Chapter; .XV.

Palabras Destructoras.-

Chîchi

Dicen que el tiempo transcurre sin siquiera percatarnos, ayer recordabas enero estando en octubre a punto de entrar al mes de noviembre, lo que supe es que las apariencias engañan, que hay cosas que no se darán por más que te empeñes y esfuerces en ello, las cosas cambian.

Los cambios asustan, a veces es lo mejor, otras, ni siquiera podemos impedirlo, todo se basa en saber adaptarnos o en lo fuerte que somos para saber afrontarlo, pero hay veces en las que te rompes y no puedes dar ni un paso, sin percatarte que un cambio viene a ti, y ni lo esperabas.

—¿Qué escribes?.—Kakarotto come una manzana colgando de una rama de un árbol sujetandose con sus piernas, sus mechones caídos me dejan ver por completo su rostro.

Coloco el lápiz en el cuaderno y lo cierro; por más que me quite el cuaderno él no sabe leer las letras de las personas humanas.—Estaba un poco inspirada, es todo.—contesto, él no ha cambiado nada físicamente.

Enarca una ceja, hace una voltereta para bajar del árbol y estar frente a mí, da una mordida a su manzana y me la ofrece, dejo el cuaderno entre mis piernas y acepto la fruta para darle una mordida.—¿Qué quieres comer?, dijiste que tenías antojos de carne asada.

No puedo evitar reírme un poco,—No estoy esperando un crio tuyo, Kakarotto.

—Los antojos son una señal sabes.

—No hemos tenido relaciones cariño.—Él achica sus ojos mirándome dudoso, se me revuelve el estómago de la gracia de su expresión.

—Este año la luna llena es muy fuerte, los rayos de luz que me iluminen me harán tomarte, —sujeta mi cintura haciendo que me acostará en el pasto, él se coloca encima y sonríe de lado con perversidad.— no tendrás escapatoria.

Beso su nariz exhalando.—Tienes que conseguir preservativos.

—¿Preser...qué? —mis mejillas hierven ante su confusión.

Yo lo sabía, él y yo hablamos sobre las etapas de luna llena; sus efectos en él, como puede controlar o descontrolarse, sus deseos y como de lo poco que le importa como se encuentra su acompañante mientras fornica, le hice prometer que se controlara conmigo, que aunque haya entrenado y mi resistencia es mucho aun no me comparo a él, podría lastimarme.

—Es por cuidados, créeme, es importante utilizarlo.—recomiendo.

Hace una expresión de fastidio.—No tengo idea alguna a qué te refieres, pero de que quiero hacerlo contigo lo quiero.—su rostro se pierde en mi cuello, esa es mi debilidad, cuando su lengua me recorre por esa área me debilita.

—Cariño, aquí no....—el sonido de sus labios dejando mi piel y volver a atraparlo me enloquece.

—Vamos a casa.—susurra, su aliento chocando en mi cuello logrando erizarme los vellos de mi cuerpo, sin evitarlo asiento, su rostro asciende entre besos hasta darme un pequeño beso sobre los labios.— Chîchi.

—Te quiero Kakarotto.—uno mis labios contra los suyos, expertos, sabrosos y adictivos, devolviéndonos el beso con muchas ansías de más.

—Me perteneces...—ahueca mis mejillas aproximándome mucho más contra su cuerpo sintiendo su erección contra mi abdomen, su lengua invade mi boca convirtiendo las sensaciones mucho más elevadas a un punto que todo me importa nada, solo él.

Luego recordé algo importante que coloqué mi manos en su pecho y lo alejé un poco, deslice una mano por su espalda baja para apretar su cola y así evitar que me ataque de nuevo en un placentero beso.

—Debo mostrarte algo primero.—Esta mordiéndose los labios fuertemente, su mirada enfadada y su mal humor fluyendo en obviedad.—Vamos, no te enojes, —le guiño un ojo sonriendole.—verás que valdrá la pena.

Sigue molesto, como me encanta cuando se endurece estando molesto.

Kakarotto

El mar.

Ella me ha traído.

—¿Enserio?, ¡vivimos rodeados de muchos manantiales y lagunas! ¡el mar es más agua! ¡agua!.—Espeto revolviéndome el cabello, ella esta de espaldas a mí con el cabello suelto.

