CAPITULO 18
SARELI
Estaciono mi bicicleta junto a uno de los grandes árboles que hay en la entrada del Hospital y tomando con cuidado la caja con el pastel de la canastita, camino en dirección a la puerta de entrada principal, pero mucha gente obstaculizando me hace detener a mitad de sus escaleras.
Paramédicos bajando de dos ambulancias con heridos en camillas, llegan en el momento y las puertas de golpe siendo abiertas tanto por médicos como enfermeras haciéndose cargo de la situación y con varios familiares de los accidentados rodeando el lugar.
No quiero interferir.
Parece por lo que logro escuchar, incidente automovilístico en cadena.
Y solo pido tomando el lateral del edificio, que todo salga bien y nadie de gravedad.
Una de las puertas anexas no debe estar lejos, por eso camino el largo del nosocomio y costeando el gran jardín trasero que tiene.
Una linda floresta de vegetación parquizada con ornamentos de flores bien cuidadas con ciertas estatuas y bancas sobre una fuente de agua al final, cual muchas están ocupadas por pacientes solos o en compañías de algún familiar disfrutando del cálido día, sonríen ante mi aparición con mi adorado disfraz de pollo haciendo la entrega.
Un bonito lugar para paz y sosiego necesario en un lugar así, me digo en el momento que pasan unos hombres con prendas oscuras y casi corriendo por al lado mío, noto, ubicada metros adelante la puerta lateral de entrada.
Pero eso, que flotaba en el aire de esa tranquilidad que dije antes, se rompe y es por cierto bullicio y disturbio que se origina.
Me detengo frente a la puerta, pero sin abrirla e intentando ver a lo lejos.
Justamente por esos hombres que pasaron por mi lado segundos antes y se enfrentan con alguien, en lo que parece en al fuente de agua.
¿Qué ocurre?
MOMENTOS ANTES EN LA MAÑANA, HORA DEL DESAYUNO EN EL HOSPITAL
- Felicidades. - Miel al ingresar a la habitación de Julio le dice, mostrando un papel en sus manos y cerrando la puerta por los sonidos de afuera.
- ¿De qué? - Murmura sorbiendo de mala gana, su taza de té como desayuno y sin tocar las tostadas.
Miel se sienta a los pies de su cama y le extiende el par de páginas.
Julio ni se molesta en leerlo, lo reconoce.
Su alta.
Y un bufido de alegría sale de su garganta, haciendo a un lado la mesa y deslizándola con sus ruedas para ponerse de pie.
- Jodida buena hora... - Exclama, abriendo las sábanas para sentarse. - ...voy a necesitar que me ayudes... - Señala el pequeño mueble con su ropa colgada, al tener su brazo enyesado.
Mira la hora.
- ¿Ana? - Pregunta, desabotonando la camisa de su pijama y caminando a las perchas.
- Justo por eso, ya viene un enfermero a ayudarte a asearte y vestirte. - Miel de pie, camina a la puerta. - Está descansando en una habitación... - Ella también mira su reloj. - ...y debe estar por despertar... - Sonríe y abre la puerta. - ...ya es hora... - Pero se detiene de salir de ella y por tal, el rumor propio interno y de pasillos del Hospital invade. - ...por cierto... - Mira a Julio. - ...renuncio... - Murmura con su mirada en el tercer papel descansando sobre la cama y que Julio no había visto junto a su alta.
Él voltea y lo divisa apenas asomado abajo de todo, mientras Miel sin más, se marcha.
No lo puede creer y necesita leerlo.
Lo toma sin dar crédito a sus ojos, cuando al final de este, con su puño y letra está su firma avalándolo.
Y obligado, toma asiento nuevamente en su cama para procesarlo.
¿Por qué?
Pero no puede seguir analizando, ya que un enfermero ingresa y servicial, comienza a terminar de desvestirlo para su ducha.
Sin embargo a mitad de ello dentro del baño, vuelve a ponerse los pantalones que se estaba sacando, por dos cosas que no deja de repetir su cerebro.
