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—Creo que lo mejor será hablar de esto allá dentro. No quiero que nadie nos vea—indicó Mizuhara abriendo la puerta con el número indicado. Primero ingresó Mariam quien permanecía en silencio, cosa la cual no hizo más que preocupar al mitad japonés. Sin embargo y de la nada por el pasillo vio salir a dos personas que él conoció hace un tiempo. Siendo estos Miguel y Matilda, quienes al notar la presencia del rubio se asustaron.
—Mizuhara, puedo explicarlo—intentó Miguel de hablar un tanto alterado.
—Descuida, p-prometo no decir nada, lo juro. Ustedes tampoco le digan a nadie que me vieron aquí—respondió Max levemente ruborizado.
—Si, g-gracias, eso haremos—contestó totalmente roja la peli rosa bajando la mirada.
Sin más Max ingresó notando que la habitación era bastante espaciosa. Sus paredes rojas sobresalían de los muebles blancos, se apreciaba un balcón el cual se conectaba con un jacuzzi. Pero lo que más llamó la atención del oji azul fue que en una amplia mesa se encontraba una fuente de chocolate, con fresas y bombones como acompañamiento.
—Bien, ya estamos aquí. Ahora mismo debes pensar que soy la más idiota del mundo por lo que hice.—se sinceró la peli azul sentándose en la cama—supongo que lo mejor sería irnos, no hay nada más que hacer aquí.
—Claro que no, este sitio se ve costoso. No podemos desperdiciarlo al contrario—acercándose a la fuente Mizuhara tomó varias fresas y las cubrió de chocolate, las colocó en una pequeña bandeja y terminó sentándose a la par de ella—podemos comer algo y conocernos mejor. Ese era el punto principal de nuestra cita ¿no?.
—Si, tienes razón. Me sorprende lo rápido que te adaptas a las situaciones raras como esta—mencionó la oji verde tomando una fresa.
—Jejeje of course*, eso es algo que tuve que aprender desde que tengo 10 años—respondió con una sonrisa.—ahora que estamos en confianza, me encantaría saber más sobre ti. Sin peleas, sin malentendidos, solos tú y yo.
—Esta bien, aunque no soy buena hablando de mi—dijo Mariam desviando la mirada, fue ahí que se dio cuenta de que no era el lugar. No era el ambiente, era él quien siempre la ponía en esa posición.
—Bueno, empieza desde el principio. Tenemos toda la noche—respondió dándole una mordida a su fruta.
Y así empezó, una amena charla donde tanto ella como él dijeron sus aventuras. Sus cosas buenas, sus cosas malas, entre miradas serias hasta carcajadas. Fue ahí que Mariam pudo comenzar a sentirse viva, experimentar su primera cita con la persona idónea si que era muy gratificante. Mizuhara ordenó una botella de champagne para acompañar la velada, era divertido pasar esa noche con Mariam. Puede decirse que por fin había encontrado la llama que necesitaba, aquel fuego que ninguna chica había podido encender en lo más profundo de su ser. En un momento dado ambos se recostaron en la cama observando el techo, esté poseía un estampado de nubes el cual daba un ambiente embriagante.
—Sabes Max, esta cita ha sido la mejor de mi vida. De hecho eres el único hombre que no vio en mi a una debilucha que siempre tiene que callar lo que siente—dirige su mirada al rubio, quien procede a hacer lo mismo—en verdad te lo agradezco, jamás me había sentido así.
—No tienes que hacerlo, después de todo. Alguien tan bella como tú merece ser feliz, esta noche ha sido fantástica para mi también—comentó sonriendo—quisiera que no acabará.
—Estoy de acuerdo—susurró ella acercándose para de ese modo, acurrarse con el mitad japonés. Mizuhara se sorprendió de su actuar, pero al mismo tiempo le parecía adorable verla así… por lo que con sus brazos la envolvió hasta donde pudo.—Max yo, debo ser honesta contigo—empezó sintiendo que el fuego subía a su rostro.
—Bien sabes que puedes decirme lo que sea, puedes confiar en mi—contestó Mizuhara con sus ojos cerrados.
—Me gustas, en verdad me gusta estar contigo. Me hiciste ver lo equivocada que estaba, Max yo,—alza su rostro—ya no puedo ocultarlo más.
—Mariam—susurró sorprendido—no me esperaba una confesión así de repente, pero eso es lo que me gusta de ti. Que no temes enfrentarte a los desafíos que se te atraviesen—dijo con suavidad haciendo más fuerte su abrazo—Mariam, I Love you.
