CAPITULO 7


SARELI

- Oh, Dios... - El lamento de Karla al acercarse para ver la calle a través del ventanal de su negocio, hace que olvide por un momento al chico ñoño que atiendo y hago su estadía más feliz.

- ¿Sucede algo? - Le pregunto preocupada, pero notando que el nerds, mira sospechoso el pedazo de pastel de chocolate y sin atreverse con tenedor en mano a probarlo de una jodida vez.

¿No le gusta?

- Emilia, que no llega... - Mi jefa responde preocupada mientras busca su celular del delantal, seguido de llevarlo a su oreja.

Es verdad.

Emi una de mis compañeras de trabajo, no está.

Entre tantos clientes copando la cafetería y mi regreso después de estos días ausentes, no había notado que faltaba ella entre los que atienden en el mostrador.

Mujer en sus cuarenta y la de más antigüedad en SugarCream.

- Oh cariño, cuanto lo lamento... - La voz de Karla prosigue al localizar a Emi en su móvil, apoyándose en la mesa preocupada. - ...entiendo perfectamente...si...si... - Prosigue, escuchando atenta lo que le dicen del otro lado.



C-AM

No puedo evitar mirarla, cuando me dice que al menos me ve preocupado.

Miro el lindo plato con diseño de caramelos que tiene el pastel de chocolate con extra cobertura y relleno más chocolatoso también.

Porque, según la chica pollo.

Una mordida de ello es motivo y augurio de una porción de placer como alegría al alma al instante.

Y ruedo mis ojos sin que lo note.

Que estupidez, Santo Dios...

Como si todas las preocupaciones o la mierda que sea, se fueran con un bocado de pastel confitado.

Y por eso, pensativo.

Mas bien, sospechoso y con tenedor en mano.

Ya que no soy fan de lo dulce.

Si a lo mejor fuera, más alimonado su biscochuelo, tal vez.

Miro el lindo platito con la porción del dulce, cuando somos interrumpidos por la dueña de la pastelería.

Karla.

Simulo que no presto atención, pero escucho su protesta mientras la chica pollo se preocupa también, olvidándose de mi presencia.

Sonrío, para mí.

Perfecto.

Y enterándome que una de las empleadas no vino y me lo confirma el llamado que le hace.

Vaya...

Inquietud y charla afligida por la mujer rubia, seguido del pajarito que parece entender cuando intercambian miradas entre ambas.

Las observo continuo a todo lo que es el local atestado de clientes con sus globos y demás decoraciones.

Empezando a entender.

Día especial.

Faltos de personal.

Añadiéndose la ausencia de la tal Emilia y por ende, bajo tanta demanda de la concurrida pastelería por clientes, necesidad de empleados.

Y cierro mis ojos mientras elevo apenas mi mano para llamar la atención de ambas y porque, no puedo creer lo que estoy por decirles.

- Yo...busco...trabajo... - titubeo a regañadientes y gruñendo, por no muy de acuerdo.

Y porque, lo dije nomás...

SARELI

El chico tímido tras Siniestra cortar su llamada con Emilia, se ofrece a trabajar.

Una de sus manos sigue suspendida en alto, a un lado y con su actitud retraída llena de humildad por su atrevimiento, al igual que su rostro mas bien bajo y mirándonos tímidamente.

Karla suelta la uña del pulgar de su boca, que deliberaba por posibles soluciones al escucharlo.

- ¿Buscas, uno? - Voltea al ñoño y este, afirma.

- Me independicé de mis padres hace poco. - Justifica. - Y con mis estudios, necesito costear el departamento que alquilo... - ¿Porqué, lo dice tan poco feliz y desacuerdo?

Creo...



C-AM

Karla me mira de arriba abajo.

- ¿Tuviste trabajos anteriores? - Me pregunta.

- Muchos. - No detallo, pero tampoco miento.

Aunque siempre fue el mismo no engaño, ya que en muchos de mis trabajos para ejecutarlos, tuve que fingir ser alguien diferente en oficio o vocación dado el caso.

Señala el interior del local como a toda la clientela.

- ¿Tienes idea de servir café y atención al cliente?

- Soy bueno aprendiendo... - No tengo la más puta idea, señora. - ...y me hace falta el trabajo... - Que mentiroso soy.

- ¡Contratado! - Exclama feliz y sin más.

¿Eh?

Ni tiempo a procesar por su apuro mientras me toma de un brazo, invitando a que me ponga de pie y camine en dirección al gran mostrador al final del local sin que termine de beber mi café negro y olvidada porción de pastel chocolatoso.