La renuncia de Miel y lo que más lo atormenta siendo tres simples palabras envolviendo a Ana.
"Ya es hora."
Y por eso, corre a la ventana de su habitación para mirar desde el piso de su habitación hacia afuera.
El jardín.
- No...no... - Niega retrocediendo. - ...Ana...
- ¿Director, pasa algo? - El enfermero le pregunta sin entender su actitud desesperada y retrocediendo para ir a la puerta.
Julio no le contesta y sin importarle que solo lleva pantalones pijamas, corre en dirección a los ascensores y sin siquiera, procurar admitir lo que ve en la fuente.
Imposible, se dice.
- No puede ser... - Gime sin poder aún aceptar, llamando la atención de la gente que comparte con él, el elevador una vez dentro y maldiciendo la lentitud de este.
Y no da tiempo a abrirse por completo sus puertas de acero.
Pasa por estas en su curso y hasta sin importarle que por ello, su brazo enyesado es golpeado con su acero reprimiendo el dolor.
Corre en dirección a la puerta trasera, esquivando personal como pacientes.
Y lo hace más, al salir y dirigirse al sendero de piedras blancas que llevan a la fuente.
- ¡Ana...! - Jadea por su carrera al verla metros más adelante. -...Ana... - La llama, notando en como con sus pequeños pasos propios de su debilidad, pero con mucha fortaleza, camina en dirección a un muchacho.
Pero, Ana no la escucha.
Ana solo tiene su mente y corazón, depositada en el chico que tiene a pocos metros y ya, casi llega.
Y aunque le da totalmente la espalda, sabe que está llorando y observa como el muchacho tímidamente, también lo hace ahora caminando a ella.
Pero, son de felicidad.
Un brazo extendido se interpone de que continúe su carrera.
Miel.
- ¿Cuándo decidimos dejar de ser humanos, Julio? - Ella le dice sin mirarlo, porque su mirada.
Una también, llena de lágrimas.
Solo observa esa hermosa vista.
El reencuentro de una madre con su hijo abrazados, después de dos décadas.
Y a Julio se le nublan los ojos.
- ¿Lo fui alguna vez? - Pregunta, viendo como su mujer y su hijo no se abandonan.
Y muchas cosas, ahora pasan por su cabeza de esa época.
Tiempo, que hizo muchas cosas malas y en todos los aspectos.
Entre ello, lo que es testigo con Miel viendo como une ese abrazo de una madre con su hijo.
La separación de ellos.
El puño de ese brazo extendido de la enfermera, ahora golpea su pecho desnudo.
- Sí, lo eres, Julio... - Le murmura, seguido a girar sobre sus talones para marcharse. - ...lo somos. - Se corrige. - Y es hora que tú, también lo encuentres... - Le dice mirando por última vez a Ana con su hijo, para luego retomar sus pasos al nosocomio y percibiendo Julio, que esa es su despedida final tanto para él y su mejor amiga.
C-AM
Besa mis mejillas por más que sus labios, se empapan por estar húmedas de mis lágrimas.
Es más, no sé, dónde comienzan las mías y terminan las de ella por tanto abrazo.
Quiero hablar, pero condenadamente no puedo, porque algo estrangula mi garganta imposibilitando que una jodida palabra salga y solo me limito a sonreír, entre tímido y sin saber mucho que hacer, mientras ella que tampoco puede hablar por más que lo intenta, limpia con su puño su rostro y después, hacerlo en el mío.
Ríe nerviosa y con un gesto alegre de su mano entre nosotros y para recuperarse.
Pero no abandona ese abrazo y yo, tampoco quiero.
Reímos entre más lágrimas.
- Creciste tanto... - Logra decir, sin dejar de acariciarme. - ...mi bebé, todo un hombre... - Apenas me separa de ella, para mirarme por completo y verificando mi cuerpo con llanto de felicidad y yo, me atrevo con cuidado a secar esas nuevas lágrimas.
Y el contacto de algo, que no sabía lo que siente.
Acariciar a una mamá nos hace estremecer a los dos.
