Achicopalada
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑 / 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝟐
Siente en el pecho la angustia. El mal sentimiento del tiempo detenerse a su alrededor. Como si las hojas ya no se movieran con el viento ni los pájaros siguieran en su vuelo.
Es que ¿Acaso ha asimilado bien su situación?
¿Qué ya todo acabo?
¿O en el fondo de su corazón esperará que todo se arreglara? ¿De qué forma?
¿Qué Sesshomaru viniera por ella para suplicarle su perdón?
Ni en sueños.
Kagura lo sabía. De todas las cosas que ese hombre sería capaz de hacer, definitivamente, eso no lo haría.
Jugaba con sus pies, melancólica sobre la rama más alta de un árbol no muy lejano a la aldea. Todavía seguía allí con la excusa interna de despedirse de Kohaku apropiadamente, por lo menos esperar mientras Rin se calmara.
¿Quiere irse? Por supuesto que no. Pero, quedarse estaba doliendo.
No puede culpar a nadie más que a sí misma por haberse encariñado tanto, con todo y todos. Como una ilusa tonta, creyendo que había encontrado su lugar en el mundo, con ellos, con él.
Sus pensamientos vagaron mientras esperaba que el joven exterminador apareciera, aunque por dentro deseaba que el chico nunca apareciera, así nunca podrían despedirse.
Lo increíble que suena como un mocoso humano se ganó su cariño, así como Rin pegada a Kohaku se lo ganó rápidamente. Y con ellos viviendo en la aldea humana, frecuentar a una vieja sacerdotisa, la hermana mayor de Kohaku, su esposo, sus sobrinos, la reencarnación de Kikyo e Inuyasha, el hermano de…
No importa en que quiera pensar, todos los caminos conducen a él. Ni siquiera tiene el valor de nombrarlo en su mente, es angustiante el desamor.
...
Cambió de árbol de vez en cuando para distraer su mente. Para cuando quiso pensar más allá de su enredada cabeza, notó que el cielo estaba tornándose anaranjado, despidiendo al sol.
¿Acaso ese mocoso se olvidó de ella?
Un tanto ofendida decidió ir en su búsqueda.
Seguir su rastro no era una tarea complicada. Cuando creyó que lo encontraría en la casa de reuniones, la de Kaede por supuesto, estaba equivocada. Entonces, el segundo lugar era en la casa de aquella exterminadora.
Desde afuera a la casa se escuchaba alto y claro la conversación que fluía ahí. Todos o tal vez la mayoría reunidos en la casa de la exterminadora y el monje.
El sentimiento de exclusión tuvo un sabor más amargo del que le gustaría soportar.
Era el claro recuerdo de por qué alguien como ella no podría codearse con ese grupo menos siendo humanos.
Eran enemigos por simple naturaleza.
Tal vez venir fue mala idea, solo decidió retroceder para tomar una de sus plumas. Lo mejor sería marcharse sin más.
Antes de que pudiera hacerlo, la puerta principal se abrió dejando ver a Kohaku salir de ahí.
— ¡Señorita Kagura! ¡Llega en el momento justo!
— ¿Justo para qué? Pasé toda la maldita tarde esperándote, mocoso.
— Es justo la razón, adelante, te lo explicaré todo.
Kagura hubiera fácilmente rechazado la oferta y haberse marchado. Pero si lo hubiera hecho, con la duda se quedaría.
No es chismosa, solo debe mantenerse bien informada.
En plena entrada estaban reunidos mujeres y niños.
Rin, la anciana sacerdotisa, la joven sacerdotisa, la exterminadora, sus hijos y las mascotas.
Sin Inuyasha o el monje a la vista.
— ¡Señora Kagura no puede irse a ningún lado! ¿Ya oyó las malas noticias?
— ¿De qué hablas? — respondió la demonesa.
— Puedes acercarte más, no te quedes parada en ese umbral. ¿Está bien? — Sango la invitó a pasar, algo inusual pero que no pudo rechazar.
Su relación con esa mujer no es mejor que la que llegó a tener con Kagome, pero por lo menos, parece que Sango ya no la odia o por lo menos no parece molestarle su presencia. Y Kagura apuesta todo a que se debe por Kohaku.
El asunto de Naraku haber eliminado a la familia de exterminadores y Kohaku al borde de la muerte no era para nada su culpa, lo sabía, pero al haber sido involucrada en tantos actos malvados no era nada que la enorgulleciera actualmente.
— Será mejor que te ponga en contexto. — Él joven exterminador habló llamando su atención. — Salimos por un llamado de auxilio en la aldea vecina, donde misteriosamente han estado desapareciendo algunos niños pequeños. Las pistas nos llevaron a la conclusión que una ente Ubume estaba detras de todo. Pero, además, al avanzar la investigación descubrimos que algunas mujeres de ese pueblo fueron infectadas con un parásito Rokurobuki.
— ¿Rokurobuki? ¿Las mujeres de cuello de serpientes?
— Así es. Tanto el Ubume, que es el espíritu de una madre fallecida lamentado la pérdida de su hijo, como el Rokurobuki son espíritus muy distintos entre sí. Al intentar exorcizar al espíritu Ubume, este huyó. Por eso fui el primero en regresar.
— Mientras que las mujeres infectadas, durante el día no recuerdan absolutamente nada de lo que les sucede en la noche, cuando el parásito demoníaco se manifiesta — Kaede explicó a detalle — Si el parásito avanza, las consumirá por completo. Aún hay tiempo de salvarlas, siguen siendo humanas.
— La Ubume sobrevivió al exorcismo, quiere decir que ha ganado bastante poder. Ese espíritu es la principal sospechosa de ser quien ha estado infectando a estas mujeres, que casualmente, todas perdieron por lo menos un hijo.
— Todo encaja. — Shippo que estaba en silencio decidió dejar su aporte asintiendo.
— Ajá… — Fue el primer comentario de Kagura. — ¿Y?
— … ¡Que tememos que el espíritu Ubume ya esté aquí en la aldea! — Rin Exclamó. — ¡No puedes irte con un demonio así alrededor! Te quedaras con nosotros.
— ¿Eh? ¿Qué dices? — la hechicera del viento — ¿Crees que ese espíritu de cuarta es capaz de siquiera hacerme algo? No me hagas reír.
— No, pero… ¡Yo quiero que estés aquí de todos modos!
— Oh ya voy entendiendo, no están los principales protectores y quieren que me quede a cuidarlos.
— ¡Claro que no! — Kagome lo desmintió rápidamente — ¡No pienses mal! ¡Claro que podemos defendernos por nuestra cuenta! Solo queríamos que estuvieras al tanto… para que no te tomara de sorpresa. Si eliges quedarte, eres bienvenida… así como si deseas irte puedes hacerlo, no era nuestra idea molestarte.
— Solo es emoción de Rin-chan.
— ¡No me contradigan! ¡Las cosas serán más fácil con la señora Kagura de nuestro lado! ¡Ella es muy fuerte!
— Oye, yo también soy muy fuerte— Kohaku se quejó. — y con la Sacerdotisa Kaede y la señorita Kagome exorcizar al espíritu será pan comido.
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