El amor en tiempos de guerra.

[] 3 Capítulos para el final.

Eris entro al salón principal casi agonizando. Apenas se abrieron las puertas ella cayó al piso boca abajo y tosiendo severamente. Su cuerpo apenas le respondía.

Haber salido de aquel recinto le había costado caro, no solo porque se encontró completamente expuesta a las flores de Pandora, si no que había subestimado estúpidamente a ese trio de dioses que comenzaban a ser un verdadero dolor de cabeza.

- ¡Malditos! – gruño mientras gateaba hasta el trono donde se hallaba Zeus. Seguía en un profundo sueño, sin embargo su cuerpo comenzaba a consumirse. Sus parpados se hayan caído por completo, unas gruesas arrugas estaban en su frente y sus labios se habían puesto resecos y pequeños. Había envejecido como si se tratase de un mortal. El resto seguía en el suelo, agonizando en ese letargo. – ya verán... lo verán... - gruño y comenzó a desvestirse para intentar curar las heridas que le habían provocado.

Mientras tanto, Hades, Athena y Poseidón llegaban a la playa. El sol se ocultaba a lo lejos, desapareciendo en aquella superficie acuosa.

- ¡La matare! – grito Poseidón casi fuera de sí. – ¡por mi reino! ¿Cómo pudo liberarlos?

- Manipulando a Zeus nada es complicado o imposible. – respondió Hades.

- Tenemos que prepararnos entonces. – dijo Saori de forma lejana, como si apenas y prestase atención a la situación.

- No es tan sencillo. – dijo Hades un poco desesperado, pues la sola idea de enfrentarse a los titanes le ponía de nervios.

- No tenemos opción de todos modos. – concluyo Poseidón.

- Pandora... - murmuro Athena. – ¿cómo la liberamos?

- Ganando. – la voz de Hades parecía triste.

- Así será. – y Poseidón le puso una mano en el hombro.

Siguieron andando a lo largo de aquella arena dorada. Era tal el cansancio que tenía que se habían quitado las armaduras, no podían andar llevando encima todo ese peso.

El aire soplo con cierta fuerza y Athena extendió los brazos con libertad.

- ¿Qué ocurre? – le pregunto Poseidón al verla quedarse detrás.

- Nada. Solo estoy bien. – sonrió.

- Andando, debemos movernos. – le extendió una mano, y por instantes ella dudo en tomarla. Y cuando se decidió, su corazón se agito.

<< ¿Porque? – Se preguntó – se supone que yo a quien quiero es a Seiya. >>

- Mira – le apunto el en el horizonte a una gaviota que revoloteaba sobre el mar.

- Hacía días que no veía un ser vivo. – exclamo fascinada. Hades los miro con aburrimiento, pero prefirió callar, conocía lo débil que era Poseidón a raíz de su cuerpo mortal, bien pudo regañarlos, decirles los estúpidos que se veían, pero no tenía humor para ello, pensaba solo en como iba a liberar a pandora y en como torturaría a Eris.

- Puede, que no todo haya muerto en esta isla.

- ¿Lo crees?

- Lo creo. A veces, de la muerte, nace vida.

- Como el fénix. – dijo ella con una sonrisa.

- Así es... por eso creo que debemos mentalizarnos, por si algo sale mal al final de esto. – Saori se paró en seco. Llevaban rato tomados de la mano, ella lo había permitido sintiéndose bien con aquel roce delicado, pero ahora con ese comentario se había soltado bruscamente. – ¿qué pasa?

- No deberías ser tan pesimista.

- No es pesimismo. Solo hay que estar preparados.

- Venceremos. Lo haremos. – el no dijo más. Parecía que ya no se daba cuenta que Hades y el morían. – no vuelvas a decir eso.

- No volverá a suceder. – le dijo él. Y en un arrebato casi inesperado avanzo a ella decidido y la jalo hacia si con tal fuerza que en breve ella se sintió aprisionada por aquellos brazos.

- ¡Julián!