Y su mano reposa en la mía, que sigue en su mejilla, cerrando sus ojos.
- Tan cálido, como siempre lo imaginé... - Me dice, apretándolo más y abriendo sus bonitos ojos azules. - ...mi hijo...conmigo... - Recita en voz alta con tanto amor.
Lleva mi mano entre las suyas y me jala apenas, pero llena de esperanza y como si no quisiera perder el tiempo.
- ...vamos... - Me dice haciendo dos pasos y tales hago.
- ¿Dó...dónde? - ¿Qué hago?
Ríe, sorbiendo su llanto y un rubor cubre su pálida piel.
Niega riendo.
- No lo sé... - Es feliz. - ...quiero por primera vez hacerte de comer, quiero contarte de mí, que me cuentes de ti...quiero esta noche prepararte una cama y verte dormir... - Sonríe más, entre lágrimas de emoción. - ...y al otro día, despertar temprano para hacerte tu desayuno... - Y su sonrisa se hace triste bajando levemente su cara. - ...estar a tu lado...por miedo a...a...
Y la llevo contra mí, por otro abrazo.
La miro a los ojos.
Unos muy parecidos a los míos, pero los de ella azules.
- ...yo, no me voy a separar más de ti... - La interrumpo, seguido a tomar mi abrigo y gorra deportiva que dejé junto a la fuente, para ponerme ambas cosas y volver a tenerla entre mis brazos. - ...mamá... - La llamo.
Y esa palabra ajena para mí, de siempre, se siente lindo al escuchármelo decir en voz alta.
Si la palabra mamá tuviera una definición, sería a ángel y caramelos, porque así, lo sentí en mis labios.
Y me abraza con fuerza al escucharme, llorando profundamente contra mi pecho y yo, le correspondo de igual manera, cerrando mis ojos y diciéndole en mi silencio una promesa callada, que la amo y siempre voy a cuidarla.
Pero, abro mis ojos sin moverme de mi postura.
Algo me alerta y miro para un lado, manteniendo a mi madre contra mí y ajena a todo.
Y apenas giro mi cuerpo con ella, para cubrirla con mi espalda.
Al notar una media docena de hombres, donde unos caminan y otros con pasos acelerados están por el jardín buscando y cual a solo uno reconozco, cuando se detienen y me localizan.
Los matones de la escalera del Hospital.
Niego para mí, mismo.
Carajo.
- Vamos por ahí... - Le digo, tomando su hombro con mi brazo y conduciéndola lado contrario, pasando la fuente.
Pero un par obstaculizan en ese sentido, nuestro escape.
Mamá los mira sin entender con su porte como miradas a nosotros dudosos y voltea sobre su hombro para ver al resto de hombres, también con la misma postura y caminando a distancia siguiéndonos.
- ¿Qué? Qué pasa? - Susurra sin entender, mirándome y sin dejar de caminar a mi lado.
La abrazo más contra mí, mirando lo que nos rodea tanto a ellos como nosotros.
Jardín lleno de personas, maldita sea.
Bajo más mi gorra.
- Me buscan a mí. - Le susurro dejando de caminar, porque de ambos lados ya nos impiden, casi acorralándonos.
Miro un sector de nuestro costado libre de ellos y con algunas plantas con sus flores.
- Mamá, necesito que cuando te lo diga... - Le indico bajo su temor. - ...corras a esa dirección...
- ...no...no... - Niega, mirando los hombres que nos rodean y que ya tanto ellos como ambos, empezamos a llamar la atención de la gente que hay por la situación. - ...no te voy a dejar...ellos son muchos...iremos por la seguridad del...
La miro con cariño.
- ...prometo buscarte. - Los miro. - Solo, necesito alejarlos de toda esta gente inocente... - Y no puedo seguir hablando.
Porque el primer malnacido sin respeto a nada viene contra mí, para atacarme.
- ¡Ana! - Alguien se interpone, abalanzándose y recibiendo el golpe en su brazo enyesado ahogando el dolor.
Es el director del Hospital.
