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Samuel observo una vez mas la carpa vacía.

Bueno, a acepción de un lugar en las gradas, donde un chico de cabellos castaños comía palomitas con entusiasmo.

El chico había dicho que nunca había comido palomitas, y a decir verdad aquello le ponía de los nervios, por lo que mando a Akira a comprarle palomitas en el festival, tenia otro paquete guardado por si quería mas.

Pero no le diría que fue el él que puso el dinero para comprarlas.

Soltó otro suspiro, empezando a caminar hacia la entrada de la carpa, ese día le tocaba a el resivir a la gente, pues su acto era el último.

-Samuel!-Escucho, era el ojiverde, que se había levantado y movía el brazo de un lado a otro con entusiasmo, saludándolo.

No pudo evitar soltar una sonrisita de medio lado, levantando una mano en forma de saludo, el chico ojiverde sonrió, emocionado.

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-Bienvenidos!-Su voz salía casi de manera automática, al igual que aquella sonrisa bien actuada.

La gente le regresaba el saludo entusiasmada, y las chicas se sonrojaban de ves en cuanto, entonces el les giñaba un ojo, mientras sonrei, y las chicas se apresuraban a entrar con mas entusiasmo.

Era un fastidio, uno que tenia que soportar si no quería que Luzu lo matara.

Sonreír y saludar, no era tan difícil.

Sonrió verdaderamente cuando noto que ya no quedaba nadie por entrar.

¡Aleluya!

Dejo la entrada de lado y se apresuro a pasar por debajo de las gradas para llegar a la parte trasera de la carpa, donde había un doble fondo para preparar todo.

Se detuvo un momento al visualizar a Ruben del otro lado de las gradas, pese a que la gente le interrumpía la vista,podía observar lo emocionado que se veía.

Y entonces pensó que lo perfeccionista de Luzu estaba justificado, ver esa sonrisa valía la pena.

Ruben era extraño, y pese a todo, no le caía mal.

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