismo.

—Espera—Joey murmuró, mirándolo desde su litera, que estaba por encima de él—. No vas a mirar nuestra ropa interior, ¿cierto?—sus ojos se ampliaron, nerviosas palabras saliendo de sus labios.

—¡No! ¡no, no! no, por favor, no, no... no me refería a... no soy... no—todas intentamos no reír ante su obvio pánico para reducir el nerviosismo—. Muy bien, eh, por lo tanto, yo sólo voy a... subir por la escalera primero. Así qué, muévanse a un lado señoritas—lo vi subir la escalera, mordiendo mis uñas en nerviosismo. Sabía que él no podría encontrar los condones, pero aún así. E incluso si lo hacía, ¿se daría cuenta que son suyos, cierto? y si él nota que son suyos, entonces estaría en problemas por entrar en su habitación.

Mierda.

Tuvo una pequeña charla con las chicas mientras comprobaba que todo estuviera a las expectativas. También le explicó a Elle cómo no iba a ir a revisar nuestra ropa o bolsos. A ella no parecía importarle si lo hacía.

Una vez que bajó y caminó hacia mi área, mi corazón se detuvo (no literalmente, por supuesto. Estaría muerta.) y miró alrededor. Ni siquiera estaba segura de lo que él hacía, yo sólo miraba la cama.

—Uhh, ¿Jess? ¿qué pasa?—se rió, mirándome—. ¿Hay algo especial en la cama?—rió de nuevo, caminando hacia ella.

Joder, no te atrevas muchachito blanco.

Su mano tomó el edredón blanco, aún riéndose con una sonrisa que podía poner al sol en vergüenza—. ¿Alguna revista sucia por debajo..—él dejó de hablar al mismo tiempo que yo dejé de respirar.

El pequeño pedazo de mierda había levantado el colchón, mirando debajo de él. Él sólo había bromeando acerca de las revistas sucias. En su mente, probablemente yo estaba siendo un poco extraña, congelada en mis propios pensamientos. Pensó que al levantar el colchón, no encontraría nada, lo pondría hacia abajo, y nada cambiaría. Sin embargo, él claramente no lamentó sus accidentales acciones cuando terminó su oración con la sonrisa más grande que haya visto—...de aquí—dejó caer el colchón con su labio entre los dientes, aún sonriendo, con los ojos en mí.

¿Debió sorprenderme que él pareciera tan satisfecho con ese resultado?

Hombres, los maldigo a todos.

Todavía estaba congelada, pero logré forzar mis ojos marrón a seguir su figura moviéndose, centrándome sin sentido en su espalda, viendo como regresaba a la puerta. Una grande mano tomó el pomo antes de lentamente dar vuelta alrededor, con su labio aún encarcelado por sus perlados dientes.

Me iba a acusar e iba a arruinar las próximas tres semanas para mí. ¿Tengo que volver a Indiana? Estaba jodida, y fue mi culpa.

Los ojos de Harry miraron directamente hacia mi. Tragué.

—Todo se ve bien, señoritas—me guiñó. Y disminuyendo el tono de su voz, dijo—. Sigamos manteniéndolo así.

(...)

La cena consistió en una seriamente cuestionable carne de sándwich y verduras. Esta noche, íbamos a tener la típica noche de fogata (es decir, es un campamento) y asaríamos malvaviscos.

Este tema me trajo a la mente la renuncia que requería para firmar, mientras imágenes de mí cayendo en un infierno en miniatura se reproducían en mi cabeza.

Yolo.

Caminé hacia un pequeño tronco de árbol que estaba junto a la flamante creación naranja, sin prestar atención debido a la fatiga. Hasta el momento, el campamento había sido lo esperado. Actividades simples para mantenernos ocupados. Yo estaba lista para el domingo, nuestro día libre. Sin embargo, era sólo martes.

Stevie se dejó caer a mi lado, empujando mi pie. Su delgado cabello castaño estaba recogido en un moño desordenado por el que yo había estado distraída durante el día. Su sonrisa era grande. Mientras sonreía con tanto brillo, me dieron ganas de abofetearla.

Necesitaba dormir.

—Hey—dijo en voz baja con una sonrisa tímida—. Me alegra que estés aquí—reí con cansancio, asintiendo.

—También yo—tarareé—Pero no te comportes demasiado romántica conmigo—ella sonrió, y volvimos a un cómodo silencio al momento en que todos llegaban, tomando su asiento en los pedazos de madera que parecían sillas.

Mis ojos se postraron sobre un vibrante y risueño Harry mientras hablaba con una rubia chica. Aparté la vista tan pronto sus ojos se encontraron con los míos. De repente encontré los aburridos, negros Chuck Taylors cubriendo mis pies especialmente interesantes. Mi enfoque siguió envuelto con la idea de ropa para pies, cuando escuché una voz hablar bajo justo al lado de mi oído, labios apenas rozando mi piel.

