Capítulo 2: Kael


Un nuevo día en el palacio real, ya habían pasado un par de meses desde que el príncipe Izan acogió a Tristán, en ese tiempo descubrieron que el azabache tenia gran habilidad con la espada por lo que le había enseñado su padre antes de morir, a lo cual decidieron explorar y perfeccionar sus habilidades, para que pequeño de 6 años en un futuro se pueda convertir en caballero.

Pero  no solo se la pasaba practicando el joven azabache, sino que los reyes igual decidieron dejarlo  estudiar junto al príncipe, ya que notaros  que el rubio tenía un gran apego al azabache y de cierta forma notaron que este igual era como una clase  de guardián para su hijo, a lo que no le dieron problema.

Se podría decir que ese par era como uña y mugre, muy  difíciles de separar pero igual no era imposible, ya que había momentos en los que no podían estar juntos por tener actividades diferentes que hacer cada uno.

Como era el día de hoy, en el cual el príncipe paseaba por los jardines del palacio solo, ya que estaba aburrido y no estaba con su amigo Tristán, porque el tenia practica con la espada ese día y eran obligatorias así que no lo podía acompañar, además a él le aburría solo ver como practicaban y agregando que aún no podían practicar con él ya que no lo dejaban por ser aun pequeño, lo cual lo enfadaba mucho, pero no se quejaba de cierta forma solo quería aprender porque su amigo sabia y quería pasar más tiempo con él y también para no estar tan indefenso en algunas circunstancias.

Seguía paseando por los jardines tranquilamente, pues su ambiente era muy tranquilo y muy hermoso, los arboles tenían todas sus hojas verdes y con una que otra fruta y flor floreciendo con ellos, pequeños animales correteándose entre sí como ardillas conejos ratones y hasta llegaban a pasar uno que otro pájaro, las estatuas bien limpias y pulidas y las flores estaban en su máximo esplendor, principalmente las rosas rojas que parecían haberse pintado de sangre, las cuales  igual eran sus flores preferidas, pero no tanto como las rosas dragón, las cuales llego a ver su imagen pintada en uno de los libros de la biblioteca, las cuales eran de un negro carbón y con pequeños rastros de fuego ceniza do entre sus pétalos lo que les hacía parecer brillar de una forma leve, según lo que pudo apenas entender del libro, es que donde habían esas rosas se podría saber que había dragones, ya que estas representaba su magia, uno de sus sueños era poder ver una en persona.

Hubo un punto en el que el príncipe decidió ir a su escondite en el jardín, el cual solo él y Tristán conocían ya que lo encontraron entre los dos y prometieron que sería su secreto.

A gran velocidad se avecino a una pequeña parte llena de arbustos de rosales, los cuales eran muy altos aproximadamente de dos metros y cacho lo cual asía muy bien su papel de ocultar, entre esos arbustos se encontraban unos árboles muy grandes y gruesos los cuales tenían una separación de un metro de ancho donde podían pasar entre ellos, pero después de los dos troncos se encuentran un par de ramas que cubren la entrada a un pequeño espacio verde rodeado por los arbustos y árboles que lo cubrían de la vista de todos, ese lugar llegaba a tener la suficiente luz y sombra proporcionada por los árboles, un lugar realmente hermoso y tranquilo.

El joven rubio al ver que en el escondite había un par de hojas y ramas secas tiradas, decidió recogerlas y juntarlas pues a él no le gustaba mucho el desorden y menos en ese lugar que tanto le gustaba estar.

Paso un rato juntando y recogiendo todo para luego amontonarlo en un pequeño rincón cerca de un árbol, para así, si era necesario los podría utilizar de nuevo las ramas como para una fogata o jugar con ellas o hasta construir algo.

En eso siente como le lanzan algo a su cabeza, al bajar la mirada se encuentra con una nuez lo cual lo desconcertó pero aun así sigue con lo que hacía, pero no duro mucho hasta que sintió de nuevo como lo golpeaba en la cabeza y de nuevo era con una nuez, se le quedo viendo de nuevo hasta que sintió otra vez un golpe, hasta que decidió levantar la mirada, encontrándose con un chico pelirrojo, de test blanca un poco bronceada, pero eso no le llamo la atención sino que fueron sus ojos los cuales eran de un rojo sangre y sus pupilas no eran comunes sino que parecían de reptil.

La mirada que tenía ese chico era muy penetrante a lo cual el oji-esmeralda no pudo aguantar más y la tuvo que desviar para no sentirse incomodo aun así seguía sintiendo la pesada mirada que le estaba dando el otro, no sabía quién era el otro chico, en eso le llego a la mente, como es posible que allá podido entrar al castillo y luego a ese pequeño escondite que solo él y Tristán conocían eso era raro.

La curiosidad de cómo es que ese chico entro al castillo y lo carcomía por dentro, así que no se dio a esperar a preguntar.

