El reencuentro de la verdad
[] 4 capítulos para el final.
Hades despertó lentamente. Su cuerpo estaba entumido y en cuanto pudo reaccionar tembló de frio. Se abrazó a sí mismo, estaba tan cansado que apenas y podía intentar darse calor.
- Por fin despiertas. Creí que algo malo te había pasado. – escucho decir tras él. La voz era inconfundible.
- Pandora. ¿Qué haces aquí? ¿Qué ha pasado? – pregunto caminando hacia ella.
- Es una larga historia... - Pandora se notaba sumamente deprimida, sus ropas ajadas, el cabello apenas acomodado, su rostro más pálido de lo usual.
- Explícame ¿cómo demonios Eris consiguió tus flores? ¿No se supone que tu jardín era impenetrable? – grito molesto ante el silencio de ella.
- Es impenetrable. - dijo firmemente – yo la he dejado pasar.
- ¿Que tú has hecho que?
- No, ¡no te acerques! – exclamo, pero era tarde, Hades era repelido por una fuente eléctrica que lo hizo retroceder. Hizo con su mano un ademan, como si estuviese pintando algún cuadro inexistente y allí estaban, unos barrotes hechos con el poder de un rayo.
- ¿Porque Zeus te ha encerrado?
- No ha sido él.
- Pandora, ¡se me acaba la paciencia! – grito. Y por primera vez en todo aquel tiempo, hecho in vistazo a su alrededor. Era una cueva húmeda y fría. Se podía escuchar el mar azotarse contra las rocas. El Can Serveros que lo había llevado hasta allí estaba acurrucado cerca de los barrotes, siendo acariciado por la chica.
- Todo ha sido mi culpa... - dijo en un sollozo. – realmente no pensé que las cosas fueran tan mal... yo solo quería que tu estuvieras a la altura de Zeus.
- Te uniste a Eris... ¿no es así? – pareció que iba a decir algo más, pero una severa tos lo hizo caer de rodillas agonizando, mientras un hilo de sangre y saliva caía al suelo.
- ¿Estas, bien? ¡Por favor levántate! – le grito la joven. Deseaba estar junto a él, estaba tan arrepentida.
- ¿Porque lo hiciste? Necesito saberlo todo. – dijo él, apenas recuperándose, aun continuando ahí en el suelo agonizando.
- Hace mucho tiempo, cuando Eris y yo aún éramos amigas, ella me comento sobre la existencia de la caja que guardaba el secreto del poder de Zeus, me dijo que si todos los dioses lo conocieran, las cosas serían más sencillas, pues podrían tener el mismo poder que el supremo... tontamente, desee que tú lo tuvieras... lo desee con tantas fuerzas que acepte ayudarle, yo sabía bien que ella lo deseaba para sí sola, pero creí que podría engañarla, darte el secreto a ti y no a ella....
- ¿Y qué paso?
- La deje entrar a mi jardín, cogió todas las flores que necesito para el brebaje que le dio a Zeus y tenerlo en su control... así paso el tiempo, y ahora que el gran día se aproximaba, ella lo ha manipulado y me han encerrado aquí.. ha puesto estas barreras impenetrables...
Hades lo sabía bien, las prisiones que Zeus imponía eran eternas, nadie podía deshacerlas salvo el mismo. Y sin embargo necesitaba intentarlo.
- ¿Qué harás? ¡No! ¡Se regresara contra...! - demasiado tarde... Hades era tirado al suelo por su mismo ataque. Volvió a toser, y más sangre comenzó a salir de su boca.
- Pandora, estoy muriendo.
- Lo se... y solo hay un remedio para esto...
- ¡Ni lo pienses! – grito furioso.
- Tienes que hacerlo. Al menos así tendrán una ventaja, recuperaran poco a poco sus fuerzas.
- Me niego a hacerlo... habrá otra salida. Lo haremos bien. Athena ha despertado, Poseidón Afrodita y yo sabemos cómo pelear... no somos tan débiles como la estúpida de Eris cree... - y mirando tiernamente a Pandora continuo mientras se acercaba lo más que podía. – y vamos a liberarte. Voy a hacerlo. Lo prometo. – Pandora sollozo. Su mano toco la de Hades en un acto casi mágico, y por primera vez sintió una calidez que nunca había sentido por parte de él.
- Si Eris encuentra la caja con los poderes de Zeus será invencible.
- Primero tendremos que llegar a ella.... Por cierto... - y saco de entre su armadura el mapa. – ¿puedes descifrar este mapa?
- Claro. – respondí ella con suma serenidad.
- Afrodita, Poseidón y Athena están aquí – y señalo una parte del mapa, que representaba el bosque – nosotros estamos aquí, bajo este risco, a nivel del mar.
- Eso explica la humedad...