- Saori... lo voy a decir una vez más sin importar lo que me digas o lo que pase.... Yo te amo. – ella se helo. – mis sentimientos hacia ti no han cambiado. No es mi alma de Poseidón el que siente esto, si no el de Julián Solo... - le fallo la voz. Trago saliva y retomo – solo aspiro a que algún día Saori Kido, pueda darme acomodo en su vida...

- ¿En una vida como esta? – pregunto tímida y en murmullo.

- Como esta o como la que se nos permita... da igual si es contigo. – Saori iba a decir algo, pero Hades intervino.

- ¿Piensan quedarse ahí? Tenemos que continuar, casi vuelve a anochecer. – Julián se separó de ella, la tomo por los hombros y clavo su mirada en los ojos de ella. Luego hecho a caminar.

- ¿No vas a regañarme? – le pregunto a su hermano.

- ¿Porque debería? – pregunto Hades sin mirarlo.

- Tú no estabas de acuerdo con ella.

- Sigo sin estar del todo de acuerdo. Me parece aún muy inmadura pero...

- Pero...

- Creo que puede hacer grandes cosas.

- ¿Cómo cuáles?

- Como tener fe en algo que está perdido.

- Sé a qué te refieres. – ambos bajaron la mirada. Saori estaba vigilando los alrededores y ellos por ser los más afectados por las flores se habían quedado a descansar.

- Moriremos antes de llegar. – determino el.

- Hay que intentarlo al menos.

- Así será... al menos quiero ver de nuevo a Eris y darle un último golpe antes de desaparecer.

- Pandora... ¿está bien?

- Lo mejor que se puede. Ha sido una tonta.

- Ella... ella siempre te ha querido.

- ¿De que hablas? ¿Vas a ponerte romántico ahora? – dijo con cierta molestia.

- Tú... la engañaste en el pasado, le hablaste de la vida eterna y no era cierto. Engañaste a todos.

- Lo has dicho, en el pasado. ¿Qué tiene que ver ahora?

- Ella, aún sigue contigo.

- Tonterías. Creo que estas viendo fantasmas de amor donde no las hay. El fénix y ella...

- ¿Aún crees eso?

- No hay mucho en lo que yo pueda creer. – determino.

- Pandora, ha conocido lo peor de ti, y aún sigue apostándote. ¿No crees que merece al menos una oportunidad?

- No soy tan sentimental como tu Poseidón. Lo lamento si te desilusiono.

- ¿Vas a negarme que sientes algo por ella? La has salvado también, te has preocupado, la devolviste al a vida cuando murió en aquel enfrentamiento en el inframundo... ¿hasta cuando vas a reaccionar así de insensible?

- ¿Y que quieres que haga? – grito el – soy el dios del inframundo, he pasado mi vida viendo almas muertas, seres fríos, condenando, cuidado, ordenando todo para que los vivos puedan tener un equilibrio, ¿y ahora me pides que tenga preocupaciones de este tipo? ¿Qué sienta? ¿Es eso? ¿Que sea capaz de sentir algo más?.... – lo fulmino a su hermano con la mirada – ¿porque debería hacerlo ahora?

- Porque puede ser el final. Porque te lo mereces. Porque ya es tiempo de cambiar ciertas cosas...

- No hay nada que cambiar. Está todo bien así.

- Deberías pensártelo un poco. No es necesario que sea ahora mismo. Pero sí que sea pronto.

- Soy incapaz de amar Poseidón, entiéndelo. – su tono de voz intento ser frio, pero Poseidón descubrió en el algo más, aun toque de ilusión fracasada.

- Sin darte cuenta ya lo haces. Admítelo... la quieres.

- Jamás admitiré ese tipo de sentimientos tan mortales y mundanos. – y haciendo un berrinche se puso en pie. – eso se lo dejo a las reencarnaciones, tú y Athena hacen buena pareja... son tan sentimentales y ridículos.

- Di lo que quieras... pero soy tu hermano... te conozco...

Los pensamientos de hades rodaban sin control a lo largo de la noche.

Las palabras de pusieron se repetían miles de veces si nacerlo descansar. Lo odiaba por eso. Odiaba a su hermano por ser tan sentimental y empezar a contagiarlo de algo que le estaba imposibilitado de sentir.

- Pandora... - murmuro. Y apretando los puños golpeo el tronco de un árbol en frustración.