El que salvé.
Pero se recompone.
- ¡Julio, no! - Mi madre exclama, al ver que me aleja de ella y de los matones que empiezan a rodearme.
Pero lo hace, porque yo también le digo con un gesto que se alejen, mientras gente empieza a llamar a la policía y eludo, nuevamente sus ataques y corro saltando unas plantas.
Necesito irme y que me sigan, lejos de tantos civiles.
Y lo hacen ante el grito, cual peleé en las escaleras que me sigan.
Esquivo pacientes en compañía de enfermeros en mi trayecto y me dirijo al estacionamiento, tomando otra puerta lateral que dice solo para personal.
A la mierda.
Paso, ubicándome en lo que es la cocina industrial con gente en plena labor.
Me interpongo entre ellos pasando y llevando cosas como puedo en mi escape, pero los matones viniendo por detrás se llevan puesto a partes de ellos, haciendo que caigan su bandejas con cosas.
Empujo la siguiente puerta.
Una doble y que me conduce a otro sector, encontrando a un lado escaleras que bajan, deduciendo que puede ser lo más cercano al estacionamiento principal y este, al subsuelo donde deje mi motocicleta.
SARELI
No entiendo nada que sucede.
No puedo ver bien, pero llegando hasta las bases de unas medianas escalinatas que te llevan un poco más abajo al jardín, diviso estos hombres, cual una parte buscan por el parque hospitalario mientras otros lo hacen caminando y se detiene en la lejanía.
Por el sol de frente no puedo ver bien, pero usando mi mano de visera logro captar que empiezan a rodear una parejita abrazada.
- Oh mi Dios... - Se me escapa de los labios y dejando la caja sobre una estatua, al reconocer a la mujer.
Es la esposa del señor Julio.
- ¡Oh mi Dios! ¡Oh mi Dios! - Vuelvo a exclamar, bajando los escalones y al ver a su esposo semi desnudo a metros de ellos y delante de esa gente.
¿Lo encontró con su amante?
Llevo mis manos a mi boca en pensar en eso y deducir que esos matones son contratados por él.
No lo puedo ver bien, el jodido sol no me deja.
Pero parece mucho más joven y aparte al llegar a la base, se pone de espalda a ella como protegiéndola.
Y mi hipótesis tiene su fin ante el primer ataque, ya que el mismo señor Julio se interpone entre ellos y recibe el golpe.
No es gente pagada por él.
Y por quedarme como tonta sin moverme y en medio del sendero de piedras interrumpiendo el paso, personal de seguridad me lleva puesta corriendo a esa dirección, causando que caiga contra el piso.
Me quejo del dolor recomponiéndome, pero sigo sin poder ver bien y menos ahora, que la gente se agolpa en el lugar donde ocurre lo sucedido, pero logro divisar de un vistaje y entre ellos, como el chico que estaba abrazado de la señora Ana y esquivando de forma magistral a un par de esos matones, se escapa del lugar saltando un cantero de plantas y flores en dirección al edificio y con todos esos hombres al grito de uno detrás.
- Ese chico... - Dudo, pensando mucho.
Porque mierda, esa forma de llevar ese abrigo negro puesto y esa gorra oscura, pero con logo deportivo, es tan.
- ¿Luka? - Susurro perpleja.
Y suelto una risa.
Dios...si Luka, no llevaría eso.
Me pongo de pie, sacudiendo mi disfraz.
Él se pondría del Increíble Hulk y ni hablar de una camiseta ñoña con el logo del Hombre Araña o parecido.
Pero dejo de reír, palmeando mi pecho.
Entonces...
¿Por qué, late tan acelerado mi corazón?
Y resoplo acomodando mejor mi capucha de pollo, viendo el edificio y por donde se fueron.
A la mierda.
- Voy a investigar... - Me digo, caminando a esa dirección.
C-AM
La puerta que conduce a un parte del estacionamiento, la abro lentamente por si hay parte de los matones y sin ver a nadie, bajo apenas escondiéndome tras una pared.
