CAPITULO 1
Tiempo actual...
CERO
Las olas golpeando suavemente la costa de la playa, es una agradable cortina junto a la melodiosa música que inunda el elegante salón con su restaurant, siendo una parte al aire libre y no, cual con su noche despejada, hace más fortuita la fiesta con sus prestigosos invitados disfrutando como concurriendo de la misma.
Sonrío.
Por ahora...
Elegantes vestidos de alta costura con su color, largo y muchos, siendo arrastrados por su diseño y por más tacos altos en uso por las damas con guantes de seda algunas y llevando copas de champgne en manos, es una linda decoración junto a su par, por también hombres de exquisitos trajes y absolutamente todos de smoking oscuro y pajarilla.
El interior del salón es puro lujo y confort en su blanco con tonos platas y matices grises.
Y coronando todo y desde su alto techo, la colosal araña de cristal, cual sus luces bañando todo, hacen un maravilloso constraste para la ocasión con sus brillos y por los trazos de reflejos de los diamantes entre sí.
Bajo ella la gran escalera central en granito y también en plata esmerilada con porciones en su marfil perfecto.
Y a mitad de esta y descanso como algunos invitados, que sostienen una amena conversación sin dejar de beber de las mejores cosechas.
Yo.
Pero, sin la compañía como resto de nadie.
También de smoking, pero siendo del pequeño porcentaje como algunos, de optar por uno casi en su totalidad de blanco.
Peinado correctamente para la ocasión y aunque mantengo el largo que siempre me gustó.
Lejos de esa desprolijidad que de niño se me caracterizó.
Ahora, el dinero abunda.
Me abunda.
Eso, ya no preocupa.
Niego una copa de buen vino espumante mora, que me ofrece un chico del servicio de la fiesta, mientras me decido a bajar los escalones.
Ya que, en el horario laboral no se bebe.
Regla número 3, que me inculcó el padrino.
Entre el gentío, pero sentada en unas de las elegantes mesas con algunos de sus invitados.
La anfitriona del lugar.
Y en el cuello, mi cometido.
Mi encargo en mano del cliente.
La sangre de Cristo.
Nombre designado a la joya valorada en una cifra inavaluable para la razón humana por un diamante amarillo de 503 quilates y encontrada en unas excavaciones en la República Democrática del Congo, situada en al región ecuatorial de África.
Juego de incrustaciones por la joyería designada a su diseño, con el agregado de 99 diamantes blancos de casi 215 quilates, formando así, el collar no solo más expectacular del mundo.
Sino, también.
El más caro.
Pero como el retrato de Lisa Gherardini o más conocida como la Gioconda ubicada en el museo del Louvre, Francia.
Cual, su óleo se expone al público para disfrute de la obra maestra del artista Leonardo da Vinci.
Siendo y por más protección aparente de un sistema de seguridad, tanto para inoportunas fotos, tiempo u otras advertencias o en su defecto, robo.
Esa obra en exposición como la joya de la dama llevando en su bonito cuello, cual, cada tanto advierto que la suavidad de sus dedos en su seda blanca por llevar guantes, palpan mientras no deja de conversar desde su mesa.
Sonrío mientras volteo y mirando con disimulo a los pisos superiores.
La verdaderas, siempre están ocultas y protegidas en su bóveda secreta y solo salen a la luz alguna vez al año como en esta ocasión especial.
Devuelvo una sonrisa por partida doble que me dan dos mujeres al cruzarnos.
Ellas viniendo del toillette de damas y yo, simulando en mi trayecto que voy al de hombres, pero quedando cautivado aparte de la belleza como gracia de ambas, también en y por solo breves segundos hasta perderlas de vista, en una de muchas obras de arte que en conjunto y para esta velada de la alta sociedad, decoran las paredes como rincones de artistas famosos.
Eludo uno de varios que por más traje oscuro y vestir para no contrarrestar, es parte de la seguridad, fingiendo estar algo ebrio y que la pared me ayuda en estabilizarme mirando brevemente hacia abajo y no capte mi rostro de lleno.
Agregando y para que me mire despectivamente cuando nota me presencia y en el entretanto, costosamente sacar un habano del interior de mi chaqueta y sin abandonar la pared que me atrapa, procurar enenderlo.
Y con ello y una risa borracha ante su mirada como ceja elevada, consiguiendo que me preste atención.
En ese proceso, caigan y sin importarme varios billetes de muy alta denominación.
Una mujer del servicio con bastante pelo ondulado y pulcra con su uniforme, en ese momento también aparece y al ver mi estado, preocupada me quiere ayudar.
Que linda.
Y suelto nuevamente otra fingida pero bien actuada risa muy borracha.
- Estoy bien... - Rechazo su ayuda por una mejor postura, bajo la mirada del hombre que no se mueve de su lugar. - ...quédatelo... - Simulo algo parecido a un hipo ebrio muy risueño, al ver que la mujer algo avergonzada me quiere dar los billetes que recogió del suelo. - ...tengo más...mucho más. - Le suelto. - ...millones de esos! - Aclaro mientras intento que el encendor de plata que me acompaña encienda y por mi finjido estado me cueste.
