CAPITULO 19
EN LA CASA DE ANDRÉS
Rose corta en pequeños pedazos la verdura, seguido a ponerlo en una olla que cocina un caldo a fuego lento.
- Oh, no... - Exclama, sabiendo que por no tener la cabeza puesta al cien por cien en cocinar, caen dados de ellas al suelo.
Apura en recogerlo tomando una servilleta de papel, seguido a tirarlo al tacho de residuos y suspira largamente, mirando fijamente lo cortado en la tabla.
Le dice a María que siga con ello y que a su lado, enjuaga otras cosas tomando una pequeña toalla de cocina para limpiar sus manos y dirigirse al despacho de su marido.
- Quedó perfecta... - Murmura, notando la restauración de la puerta rota para su entrada después de ese incidente.
Andrés focalizado leyendo algo y sentado desde su escritorio, eleva su vista de la lectura y sonríe satisfecho.
- La ventana también. - Argumenta señalándola y su esposa, nota ahora unos barrotes de seguridad por donde escapó el delincuente.
Rose camina unos pasos para tomar asiento en unos de los sillones individuales y frente a él.
- Si, Lucian... - Habla.
- No lo nombres, Rose... - Le corta lo que fuera que iba a decir, abandonado su lectura drásticamente.
Bufa para sí, porque le cuesta creer esta supuesta traición.
Esta supuesta deslealtad de su mano derecha, ya que los informes policiales y peritaje, aún no terminaron sobre su deceso como tras fondo personal.
Y cosa que si se confirma, él estará más implicado.
Lleva sus manos a la cabeza.
No solo, si los matones que contrato hablan.
También lo que condenadamente hablan en las noticias comparando todo y ahora, con Lucian en el ojo de la tormenta y relacionado a él en primera persona al sospechar su verdadera identidad.
Nombre real, Lucas Amadeo.
Condenado a 17 años y 8 meses por violar la ley de seguridad Nacional, publicado en Enero de 1978 con dirección actual y un paradero desconocido desde abril mismo año.
- Fui temprano a llevarles unas flores... - Prosigue Rose, mirando sus manos entrelazadas y sin hacer caso a su negativa.
- Rose... - Interpone Andrés, pero su esposa eleva un dedo.
- ...y solo, había un hombre en su funeral... - Prosigue, sin hacer caso y sin mirarlo lo todavía. - ...éramos él, yo y nadie más, mostrando nuestro respeto. - Nivela su vista a su marido. - ¿Y tu día, cómo estuvo, cariño? - Dice, una vez contando el suyo.
Andrés la mira sin comprender mucho.
Solo deduce que su cierta seriedad, es porque no demostró por más tras fondo, las condolencias pertinentes a lo que fue su secretario personal por muchos años.
- Me reuní con muchas personas. - Le responde. - Es lo correcto, cuando pronto un país va a estar en tus manos... - Formula por las prontas elecciones y retomando la carpeta a leer.
Rose lo mira.
- Has cambiado mucho, Andrés... - Le dice y Andrés sonríe, dejando otra vez las hojas para mirar a su esposa interesado.
- ¿Para mejor o peor?
Rose se pone de pie y camina por el estudio hasta llegar a una foto que el tiene entre sus cosas.
De ambos muy jóvenes.
Algo más de 25 años atrás y recién casados.
- El soldado que amé, era tímido y soñador. - Habla. - Compartía horas de charla conmigo, siempre sonriendo y siendo tan solo un cabo, de lo que haría para hacer este mundo mejor...
Sus palabras hacen asentir a Andrés por esa época.
- ...el Teniente Coronel retirado, ahora y en estas dos décadas es inteligente... - Continúa. - ...sonríe cuando lo recuerda, es muy listo y juntó sabiduría con los años, haciéndose más poderoso...- Lo mira, dejando el portarretratos.
- ¿No te agrada ello? - Andrés murmura.
- ¿ No es bastante ya? - Responde con otra pregunta.
Andrés se preocupa.
- Rose, no cambié de esa época hasta ahora. - Le dice, importándole mucho lo que piensa su mujer de él.