Mirando lentamente metro abajo, logro divisar a dos de ellos recorriendo el aparcamiento entre auto y auto registrando la zona, intentando localizarme y maldigo, porque me obstaculizan llegar subsuelo más abajo.
Pero desciendo despacio por la escalinata y rodeando la pared para tomar desprevenido al primero que al verme, pero sin darle tiempo, mi puño va directo a su mentón y por la fuerza, se desmorona contra el piso y tal sonido, llama la atención del segundo que sin dudar viene a mi encuentro, pero mi mano con un golpe certero en su cuello lo deja fuera mientras otro y de más corpulencia, viene por atrás y me aprisiona con sus brazos con fuerza.
Jadeamos ambos por la fuerza.
Él procurando romper mis brazos y yo, por evadirlo.
Lo llevo con mi cuerpo contra un coche golpeando rudamente su espalda, causando que la alarma se active, eso lo confunde y me deshago de él, girando sobre sus brazos y sacando uno mío, para golpear su cabeza contra el techo de este, cayendo sobre mis pies.
Y corro en dirección a una salida que con sus flechas amarillas, indica el subsuelo.
Desciendo sus pocos escalones en la semi oscuridad que hay, sintiendo como el resto de los matones y notando lo que ocurrió en el lugar, gritan por mí y viniendo en mi persecución.
Pero casi llegando, alguien me toma desprevenido golpeándome fuertemente en el rostro y casi, dejándome inconsciente.
Tambaleo por el impacto, pero no me da tiempo si quiera a caer sobre el suelo.
Me toma por el cuello y por hacer eso teniéndolo de frente y a su merced, lo puedo ver bien.
- Mierda, tu padrino no te enseñó bien ante un efecto sorpresa... - ¿Está bromeando?
Y sacudo mi cabeza, por el impacto de su golpe, pero focalizo.
Un hombre en sus cuarenta, llevando ropa de vestir.
Me mira fijo con sus ojos castaños como los míos sin soltarme, pero jalándome a la pared contigua para no ser visto por ellos, que recorren incipiente y maldiciendo el lugar.
Mira por sobre un lado, para luego a mí.
- Carajo, son muchos... -Blasfema, escondiéndome más.
¿Entonces, si no es parte de ellos?
¿Por qué, me golpeó?
- Vine a salvar tu trasero... - Murmura, como leyendo mis pensamientos. - Te necesito reducido... - Sigue hablando.
- ¿Quién eres? - Pregunto, intentando recuperarme.
Me mira.
- No importa, quién soy... - Me responde, sacándose su saco de vestir y aflojando su corbata para lanzarla al suelo.
- ¿Entonces, por qué el golpe? - Repito.
- Te lo dije, para reducirte y poder hacer luego esto... - Es su respuesta, con otro golpe tan diestro como los míos en mi estómago y tomándome otra vez con sorpresa, seguido a voltearme a esa pared con fuerza para sacarme mi abrigo como gorra y ponérselo.
Me quedo sin aire y me deslizo con mi mejilla pegada contra el concreto que me sostiene, para recuperar aire y tratando recuperar oxígeno para copar mis pulmones.
Se inclina sobre mí y abre mi mano, para depositar unas llaves de auto y la cierra con fuerza, con sus manos apretando la mía.
Luego suspira.
Siento que quiere decirme algo, pero se limita a negar.
- Olvida tu moto, C-am...
¿Sabe, quién soy?
Y a mi mente viene, que nombró al padrino segundos antes.
- Ponte mi saco y ve por el lado norte, hay un coche azul a tu espera... - Me indica. - ...yo los entretendré, hasta que llegues... - Me dice, soltando lentamente mi mano y ayudándome a ponerme de pie como él.
Sonríe, empujando mi hombro a que me vaya y porque no entiendo nada.
Y camino cubriéndome con su saco y mirándolo con parte de mi ropa.
Pero me detengo.
- ¿Quién eres? - Reitero y balbuceo sin saber el motivo, porque algo pincha fuertemente mi pecho, ya que con mi gorra y abrigo tenemos cierto aire.