—Oye Como llegaste aquí

—Pues solo llegué aquí enano—le contesto el pelirrojo de forma arrogante.

—NO me digas enano!! Además es imposible.

—Pues para mí no.

Para el príncipe ese chico era algo fastidioso con ese tono arrogante así que lo decidió ignorar y seguir con lo suyo. Al pelirrojo no le agradó mucho que el rubio lo ignorara, además de que le hacía alguien interesante desde que lo vio paseando por los jardines, pues él estaba justamente volando por ahí en su forma de dragón, y al ver al rubio le llamó la atención, así que lo siguió de forma sigilosa, sin que nadie lo viera, en un punto vio como el príncipe aceleró su paso y se dirigía a un punto específico, al inicio no entendía por qué pero luego noto cómo se iba entrando a unos matorrales de rosales entre unos árboles, él decidió aterrizar sobre un de los árboles y se decido transformar en humano, observó como el pequeño rubio recogía todo lo tirado e irónicamente lo deja a acumulado ser a del árbol donde estaba, cuando notó que ya estaba acabando le lanzó una nuez pero al parecer lo ignoro así que le lanzó otra y otra hasta que lo noto, luego tuvieron esa corta conversación para volver ser ignorado, le molesto claro, así que decidió lanzarle otra vez una nuez.

—Ya puedes dejar de hacer eso duele—le dijo el príncipe molesto mientras se socava la cabeza.

—Lo hago para que no me ignores.

—Si yo quiero te ignoro—le mencionó el preocupe para luego sacarle la lengua, ese gesto se le hizo muy tierno al pelirrojo.

—Ja eres un enano muy tierno.

—Que no me digas enano!! Además no soy tierno— dijo el príncipe asiendo un puchero.

—Entonces cómo quieres que te diga eh? enano.

—Izan mi nombre es Izan, y además soy el príncipe de este reino.

Eso si le sorprendió mucho al niño dragón pues no se esperaba que ese pequeño rubio fuera el príncipe, pero su sorpresa duro muy poco pues eso era más interesante, así que formó una pequeña sonrisa traviesa, para luego bajar del árbol en el que se encontraba de un salto.

—Bueno príncipe Izan, es un gusto mi nombre es Kael.

Lo dijo el pelirrojo mientras hacía una reverencia de forma cortes, pero en parte se nota a un poco la burla, la cual no la noto el príncipe uno por su inocencia y dos por qué se quedó sorprendido de que este niño fuera en parte algo educado.

—Oye quieres jugar algo?

—mmmm claro!! Por qué no.

—Qué te parece a la princesa y al dragón, y tú —el pelirrojo señala al rubio— eres la princesa.

—Ok, y que tengo que hacer?

—pues yo te perseguiré por un rato, tú obviamente tendrás que evitar que te atrape, y cuando te atrape te "encerraré" tu luego tendrás que hacer todo lo que te diga.

—No creo que sea buena idea, oye que tal que si me atrapas yo te canto una canción o te cuento un cuento.

—Está bien, entonces empezamos.

—Claro!!!

El juego comenzó de forma tranquila, al inicio Kael no se esforzaba tanto en tratar de atrapar a Izan, por la misma razón de que sabía que lo atraparía muy fácilmente y acabaría rápido el juego y él quería divertirme un buen rato. Una vez que se aburrió de perseguir al menor, aceleró su velocidad de forma increíble y en un par de segundos lo atrapó, ocasionando que se cayera encima del rubio.

—Perdona no fue mi intención tirarte.

—Te perdono, no fue tu culpa.

Esa palabras ocasionaron que el oji-reptil se sonrojara muy levemente, pues nadie nunca a sido tan amable con el, siempre lo despreciaban, y esa forma amable de actuar del menor e inocencia ovacionaba que su corazón palpitara de una forma que nunca creyó posible, a pesar de su corta edad el mismo ventura que se estaba enamorando del pequeño príncipe.

—Bueno como me atrapaste tengo que hacer mi parte del juego— corto el pequeño silencio el rubio, llevando a la realidad al pelirrojo— que quieres que haga que te cuente una historia o que cante.

—....... Estaría bien una canción.

—Ok.

[colocar la canción del inicio, por favor]

El príncipe tomo una gran bocanada de aire antes de iniciar a cantar una bella canción, la cual es una que le canta su madre antes de dormir por la noche. Pero no solo eso sino que la canción igual la reconoció Kael de forma instantánea como una melodía del pasado cuando aún tenía familia antes de que decidieran abandonarlo por qué era el más "débil" de la camada en ciertos términos, aun así el tiempo que estuvo con ellos los disfruto y lo recordará por siempre en su corazón sin importar que pasase.

