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Bien, quizá había sido mala idea.

No estaba muy alto, subir no le había causado ningún tipo de vértigo, sin embargo, lo que le daba miedo era la red, si se caía de cara ahí iba a doler como nada.

-Me escuchas?-Pregunto el ojimorado,gritando desde el otro lado del trapecio.

-Ajam...-Murmuró el menor, asintiendo con la cabeza para que el otro le viera.

-Bien, escucha, esto es como el pasa manos, no pasara nada si te caes,la red esta bien puesta y es imposible que des con el piso-Le grito.

Ruben asintio, igual de nervioso.

-Eras gimnasta, así que sabes lo que es el cambio de barra, es lo mismo, así que solo has lo que ya sabes-Le dijo ,Ruben asintio.

Era cierto, era como los cambios de barra, no tenia porque tener miedo, en el peor de los cosas tenia la red abajo, no pasa nada.

Miro el trapecio con duda, pero lo tomo de ambas manos y suspiro.

-No te tires así, ve hacia atrás y toma impulso, para que llegues al de enmedio-Le gritó Samuel, todavía con esa cara de me importa poco.

-Vale-Grito Ruben, tomo aire y fue hacia atrás en la base, lo mas que pudo, tomo bien el trapecio en las manos, y se puso derecho, como se hacia al subir a la primera barra.

Unos ojos violetas seguían sus movimientos desde el otro lado.

-Voy-Murmuró Ruben, intentando calmarse un segundo mas.

Después tomo impulso, y se dejo llevar por el trapecio.

Era una sensación increíble, le llenaba de adrenalina y al mismo tiempo, sentir el aire contra el, la libertad cercana a volar, era simplemente cautivador.

Miro el trapecio medio con decisión, empezando a impulsarse para poder llegar con todo su cuerpo y tener todo el peso cuando lo sostuviera en manos.

Lo logro!

Sonrió encantando, sin embargo, celebro muy pronto, pues soltó su peso y sus manos terminaron por soltarse.

-Ah!-Grito, cuando supo que daría de cara al suelo, pues al soltarse dio la vuelta hacia atrás, callendo de cara, eso iba a doler, en definitiva.

Cerro los ojos esperando el impacto, sin embargo, sintió como le sostenían de los tobillos y se iba hacia atrás.

-No lo hiciste mal-Escucho, y abrió los ojos, estaba todo alrevez, pero como pudo observo que era Samuel quien le sostenía de los tobillos.

Sonreía.

Ruben nunca había visto una sonrisa tan encantadora.


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