- No podemos perder tiempo. - Me dice. - Tú, necesitas empleo y yo, alguien que me atienda las mesas por unos días hasta que Emilia regrese. 

Solo asiento, tomando de una de las sillas mi mochila mientras me empuja.

- Cariño, serás quien enseñe a... - Sigue hablando pero al pajarito que nos sigue, abrazando su bandeja y tan asombrada como yo, por mi rápido puesto de trabajo. 

Pero se interrumpe de proseguir hablando, al detenerse de golpe para mirarme entre unas mesas con clientes.

- No sé, tu nombre... - Murmura sonriente y esperando.

Silencio.

Y hace un ademán para que me presente motivándome.

Carajo.

Porque, ni tiempo a procesar eso me dio.

- Luka. - Digo y me presento. - Luka Cervantes... - Repito mi nombre falso que sé decir, mientras saco del interior de un bolsillo de mi mochila, mi identificación falsa.

Karla lo toma y mira con el pajarito, curiosa y asomada sobre uno de sus hombros para ver también.

- Vaya... - Vuelve a decir y con una de sus cejas suspendida y dudosa.

- Disculpe. - Formulo atento.

Imposible que note la falsificación.

Y su sonrisa, se afirma más.

Me mira.

- Pocas personas, salen tan lindas en foto carnet. - Exclama caminando por mi lado, escaneándome.


SARELI

Elevo mi redonda bandeja de acero a mi rostro.

Porque necesito tapar mi sonrisa con la seria amenaza de una potente carcajada, al ver como la gran Siniestra y famosa por su radar inquisitivo, examina al nuevo compañero de trabajo temporario.

Uno, que a su vez.

No te rías, Sareli.

Intenta taparse pudoroso con la mochila.

Acotación aparte.

De Marvel  también, al igual que la gorra ñoña que lleva.

¿Pero que edad, tiene?

- Das la talla de tu foto... - Karla nota lo que mencioné antes.

Que es un lindo chico.

Camina por su lado y ahora sí, tapo todo mi rostro con la bendita bandeja por mi risa.

Porque Siniestra, lo revisa por detrás.

- Definitivamente, eres apuesto... - Sentencia, bajo el pudor del chico intentando taparse el trasero.

Palmea su hombro, conforme.

- Creo que será bien recibido, tu linda presencia masculina a nuestro público femenino y estudiantil. - Finaliza, mientras reanudamos la caminata al mostrador.

- Solo hay maestros pasteleros hombres en la cocina... - Explico a Luka tomando su mochila de su trasero, para que dejarlo en un rincón y al ver su rostro perplejo.

- Siendo la únicas mujeres, Sareli y yo... - Continúa Karla describiendo, mientras saca de abajo del mostrador un prolijo delantal igual al de ella, perfectamente doblado y muy rosa.

- Hago las entregas a domicilio... - Me señalo orgullosa con mi disfraz de pollo. - ...y a veces ayudo con la atención al público, pero de ello se encargan Emilia, Raquel y Siniestra... - Prosigo dejando la bandeja en un mueble y suprimo mi risita, al ver el rostro desencajado de Luka y que retrocede al ver que Siniestra le ofrece el delantal.

Uno, muy poco masculino.

 Pero a diferencia de su estampa de caramelos multicolor en su género y volados rosas.

El de mi nuevo compañero de trabajo, es.

Mi mano va a mi boca.

Con unos bonitos dibujitos de conejitos rosas y lilas sonrientes.



C-AM

- Lo siento... - Me dice mi nueva jefa, al pasarme por mi cuello y atarme por detrás rodeando mi cintura, el horrible delantal estilo Barbie princesa con conejos, intentando no resistirme.  - ...nunca creí, tener camarero hombre... - Ríe satisfecha al ver el hermoso moño que hace detrás de mí, con sus anchos lazos. - ...prometo que mandaré a confeccionar uno con motivos más masculinos. - Me ofrece conciliadora y risueña como la chica pollo.

Seguido de sacarme la gorra que llevo puesta sin previo aviso y lanzarla junto a mi mochila.

Quiero ocultar algo mi rostro con mi pelo, pero me lo niega y acomoda mechones de el sobre mis lados.

- No lo hagas... - Me dice. - ...tienes un lindo rostro que merece ser visto y apreciado... - Sigue, terminando de acomodar uno rebelde que cae de mi frente. - Tengo dos muchachitos, cual también es una lucha su pelo...y les digo, lo mismo que a ti... - Me sonríe más.