- El recinto de Zeus es aquí...
- Aún está muy lejos de nosotros.
- No tanto si toman esta ruta.
- ¿La playa?
- El camino es más ligero y seguro. Todos estos símbolos, son los peligros que Eris ha colocado alrededor del camino.
- ¿Asi que eso significan? Creí que eran alguna especie de mensaje.
- No.
- Entonces, esos que están juntos en el recinto de Zeus...
- Son los titanes.
- ¡Demonios! – grito nuevamente furioso y desesperado. – ¿se atrevió al liberarlos?
- Juro que no tuve nada que ver con eso. – se excusó ella.
- Pandora, sabes que en su momento nos costó mucho luchar contra ellos; y solo los encerramos con el poder de todos... pero ahora solo somos cuatro... no tenemos.... Haaa – gruño por ultimo sin terminar la frase.
- Mátame. – dijo en un susurro.
- No. Y no repitas eso.
- Señor... - nuevamente volvía a poner entre ella y el esa barrera, esa distancia de sumisión. - sabe que es la única forma de que tengan una oportunidad. Al morir yo, las flores se marchitara y desaparecerán, los efectos se revertirán poco a poco...aún es tiempo... aun...
- ¡He dicho que no! ¿Piensas desobedecerme?
- No señor. – dijo intimidada.
- El cofre... ¿donde esta?
- No lo sé. El mapa indica que esta en la isla pero no refleja su ubicación. Creo que se mueve.
- ¿Cómo? ¿Se mueve?
- Alguien debe haberlo encontrado ya.
- ¿Quién?
- No lo sé. Solo sé que se mueve... el mapa refleja mucho movimiento alrededor del cofre.
- Tengo que irme. Necesito decirle a los demás.
- Señor una cosa más... la única forma de derrotar a Eris es... encontrar la caja de Zeus...
- Así será. – en ese instante, Can Serveros que hasta ese momento se encontraba apacible, se puso de pie junto a su señor. – buen chico... ya decía yo que no podías revelarte contra mi... - se montó sobre de él y dirigió una última mirada a la chica que con dulzura lo veía. – regresare pro ti, y hare que Zeus te libere...
No hubo más palabras, eso hubiese quizá arruinado el momento, pensó Pandora, y se acurruco en un rincón a llorar su estupidez e ingenuidad.
Mientras tanto, los demás se habían detenido a descansar. Se estaban cansando más y más, por lo que sus paradas se habían hecho más constantes.
- Julián...
- Estoy bien. – le respondió el joven con cierta dificultad. Es solo que no he descansado.
- ¿Porque siempre quieres hacerte el fuerte? – Saori lo miraba con dolor, se sentía sumamente importante por no poder ayudarlo.
- No te preocupes. Mejor dime, ¿tu como estas?
- Yo estoy bien. No me siento cansada ni nada... creo que aún no me afectan del todo. – Julián no dijo nada. Solo sonrió y le recorrió el rostro profundamente; fue tal la intensidad que Saori se ruborizo. Desde hacía un par de días se habían hecho inseparables, Julián solía contarle sus aventuras en el mar, sus viajes por el mundo intentando reparar aun, lo que el despertar de Poseidón hizo en la tierra. Y se dio cuenta que aquel hombre, había madurado, y se sintió tonta cuando noto que estaba sumamente interesada en él.
- Por cierto, Saori... - y no termino. El dolor del brazo lo ataco con fuerza, haciendo que se doblara de dolor.
- ¿Qué tienes? Julián... - Saori le quito los brazos de la armadura, dejando al descubierto la herida que sangraba y se veía sumamente profunda.
- ¡Julián! Porque no me hayan dicho.
- Intente que no te dieras cuenta...
- Esta derramando demasiada sangre...
- Ya pasara.
- ¡No! – exclamo ella molesta- no va a pasar...
- Saori, tranquila...
- No quiero estar tranquila Julián. ¿Sabes que siento en este momento? Que me han ocultado todo desde que comenzó esto. ¿Tan inútil me han crido? – Julián bajo la mirada. No es que el la creyera inútil, no, más bien tenía miedo de que ella estuviese en peligro, eso era algo que no soportaría. La chica lo miro desde su altura, es se haya sentado bajo un árbol en un claro del bosque, Afrodita había ido a un rio cercano a ducharse en un arranque de impotencia, así que estaban solos.
- No es lo que parece... - una mueca de ella lo hizo callar. Saori se limpió las lágrimas con cierta dureza.
- Tenemos que hacer algo con tu herida.
- No hay mucho que hacer. – dijo el desalentado. Saori pareció no escucharle, tomo su relicario y luego, con el filo de su espada pincho su dedo índice, haciendo derramar la primera gota de sangre sobre las perlas solidificadas del veneno de la cobra que había matado. Inmediatamente estas se colorearon en escarlata. – ¿qué estás haciendo?
