Diez

entrando en calor

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De alguna manera, y en algún punto durante la noche, Harry se quitó su playera. Yo hubiera hecho lo mismo, pero sentí que hubiera sido una situación un poco incómoda para ambos. Harry seguía dormido cuando reaccioné, su cabeza estaba de lado sobre el colchón y tenía la boca abierta, mientras la saliva salía por la esquina de su boca.

Era asqueroso, pero a la vez adorable. Pero aún así no puede evitar hacer una mueca de disgusto.

Su rostro no era el problema, sino su cuerpo. Su mano estaba enredada en mi cabelllo (y su otro brazo colgaba a la orilla de la cama junto con su cabeza). Su pierna izquierda estaba sobre la mía, y comencé a entrar en pánico, aunque hubiera querido no hacerlo. Me hubiera gustado experimentar el despertar con Harry por primera vez, esperar hasta que él despertara para escuchar su débil tono de voz por la mañana, y ver como una leve sonrisa aparecía en sus labios mientras murmuraba buenos días.

Pero no lo hice. Maldecí en silencio mientras trataba de pensar en una manera para salir de allí. Sabía que me metería en problemas si alguien como el Sr. Davids me encontraba entrelazada en una pequeña habitación junto a su hijastro medio desnudo.

Tuve dificultad al desenredar sus dedos de mi cabello sin despertarlo. Luego de liberarlo, logré colocar su mano sobre su pecho.

En este punto, comencé a admirarlo, dándome cuenta que nada ni nadie me impedía observar el torso desnudo de Harry. Era asombroso.

Su cuerpo era firme y tonificado, totalmente perfecto. Me tomó mucha fuerza de voluntad el no acariciar sus músculos con mis manos, y-

Bueno, debo controlarme.

Volví a enfocarme en salir y me senté sobre la cama, tratando de pensar en cómo sacar mi pierna de su agarre. Comencé a mover mi pantorrilla de su tobillo y luego empecé a moverme, pero tensó su agarre. Tomé una gran bocanada de aire, preparándome mentalmente en tener que sacar mi pierna lo más rápido que pudiera. Me imaginé a esa gente que tira de los manteles sin tirar los platos de la mesa.

Esto era algo parecido, ¿cierto?

Mantuve mi respiración, reteniendo todo el aire en mis pulmones mientras me inclinaba hacia atrás, descansando mi peso sobre mis manos. Saqué mi pierna de su agarre, viéndolo caer al suelo de un golpe.

Alarmada por el susodicho (quien se quejaba desde el suelo), salté de la cama, yendo a cubrir su boca con mis manos.

— ¡Cállate!— dije en un susurro mientras lo miraba.— Debo irme.— su cabello desordenado se sacudía mientras asentía.— Guarda silencio, ¿de acuerdo?— asintió una vez más y besé su frente, antes de salir corriendo de la habitación.

La puerta de madera hizo un fuerte chirrido cuando la abrí, y juro que en ese momento quería que ne tragara la tierra.

Todas mis cosas se habían quedado en la habitación y seis pares de ojos me miraban. Tragué saliva, tratando de actuar como si no estuviera nerviosa, como si no estuviera a punto de vomitar debido a la ansiedad que sentía. Cerré mis ojos y comencé a caminar hacia donde seguían dormidas las chicas, sin mirar atrás, hasta llegar junto a Stevie y la gran pila de mantas junto a ella. Me recosté, envolviendo mis brazos alrededor de ella y cerrando mis ojos.

— Gem.— escuché a la madre de Harry murmurar.— Ve a dar un vistazo y dime si hay algo en la habitación.— hubo una pequeña pausa.— Sabes exactamente a qué me refiero.— escuché un gran suspiro, probablemente por parte de Gem, y sus pasos comenzaron a sonar sobre el suelo.

No lo valía. La noche anterior fue increíble pero no valía la pena ser expulsada y ser enviada de vuelta a Indiana, y claramente tampoco valía la pena todos los regaños y lecturas de Biblia que iba a recibir. Por supuesto, cualquier persona normal asumiría que algo había pasado entre nosotros, y me hubiera gustado que lo hubiéramos hecho, porque si me iba a meter en problemas por algo preferiría al menos haberlo disfrutado.