Y Rose suspira.
- Ese es mi miedo... - Le responde, saliendo de su oficina para regresar a la cocina y dejando a Andrés solo y llenos de pensamientos.
Porque, no sabe si su mujer le hizo un halago o una crítica.
Y no pierde tiempo y toma su teléfono.
- Necesito que me averigües, quién aparte de mi esposa estuvieron en el sepelio de Lucian. - Ordena y bajo la afirmación del otro lado, cuelga.
Y sus nervios por todo estar cerca.
Elecciones como las investigaciones.
Lo traicionan, ya que no puede poner bien el teléfono en el aparato y un sonido brusco de intentarlo nuevamente sin éxito, se siente en su despacho dejando colgado el mismo y tapando su rostro con ambas manos, pensando jodidamente que hacer mientras espera el puto informe oficial de su mano derecha, quién creyó conocer estos años que trabajó para él.
C-AM
Mamá frente mío y ambos sentados en una de las mesas de la cafetería, acepta y le agradece la taza de té dulce que gentilmente la pajarito le alcanza con una porción de pastel de chocolate.
Araceli le sonríe dejando sus cosas y cuando es mi turno.
Café solo y sin azúcar.
No hay sonrisita para mí.
Sigue enfadada conmigo, ya que aún no le expliqué todo lo que estoy terminando de comprender, yo todavía.
Entre ello, que Ana es mi mamá.
Pero como excelente anfitriona de la pastelería que es y abrazando su bandeja de servicio, se retira para dejarnos solos y seguir con la atención de nuevos clientes que llegan ocupando otra mesa.
- Es bonita... - Me dice una vez solos y mirándola mientras se va con cariño, sabiendo todo de ella.
- Para mí, lo es... - Digo rascando mi brazo y sonríe, bebiendo un sorbo a su taza.
- Es la primera vez, que ves a una mujer. - No sé, si lo pregunta o me lo dice, notando lo que quiero negar pero es real.
Que siento cosas por la chica pollo y sonrío al entender ahora, el por qué, me rasco frotando parte de mi rostro.
Y más, que ella como cliente nos pidió su paradero.
Y el mío.
El pequeño tenedor corta un trozo de pastel y lo prueba con ganas, saboreando su dulzura.
Realmente ama los dulces, porque su gesto de satisfacción y felicidad lo dice.
Y yo arrugo mi ceño, provocando que ría tímida y subiendo dos tonos su mejillas de esa siempre palidez en ella, todavía por aprender a conocernos.
Mira mi café totalmente negro en la mesa y que sostengo entre mis manos.
- Tu padre, tampoco gustaba de los dulces... - Me dice y que lo nombre, llama mi atención.
Y mi madre suspira, dejando el tenedor sobre el platito como té para buscar de su cartera algo, sacando del interior el sobre de madera que yo encontré al registrar noches atrás su casa, seguido a mirarme largamente y sin abrirlo, pero dejarlo sobre la mesa.
- Conocí a tu padre a principio de la secundaria... - Empieza a hablar y mi corazón aprieta, porque entiendo que va a contarme su historia.
Nuestra historia.
La de todos.
- ...nos enamoramos con Lucas perdidamente... - ¿El nombre de mi padre? - ...éramos niños, pero con el tiempo se hizo muy fuerte nuestra unión. - Sonríe levemente ante el recuerdo. - Tanto, que en los años siguientes quedé embarazada...y al mismo tiempo que mi mejor amiga Lucía... - Sus ojos van a Araceli, que atiende alegre un pedido desde el mostrador con Siniestra.
Y la miro curioso y asiente a la duda de mis ojos.
Sonríe por el recuerdo.
- Era amable, alegre, siempre optimista y convirtiéndose en la hermana mayor que no tenía. - Observa su pastel de chocolate. - Y la mejor repostera que conocí en mi vida...
¿Qué?
Y también, miro la porción de torta.
Ya que, está hecha por la pajarito.
- Como yo con Lucía, éramos inseparables... - Prosigue sacando del interior del sobre un papel doblado, asombrándome que no es el informe.
Es un papel doblado que lo deja fuera, pero no abre.