Y no puedo evitar sobre mi cierto rechazo con disimulo a que me quede ante su continúo contacto, como escuchar sus últimas palabras.

Quieto.

 Y sin entender.

Pero con algo de comprensión, ahora mirándola fijo mientras me dejo terminar de peinar por ella.

Porque, lejos de ser cada toque de sus dedos y acomodando mi pelo, mal intencionado.

O con otros ojos.

Bajo mi estático lugar sin moverme y dejando que me observe, cuando retrocede un paso para ver con orgullo mi rostro despejado y libre de pelo.

Yo.

Por un leve segundo.

Me pregunté.

Porque creo, haber sentido.

¿Si fue en realidad?

Eso que sentí con cada toque hablando de sus hijos.

Y porque, nunca tuve ese placer o gracia.

¿De ser lo que dicen, la caricia de una mamá?

El famoso gesto maternal que fui muchas veces testigo en mi infancia y lejos de saber de que trata, cuando veía en el colegio o tal vez un parque, ya que solo fui criado por mi padrino.

Nunca supimos de alguna mujer.

Y si la hubo no conocerla, ya que jamás trajo una novia o lo que fuera a casa y presentarla a mi hermana y a mí.

Un tintineo hace que mi jefa y el pajarito, volteen por el sonido de la puerta de entrada abriéndose y a mí, que me saque de esas conclusiones inconclusas.

Y sintiendo otra palmeada cariñosa, pero en mi espalda.

- Hora de trabajar, chico estudiante... - Apunta mis hombros con sus manos al frente. - ...tus primeros clientes, Luka... - Me dice Karla.

Carajo...

- Tranquilo, yo te ayudo... - Interviene el pajarito, alegre y tomando nuevamente la bandeja, pero entregándomela a mí y como Karla.

Me moviliza con empujones graciosos en dirección al matrimonio que al entrar, toman asiento en una de las mesas siendo desocupada justo por otra pareja que se va.


UNAS CALLES MÁS ATRÁS, MOMENTOS ANTES...


El rostro de Julio que momentos antes reflejaban alegría.

Ahora, solo es rigidez y con su mirada totalmente al frente mientras maneja.

A Ana no le pasa desapercibido el drástico cambio de semblante de su esposo, tan silencioso como ella, pero mirándolo por el rabillo del ojo.

Los movimientos involuntarios que hace con su quijada lo acusa de conocerlo de tantos años, cuando está sumergido en sus pensamientos más profundos y al igual que los nudillos de su manos rodeando el volante, tan blancos por la fuerza ejerciendo.

Le sacude la intriga mirando por el espejo de la puerta de su lado, que muestra como se alejan del lugar y haciéndose cada vez más borroso, la imagen de ese viejo bar donde estuvo con cada metro que avanza el coche.

¿Qué pasó ahí, para que cambiara su humor?

Y lo que más taladra su mente.

¿Quién o qué, fue el motivo de ello?

Pero la brisa cálida llegando a las mejillas de Ana por su ventanilla baja al detenerse el coche en una esquina y por una detención en rojo del semáforo, como la alegre música proviniendo de un local de enfrente y donde, tanto los carteles al igual que los globos decorados en tonos pasteles rosas, blancos y atados como suspendidos afuera, invitando a pasar y disfrutar de las dulce delicatessen que venden.

Hace que recuerde su hambre de momentos antes.

- Sería agradable... - Señala la pastelería. - ...merendar algo, ahí...

Eso toma desprevenido a Julio.

Ya que muy pocas veces.

En realidad nulas y si hubo, fueron a fuerza por ser esposa de un prestigioso médico, cual Ana lo acompañó a cumbres.

Reuniones o cenas de carácter importante.

¿Pero, solos?

Esporádico, ya que luna de miel no hubo bien se casaron por su ajustada agenda militar y médica.

Seguido después, el inicio de su enfermedad y por tal, el acompañamiento continuo de Miel la enfermera.

Y por eso, Julio olvidando la nefasta reunión con su excolega Andrés.

Mención aparte, el júbilo que le da saber que Ana tiene apetito y que desea compartir momentos a solas con él.

Asiente, también él feliz.

- Pero dentro, querida... - Busca donde estacionar. - ...aunque la tarde está templada, no es buena para tu salud... - Le murmura suave y sobre su acuerdo, volviendo una sonrisa sincera a su rostro.

