- Extra -
— Parte (1/3) de 30 De Diciembre hasta 1 De Enero.
— Ningún acontecimiento ocurrido dentro del Extra afecta la trama principal, es decir, no es parte de la historia.
— Perdón por el atraso. Ahora va a ser como un regalo de Año Nuevo jeje
" — Feliz navidad, Samuel — "
La mañana es más fría de lo habitual, y puede culpar tranquilamente al pequeño tragaluz del techo del vagón, que, en temporadas frías, no hacía más que molestarlo insistentemente mientras rezaba por no terminar enfermando. No tiene muchas intenciones de levantarse, hace demasiado frío y está lo suficientemente cansado como para siquiera atreverse a poner un pie fuera de la cama, por muy responsable que quisiera ser, esta vez, su aberración al frío le era más que razón suficiente para faltar a sus propios valores. Y realmente planea seguir durmiendo si no fuera porque su compañero de "cuarto" comienza a estornudar.
Asomándose por encima de las cobijas, puede ver apenas sus cabellos castaños y revoltosos asomándose por la cobija, siendo que está totalmente cubierto, es incapaz de ver nada más.
Parece que sigue dormido, pero los estornudos continúan, quizás es porque es muy temprano, pero incluso de esa manera, el chico ni siquiera hace gesto de despertar, y en cambio, se hace bolita arrastrando los cobertores consigo, se ve cómodo, y ciertamente debería estar lo suficientemente abrigado como para que los estornudos no tuvieran razón alguna, si no fuera, porque puede ver sus pies descalzos escaparse de la calidez de las cobijas.
Gruñe, no tiene ganas de ir a arreglar ese problema, pero sabe, que teniendo la suerte que tiene el menor, terminará con gripe y la culpa resultará ser suya por no cuidarlo.
— ¿Es que no puede ser más cuidadoso? — Murmulla bajito, levantando la mirada al techo mientras trataba de prepararse para el día que tendría que soportar una vez se levantase de la cama, porque una vez fuera, sería incapaz de volver a ella. — Tonto — Agrega, empujando los cobertores y apresurándose a salir de la comodidad del colchón. Sus pies tocan el piso, y aún con calcetas, puede sentir perfectamente el frío del suelo a través de ellos, haciendo que un escalofrío recorriera su espalda casi inmediatamente, así que se apresura a ponerse los zapatos más cercanos que tiene, levantándose después.
El vagón a cambiado con el tiempo. Rubén se ha encargado de llenarlo de cientos de pósteres de circo y otras cosas, y últimamente, viciado a juntar piedrecitas de cada lugar al que iban, su mueble para la ropa, tenia ya una colección de distintos tipos de forma y color, porque siempre tenía que encontrar alguna especial.
Se acerca a la cama del castaño, que se hace más ovillo sobre sí mismo como si eso fuese a quitarle el frío, y en realidad, le envidia el sueño al menor.
No lo despierta, sería una pérdida de tiempo y se ve tan tranquilo, que su ahora ablandado corazón –solo por culpa de aquellos ojos verde esmeralda – es incapaz de despertarlo. Y en cambio, se inclina buscando acomodar las cobijas para cubrirlo correctamente, observándolo solo por unos segundos al notar como destensaba su cuerpo ante la accion, provocándole una risa ligera que esperaba no lo hubiera despabilado.
Observa el calendario viejo que Rubén ha puesto. Lo había encontrado un día en la oficina de Luzuriaga, y no se había detenido ante nada cuando pidió permiso para quedárselo, aún cuando todos habían insistido en que era muy viejo, y que podían comprarle otro, pero quizá Ruben solo lo quería porque había muchos osos cachorro en el. No le sorprende toparse con que es día de Noche buena, pero no es algo que le brinde principal alegría, y ni siquiera logra provocarle interés.
No resultaba ser más que otro día de Diciembre. Aún si William y David insistían en que era la fecha más importante del año, o si Raúl no paraba de desear feliz navidad nada más iniciar al Diciembre porque no puede contener la emoción.
A él no le gusta. No va con el cantar villancicos mientras fingen un han tenido un buen año, no cuando en realidad la fecha lo pone demasiado melancólico para soportarlo, y ante ello, decidió quitarle presencia a dicha fecha.
Quizá es porque se queda mucho tiempo parado observando el número en negritas en el calendario. Pero no se da cuenta cuando Rubén asoma su cabeza por encima de las colchas, y lo observa detenidamente mientras él está cruzado de brazos.
Ambos están demasiado entretenidos observando algo. Pero resulta ser el calendario menos importante que detallar los mechones azabaches desordenados del ojivioleta, porque es Samuel el primero en hablar.
— Buenos días — Murmura, mientras el ojiverde se incorporaba sobre la cama, sentándose mientras aún se cubría las piernas. Le sonríe, está todavía adormilado, sus ojos, normalmente alertas y emocionados, están perdidos y apacibles, mientras su nariz roja por el frío se fruncía levemente mientras le saludaba, en un gesto que, está seguro, el menor sabe que le encanta. Su voz, ligeramente ronca, Murmura algo que él no puede entender.
— Vege~ — Está canturreando, como todas las mañanas desde hace algún tiempo, su nombre. Y extiende los brazos como si lo invitase a acurrucarse en ellos por mucho que quiera resistirse, porque sus ojos verdes son suficientes para arrastrarlo con el. — Hace frío — Agrega, abriendo y cerrando sus puños como si lo quisiera tentar aún más.
Suelta un suspiro, dejando de lado sus pensamientos anteriores, mientras se inclina sobre la cama, apoyándose en su rodilla cuando abraza al menor que se aferra a su espalda y lo jala consigo a la cama cuando se hecha para atrás.
El espacio es poco, pero es tan valido y placentero que no puede reclamarle que está a punto de caerse de la cama, y en cambio, se dedica a acariciar los cabellos revoltosos del chico cuando este se esconde en su cuello tal niño pequeño.
Sus dedos pálidos desenredan cuidadosamente los mechones castaños. Y el menor se deja hacer mientras trata de quitarse todo el sueño que le quede. Mientras cabecea gozando del aroma ajeno, que siempre parece invadido por el aroma del talco.
— Buenos días — Murmura Rubén, repitiendo aquello que antes no había podido entender.
— ¿Vas a seguir durmiendo? Te levanto para el desayuno — Asegura, pero siente como el menor niega con la cabeza.
— Luzu...— Susurra adormilado el contrario, sin soltarlo pero aflojando ligeramente el agarre — Dijo que era un día importante — Agregó. No era un día importante. O bueno, podía serlo si tenías una pareja obsesionada con un día del año demasiado específico.
— Entonces levántate y peínate. Eres un desastre — Le aclara. Tomando los brazos que lo rodean y retirándolos, queriendo escapar del calorcito agradable que le brinda el contrario.
— Uh. Claro, como tú amaneces perfecto — Anuncia Rubén, rodando los ojos mientras se burla de los mechones que le caen en la cara al ojo violeta, que frunce ligeramente ante su señalamiento.
— Mejor que tú, al menos —.
— Touche' — Realmente odia que le haya aprendido aquella palabra a Raúl.
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