- ...también lo era tu padre con el esposo de Lucía. Dueño de una prestigiosa farmacia y Bioquímico reconocido. Tomando bajo sus alas a Lucas siendo un simple muchacho de clase baja como yo. Ambos lo hicieron. - Continúa. - Pero la situación política del país no era estable por la dictadura cívico militar... - Cierra sus ojos por un segundo, ante ese desagradable recuerdo. - ...el golpe en 1976 por las Fuerzas Armadas derrocando al presidente actual. - Me dice. - Siendo su objetivo en el proceso, la reorganización Nacional estableciendo un modelo económico y social, pero bajo un terrorismo de estado. - Relata. - Una dictadura llevando un plan sistemático de violación a los derechos a las personas en contra a ese propósito, provocando asesinatos, torturas, violaciones, exilios forzosos en muchos inocentes, Luka... - Me cuenta por varios minutos lo que fue y con ello, como cayeron tanto ella, mi padre, el de Araceli y su madre.
Y lo que vivieron en ese periodo, tras sus arrestos y sobre eso.
Impotencia.
Las vivencias de estas mejores amigas, llevadas desde diferentes puntos del país con sus arrestos contra toda libertad y lugar de mala muerte embarazadas como sin saber lo ocurrido, tanto con mi padre y el de la pajarito en su lucha contra este fascismo.
- Cuando pude salir de ese lugar, gracias a Julio... - Prosigue. - ...yo nunca dejé de buscarte, por más que su promesa de hacerlo nunca la cumplió. - Sonríe triste. - Te veía en cada rostro de niño o joven acorde a tu edad... - Lagrimea. - ...ahorré cada céntimo que pude por años y sin que Julio notara de su cuenta por el alto costo del trabajo y con ayuda de alguien, contacté a personas capacitadas para tu búsqueda como la hija de mi amiga... - Desliza en mi dirección, el sobre de papel madera por la mesa. - ...esto, fue lo que consiguieron a mis dudas...y este otro... - Turno de esa hoja doblada, de arrastrar hacia mí también. - ...las respuestas hace poco. - Me mira con cariño. - Y creo, que terminará de responder las tuyas de tu padre... - Finaliza.
¿Eh?
Miro ambas cosas.
Tomo el primero y me sonríe.
Sabe que fui yo el del encargo y a que me dedicaba, continuo a mirar después ese bendito papel doblado, intuyendo al rozarlo con mis dedos.
Y otra vez, esa jodida emoción nueva para mí.
Que es una carta de mi padre.
- Cuando naciste y te tuve entre mis brazos antes de entregarte, te dije... - Me dice, tomando mis manos sobre ese sobre y carta bajo nuestro. - ...que nunca dejaras de seguir tus ideales Luka y lo conseguiste con tu fortaleza y mirada al mundo... - Acaricia mi mejilla con amor y orgullo.
Pero volteamos al ver a la pajarito riendo sin motivo y como habla sola, acomodando como si nada de una bandeja, sus cupcakes multicolores.
Qué chica extraña.
Sonrío, para mí.
Pero linda.
SARELI
Y casi, se me cae una bandeja entera de mis amados cupcakes recién horneados y decorados, viniendo de la cocina industrial al ver esa escena entre Luka y la señora Ana.
Pongo con rapidez sobre el mostrador y me agacho sin entender el motivo tipo espiando a ambos, ganándome la mirada perpleja de unos clientes de una mesa aledaña.
Cosa justa, por irrisoria.
Ya que no tengo necesidad, pero jodidamente me quedo así y con mis manos como puños al notar que ella le toma las manos con un por demás gesto de cariño.
Y cuando creí que me iba a recomponer, mi corazón sube a mi garganta haciéndome casi atragantar.
Pero qué, osada.
Cuando acto seguido acaricia su mejilla con un también, por demás amor.
Ay, mi corazón...
Pestañeo.
¿Qué, acabo de decir?
Y sacudo mi cabeza, seguido a reír tontamente de pie y como se debe, acomodando algunos cupcakes en la vitrina de exhibición.