Abrí mi ojos en cuanto escuche el ruido de la puerta al abrirse. Giré mi cuello para mirar la silueta de Gem. Desaparecer enseguida detrás de la puerta, podía escuchar sus pisadas alrededor de la habitación, y solo podía pensar en lo que estaba a punto de suceder. Enseguida, Gem salió de la pequeña habitación, con un gesto que no podía descifrar. Caminó hacia su madre luego de cerrar la puerta. Volví a cerrar mis ojos con fuerza mientras esperaba a que hablara.

— Justo como creía mamá.— dijo en un susurro.— No había nada allí.— mis ojos se abrieron de golpe, agradeciendo que me encontraba de espaldas a ellas, de otro modo, yo hubiera sido muy fácil de leer.

¿Cómo que no había nada allí? Solo un Harry medio desnudo y todas mis cosas. ¿Cómo es que no había visto nada?

— Despertaré a las chicas, prepara el campo para capturar la bandera.

(...)

Cuando fui interrogada por Stevie acerca de donde estuve la noche anterior, entré en pánico y le dije que me dolió el estómago y tuve que ir al baño. Quería golpearme luego de decir eso.

Me miró indecisa y luego asintió, regresando a comer su desayuno. Suspiré, sintiéndome horrible por mentirle a mi mejor amiga, mientras metía una rodaja de naranja a mi boca, no sin anter mirar al otro de la habitación a Harry, quien no me prestaba atención. Lo observé conversar con Oliver, riendo e inclinando su cabeza hacia atrás. Suspiré, decidiendo mirar a otro lado antes de que fuera muy obvio que lo estaba mirando, volviendo a enfocarme en mi muffin.

***

— Las dividiremos en dos equipos. Si su cabina es un número impar, irán al lado oeste del campamento, si su cabina es un número par, irán al lado este. Ahora, dispersense.— todas nos quedamos paradas, observando confusas al Sr. Davids.— ¿Qué sucede?

— Uhm, señor.— una linda chica de cabello rizado que estaba peinada de dos chonguitos y de piel morena habló.— Con todo respeto, creó que la mayoría de nosotras, y por nosotras me refiero a chicas de entre doce a diecisiete años, sepa qué dirección es este u oeste.

Se esucharon un par de risas y resoplidos provenientes del gran grupo de chicas, y el Sr. Davids comenzó a tartamudear, mirando hacia el suelo avergonzado.

— Impares a la izquierda.— murmuró, yéndose.

El personal joven también iba a participar en el juego, y había sido dividido de manera justa. Estaba agradecida que Harry no estuviera en mi equipo. No estaba lista para hablar, aunque tenía algunas preguntas sobre la situación. Teníamos a Cecil, el chico de cabello oscuro que me veía el pecho, Louise, su hermanastra que parecía no agradarle su hermanastro, y Gemma, la hermana mayor de Harry. Era probablemente unos tres años mayor que él, y totalmente hermosa. Me intimidaba mucho.

Toda la familia era muy atractiva. No podía evitar preguntarme como lucía el padre biológico de Harry. ¿Se parecía a Harry? Harry en definitiva no tenía la nariz de su madre, ni sus rasgos faciales.

— Hola.— una voz me sacó de mis pensamientos, quitando mi mirada del pasto sobre mis pies.

Miré sobre mi hombro, solo para ver a Cecil parado detrás mío, con una gran sonrisa sobre su cara.

— Hola Cecil.— dije, tratando de sonar amable.

— Oh por dios, sabes mi nombre. Hablo sobre ti todo el tiempo.

Tragué saliva de manera nerviosa, mirándolo mientras él sonreía. Mantuve mi boca cerrada, tratando de recordar que todo los que las demás chicas y personal decían, podía no ser verdad. Tal vez él era un chico agradable e incomprendido. No debería juzgar antes de conocer.

— Claro que se tu nombre. Asumo que sabes el mío.— reí y él asintió, aún sonriendo.— Puedo preguntar, ¿qué dices sobre mí?— él asintió.

— Bueno, trato de hablar con los otros chicos, Oliver y Harry, pero a ellos casi no les gusta hablar conmigo.— explicó. Asentí sin estar satisfecha con su respuesta, pero sabía que debía ser amable y apoyarlo en sus problemas.

— ¿En serio? que mal, tal vez deberías tratar de hablar de cosas que tengan en común.— él sonrió seguro de sí y asintió.

— Sí, verás, ahí es donde entras tu en conversación.— lo miré confundida.— Tu trasero es un buen tema de conversación.— mis ojos se abrieron de golpe ante su confesión.

— ¿Perdón?