No pudo de igual manera ponerse a cantar con el príncipe y que a la vez comenzaba a recordar la melodiosa voz de su madre la cual fue el último pariente que vio antes de ser abandonado junto a su mirada de tristeza ante el acto que estaba cometiendo pues en realidad lo que debía hacer era matarlo, pero no pudo y lo dejo en las profundidades de un bosque y esa fue la última canción que escucho de parte de ella. De un momento a otro llego a escuchar ambas voces a la vez mientras fluía la canción, y recordar a la vez, el último día que vio a su madre.

Era un momento muy hermoso y tranquilo donde los sentimientos fluían con gran tranquilidad y paz.

Mientras, el príncipe no llego a notar las pequeñas lágrimas que empezaron a fluir de los ojos del chico dragón por los recuerdos que empezaron a llegar de un momento a otro ya que Izan tenía sus ojos cerrados por la razón de que él estaba cantando la hermosa canción desde lo más profundo de su corazón, sabiendo que era la forma correcta de cantarla ya que venía de lo más profundo de su ser y el así lo quería, no sólo por qué él quisiera sino que quería que al niño que tenía frente a él le gustara y se relajara como él lo hacía cuando la escuchaba, sin saber que el otro la conocía muy bien trayéndole recuerdos de su pasado.

Cuando el pelirrojo empezó a sentir que ya estaba acabando la canción se empezó a secar las lágrimas ya que no quería que el rubio lo viera en ese estado de debilidad, también se empezó a tranquilizar respirando de forma relajada sin y evitar los sollozos que pudieran salir en cualquier momento del atándolo.

La canción termino y con ello el príncipe abrió los ojos y con total inocencia recinto:

—Te gusto la canción?

Lo siguiente que paso no se lo espero el oji-esmeralda, un fuerte abrazo que provenía del contrario que de cierta forma lo sofoco al inicio pero luego se relajó aceptando el abrazo para luego escuchar un tenue 'sí' del otro y después un 'gracias' que de cierto modo lo desconcertó pero le dio igual.

—De nada~—lo dijo en un susurro el rubio para luego corresponder el abrazo que le dio el pelirrojo.

Por un buen momento mantuvieron el abrazo sin hablar o emitir el más mínimo ruido para no romper ese tranquilo y ameno ambiente que se formó entre los dos niños.

Pero se rompió justamente cuando se empezó a oír a lo lejos como nombraban al pequeño príncipe en diversos lugares.

Al parecer estuvo en el escondite mucho tiempo que empezó a preocupar a sus padres por su ausencia.

Por otro lado Tristán ya había acabado su jornada de entrenamiento del día, y de inmediato fue a voltear a todas partes para ver si Izan lo había visto practicar, pero no estaba.

No le importó mucho ya que sabía que a su amigo no le gustaba estar todo el tiempo observando las prácticas y batallas con espadas, así que fue a su habitación para ver si por ahí estaba.

En el camino noto que todos los del palacio estaban muy alterados, a lo que decidió preguntarle a los Reyes que pasaba.

—Majestades ¿qué está pasando?

En eso los dos adultos vieron al pequeño que estaba a su lado— O pero su eres tú Tristán—dijo la reina al ver quién era— veras es que ha pasado más de 2 horas que no vemos a Izan y ya nos empezamos a preocupar, ¿lo has visto?

—No desde que inicié mi práctica con la espada del día de hoy, pero les ayudaré a buscarlo.

—Muchas gracias jovencito—dijo al final el rey.

Después de esas últimas palabras el azabache se dirigió a los jardines del palacio pues sabía ahora en donde se encontraba su amigo si es que no lo an visto en las últimas 2 horas.

Mientras en el escondite se empezaron a oír unos pequeños pasos que se dirigían al escondite, lo que exaltó al pelirrojo de sobre manera, así que mientras notaba que el príncipe estaba algo distraído y viendo a la ves un pequeño brillo de emoción en los ojos del contrario, se escabulló de forma veloz y ocultarse en un árbol.

El príncipe al ya no ver al oji-reptil lo empezó a buscar con la mirada, pero fue interrumpido al escuchar los arbustos moverse y darse cuenta que era su amigo Tristán quien salía de el.

En el árbol el chico dragón vio la prevé vía de otro niño que se veía menos que el, el cual al parecer era un gran amigo del rubio, pues después de una pequeña platica que no pudo escuchar bien se fueron del lugar.

Obvio los siguió pero en su forma dragón, al parecer sus padres lo andaban buscando así que se retiró.

Callo la noche y el dragón nunca se fue del palacio, se quedó en la ventana del príncipe para ver príncipe.

Toda la noche le estuvo observando, ese día es cuando un sentimiento empezó a surgir, pues desde ahí nunca lo dejo de vigilar aún en la distancia pues lo que empezó a querer solo para él como su "princesa" ya que todo dragón tenía una princesa pero en su caso sería su príncipe y esperaría el momento indicado para tenerlo para él.

CONTINUARÁ...

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Aquí la segunda párate de esta historia y pues esta vez pudieron ver un poco del pasado de Kael uno de nuestro personajes principales, que opinan.

Así que nos leemos luego.

Adiós.

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