Hades puede morir

*NOTA: A partir de este capitulo, quedan solo 5 mas, para que llegue el final. 

Mientras Afrodita le daba algunos consejos a Athena de cómo controlar su nuevos poderes, Hades y Poseidón intentaban descifrar aquel mapa ya completo que parecía seguir siendo un completo misterio.

- Estoy harto. No hay nada ahí.

- La paciencia es una virtud hermano. – sonrió Poseidón.

- Lo hemos repasado miles de veces. No hay rastros de la caja o de Pandora.

- ¿Qué quieres encontrar primero? – la pregunta de él lo puso en jaque. – si quieres podemos buscar a...

- La caja... en definitiva eso tiene prioridad. – Poseidón miro a su hermano, en el fondo sabía que mentía, pero no quería una discusión sentimental, no iba a servir de nada.

Una explosión y el grito de un animal salvaje los hizo entrar en alerta, para luego rodar los ojos al escuchar a Afrodita y Athena reírse de alegría.

- Es bueno saber que Athena despertó.

- No del todo, aun no tiene control completo sobre sus poderes. Sabe expulsarlos pero si sigue así terminara muy agotada en cada batalla. – y de repente Hades comenzó a toser y junto con ello una mancha de sangre quedo en su mano.

- Hades... - murmuro Poseidón mientras se le acercaba. – estas...

- Muriendo... - murmuro Hades atónito. Aunque ocupara el trono del inframundo no lo hacía inmune a las flores, aunque estas lo afectarán mas tardíamente que al resto, sin embargo había estado expuesto ya demasiado tiempo a ellas y el efecto empezaba a notársele.

- Todos lo estamos haciendo. – y Julián recordó la herida que no dejaba de emanar sangre.

- ¡Julián! ¡Julián! – los gritos alegres de Saori lo sacaron de sus pensamientos. – ven, ven a ver esto – y como una niña lo tomo del brazo y lo llevo la sitio en donde habían dado muerte a una víbora de cascabel del tamaño de un árbol.

- ¿Qué tal la prueba? – pregunto Hades cuando estuvieron solos.

- Bien, pero... ¿una víbora? ¿No podías haber enviado otra cosa?

- Era solo para medirla. – sonrió el.

- Muy bien, aunque necesita una mejor dirección.

- ¿Puedes dársela tú? La necesitamos para la guerra.

- Le he dicho lo que necesita saber, el resto le corresponde aprenderlo por las malas... - él sonrió, sabía a qué se refería Afrodita. – ¿alguna novedad?

- Ninguna. No entiendo que significan estos símbolos. – y señalo unos garabatos extraños en una esquina.

- Ares no menciono nada de ellos, ni le escuche a Eris tampoco. Creo que no podremos avanzar mucho.

- Tenemos que. – y Hades miro el rostro de la diosa y trago saliva preocupado.

- ¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? – pregunto ella asustada ante el rostro pálido.

- Tu rostro. – murmuro él. Afrodita extendió la mano frente a ella y con su poder creo un espejo. Sus ojos estaban hinchados y en sus labios comenzaban a notársele marcadas arrugas.

- Envejezco... - y sintió ganas de llorar.

- Tranquila concéntrate. Tienes que estar...

- ¿¡Estar cómo!? – grito desesperada. Y el aire se le escapó de pronto haciéndola enmudecer.

- Tranquila – le dijo mientras se le acercaba. – encontraremos la caja y vamos a matar a la traidora de Eris. Lo prometo. – y su voz fue un susurro que destapo las lágrimas silenciosas de la chica que lo abrazo con necesidad.

Un poco lejos de allí Julián miraba el cuerpo de aquella serpiente.

- Es maravilloso. ¿Así se siente ser una diosa completa? – decía ella maravillada mientras se veía las manos. – ahora entiendo muchas cosas... ¿Julián? ¿me escuchaste?

- No eres una diosa completa Saori. – le dijo cruelmente. – el hecho que Athena haya despertado en ti no te convierte en una diosa...

- Pero...

- Afrodita y yo solo hemos hecho ayudarte a poder despertarla, pero no podemos enseñarte a cómo manejar sus poderes, cada dios es diferente.

Saori miro desilusionada la serpiente que hacia un momento parecía un trofeo era ahora algo insignificante. De entre su armadura saco un relicario, era un recuerdo que Tatsumi le había dado un día cualquiera, pero le había tomado tanto aprecio aquel objeto que lo llevaba consigo como amuleto.

- ¿Qué vas a hacer?

- Nunca se sabe cuándo el veneno de una cobra puede ser valiosa – murmuro mientras se acercaba a la cabeza de aquel animal y recolectaba las ultimas gotas de veneno que se escurrían de entre los colmillos, cristalizándose al instante.

- ¡Poseidón! – escucharon gritar. – ¡Athena! – cuando llegaron, Hades y Afrodita estaban peleando contra un Cerberos.