— Sí, traté de hablar sobre algo que les podría interesar y tu trasero, por dios, debes admitir que ellos lo han notado.— lo miré,  boquiabierta.— Oh, no te ofendas. Lo digo como un cumplido.— abrí mi boca sin poder creerlo, y podía sentir mi sangre hervir por dentro.

— ¿Un cumplido?— solté.

— Oh vamos, no te pongas en modo feminista.— rió.

— Crees que es una put-

— Creo que me voy a llevar a Jesse por un momento, gracias.— Stevie habló rápidamente, tomándome de los hombros y llevándome a otro sitio.— Jesse, no puedes-

— ¿Escuchaste lo que me dijo? ¿escuchaste lo que me dijo ese pedazo de idiota?

— Jess, no puedes maldecir en frente del personal.— trató de razonar conmigo, pero yo no quería escuchar nada.

— Stevie, él-

Se escuchó un fuerte silbido de repente, el Sr. Davids le hablaba a mi equipo para juntarse. Tuve que apretar mi mandíbula y morder mi lengua, para evitar gritar cuando Cecil se puso detrás mío cuando llegamos con el Sr. Davids. Stevie envolvió uno de sus brazos alrededor de mis hombros, y dejé caer mi cabeza sobre los suyos. Ella era apenas unos centímetros más pequeña que yo, medía como 1.73cm. En tacones, yo sentía que podía medir más de 1.80cm.

En realidad sí lo hacía, con zapatos muy altos.

— Esta.— él levantó un pañuelo amarillo.— Es su bandera.

— Parece un pañuelo.

— Silencio Gem. Esta es su bandera, manténganla a salvo cueste lo que cueste, porque si se las quitan, probablemente no la recuperen.

Stevie se inclinó sobre mi oído y murmuró.

— Este juego es una lección metafórica acerca de tu virginidad.

— ¿Cuál virginidad?

— Muy bien.— anunció, mientras trataba de no reírme. Solo Stevie Gilbert podía hacerme reír cuando quería eliminar cualquier rastro de hombría del tipo que veía mi trasero, el cual estaba cubierto por cierto.— Escóndanla. Debe estar apenas visible. Oh, y no trepen árboles.— algunas bufaron, pero el resto parecía estar satisfecho.— Asumo que todas saben jugar este juego. Si tienen alguna pregunta, háganla a sus compañeras, porque no tengo ganas de explicar este juego. ¡Ahora vayan y escondan su bandera!

Giré para ver a Stevie y le indiqué que trepara sobre mi espalda. Una vez que estaba segura con sus piernas envueltas alrededor de mi cintura, caminamos así por un rato, hasta que un silbido nos separó, indicando que nos detuvieramos y preparáramos para pelear. Dejé caer a Stevie, pero en mayor parte porque trataba de soltarse ella misma, y avanzó al otro lado del campo. Yo, por otro lado, no tenía ganas de correr solo para que me eliminaran y me aburriera el resto del juego.

— Me quedaré aquí, haciendo guardia.— murmuré más para mí misma, mientras veía a mi mejor amiga lanzarse sobre las demás chicas.

Vi a una chica de cabello castaño llamada Cam irse con la bandera, así que decidí tratar de encontrarla para descubrir donde estaba la bandera, solo por curiosidad.

Cuando al fin alcancé a Cam, quien estaba reacomodando su pañuelo negro sobre su cabeza, ella me gritó que me fuera, diciendo que podía llamar la atención hacia el escondite de la bandera. Traté de decirle que probablemente habían escuchado sus gritos y que yo no estaba llamando la atención de nadie, pero ella no me prestaba atención. Estaba muy aburrida, y me daba pereza correr, así que decidí adentrarme en el bosque, en caso de que alguien del otro equipo decidiera pasar por aquí. Haría ruido, pero sería más discreto. El área era densa.

Llegué al área y rompí una rama para alertar a la gente que estuviera cerca, que un intruso se encontraba en su mitad del campo. Puse mis ojos en blanco ante la situación y seguí caminando muy lento y lo más tranquila que podía.

De pronto todo estaba en silencio; solo había sido capaz de escuchar los gritos distantes e indistintos de las chicas jugando del otro lado. Giré mi cabeza hacia un lado, buscando cualquier tipo de movimiento, pero nada se movía. Luego de esperar unos segundos, seguí caminando. Después de dos minutos, decidí descansar mis piernas cerca de un árbol, me recosté sobre el tronco, juando con una hoja.

— Jessica.— dijo una voz.

¿Debes estar bromeando?