- Ella está casada y él aunque es lindo, muy ñoño y friki para semejante mujer... - Analizo. - ...su marido es muy atractivo y de apariencia fuerte. - Sigo con mis reflexiones en voz alta. - Y Luka por más que lo hace adorable, es callado, miedoso e inseguro...
- Nos vamos a un hotel... - La voz de Luka apareciendo de golpe del otro lado del mostrador, me interrumpe y se corrige. - ...la llevo a un hotel... - Me dice, dando la vuelta para dejar su delantal de conejitos con volados doblado sobre la mesa de atención en el lugar de sus cosas y sobre otras.
He inclina su cabeza, porque no respondo.
¿Eh?
Y bajo mi vista a lo que ahora toma en una de sus manos, cuando se vuelve al otro lado.
La valija.
- Ella...
- ¿Se separó? - Lo interrumpo, sintiendo algo muy feo en mi pecho.
Luka sin saber mucho que decir, afirma.
- Ya mi hora de trabajo finalizó... - Señala a la hermosa señora Ana.
¿Con amor y cierta vergüenza?
- ...quiero irme con ella... - Se va.
Y yo me apuro en salir del mostrador.
Ambos se me quedan mirando y yo más, notando que ella rodea uno de sus brazos con demasiada confianza.
Y mi pecho se oprime, ya que condenadamente y por más edad de diferencia, ambos son lindos juntos.
Como un aura de unión entre ellos.
- ¿Hablamos por teléfono, luego? - Le digo.
¿O le ruego?
Luka mira a la señora y luego a mí.
- Estaría bien... - Me dice y sonrío como tonta.
- Ok... - Suspiro y retrocedo sobre mis pies, porque sé, que estoy como idiota entre ellos y demoro las cosas.
Pero me los quedo mirando del otro lado de la vidriera, cuando lo hacen y los veo irse al subir a un taxi.
Suspiro.
Uno muy profundo llevando mi mano a mi pecho, porque siento y sin saber el motivo.
Como si esto, hubiera sido una despedida.
Niego.
- Nah... - Me digo, sacándome el delantal apurada y buscando mi bolso para marcharme a casa.
Imposible.
Pero me detengo sobre mis pasos en despedir a los chicos y Karla en la cocina.
Achino mis ojos.
Porque Luka, tampoco tartamudeó ni fue miedoso cuando me habló antes de irse.
Mmnm...
C-AM
No voy a la salida tras dejar a mi madre en la habitación de este hotel y verificar que está todo bien.
Al darle un beso en su frente y prometiendo volver al otro día, subo hasta el último piso y sin costarme mucho abrir la la puerta cerrada de su alta azotea, camino por esta y me siento sobre su solana con vista a toda la ciudad.
Por su alto el aire azota mi rostro como pelo, pero no me importa.
Es lo que necesito.
Que el jodido aire me llegue, mientras abro primero el sobre de papel madera.
Notando lo que esa noche me hizo dar cuenta de todo y que a través de la mano del padrino, el tejió toda esta mierda.
Llevándole años, pero perfectamente diseñado un plan de venganza y que, apropósito o no, entrelazó la vida de todos.
Como de la pajarito y de mí.
Dejo el sobre y me tomo unos minutos antes de abrir el papel.
La carta de mi padre, mirando hacia abajo.
Las calles con sus coches transitando como gente caminando, pareciendo diminutas hormigas por la elevada altura y mojando algo mis labios por sentirlos resecos, prosigo con la carta.
Solo, es una hoja.
Nada más.
Pero llenas de su puño y letra, relatándome algo de su vida como mamá y lo que fue tras escapar con ayuda del padrino ese calvario.
Meses pasando y siendo un adolescente su lealtad a él, porque era lo más cercano a una imagen paternal.
Y como a mí, alimentó, entrenó y le dio estudios.
Y sobre esa época al rescatarme, mi entrega a él mientras él seguía con su formación.
Porque, era su plan.
Una venganza que era en realidad pensaba que era una causa.
Origen que con el tiempo, lo llevó al magma.
El epicentro por dos razones.
Trabajar para él y ser hasta su sombra, para saber todo de él.
