Cambiando los roles
Esa noche en específico se enfrentarían los saint shields, contra los PPV all Stars. Cada quien estaba en sus respectivos lugares preparándose para el encuentro. Para esta ocasión solo serían de tres contra tres, sin embargo Mariam de un segundo a otro, comenzó a sentir un ligero dolor de cabeza. Trato de no darle mucha importancia y continuó con lo suyo, pero para su mala suerte sus síntomas comenzaron a empeorar. De la nada comenzó a sentir que su dolor de cabeza aumentaba, sus ojos se pusieron llorosos además de que su piel se puso muy caliente. ella al ser tan orgullosa no quiso pedir ayuda a ninguno de sus compañeros, pero su hermano menor Joseph sí se dio cuenta por lo que se acercó a ella y le preguntó:
—Algo no anda bien contigo y no quieres aceptarlo. sabes que puedes decírmelo.
—yo ya te dije que no es nada, puedo salir a combatir—intentó defenderse pero se le notaba que no estaba en condiciones de seguir.
—Eso no es cierto, le diré a Ozuma de que cambiaremos los planes—refutó el peli verde cruzando sus brazos. Él sabía que su hermana era fuerte no necesitaba que la protegieran, pero como cualquier ser humano también tenía un límite y no quería que ella se expusiera a más peligros solamente porque su orgullo no se lo permitía.
—Está bien haz lo que quieras, pero cuando me veas en mejor condición te arrepentirás de haber tomado esa decisión—indicó la peli azul sentándose en un sofá que tenía cerca.
—Sabes una cosa, realmente me gustaría viéndote a ti siendo más amable y dulce. si bien es cierto que no todas las chicas son así, no caería mal que fueras al menos una vez de ese modo—mencionó para luego salir de allí.
—Yo jamás me mostraría débil ante nadie, prometí ser siempre fuerte. Esta fiebre no me detendrá—pensó la oji verde cruzando sus piernas.
Lamentablemente para ella, con el pasar de los minutos no obtuvo mejoría. Sino todo lo contrario, ya que incluso comenzó a temblar, sus compañeros ya estaban fuera. Y por lo tanto nadie podría ayudarla en esa situación, pero para su suerte cerca de allí pasó cierto rubio de ojos azules, quien pertenecía al equipo que esa misma noche tenían que enfrentar.
—¿Mariam? ¿Eres tú?—dudó Max acercándose a ella.
—S-si, y si no te importa, me gustaría estar sola—aclaró la peli azul, pero a los segundos soltó un estornudo.
—Esto no puede ser bueno, toma—indicó quitándose el suéter que suele llevar amarrado en la cintura.—lo necesitarás.
—¿Por qué quieres ser amable conmigo?, Debo recordarte que yo no lo fui contigo en el pasado.
—Sí fuiste un poco grosera, pero entiendo que es tu comportamiento. además yo no puedo ignorar a alguien que realmente necesita ayuda, veré si tienen la enfermería disponible, ¡enseguida regreso!—exclamó corriendo hacia el pasillo izquierdo.
—Max—susurró Mariam tomando el suéter y colocarlo en su pecho. Aun tenía impregnado el aroma del mitad japonés.
Unos minutos más tarde, Mizuhara reapareció agitado. La enfermería estaba cerrada y no había otras formas de poder auxiliar a la chica. Así que arriesgándose a todo, llegó con ella y como pudo la cargó en brazos. De ese modo se fue directamente hacia el estacionamiento, en donde estaba la camioneta de su madre. Mariam observó esto con su rostro rojo, ella nunca se había sentido así de débil. Nunca quiso que nadie la viera así, y más si se trataba de Mizuhara, el mismo sujeto que hace años siempre había sido amable con ella, pero ella nunca quiso saber nada sobre él. Después de llegar ahí se desmayó, sin recordar que ocurrió después.
Cuando sus ojos se abrieron nuevamente, ya estaba en el hospital. Con Max a su lado observándola preocupado, pero al notar que estaba volviendo en si, una sonrisa apareció en sus labios.
—Qué gusto que ya despertaste. Cuando te desmayaste me preocupe, por un momento creí que había sido demasiado tarde—comentó el rubio.
—¿Qué me pasó?.
—Pues según me dijeron que tienes una infección en la garganta, aunado con una fiebre muy alta. pero con un poco de descanso y medicina volverás a la normalidad en poco tiempo—explicó ahora sacando algo tras su espalda—Y como ya es costumbre, nada mejor que unas flores para animar el ambiente en un hospital—mostró un pequeño ramo de girasoles junto con unos lirios.
—Es muy lindo, gracias. No solamente por esas flores, sino que también por todo. Tú siempre has sido tan amable conmigo que ahora me siento culpable—se disculpó levemente ruborizada.
—Tranquila ya te dije que eso es cosa del pasado. lo que me interesa ahora es que te recuperes muy pronto y así volvamos a combatir una vez más.
—Max dime una cosa, ¿tú piensas que soy dulce?—preguntó sumamente avergonzada.