- Trágala... - ordeno ofreciéndole una cerca de los labios.
- ¿Para qué sirve? – pregunto una vez que la había tragado por completo.
- Neutraliza la herida. Es un pequeño truco que le escuche hace mucho a Abel.
- Saori... - y le tomo por la muñeca fuertemente para que permaneciera a su lado. – nunca has sido una inútil. Lamento que te hayamos hecho sentir lo contrario. Una lagrima de alegría se le escurrió a la chica y se abalanzo a él, abrazándolo.
- No se pongan cursis. – interrumpió Afrodita.
- ¿Qué pasó? – dijo Saori levantándose con una sonrisa.
- Nada, pero me han dejado sola así que... he venido a buscarlos. ¿Ahora a donde iremos?
- Deberíamos salir del bosque, el trayecto se hace más denso por aquí. – dijo Julián poniéndose en pie.
- Bien... vayan por delante, yo prefiero ir observando la vista. – la sonriente afrodita jugo con un riso suelto de su cabello. Parecía que había rejuvenecido, que de alguna forma milagrosa había recuperado la vitalidad que los días en aquella isla le habían quitado. Saori y Julián caminaron lentamente, pero justo cuando Saori iba a pasar delante, saco su espada y ataco a afrodita, mientras que Julián lanzo un ataque que hizo perder le equilibrio a la rubia.
- ¿Qué demonios haces aquí... Eris? – la mirada de ambos jóvenes se posaron en la silueta de afrodita, que aun con una sonrisa burlona les miraba al tiempo que se desvanecía dejando al descubierto a Eris.
- No esperaba menos del hermano y la hija de Zeus...
- ¿Qué le hiciste a afrodita? ¿La has matado?
- Aun no... pero en unos minutos lo estará. La muy tonta no ha sabido que le ha picado.
- ¿Qué quieres?
- Entréguenme el mapa.
- Mataste a Hades para conseguirlo. ¿O es que acaso no te lo ha entregado?
- ¿Qué? Yo no he matado a nadie... ¿dónde está el imbécil ese? – respondió con furia. – denme el maldito mapa... ustedes ya no me son de utilidad. En ese instante una luz brillante se elevó al cielo.
- Afrodita... - murmuro Julián.
- ¡Eris! – grito Saori enfrentándose a ella. Ambas diosas comenzaron a pelear, aunque Julián quiso intervenir, se sentía inesperadamente mareado. Saori atacaba bastante bien, para sorpresa de Eris, pero esta última era viaja en el manejo de sus poderes y los controlaba a la perfección.
- ¡Estas muerta! – grito mientras Saori caía al piso con un ataque. E iba a ser aniquilada por uno más si no fuese que una un ataque le llegó por la espalda a Eris, haciéndole caer.
- ¡La que está muerta eres tú! – dijo triunfal hades mientras bajaba de Can Cerberos, quien en ese instante iba a envestir a Eris, al tiempo que Julián y hades lanzaban dos ataques.
El cuerpo de Eris voló por el aire cayendo unos metros después.
- ¿Estás bien athena? – Saori asintió – entonces en pie, que es guerra.
Los tres dioses se pusieron en guardia.
- Estúpidos. Creen que a estas alturas podrán vencerme?
- Al menos lo intentaremos – puntualizo Saori.
- Bien. Empecemos – y el ataque lo lanzo con tanto poder que athena saco su escudo para protegerlos a todos. Sin embargo el ataque no era dirigido a ellos. Se estrechó cruelmente contra el can serveros que con un lastimero aullido se desvaneció en le aire.
- ¡Basta! ¡Estoy ya es personal! – grito Hades mientras corría hacia ella y ambos dioses colapsaban en poderes. – libera a Pandora.
- Así que la has visto. – y golpeo fuertemente el muslo del dios. – solo Zeus puede.
- ¡Que lo hagas maldita sea! – y ataco directo al pecho. Aunque Eris no quisiera reconocerlo, los ataques estaba siendo certeros, no podía seguir así, aún no estaba tan débiles como había creído.
- ¡Jamás! – y haciendo un último intento ataco directo a hades, olvidándose de sus demás ángulos, por los cuales fue atacada; lo único que logro divisar antes de recibir los impactos, fue el rostro de Poseidón enfurecido, y Athena multiplicada en tres más, en total, cinco ataques enteros recibió su cuerpo.
Cuando la luz del impacto se desvaneció, Hades estaba en el suelo adolorido, Athena apenas y podía sostenerse en pie, y Poseidón se agarraba el brazo intentando aminorar el dolor que parecían o parar.
Voy a terminarte. – Hades se puso en pie pero Erisapretando los labios desapareció en una nube de humo.
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