De Andrés Leída, bajo el nombre de Lucian.
Y lo segundo.
Mi ira arruga los lados de la carta, por la fuerza de mis dedos apretándola.
Porque el padrino era el marido de Lucía y es verdadero padre de la pajarito.
Lágrimas asoman mis ojos y más se acoplan, causando que casi no pueda ver y me obligue a limpiar con un puño.
Porque me dice que siempre me amó y que su verdadero nombre era Lucas Amadeo, como el padrino me anotó y por tal con mi nombre real, tengo mi apellido legítimo.
Siempre sabía de mí y de la misma manera, me observó de lejos como crecía.
Y que ahora, se deba cuenta que todo esto estaba mal por faltar a Ana y sobre todo a mí.
Que esto no era una causa, más bien una consecuencia metiendo para una venganza a gente inocente.
Y amándome mal, iba hacer al menos una cosa bien.
Gotas de mis lágrimas caen y humedecen, manchando el papel.
- ...papá... - Susurro, bajo mi llanto al leer que si esta carta me llegaba, era porque él había dado su vida por mí, sin dudar.
Y me desmorono sobre la pared que me apoyé, ante el recuerdo de ese hombre que me salvó de los matones.
Ahora entiendo, el verdadero motivo de lo que noté.
Mi gran parecido a él y por cual, se puso mi vestimenta.
Y gimo de dolor.
Era mi papá, protegiéndome...
HORAS DESPUÉS, LLEGANDO LA NOCHE EN LA CASA DE LOS LEÍDA
Andrés al sentir que golpean la puerta de entrada y caminando por esa estancia, hace seña a María que él lo hace al notar que sale de la cocina.
Espera noticias o más bien datos de lo que pidió por la mañana y debe ser uno de sus ayudantes de campaña, ya que no confía en hacerlo vía teléfono desde ahora.
Pero se sorprende, cuando no encuentra a nadie de su personal.
Sino.
Dos hombres de trajes y ambos levantando al mismo tiempo sus placas de policías judiciales, para la investigación de delitos y ejecución de sentencias seguido a arrestarlo.
Andrés quiere impedirlo, decir que estas confundidos y que pagaran por ello.
SARELI
Saco mis auriculares de mis oídos escuchando música sobre mi cama mientras anoto nuevas ideas de decoración de internet a mi diario, cuando se interpone ruidos raros y exclamaciones que vienen de abajo.
Dejo todo para salir de mi habitación y bajando las escaleras, me encuentro que dos personas intentan detener a papá mientras les ponen unas esposas y le dicen sus derechos.
- ¡No! ¡No! - Quiero interponerme entre ellos y que lo suelten. - ¡Déjenlo! - Chillo.
Pero mamá aparece con María de la cocina y lloro entre sus brazos.
Y no entiendo mucho.
Mamá no pide explicación, pero asiente a los reclamos de papá siendo llevado por uno, mientras el otro abre la puerta, que llame a sus abogados.
Mi padre forcejea, procura soltarse, pero es en vano repitiendo una y otra vez amenazas, como que es inocente de lo que sea que lo acusan.
Pero los oficiales no se inmutan y solo responden que puede hacer su descargo en la estación policial.
-¡Por favor mamá, haz algo! - Sollozo en su pecho y abrazo, siguiéndolos hasta un auto que espera por ellos y en medio de la noche. - ¡No dejes que se lo lleven! ¡Papá! - Lo llamo al ver como lo meten atrás. - ¡Papá! - Lo vuelvo a llamar y me mira por su ventanilla cerrada y suelto a mamá para cruzar la calle e ir hasta él.
Pero el auto se pone en marcha y me desplomo a mitad de ella.
Mi garganta tose, porque sigo gritando con la fuerza de mis pulmones y se ahoga con mi saliva de tanto llorar.
Las manos de mamá se apoyan en mis hombros con cariño y me ayuda a ponerme de pie.
Me abraza fuerte y mucho, seguido a alejarse algo, solo para limpiar mi llanto de mi rostro con sus manos.