Pero al fin lo logro y mirando borrachamente y a medias, tanto a la mujer como hombre, volteo y sigo mi camino hacia los baños.
No puedo escuchar mucho por mi teatro.
Pero sí, que por algo que la mujer del servicio dice, el hombre de seguridad responde.
- Pendejo caprichoso de millonarios... - Gruñe.
Me sigo arrastrando a sus miradas.
Y lo sigo haciendo y hasta que es una lucha externa hasta abrir la puerta de baño.
Sonrío sobre mi cabeza gacha y con siempre esa pared como ayuda.
Pero, ya una vez dentro y con cada paso que hago,mis pasos tambaleantes se va haciendo más estables y más, al notar que no hay nadie.
Mi vista se eleva mientras guardo nuevamente en un bolsillo externo, el habano que nunca pude encender y de otro, saco unos guantes blancos para ponermelos de calce perfecto a mis dedos sobre la verificación de cada elegante cúbiculo sea cerrado o no.
Y en el indicado y descubriendo como haciendo a un lado el cesto de desechos, en su falso fondo, encuentro mis cosas.
Vuelvo a sonreír, mientras los tomo y recuerdo su magnífica actuación de segundos antes y en el proceso me deshago de mi chaqueta como camisa y quedar con solo en camiseta oscura, para luego reemplazar eso ahí y nuevamente, acomodar todo en su lugar ocultándolo.
Gracias, Fiorella.
Para luego y ver que sigo solo, deslizar con suavidad la ventana y salir por ella, siguiendo la cornisa y su dirección izquierda desde su altura y hacia mi objetivo.
Último piso...
AL DÍA SIGUIENTE Y HORAS DESPUÉS DE LA MAÑANA, EN ALGUNA HABITACIÓN DESOLADA Y GRIS
- Tienes visita... - La gruesa presencia del guardia con su voz y del otro lado de las rejas, le dice a Andrés.
Recostado en su catre y apenas el brazo que cubre su rostro, se mueve para mirarlo sin cambiar su postura echada.
- ¿Quién, Farias? - Solo, se remite a preguntar.
Y consigue una risa de su intelocutor del otro lado.
- Tu abogado y ... - Prosigue. - ...deberías agradecer que en mi turno lo puedes ver.
Andrés se incorpora rápido pese a su edad.
Pensaba que podía ser uno del predio u otro imbécil del lugar.
Pero al ver a su abogado aparecer sin ser horario de visita como aviso y que, sobre el bajo como breve intercambio de miradas cómplices entre ambos y con ello, sobre blanco de uno hacia el otro, comprende que es algo que amerita su intromisión en esta madrugada.
Y caminando hasta su abogado, mira descaramente a la cámara de seguridad, ya que sabe que entonces, nada de esto va a suceder cuando verifiquen su estado diario.
Sonríe satisfecho mientras estrecha la mano de su abogado, cual toma asiento en una abndonada silla del otro lado de las rejas.
- ¿Noticias? - Murmura.
- Excelentes... - Responde el otro, abriendo su portafolios de su regazo.
Saca en un principio unos papeles y se los extiende.
- Ya llegó en manos del juez de ejecución, tu resolución judicial en cuanto a nuestro pedido de la libertad condicional.
- ¿Entonces?
Y su abogado sonríe.
- Los requisitos por el código Penal, hechos... - Saca otros papeles, que también entrega al exmilitar. - ...y previamente los informes infundados del organismo técnico-criminológico del concejo correcional como el establecimiento... - Mira lo que los rodea. - ...te avalan por buena conducta todos estos años, más tu seguimiento individual interno.
Sin dejar de sonreír, Andrés ahora también sonríe.
A nada de aprobarse este pedido por interno, se abrirá un expediente que tendrá que cumplir.
No le interesa.
Lo acatará a la vista de afuera y tema cerrado.
Ya que lo que le interesa, Farias se le entregó temprano y descansa en la silla junto a su catre.
El periódico matutino.
Y cual su portada y con la imagen como titular, acapara toda ella.
El gran robo de la madrugada.
Horas antes.
Y frente a cientos de invitados y burlando la seguirdad del lugar como policía.
La sangre de Cristo.
Una famosa joya con su diamante único.
Y no, solo por los quilates.
También, por la composición de la misma.
Su historia.
Andrés se sonríe más.
Ya que, sabe de ella y lo que significa eso.
Y más placer.
Levanta el periódico.
Quién lo hizo.
Suspira satisfecho.
- El pasado y el presente, se van a encontrar... - Murmura. - ...o se van a enfrentar? - Consulta divertido.
- ¿Señor? - Su abogado pregunta, por no saber si le habló a él.
Pero el exmilitar niega y su letrado obedece...
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