—Kakarotto, —me nombra, inhalo y exhalo para acercarme a ella, y colocar mi cabeza sobre su hombro cerrando los ojos.

—¿Qué quieres mostrarme?, —Pregunto un poco más tranquilo.

—En realidad quería preguntarte sobre nosotros antes de entregarme a ti.—se gira para quedar frente a mí, sus ojos oscuros profundos me hacen tragar duro por la curiosidad en la que me mira.

¿Sobre nosotros?, no entiendo a que se refiere especialmente, me quedo viéndola, el sol termina por ocultarse entrando la noche poco a poco, la brisa sacude su pelo, admiro el cambio que ha adquirido.

Antes no tenía mucho que ofrecerme físicamente, ahora, tiene sus atributos desarrollados y llenos, Chîchi es una humana deliciosa que pronto voy a corromper, ella será mía, tanto su cuerpo como su mente gritan mi nombre, ella me desea pero no tiene idea alguna de cuanto yo la deseo, de cuan peligroso es eso para ella.

—Específicate.

Murmulla por lo bajo, no entiendo sus intenciones pero si de algo sé, es que ella lo considera importante.—Tengo dieciocho,—asiento— hice una amiga hace unos meses, —eso no lo sabía— y me invitó a vivir con ella...

—¡¿Qué?! ¡Estas loca! —la sujeto de los hombros— ¡Tú....me has ocultado algo muy importante mujer!

Intenta alejarme golpeando mi pecho pero apreto mi agarre haciendo una mueca de fastidio y me acerco a su rostro.

—Me lástimas, sueltame...—gime adolorida, se ve asustada, pronto inhalo fuertemente.

La dejé unos días sola para entrenar por mi cuenta, pero jamás me percaté de su olor, hay otro encima y eso prende un mal sabor de boca y mucha rabia.—Hueles horrible.

Levanta su mano, me percato de su intención y detengo en el aire su golpe frunciendo fuertemente mi entrecejo, ¿quién la tocó?, quien demonios se atrevió a tocarla.—Sueltame, estas siendo muy grosero Kakarotto, sueltame.—se queja, forcejea, pero no me apiado y sujeto su pelo, mi sangre hierve, la miro fríamente a los ojos.

—¿Por qué me lo ocultaste?

—No es nada de lo que imaginas, lo estas malentendiendo todo, yo no te oculté nada, ya soy grande.

Apreto mucho más su pelo, mi ki se a elevado, no es propio de ella hacerme enfadar a este nivel.—Creo recordar decirte que los Saiyajin son posesivos y altamentes celosos, —esquiva mi mirada, tomo su mentón.— voy a castigarte Chîchi, y tu sabes que puedo ser muy creativo en ello, y no soy nada piadoso.—atrapo sus labios olvidando la delicadeza, mandando a la mierda mis medidas para no lastimarla.

Voy a matar a quien la haya tocado, pero primero lo hare con ella, por permitirlo, sabiendo perfectamente...—Que eres jodidamente mía, Chîchi.—sintiendo el sabor metálico de samgre entre la humedad de su boca, sé que la estoy besando bruscamente, lastimándola, pero, escucharla gemir, retorcerse, intentar, apartarme, logra ponerme muy duro.

Chîchi

Cuando llegamos a casa no pierde el tiempo y cumple con lo que inició en la playa, arrinconándome en la pared devorando mis labios y arrancándome sin consideración o delicadeza alguna la parte superior de mi ropa, aún con mi sujetador, la luna llena es esta noche, e inicia con él en una forma de comportamiento impulsivo y animal.

—Ka...deten..te —siento mi abdomen desnudo y sus manos estrujarme, me lastima su brusquedad pero me prende, no lo quiero de esta manera, lo hemos planeado tanto para que en el último momento sea de esta manera, que aunque intente, sé que no se detendrá.

—Tócame, Chî....tócame...—coloca mi mano encima de sus pantalones, trago grueso y tiemblo ante el tamaño y lo duro que esta.—eres mía, mi mujer.—sus palabras me sorprenden, vuelve a capturar mis labios unos segundos— eres mi mujer.—aunque su voz suene excitado y ronco no le quita la honestidad de sus palabras.

Sonrojada, nerviosa, y emocionada, decido mirarlo y desabrochar su pantalón.—Solo mío, Kakarotto.

. . . C H A N G E . . .

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