- Debemos hablar, cariño... - Me murmura llena de lágrimas también y despejando mechones de mi pelo que se pegaron en mi cara.
Asiento sin comprender, pero me dejo llevar por ella y envuelta en sus brazos, mientras María triste abre la puerta de casa por nosotras.
Y ella, también está llorando.
- ¿Mamá...qué pasa? - Pregunto, ya dentro.
No habla, pero lo hace haciendo seña a María que nos deje solas mientras va al comedor.
- Ven acá, cielo... - Me dice, indicando que tome asiento como ella en las sillas y eso hago en el momento que María aparece nuevamente, pero trayendo una carpeta y se retira otra vez.
- Debes pensar que por no hacer nada para impedir que se lleven a tu papá, que no lo amo... - Habla sin abandonar como mirar esa carpeta en tono azul oscuro. - ...pero justamente, porque lo amo mucho y como el primer día cuando lo conocí, hago esto...
- No entiendo... - La interrumpo sin poder dejar de llorar.
- Sareli, hija... - Me sonríe, volviendo a secar mis lágrimas con amor. - ...todavía recuerdas, cuando niña me pedías antes de dormir y te arropaba, la maravillosa historia de nuestro amor y lo más feliz que fuimos, cuando llegaste a nuestras vidas? - Me pregunta y yo afirmo.
Imposible, no.
- Sí...amaba que me cuentes eso y repetidamente... - Contesto, agradeciendo a María que me alcanza un vaso de agua y se va.
- ...y justamente por ese maravilloso amor que tu papá sentía por mí... - Mamá sigue mientras bebo bajo hipos, mi agua. - ...tu padre hizo algo malo. - ¿Eh? - Que yo me enteré hace pocos días...
- ..mamá... - Gimo llorando.
- Te voy a contar otra historia cariño, pero también llena de mucho amor. - Me interrumpe. - Había un lugar. - Piensa. - Un gran lugar y hermoso país... - Relata. - ...donde tras una democracia, empezó un gobierno militar que la derrocó y fue regido por tal. - Me dice. - En un lado de ese país... - Toma mi vaso a medio beber mi agua y lo lleva a una distancia de la mesa. - ...vivía una bella mujer agradecida a Dios, porque su vida siendo una esposa feliz, se había completado con el mayor de los regalos... - Me mira. - ...siendo bendecida por ser madre...
- ¿Estaba embarazada? - Digo, atenta y mamá asiente.
- ...mientras tanto, del otro lado de ese mismo país... - Prosigue tomando de ejemplo esa carpeta que trajo María y la acerca contra ella. - ...había, también otra mujer. - Me cuenta. - Que también era muy feliz con su matrimonio, pero aunque lo era y mucho, la vida no le había dado esa bendición, cual anhelaba más que nada...
- ¿Ella, no podía? - Pregunto, limpiando mis mocos de llanto con mi mano y me niega triste.
Y yo también, me siento triste por ella.
- Sufría de EIP y por más estudios y hasta algunos fuera del país, jamás pudo. - Murmura. - Pero eso no la entristeció, porque ella deseaba tanto un bebé y ser mamá, que sabía que en el mundo había muchos bebés o niños carente de ello, para convertirse en una.
- ¿Adoptar?
- Sí, amor. Por eso el esposo de esa mujer que amaba tanto y deseoso como ella de convertirse en padre, comenzó con esa búsqueda. Una insaciable y usando de todo su poder... - ¿Qué? - ...uno, tan alto como el amor a su esposa...
- ¿Poder? - Mamá me dice que sí. - ¿Militar? - Digo, recordando la época y escalofrío me recorre, porque ya no me gusta tanto la historia.
Sé lo que fue ese periodo, fui a la escuela y sin ir más lejos, papá estuvo en ella también y siendo muy alto su cargo.
Pero nunca lo relacioné, ya que mi papá es bueno.
Sin embargo, insisto.
- ¿Qué pasó con la otra mujer?
- Esa mujer en su estado, una tarde fue arrestada por ser la esposa de un prestigioso farmacéutico siendo líder de una alianza contra estos y cual, ayudaba a su gente en contra del gobierno en sus heridas y con fármacos.