Mismo pelo castaño.
Misma altura y color de ojos.
Y hasta igual contextura física como la forma de pelear que el padrino me enseñó.
Niega nuevamente y con ademán que no pierda tiempo.
No habla, pero por más semi oscuridad, sus ojos brillan.
¿De lágrimas?
- No te detengas... - Me pide.
Me ruega a que siga camino al norte.
Y la curiosidad me puede, pero no me lo permite.
Porque mirándome por última vez, toma el lado contrario y en dirección a los matones, desapareciendo de mi vista.
Escucho su voz.
Ahora en voz alta para ser escuchada por los otros y que se aleja algo con ellos detrás.
Está cumpliendo lo que me dijo.
Alejarlos de mí, ahora entendiendo el motivo del cambio de ropa.
Que crean, que soy yo.
Puedo sentir el encuentro de ellos.
Que hay lucha.
Y aprieto mis ojos si debo o no.
Pero, algo me detiene de volverme y no puedo creerlo.
La voz de la pajarito en esa dirección.
¿Llamándome?
¿Cómo llegó hasta acá y sabe que estoy?
Y corro hacia ese lado, pero tomando la rampa de bajada, me encuentro con el matón de la escalera.
- ¿Me tomas por tonto? - Me dice, interponiéndose en el medio de mi camino.
Se sonríe, sacando nuevamente esa maldita soga de la otra vez y jugando con ella amenazante.
Y no hay tregua, una lucha sin piedad se desata entre los dos.
Sus patadas y ataques de manos, me dicen que sabe tanto como yo de entrenamiento marciales, mientras intentamos golpear al otro.
Es bueno y me lo dice en su cuarta embestida golpeando mi cintura, haciendo que vaya contra la pared de acceso, pero me recompongo, antes que nuevamente arremeta golpeando un lado de su rostro con mi pie, haciendo que retroceda pasos suficientes para atacar con otro golpe.
Su rostro se corta y palpa su sangre, riendo.
- Eres bueno... - Jadea, salivando sangre.
Ambos lo hacemos por la exigencia de la lucha.
- Pero voy a matarte como mi gente hizo con el otro... - Escupe.
¿Qué?
¿Habla del hombre de momentos antes?
Y eso me toma desprevenido, abalanzándose sobre mí y rodeando mi cuello con la soga e ira asesina.
- Tu peso, vale oro para mi cliente... - Bufa por mi lucha.
Forcejeamos.
La piel de mis dedos queman por procurar separar la soga de mi garganta.
El poco oxígeno que respiro, me sofoca más.
Y cuando iba a utilizar de las pocas fuerzas que tengo, un ruido sonoro golpeando con fuerza y retumba entre nosotros.
Y con ello, el cuerpo de mi adversario cayendo contra el mío inconsciente.
¿Eh?
Y giro tomando lo que más puedo de aire y tosiendo para recuperarme agarrando mi garganta, para encontrar a la pajarito estática, con su disfraz puesto y sus ojos muy abiertos mirando el cuerpo tendido del hombre contra el piso.
-¡Oh mi Dios! ¿Lo maté? - Chilla, sosteniendo el extintor de incendios en su mano.
Me inclino para apoyar mis dedos en un lado de su cuello y le niego.
- Tiene pulso. - Le digo.
Lo suelta haciendo que ruede rampa abajo y se agarra la cabeza.
- ¡Dios, yo no quería! - Me dice. - Es que...es que...ese hombre... - No sabe como esclarecer. - ...iba a matarte...eso parecía y yo... - Suelta a duras penas cada palabra, caminando sobre su lugar y elevando sus manos explicativamente. - ...creí verte en el jardín y decía no es Luka, porque tú, no vistes bonito, pero después me dije y si lo es y cambió su gusto ñoño por la ropa? Entonces pensé...quería saber...y los seguí y también me perdí... - Mira todo lo que nos rodea e intento reír, pero el dolor de mi cuello me hace quejar.