—No pude dejar de notar que me mirabas mirándote—murmuró. Continué quedándome en mi posición actual, boca abajo, mordiendo mi labio.

—¿No pudiste?—me giré, mirando sus brillantes ojos que estaban mucho más cerca mío. Inmediatamente me preocupé por mi aliento. La carne de sándwich no era un sabor de goma de mascar por una razón. Sin embargo, me relajé, recordando que había comido unas cuantas mentas desde entonces—. No puedo dejar de notar que acabas de citar a Rango. ¿Te parece un ídolo filosófico?—sonrió.

—¿Te parece atractivo?

—No.

Su sonrisa cayó.

—Oh—hizo una pausa, rompiendo el contacto visual, viéndose muy concentrado hacia el suelo, creando una cara de profunda reflexión que Rodin nunca podría haber representado—. No puedo merecer eso como respuesta porque yo estaba preparado para lo contrario—murmuró, abruptamente dando vuelta y alejándose.

Mi cara debió haber mostrado confusión, o tal vez Stevie lo había notado, porque me dio un codazo con cara sorprendida.

—¿Qué fue eso?

Negué con la cabeza, misma expresión postrada en mi rostro.

—N-no estoy segura.

—Está bien—murmuró, convencida—. Sólo iré a buscar algo para poder asar los malvaviscos—asentí sin pensarlo, aún confundida.

Alrededor de un minuto después, escuché un chillido, mirando para ver a Stevie en el suelo, sosteniendo su tobillo.

Como mejor amiga, corrí a su lado, ayudándola y llevándola de regreso a la cabaña con estilo, volví para asarle un malvavisco porque ella tenía la intención de tener un s'more, y solicité el retirarme para atender su herida. El Sr. Davids estaba más que dispuesto a dejarme quedar con ella, y le di las gracias varias veces.

Alrededor de una hora más tarde, Stevie se había quedado dormida y las chicas ya habían llegado, hablando sobre sus camas. Bueno, Joey se sentó en la esquina leyendo libros de John Green.

Me quedé en el espejo, quitándome el delineador, pero poniendo a escondidas corrector en mi cara. Estaba consciente de que no era bueno dormir con él, pero no estaba dispuesta a dejar que esas chicas vieran mi rostro al descubierto. No señor.

—¿Chicas?—llamé en silencio, notando que mi cabello se ponía grasoso.

—¿Hmm?—Alex respondió, mirándome con ojos locos (muy similares a los de Suzanne Warren, solamente que de color miel).

—Necesito una ducha. ¿El señor Davids dio los horarios?—pregunté, soltando mi cabello.

—¡Sí!—Elle se levantó de un salto, viéndose ansiosa como siempre cuando me miró. Me reí de su apuro.

—Está bien. ¿A qué hora?

—Es a las...—Joey comenzó, sólo para ser interrumpida por Elle.

—Tengo esto, Joey. Puedo ser amiga de ella también, no la acapares—Elle dijo esto en forma de broma, pero Joey parecía herida y yo estaba un poco dudosa. Joey y yo apenas y conversamos, a excepción de pequeñas charlas—. Comienza a las diez, cada noche. Estábamos a punto de ir allí en realidad.

—Creí que las luces se apagaban a las diez, sin excepción.

—¡No, tenemos que ducharnos!—Alex se echó a reír, el alto chirrido matando mis oídos. Qué estereotipada mocosa. No pensé que realmente existieran.

Asentí.

—Eso tiene sentido. Pensé que las diez era demasiado temprano. Creo que esperaré diez minutos y luego iré. ¿Ustedes quieres ir conmigo? Porque estoy lista.

—No, nos encontraremos allí. Me toma una eternidad estar lista—asentí con mi cabeza, comprendiendo.

Después de haber pasado diez minutos y ser oficialmente las diez, me dirigí a la ducha, con toalla y ropa en la mano. Traté de ignorar las mariposas revoloteando en mi estómago cuando imaginé a alguien abriendo mi cortina, revelando mi desnudez. Eso sería mortificante.

Podía oír agua corriendo cuando entré por la puerta, y de repente una voz comenzó a cantar en voz alta, claramente no tratando de impresionar.

—¡If you like piña coladas!—no era voz de mujer.

—¿Hola?—grité en silencio. El agua se detuvo.

—¡Getting caught in the rain!—me acerqué a la voz—. ¡If you're not into yoga!—hizo un interesante efecto de sonido—. ¡If you have half a br..—dejé escapar un grito en cuanto vi a un bailarín y muy desnudo Harry Styles.

Él respondió con un grito, girando para verme. Mis ojos se abrieron y grité más fuerte, al igual que él. Vi como resbaló su pie debido al goteo del agua que caía de su cuerpo mojado. Él, al igual que esas gotas de agua, cayó al suelo de baldosas, soltó un gemido viniendo de sus labios cuando su rostro entró en contacto con el suelo. Grité de nuevo y salí corriendo del edificio.

Esto en definitiva no ayuda con mi problema de cabello graso.

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