- ¿Qué...qué pasó con ella y su bebé?- Titubeo.
- Una fría mañana de julio, dio a luz la bebé más hermosa del mundo... - Lagrimea.
- ¿Mamá...qué pasa? - Porque sus lágrimas silenciosas se deslicen por sus mejillas, me asusta.
Niega y me dice que guarde silencio.
- ...pero al nacer su bebé, crucificó su vida... - Toca el vaso. - ...para bendecir a esta señora que no podía tener hijos, con esa niña... - Toca ahora la carpeta, conmovida y sin poder dejar de llorar. - Pero esta mujer. - Acaricia la carpeta. - No sabía eso...ella vivía en un castillo de cristal sin saber que esa hermosa bendición de pocos días y cual se enamoró, cuando se la dieron con pocos días de nacida... - Un llanto la detiene, pero se recompone, porque quiere seguir. - ...la amó tanto, que hasta le juró en silencio y entre sus brazos por primera vez, que la protegería y haría feliz en honor a esa madre que murió en el parto...algo que no sabía y fue una mentira al enterarse hace poco... - Limpia sus lágrimas. - ...el fraude que hizo su esposo...
- ¿Por amor a su esposa y...y...desear...esa familia? - Digo como puedo.
Porque nuevas lágrimas, cuajan mis ojos comprendiendo lo incomprensible.
Niego con mi cabeza, niego mucho y mamá llora más.
- ¿De qué, diablos me estás hablando? - Murmuro con hipo. - ¡Qué rayos me estás diciendo, mamá! - Chillo.
Y con lágrimas corriendo su lindo maquillaje bajo sus ojos, abre la carpeta.
- Demoré en decírtelo...nosotros debimos...
- No...no... - Niego llorando. - ...yo...yo, soy su...
- Tengo que decírtelo... - Me habla dulce, sacando la primer hoja.
- ¿Qué cosa? ¿Qué soy adoptada? - Gimo sin poder creer.
- Teníamos miedo de hacerlo, pero ahora comprendo el por qué, más de tu padre...
- ¿Qué...qué, quieres decir?
- Que eres la hija de esa mujer, hija... - Su tristeza se acopla a la mía, dejando que lea el papel. - ...y tu padre hizo mal... - Su llanto no le permite seguir y yo, apenas puedo siquiera leer.
Pero noto claramente, mi nombre como apellido en ese papel de adopción.
- Su nombre era Lucía y era esposa de ese hombre... - Habla como puede y dibuja una sonrisa triste. - ...y una gran respostera, amaba cocinar cosas dulces como tú, Sareli... - Mis labios tiemblan, porque habla en pasado y me lanzo a sus brazos con un llanto desconsolado por toda esta situación que apenas proceso.
Soy adoptada.
Me usurparon.
Amo a mi mamá, sin embargo a la verdadera, me robaron de sus brazos y murió en ese exilio.
Lloro y sigo llorando en su hombro, mientras mamá lo hace conmigo también, pero me consuela acariciando mi pelo.
- Yo quería decírtelo un día, lo posponía, pero no deseaba demorar tanto y menos de esta forma... - Mamá llora.
Y la abrazo más contra mí.
Así, estamos por un largo rato.
- ¿Cómo sabes tanto?
- ¿Recuerdas el auspicio de Lucian? - Asiento en silencio y sobre su pecho. - Yo...conocí a alguien allegado a él...
- ¿Quién?
Niega rotunda.
- Esa persona en entre otras cosas, me hizo recordar lo del robo de las actas... - Me incorporo de golpe, porque también lo recuerdo, ya que salió hasta en los periódicos y noticias de televisión.
- ¿Qué tiene que ver con nosotros?
- Mucho...
- ¿Por papá?
- Entre muchos.
- Mamá, no comprendo...
- Lucía tenía una mejor amiga que fue detenida como ella y bajo ese mismo estado...
- Y su bebé, también...
Niega.
- No por militares, pero este sí, por subversivos... - Me dice. - Pudo sacarlo con ayuda de los mismos cómplices...pero, jamás lo encontró cuando ella sí, pudo salir... - Murmura. - ...ella asignó a un mercader...