- ¡Obedece! – gritaba el dios del inframundo, pero aquel animal que en su momento había sido su fiel compañero ahora parecía desconocerlo por completo.

Poseidón lanzo con su tridente un golpe de poder, al mismo tiempo que Afrodita usaba un hilo de cosmos para intentar domar a la bestia, pero el animal pareció liberarse de todo muy fácilmente. De su boca lanzaba esferas de poder que destruían todo cuanto tocaba, y a su pazo dejaba un denso olor a azufre que comenzaba hacer alucinar a Hades.

- ¡Reacciona! – le grito Afrodita. Pero este no podía contenerse, se sentía sumamente mareado y finalmente callo de rodillas.

- Hades... - la voz de Athena le pareció lejana. – no te duermas.

- No puedo... estoy cansado – murmuro.

- ¡Poseidón! – llamo Athena, pero su compañero estaba inmerso junto con Afrodita en una batalla campal con aquel monstruo que evidentemente deseaba llegar a Hades para matarlo.

Afrodita fue lanzada por los aires con un movimiento rápido de la cola del animal, mientras que Poseidón fue impactado por su mismo rayo azul, que había regresado. El animal fijo los ojos en su objetivo y a pazos cautelosos se acercó. Como buen cazador rodeo a su presa lentamente, mientras el corazón de Athena palpitaba con fuerza; su espada estaba lista para ser usada, mientras trataba de no perder de vista a aquel animal. El sonido de los gruñidos le erizaba la piel. Y en un segundo el Can cerberos se abalanzó contra ella, pero apenas y pudo hacerle un rasguño, el animal continuo su camino rápidamente hacia el desmayado hades.

- ¡No! – grito al tiempo que extendía la mano, haciendo emerger una jaula de un cosmos dorado que evito el ataque. Sorprendida se miró la palma de la mano que parecía brillar.

- ¡Saori! – y el grito de Poseidón la alerto de un nuevo ataque.

- Julián...

- No te distraigas – le grito nuevamente el joven mientras volvía a la batalla.

Ambos comenzaron a enfrentársele con todo su poder, o al menos todo el que podían permitirse, pues ambos comenzaban a estar exhaustos. En un descuido Poseidón iba a ser atacado por un zarpazo, de no ser que los hilos dorados de Afrodita lo habían detenido justo a tiempo.

- ¡Parece invencible – murmuro al diosa del amor.

- No parece... lo es... - dijo Saori en le momento en que sus fuerzas se habían terminado. La jaula que hasta ese momento había protegido al inconsciente Hades se desvaneció, y el can cerberos, aprovechando esta debilidad, lanzo un poderoso aullido que hizo temblar la tierra y abrirla, provocando que los tres dioses perdieran el control.

- ¡Auxilio! – grito Afrodita mientras intentaba no caer en el abismo que se veía en la tierra abierta.

- Sostente – le dijo Julián sujetándola.

- ¡Hades! – grito Saori al mismo tiempo mientras observaba como el Can tomaba a Hades entre sus dientes como si se tratara de un simple muñeco de trapo y huía corriendo por el bosque a grandes zancadas en una dirección completamente desconocida.

La tierra se removió con una tremenda sacudida, Poseidón intentaba subir a Afrodita, pero estaba cansado y apenas podía hacer algún esfuerzo, la diosa pendía sobre el precipicio del cual salía un frio viento que comenzaba a entumirle el cuerpo.

- Déjame caer... - le murmuro ella.

- No digas tonterías... no te voy a dejar.

- Si no me sueltas terminare arrastrándote conmigo... - Poseidón hizo un esfuerzo más por sacarla de allí. Y lo consiguió, en el preciso instante en que la tierra dejaba de moverse y comenzaba a cerrarse nuevamente. Ambos miraron atónitos a su alrededor y sus ojos se posaron en Athena que con los brazos extendidos y su báculo estaba sumamente concentrada intentando revertirlo todo. Cuando la tierra estuvo unida nuevamente y aquello pareció solo una especie de deja vú, fueron con ella, que se aferraba a su báculo para no caer desmayada.

- Saori... - le susurro preocupado Julián mientras la tomaba en brazos.

- Si funciono con el hielo de Asgard... ¿porque no aquí? – había dicho ella medio sonriente.

- Muy bien Athena – le dijo Afrodita – hoy has estado muy bien. Pero... ¿que haremos sin Hades?

- No hemos visto que su alma se eleve...debe estar vivo. – dijo Athena

- Debemos buscarlo. – determino Poseidón.

- ¡Perderemos tiempo! – exclamo Afrodita – busquemos mejor la caja de Zeus. Con sus poderes seremos invencibles y obligaremos a Eris a arreglarlo todo.

- ¿Y abandonar a mi hermano? No afrodita... lo buscaremos. El cofre con los poderes pude esperar...


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