- Oh, mierda... - Detiene su loca verborragia al reparar en mi cuello y viniendo hasta donde estoy.
Casi llorando, gime viendo la zona roja que lo rodea, para luego tomar mis manos al notar las yemas de mis dedos lastimadas, cuando quise soltarme.
- ...no te muevas, Luka... - Hecha un manojo de nervios, saca su móvil de un bolsillo del disfraz y empieza a teclear nerviosamente por verme en ese estado, mientras me rasco un brazo. - ...llamaré a urgencias... - Me dice, intentando calmarme.
Cosa que lo estoy.
Y le sonrío silencioso, ahora rascando un lado de mi cuello, porque lo está.
Condenada urticaria, cuando estoy siempre con ella.
¿Por qué, tanta?
- Carajo... - Suelta sin poder creer, al darse cuenta donde estamos. - ...si jodidamente estamos en uno... - Río, mientras me toma de un brazo. - ...necesitas que te vean ahora... - Me empuja a que la siga.
Pero niego.
- Estoy bien...
- No...no y no... - Me reprocha, empujando mi espalda. - ...tus manos sangran y tu garganta ser revisada, Luka...
Vuelvo a negar.
- Necesito regresar a casa por una ducha y continuar... - Le hablo.
Y se me queda mirando de golpe.
Silenciosa y ya, sin empujarme.
Ambos lo estamos y solo sintiéndose de fondo, la sirena policial ingresando por el lado sur del estacionamiento.
Ya alguien debe haber llamado.
La pajarito me mira bien.
Diría yo y en su mutismo ahora, escaneándome por completo y en detalle.
Mierda.
- Esto, es extraño... - Murmura, caminando a mi alrededor.
- ¿Eh?
Me estrecha los ojos.
Doble mierda.
- ¿Qué le pasó a tu voz? - Me dice.
- ¿Qué? - Me encojo a mí, mismo sobre su mirada inquisidora. - ¿Qué, qué? - Me quiero alejar, pero se acerca.
- No balbuceas ni tartamudeas, Luka. - Carajo.
Su índice, me indica de cuerpo entero.
- No estás encorvado, tu pelo no cubre tu rostro, vistes bonito y te encontré momentos antes abrazando a la esposa del señor Julio en el jardín... - Me achina más los ojos. - ¿Qué te traes con ella?
- ¿Qué? - la eludo y percibiendo movimiento de gente colmando el lugar, comienzo con mi personaje. - ...yo...no sé de que hablas...ella lloraba y solo la consolé... - Hago mueca de terror por más que sé, que no me cree.
Sus brazos cruzándolos sobre su pecho e inclinando su cabeza me lo dicen, pero continúo.
- ...y después esa gente terrorífica llegando... - Me eleva una ceja, mierda. - ..pero vino mi mejor amiga... - La señalo con toda la gloria y me gano ahora, sus dos cejas levantadas. - ...que me dijo... - Exhalo aire, finalizando. - ...me salva, porque prometió protegerme...
SARELI
No le creo nada.
Vuelve a ser el Luka de siempre temeroso y tímido.
Pero siento, que no me dice la verdad.
Sus ademanes mientras me describe su pánico por lo sucedido y tocándose la garganta, relatándome como le duele y lo que sufre.
Por más que así y debe ser, siento algo extraño.
Mención aparte, que por más que no vi mucho, lo sorprendí peleando con este hombre tirado.
Ok, lo estaba ahorcando cuando los vi.
Lo miro tanto a él como el hombre, aún inconsciente.
Pero, no me termina de cerrar todo.
Y quiero refutar.
Necesito más explicación.
Pero los pasos y voces lejanas que sentíamos, ahora se escuchan precipitadamente por personal policial y de seguridad, inclusive médicos del lugar haciendo que giremos los dos a ellos, cuando llegan hasta donde estamos.
Me empiezan a hablar si estoy bien, mientras otros revisan al matón tirado contra el piso y uniformados miran y verifican a nuestro alrededor.
- Yo estoy bien... - Digo a un médico, volteo. - ...pero, mi amigo está heri... - Indico con mi dedo a la nada.
