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Despues de dos dias, por fin habian terminado las practicas, y aunque Ruben todavia no participaria en el siguiente show, era tiempo de empezar a moverse.
Asi que, ambos lamentandose tuvieron que aceptar la realidad y prepararse para el viaje.
—Pudiste haber dicho que te sentias mal—Murmuro Samuel, sentado al lado de la cama del menor.
—P-pero teniamos que salir ya...—Murmuro Ruben, acostandose de lado en la cama para poder ver a Samuel a la cara— No te enfades...—Susurro mirandolo con pena.
—¿Sigues mareado?—Pregunto el ojivioleta bajando la mirada, si bien a el las nauseas le habian disminuido considerablemente desde que salieron todavia tenia una leve incomodidad.
—Un poco—Le contesto el menor, sonriendole de forma cansada, Samuel apoyo los brazos en el colchon, recargando su cara sobre estos, y acerco una mano a las mejillas del menor.
—Encima estas ardiendo en fiebre—Susurro frustrado, no tenia idea de que el menor fuera tan enfermiso, pero nuevamente, lo atribuia a los estupidos padres del castaño, seguramente la falta de alimentacion y los constantes abusos habian hecho que sus defensas bajaran.
—Samuel—Murmuro Ruben, y el ojivioleta le miro a los ojos en señal de que tenia su atencion— Perdon —Dijo, y Samuel cerro los ojos.
—No pidas perdon—Le dijo, abriendo los ojos y mirandolo con cierto toque de diversion— Pero tienes prohibido morirte hasta que lleguemos—Le sonrio, y el menor rio bajito.
—¿Que haras si me muero antes?—Le pregunto con los ojos entrecerrados mirandolo todavia con ese toque incente tan caracteristico de el.
—Te traere de regreso—Le murmuro, no queriendo perturbar la ensoñacion que el menor parecia empezar a tener.
—De todos modos, se que no me pasara nada—Contesto Ruben, ya balbuceando por el sueño, saco una mano de las sabanas y con cuidado, como si tuviera miedo, la acerco a una de las de Samuel que se encontraba apoyadas en la cama.
Samuel observo sus movimientos, y como diciendole que estaba bien, dio vuelta a su mano, haciendo que su palma quedara mirando hacia arriba, y el menor levemente sorprendido por la accion del mayor, puso su mano sobre la de el.
El tacto de Ruben era calido, y el de Samuel era tan frio como un cubito de hielo, y sin embargo ambos disfrutaron del tacto del otro.
—Se que no me pasara nada—Repitio, subiendo la mirada para observar los iris violetas del azabache—Porque estas aqui conmigo—Termino, cerrando los ojos mientras se quedaba dormido, sin aflojar el agarre de la mano de Samuel.
El azabache lo contemplo unos segundos como si fuera el mayor regalo de la vida o la cosa mas maravillosa que poseyera ese mundo.
Apoyo la cabeza en la cama, sin soltar la mano de Ruben, y abmirandolo, termino por quedarse dormido al lado de la cama.
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