La ayuda a bajar del coche y se sorprende, cuando ella y sin por alguna obligación, rodea con sus manos su brazo para caminar.

Julio se siente feliz al abrir la puerta para que su frágil esposa, pase primero y al notar como sonríe, al ser recibidos por el alegre ambiente del lugar.

Consigue una mesa de las atestadas y bendice su suerte, al ver que se desocupa una y acomoda a su mujer en una de las sillas con cuidado mientras toma asiento a su lado.

Ana se siente bien.

Mira todo lo que la rodea.

El festivo y dulce local.

Las docenas de globos colgando.

Las exquisitas variedades en pan exhibiéndose.

El rico aroma a café de máquina.

Y cada mesa ocupada y donde lo que sobra, es un clima animado a juego con la música que colma.

- ¿Un té? - Le dice Julio, abriendo la multicolor carta mientras ve que un mesero acompañado de una chica con disfraz de ave, se acercan a su mesa.

Las medias de naranja chillón como la alegre vestimenta de pajarito, la hacen sonreír más.

- Sí, por favor... - El café no es bueno para su salud, pero no la aflige, ya que nunca fue bebedora ardua de él.

Su novio de la juventud.

El amor de su vida.

Lucas.

Lo era.

Y cuando saboreaban de algo caliente tras la cena y ella preparaba su taza de café negro y sin azúcar, porque tampoco él era fan de lo dulce.

Ni siquiera, golosinas o pasteles.

Nada de nada.

Sobre todo, lo que es chocolate y por eso Ana siempre para un festejo, se cercioraba que las masas dulces o su pastel de cumpleaños sean de limón.

Ya que Lucas, podía comerlo y probar ciertos bocados, porque era amante de esa fruta ácida y por saber que ella lo hacía por él.

En cambio ella, siempre gustó de los té frutados y con una masita dulce para acompañar.

Ana y Lucas, eran polos opuestos en gustos y placeres.

Y sonríe ante el recuerdo de su amado.

Pero el amor del uno por el otro, cruzaba fronteras...

- ¡Bienvenidos, a SugarCream! - Una alegre voz, hace que eleven su vista Ana como Julio de la carta de recomendaciones, al ser recibidos por la chica del disfraz de pollo levantando las tazas dejadas de la mesa por los anteriores clientes y pasando un paño.

Los mira.

- Soy la mascota del lugar y hoy por ser el aniversario de la pastelería... - Prosigue la muchachita y cual Ana, mira atenta y sonriente. - ...su primer pedido, va por cuenta de la casa y... - Señala al joven mesero sin un gramo a sonreír, bailándole alegre a su alrededor, provocando que Julio y Ana rían por eso. 



C-AM

La chica pollo hace un tipo bailecito de la alegría a mi alrededor, haciendo un show de bienvenida mientras me presenta al matrimonio.

Niego para mis adentros.

Santo Dios.

¿En qué, me metí?

Pero es la única forma en este descabellado plan de saber algo más de Sareli como pide el cliente.

Ya que, sería una misión imposible conocerla y saber algo de ella, trabajando en la cocina y a puerta cerrada.

El objetivo era simple.

Involucrarme.

Conocerla, fingiendo amistad laboral por unos días y con la suficiente información obtenida, pasando estos.

Marcharme.

Desaparecer y como mencioné anteriormente.

Hasta vista, chica rara.

  - Soy la mascota del lugar y hoy por ser el aniversario de la pastelería... - Prosigue, captando la absoluta atención de la mujer. - ...su primer pedido, va por cuenta de la casa y... - Me señala y la miro raro por eso, mientras acentúa más su extraño bailecito pollo, provocando que el matrimonio ría por sus morisquetas al compás de su aleteo. - ...presentándoles su mesero a... - Exclama palmoteando y que el hombre como la mujer reparen en mí. 

Mierda. 

- ... Luka! - Ovaciona.

Sus sonrisas me reciben, bajo un pequeño aplausos de ambos y me acerco a ellos para tomar su pedido.

Pero mis pasos como el aleteo feliz de Sareli, se detienen.

Y arrugo mi ceño por eso.

Por un suave gemido de golpe, borrando una risa.

Una que era colorida y alegre por parte de la mujer de la mesa.

Que desaparece al fijar sus azules ojos en mí, al elevarlos y prestarme atención, llevando sus pequeñas manos ahora a sus temblorosos labios.

Y murmurar bajito, casi audible.

- Hijo...

Miro a ellos, al pajarito sin baile alegre ahora y todo, sin entender.

¿Perdón?

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