—¿Qué dijiste?—soltó ella alzando una ceja.
—Jejeje dije que te amo tontita—respondió ampliando más su sonrisa.
—¿Me amas? ¿Así tan de pronto?—dudó ella alejándose un poco.
—Bueno si, porque como ya te había dicho. Me siento especial contigo—respondió con cierta obviedad.
—No puedo creerte, eso no tiene sentido—refutó Mariam sentándose en la cama—las cosas no suceden así.
—Cuando es el corazón quien lo dice, no necesita una explicación—indicó Max también sentándose detrás de ella para abrazarla.—Mariam, my heart chose to love you**.
—Jejeje, no sé qué dijiste pero, algo dentro de mi quiere creerte—suspiro cerrando sus ojos.
—Ese es tu corazón, escúchalo y qué te diga lo que tienes que hacer.
—Tienes razón, eso haré. ¿Y sabes qué me dice ahora?—comentó de forma felina.
—No, dime.
—Quiere esto—finalizó para darse la vuelta, y con fuerza empujar al rubio quien cayó sobre el colchón. Esté quiso responder pero de inmediato la peli azul se colocó encima suyo y acercó su rostro al suyo.
—M-Mariam.
—Max yo, quiero experimentar algo nuevo juntos. ¿Me ayudarías?.
—Y ¿Qué es eso nuevo?—dudó claramente nervioso.
—Ahora mismo te lo muestro—susurró finalmente uniendo sus labios con los contrarios, fue cuestión de segundos para que Max cerrara sus ojos y le correspondiera. Las manos de la chica sujetaban su rostro, mientras que las de Mizuhara se fueron directamente hacia su cintura.
La intensidad de los besos fue cada vez más, ninguno quería separarse. De un segundo a otro sus lenguas fueron las que empezaron una pelea buscando un ganador…
—¡Hola!, perdón por interrumpir pero el paquete solicitado por la señorita Mariam incluye además esto—dijo una de las empleadas quien ingresó de forma abrupta mostrando que lleva en sus manos cinco preservativos—los dejaré por aquí, disfruten de la noche—se despidió feliz cerrando la puerta.
—fuck*** eso fue muy vergonzoso—indicó Max con sus mejillas rosas.
—S-si, aunque creo que ya es muy tarde. Lo mejor será volver a casa—dijo Mariam intentando quitarse de encima, pero las manos del rubio lo evitó—¿Qué haces?.
—Eso que acaba de pasar, debo admitir que me gustó mucho—susurró viéndola directamente a los ojos, causando que un fuerte rubor apareciera en ella hasta las orejas—y quería saber si, ¿podemos continuar?.
—¡¿Acaso te has vuelto loco?!—alegó nerviosa.
—De amor si, Mariam no quiero separarme de ti. No puedo hacerlo aunque tú me lo digas.—haciendo uso de su fuerza ahora fue Mizuhara quien cambio las posiciones, estando ahora arriba de ella. Sonrió al notar como su cabello se esparció por todo el colchón—Mariamu, anata wa nante utsukushī nodeshou+.
—¿Ahora quieres hablarme así?—soltó la oji verde con algo de burla.
—Es porque eso siento, y quiero dejarte bien en claro que es verdad—susurró para robarle un beso apasionado el cual sin lugar a dudas fue correspondido.
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—Joseph basta, ya te dije que no sé a donde se fue Mariam—dijo Ozuma cansado.
—Pero estaba hablando contigo antes de irse. Algo tienes que saber—refutó el peli verde molesto—¡Ya es muy tarde y ni siquiera ha llamado!.
—No puedo creer que diga esto, pero Joseph tiene razón—intervino Dunga—recuerda que ella esta enferma, además tengo entendido que no tiene más amigos entonces ¿Con quién se fue?. Nosotros somos su única familia y prometimos cuidarnos unos a los otros.
—Esta bien, ustedes ganan—refutó Ozuma soltando un suspiro—¿Dónde sugieren buscar?.
Fue ahí que ambos se vieron sin saber por donde empezar. Ese era el principal problema, Mariam casi nunca decía a donde iba o mucho menos si es que conocía a alguien. Haciendo todo un más difícil para Joseph quien, sin pensarlo salió corriendo de la casa.
—Ese niño, siempre tan imprudente—susurró el peli negro tomando su capucha—tengo un ligero presentimiento de donde puede estar. Lo mejor será detenerlo antes de que comenta alguna tontería—refutó para salir de casa junto con Dunga.
Continuará.
*por supuesto
**mi corazón eligió amarte a ti.
***Carajo.
+Mariam que hermosa eres.
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