—Vaya pregunta, pero si quieres que sea muy sincero te lo diré. la verdad creo que eres una chica muy amable solo que te cuesta todavía expresar tus sentimientos, entiendo que creciste en un ambiente donde las emociones no son tan importantes pero, me alegra que poco a poco estás abriéndote a nuevas experiencias y eso es bueno. para mí eres una chica muy amable nunca tienes que olvidar eso.—dijo dedicándole una sonrisa la cual brillaba como el sol.
—Max—susurró sorprendida.
—Dejaré tus flores por aquí, Mientras tanto le avisaré a tu hermano y amigos para que vengan a visitarte. sé que no fue lo correcto haberte sacado sin avisarle a nadie pero, no podía quedarme viendo cómo te ponías peor. puede que tú no lo creas pero para mí, sí eres alguien importante—sin más Mizuhara se fue, dejando a la chica con muchas dudas en su cabeza. Además de que su corazón comenzó a latir muy rápido, quiso creer que se debía a su enfermedad… si, eso era, no había otra razón.
Una hora después aparecieron Ozuma y los demás. Siendo Joseph el más molesto, después de todo su hermana nunca aprendía la lección de que no siempre se puede hacer todo solo. A la mañana siguiente Mariam pudo salir del hospital, si bien no era tan grave lo que tenía, si debía cuidarse. De camino a casa, la chica comenzó a recordar algo que pensó, que nunca volvería a revivir.
Flashback.
Tras esa batalla que fue muy confusa, y luego de que ambos debido a la explosión quedarán atrapados bajo todos esos escombros sin encontrar una salida. debido a la poca claridad Max casi se caía en un agujero, pero fue salvado por Mariam la cual no comprende el porque actuó así. Ella no solía mostrar ese lado “maternal” con nadie más que no fueran sus conocidos.
—Gracias, eso estuvo cerca.
—Será mejor que no te acostumbres,—respondió dándole la espalda—solo seremos aliados hasta que encontremos un modo de salir de aquí.
—Bueno, si tú lo dices. Y yo que pensaba que tal vez podríamos ser amigos—mencionó el rubio.
—¿Amigos? ¡Ja!, por favor no me hagas reír. Yo jamás sería amiga de un niño como tú—afirmó ella empezando a caminar.
—Mariam, ¿por qué eres así conmigo?. Sé que apenas nos conocemos pero, no hay motivo suficiente como para que me trates así—afirmó siguiéndola.
—A estas alturas ya deberías saber que únicamente te sigo para quitarte a Draciel.—soltó de manera firme—no eres digno de tenerlo.
—Eso no es cierto, él y yo somos compañeros. ¡Tenemos un lazo muy especial que probablemente no entenderías porque tú no tienes amigos!—exclamó haciendo que la peli azul detuviera sus pasos.
—Sí tengo amigos o no eso no es de tu incumbencia. no confundas una cosa con la otra, eres un niño tonto que no comprende la gravedad de la situación, esa bestia sagrada tiene que estar sellada junto con las demás—dijo dándole una mala mirada.
—Puede que seas una chica muy linda pero tienes una lengua muy filosa—respondió Mizuhara, haciendo que un pequeño rubor apareciera en el rostro de la mayor.
—¡No me digas así!, ahora enfoquémonos en encontrar la salida. Entre menos vea tu cara será mejor para mi—finalizó la conversación yendo hacia una zona donde las rocas estaban un tanto desprolijas.
—Rayos, nunca pensé que tratar con chicas sería tan complicado—pensó el oji azul soltando un suspiro.
Fin del flashback.
—¡¡Él es menor que yo!! ¡¿Qué me pasa?!—exclamó dejándose caer en su cama.—¿Qué hago para resolver mis dudas?. No puedo decirle a Joseph, ni a Ozuma, muchísimo peor a Dunga, lo más probable es que se ría de mi.—pensó ahora colocando una mano sobre su cabeza—esta clase de cosas solo se platican entre chicas. Pero, yo no conozco a nadie—saliendo de su habitación y colocándose una bufanda Mariam salió de casa sin ser vista por nadie.
Durante todo el trayecto anduvo sin ningún fin exacto, lo único que buscaba era despejar su mente de todas esas ideas tontas las cuales, lo único que provocaban era que su corazón se acelerará. Estaba tan sumergida en sus memorias que, no se percató de que al frente venía una chica de cabellos naranja, quien lleva en sus manos un café que terminó regando, luego de chocar con la oji verde.
—¡Lo lamento!, no me percate hacia donde iba—se disculpó la peli azul.
—Descuida, solo fue un accidente—respondió la otra acomodando sus anteojos.
—Un segundo, ¿acaso no eres Emily Watson de los All Stars?.
—Así es, veo que tienes buena información sobre tus contrincantes—refutó la oji gris con una pequeña sonrisa.
—Entonces eso quiere decir que, estas en el mismo equipo que Max Mizuhara—aclaró acomodando su bufanda—eso es bueno, porque necesito hablar contigo.
Continuará.
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