— Mi nombre no es Jessica.— protesté, y Oliver salió detrás de un árbol frente mío. Caminó despacio hacia mí, con una expresión confundida 

— ¿En serio?— Harry dijo que te ofenderías si te llamaba Jess.— puse mis ojos en blanco.

— Claro que lo dijo.— murmuré, mientras él estiró ambas de sus manos para ayudar a levantarme. Una vez que mis dedos estaban entrelazados a los suyos, me impulsó con fuerza y me paré.— Gracias.— sonreí, dándole una palmada en la espalda y asintió con una sonrisa.— Estás fuera por cierto.— él cambió de expresión al instante.

— ¿Qué? ¡No me eliminaste!

— ¿Creíste que te había dado una palmada amistosa?— abrió su boca, anonadado.

— ¿Cómo pudiste? Y todavía que traté de ayudarte como amigo-

— Oh, así que somos amigos.

— Ya no más, y no interrumpas.— reí.

— Como decía, traté de ayudarte como amigo, solo para que me traicionaras.

— ¿Terminaste?

— Sí.— reí mientras él comenzó a recorrer el sendero fuera del área, mumurando.— Mi caballerosidad me jugó mal hoy.

Cuando lo perdí de vista, decidí revisar el área, para asegurarme de que Oliver no fuera una simple distracción para que las demás pudieran colarse al centro del campamento, donde estaba nuestra bandera.

Mientras presionaba mi mano sobre la corteza del árbol con un poco de musgo, sentí una mano sobre mi boca, y otra sobre mi cintura, girándome. Mi espalda quedó presionada sobre el árbol, y sentía un pequeño trozo de corteza molestando en la parte baja de mi cuello. Grité y traté de golpear con mi rodilla a quien trataba de lastimarme, pero él detuvo mi rodilla al momento que se acercó a su muslo. Rápidamente alcé la mirada para ver a mi captor.

Me observaba mientras mordía su labio en concentración, con un pequeño rizo colgando entre sus ojos. Yo me retorcía de dolor debido al trozo de corteza, traté de moverme, lo cual provocó que arquera mi espalda sobre el cuerpo de Harry. (No fue mi idea más inteligente).

Tan pronto como mi pecho se presionó contra el suyo, él miró hacia abajo y tomo eso como una invitación a mi boca. Una vez más, tenía los ojos abiertos mientras sus labios estaban sobre los míos, sin moverse. Cuando, de nuevo, me quedé estática con mis brazos a los lados, se retiró.

— ¿Por qué no me besas?— el sonido de su voz era suave y gemía, mientras presionaba su rostro sobre mi cuello. Podía sentir su aliento caliente sobre mi piel. Me era difícil mantener la compostura. No podía creer que él me estaba tocando.

— P-porque siempre me tomas por sorpresa.— el tono de mi voz era suave y débil. Odiaba sentirme vulnerable.

— Bien.— murmuró, viéndome de frente de nuevo. Apretó un poco sus manos, pero solo lo suficiente, sobre mi cintura. Me acercó más a su cuerpo, tomándome desde mi espalda.— ¿Te tomé por sorpresa ahora?— cerré levemente mis ojos y trataba de controlar mi respiración, mientras sus labios acariciaban mis oídos con cada palabra.

— U-un poco.— me miró y rió.

— Ahora te voy a besar.— tragué saliva.— ¿Está bien?— sus ojos observaron los míos, su rostro estaba tan cerca del mío que apenas y podía ver.

Asentí levemente.

Su boca estaba sobre la mía tan pronto accedí, presionando sus labios apasionadamente y tan profundo como podía. Hacía mucho que no me besaban así. Sus labios eran suaves, tal y como los había imaginado, pero no tan gruesos.

Rápidamente, puso su mano sobre la parte alta de mi espalda, curvando mi cuerpo. Me di cuenta que mis manos habían estado sobre el árbol, así que las puse a cada lado de su rostro. Mis dedos parecían tener vida propia, mientras se entrelazaban en su cabello (el cual debía lavar, siendo honesta), y entre sus rizos. Cuando trató de incorporar su lengua, me alejé, tratando de recuperar el aliento.

— ¿Qué sucede?— murmuró de inmediato, alejando su cuerpo.

— Sí, yo...— me faltaba el aliento.

— ¿Qué? ¿Qué pasa?

— Estoy teniendo un ataque de ansiedad.— dije, y salí corriendo.

— Diablos.— murmuró.— Soy bueno.


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