¿Qué, qué dijo?
Mi corazón late.
¿Cómo a C-am?
- ¿Para encontrar a su hijo?
- Aparte de ti...
- Entonces...entre esas actas estaba...
- La tuya con de la de él.
- ¿Sabes, quién es?
Mamá, niega triste.
- Tanto, no... - Suspira. - ...pero sí, que esa mujer resulta ser la esposa del militar Julio Villada, compañero de tu padre y cual, visitamos tras su accidente en la fiesta.
- ¡Qué! - Me pongo de pie de golpe.
¿La señora Ana?
Y mi cabeza da vueltas.
Me duele todo y más, de tristeza mi corazón.
No puedo creer y pensar en más nada, porque mi pecho duele mucho.
Todo fue una farsa.
Mi perfecta familia.
Más lágrimas.
Mi perfecta vida.
Y lo que más me duele.
Mi perfecto y cual quiero mucho, padre...
C-AM
Mi coche y sobre la noche, se detiene en un lugar alejado del estacionamiento exterior de la morgue.
Bajo y yendo a la parte trasera, abro la cajuela encontrando mi maletero de trabajo.
Lo abro dejando a mi vista, las docenas de opciones que tengo para cada trabajo mientras me saco parte de lo que llevo puesto y lo reemplazo por una camisa y sobre ella, una bata médica.
Arreglo mejor mi pelo como puedo, continuo a seleccionar entre la media docena de lentes de lectura que tengo, la que va con lo que voy hacer.
Opto por unos cuadrados y de armazón grueso, acomodándolo en mi nariz mientras cierro todo y me encamino a la entrada abotonando la bata.
Tras su auspicio por ley como todo ciudadano, trajeron a mi padre de vuelta para una autopsia correspondiente por tratarse de un sospechoso al ver su actuación como final, por la CCTV que había en el Hospital.
Camino por los corredores una vez dentro, buscando su ubicación.
Reviso cada puerta que encuentro y hasta otras, escalones más abajo.
Cruzo algunos internos acompañados y no me importa nada, si sospechan o no.
Y cuando uno por ser mi rostro nuevo y llamarle su atención me pregunta saliendo de una puerta, sin siquiera hablar y molestarme en justificar mi presencia, un golpe en seco con mi palma abierta en su cuello, es suficiente para que caiga desplomado al piso.
Tampoco me molesto en esconder su cuerpo, lo salto entrando a esa puerta, cual salía y con cartel solo con acceso al personal, porque es la que buscaba y por ello una vez dentro, antes de empujar la siguiente, respiro hondamente por calma y serenidad.
Para luego abrirla despacio y sin saber mucho que hacer.
Pero sí, encontrarlo.
Ver a mi padre.
Y camino por la habitación unos pasos, hasta divisar una camilla.
Mi corazón golpea.
Con un cuerpo arriba y cubierto por una sábana blanca.
Solo esa camilla ocupada entre media docena vacía.
Me acerco a ella.
No me agrada el olor que colma.
No me gusta su blanco color lúgubre y acero que rodea todo.
Y no me gusta, la sensación de dolor y soledad que hay.
Mi mano se hace puño, al intentar descubrir su rostro de esa sábana, demorando mi acción.
Pero me obligo a mi sistema a reaccionar y que haga eso.
Y mis ojos, nuevamente se humedecen al verlo.
Parece dormido y no, que murió.
Hasta su semblante, uno parecido al mío.
Parece descansando solamente.
La mano que tiene la sábana, arruga esta por la fuerza de mi llanto silencioso que tengo.
No tengo palabras.
Ni siquiera, reproches.
Pero duele demasiado, saber que fue mi papá y jamás hablamos.
No jugué a la pelota con él como otros niños, ni tampoco recibí de él, una reprimenda por ser un niño travieso.
Pero siempre estuvo, me recuerda su carta...
- Te perdono... - Suelto sincero, inclinado sobre su camilla como tapando mi rostro con un brazo y sobre su sábana, mientras cierro mis ojos.
Y lloro...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top