- ¿Estás bien? – le pregunto Saori acercándose lentamente.

- Sí. – ella se sentó junto a él mientras abrazaba sus rodillas. Estuvieron así, en silencio un pequeño rato, hasta que se fijó que ella estaba demasiado pensativa, e intuía que no era por la batalla que se acercaba.

- No deberías pensártelo tanto. - << ¡Demonios! – pensó en seguida – ¿qué rayos dije? >>

- ¿A qué te refieres? – dijo ella. Hades dudo un momento, suspiro largamente decidido a decir lo que ya había empezado.

- Me refiero a que si también lo quieres, no lo pienses más. Y ve con él. Correspóndele.

- No sé de qué me hablas. Creo que...

- Tú jamás has dejado de ser Athena. Puede que tus sentimientos mortales hayan aflorado un momento, pero al final... el destino de un dios esta trazado.

- ¿Crees que él y yo?

- Son iguales y diferentes a la vez. Regla de los polos opuestos pequeña.

- No lo sé. – dijo ella confundida. – Seiya ha sido para mi...

- Un peldaño más. Solo eso.

- Me ama.

- Si es así, ¿Por qué quien está contigo ahora es Julián Solo y no él?

- Esto es cosa de dioses... él no iba a poder estar aquí aunque quisiera.

- ¿Segura? ¿Entonces porque Tetis y Sorrento están aquí? Tetis ha seguido a Julián todo este tiempo, y está aquí... se enfrentó a Eris y ha perdido. Seiya pudo haber hecho lo mismo. – Saori suspiro. No sabía que responder a eso. – a veces, queremos aferrarnos al o único que conocemos por miedo. Por qué el hecho de cambiar y hacerle caso a nuestros verdaderos sentimientos puede ser peligroso. Pero, no es posible ser así siempre.

- ¿Porque me dices todo esto?

- Porque en el inframundo, a lo largo de todos los tiempos, he visto a muchas personas arrepentidas por no poder tener la oportunidad de reparar sus errores. De no haberle hecho caso al corazón, de no decir cosas que eran importantes. Seria horrible que un dios pasara por eso. Los humanos son fuertes, soportan muchas cosas... pero un dios... un dios es un alma poderosamente sensible. Es una contradicción muy rara. Pero es así. No sé si me he explicado con claridad...

Saori curaba le brazo de Julián, la herida parecía que se extendía, había cubierto casi por completo el brazo, era más parecido a una quemadura que aúna cortada.

- ¿Aun te duele?

- Un poco.

- Mañana, estarás mejor. Toma... - le entrego una perla más. La ultima.

- No es necesario que sigas picándote los dedos para cubrirla con tu sangre.

- Si no lo hago, no funcionara del todo. Tómala. – y así lo hizo, el dolor desaparecía por instantes, pero luego regresaba incluso con más fuerza, claro, eso no les lo decía a ella.

- Julián... - comenzó diciendo – creo que...

- ¡Poseidón! ¡Athena! – la voz de Hades los llamaba. En cuestión de segundos estuvieron armados y en dirección a donde su compañero estaba.

- ¿Qué ocurre? – pregunto Poseidón enérgico.

- ¡Llegamos! – y el dios del inframundo señalo al frente. Ahí, en lo alto de una colina, estaba el santuario que Zeus había levantado de la tierra. Imponente, blanco, iluminado, parecía alguna clase de mansión aristocrática impenetrable. Hades saco le mapa. – debemos estar aquí – señalo un punto – lo que nos pone...

- A unos metros de los titanes. – murmuro antena.

Y en ese instante un ruido fuerte y estrepitoso como de algo severamente pasado cayendo al a tierra, los alerto.

- Estamos en sus territorios. – dijo hades poniéndose en guardia.

- Estamos listos... ¿no? – Poseidón miro a Saori creyendo encontrar cierto temor en sus ojos, pero no fue así, lo que vio fue una furia decidida, la chica tomo su espada y se colocó le casco.

- Que empiece la batalla final. – dijo ella. Y los tres se pusieron en guardia para recibir al enemigo que se acercaba rápidamente a ellos.

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