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-Ahhhh!-Luzu gritaba, sin una razón aparente.

-Puedes callarte? Me pones nervioso!-Reclamo Vegetta, mientras todavía fingía aquella sonrisa hogareña.

-Shhhh! Es la primera presentación que hacemos desde que llego Ruben, quiero que lo disfrute, no como la última vez!-Reclamo, acercándose a Vegetta para recogerle esos mechones de pelo que nunca lograba hacer que se quedaran quietos.

-Eh eh, deja mi pelo-Reclamo el azabache, haciéndose para atrás, en el movimiento, los dos mechones de pelo volvieron a caer sobre su frente, Luzu lo miro agonizante-Cálmate de una vez, no es nada especial-Le reprendio.

-No puedo, si no sale perfecto me sentiré mal el resto de mi vida-Dijo, dramatizando su voz.

-Ese niño se emociona con todo, solo hace falta que le des una paleta para que de brincos-Le dijo Vegetta, cruzándote de brazos.

Esa noche era la primera presentación desde la última hace 3 días, después de eso, se quedarían uno mas y luego se hirían, con o sin Ruben.

Ese detalle ponía nervioso al ojivioleta.

Mientras tanto Luzu seguía hiperventilandose.

-Luzu!-Grito el azabache, y los ojos castaños del dueño del circo le miraron nerviosos-Déjate de tonterías y vamos a ayudar con los últimos detalles-Le dijo, tomándole de los hombros y sonriéndole con dificultad, lo estaba sacando de sus casillas, pero por alguna razon, siempre lograba calmar al castaño hasta con la sonrisa mas fingida.

-Bien-Murmuró, para regular su respiración.

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Ruben estaba emocionado, por fin podría ver los actos sin interrupción y podría disfrutarlo.

Estaba emocionado, así que se dispuso a ayudar en algo, por lo que ayudo a ubicar las cosas que faltaban y a poner las cosas necesarias en su lugar.

Si todo salía bien, contaba con que le dejaran acompañarlos a donde fueran.

Eso le acusaba mucha ilusión,podría salir de aquella cuidad en la que tan malos recuerdos tenia.

Suspiro,mirando como el festival empezaba a cobrar vida a su alrededor, y la gente empezaba a cuchichear mientras miraban los carteles y pancartas del circo, las chicas solian admirar mucho las pancartas donde aparecía Auron y también miraban mucho las de Samuel.

No las culpaba, eran guapos al fin y al cabo.

Miro con alegría a su alrededor, esperando que sus días siempre se vieran así de alegres apartir de ese día, porque ya no podía imaginarse volviendo a como vivía antes.




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