Pestañeo.
Porque, Luka desapareció.
- ¿Había alguien más con usted? - Me dice, notándome sola.
Y me quedo mi dedo en el aire, sin saber que decir.
¿ Pero, dónde se metió?
TODO EL HOSPITAL
Es un caos y Julio apenas puede con ello.
Sin Miel, no sabe mucho que decir a las preguntas de la policía y llama a sus abogados para que se hagan cargo y redactando un breve parte de comunicación y como toda explicación, para los noticiosos como reporteros que caen y necesitan la primicia.
Las televisiones solo hablan de dos cosas, donde se camine o está.
Casa de cada ciudadano.
Vitrina de algún comercio, que se detienen a mirar y hay un televisor mostrando.
En los bares y otros establecimientos con gente mirando atenta.
Y hasta en cualquier portal o red social, que verifica cada usuario.
Las elecciones en días y lo sucedido en el Hospital con la muerte de un masculino en el estacionamiento, identificado hasta ahora como NN.
Gracias al espíritu investigativo de algunos periodistas televisivos con sus teorías y conjeturas, relacionando la serie de hechos en este corto periodo de tiempo apuntando desde el robo de unas actas de nacimientos del Registro y las denuncias correlativas con CCTV testigo, como gente en dichos sucesos con el referente y leyenda.
Confirmándolo ya muchos.
De la famosa presencia de la leyenda viviente de guante blanco, en la sustracción de atracos.
C-AM.
Llevando a debates con programas especiales, el análisis de todo esto con sus sospechas y probabilidades siempre incluida o partícipe, la hija de un exmilitar electo a los próximos comicios nacionales y ahora, entrelazado apropósito o no.
Coincidencia, dicen otros en la mesa de debate.
Con otro exmilitar retirado de la fuerzas y director de un prestigioso nosocomio.
Y todo ello, llevando a una presunción tocando el pasado.
Uno lejano, pero vigente en la memoria de cada ciudadano de este país, por esa época nefasta y triste.
La dictadura militar.
DÍA DESPUÉS EN LA MANSIÓN DE LA COLINA
El sonido de la puerta abriéndose por Julio de la habitación matrimonial, se confunde con el clic de una mediana valija sobre la cama y siendo cerrada en ese momento por Ana.
Por unos segundos solo mira a su esposa ante ella, seguido a como se pone un liviano abrigo sobre sus hombros.
Pero reacciona y va a hasta ella, al notar que quiere bajar el equipaje para dejarlo en el suelo.
Y corre a hacerlo por Ana, con su mano sana.
- Gracias... - Se lo agradece.
Y un silencio se apropia de ellos y toda la habitación.
- Yo, lo siento mucho, Ana... - Al fin habla y murmura sincero.
- Yo también, Julio... - Responde, igualmente franca.
Otro silencio se hace, pero él lo rompe con un gemido de frustración y lleno de tristeza por no estar de acuerdo.
- Ana no te vayas... - Le ruega. - ...lo haré yo... - Quiere seguir hablando, pero lo detiene tapando sus boca con sus dedos mientras niega.
- No Julio...es hora que empiece de vuelta...empecemos de vuelta...
- ¿Y tu enfermedad? - Exclama con mucha preocupación. - ¿Qué sucede si te descompensas, ni yo ni Miel...
- Tengo mi hijo... - Responde sonriendo.
- ¿Pero, dónde vivirás? - No se da por vencido y Ana se encoje de hombros.
- Por lo pronto en un hotel... - Piensa. - ...y supongo que después, ya en el Hospital... - Sus ojos azules se humedecen. - ...pero disfrutaré de mi hijo hasta entonces...
Una bocina los interrumpe desde la calle y Ana mira por la ventana.
El taxi ya llegó.
Y Julio toma la valija por ella caminando a su par hacia la puerta y escaleras.
- Perdón, Ana... - Le dice una vez abajo y ante la puerta de entrada abierta.
Ana le sonríe y para sorpresa de Julio, recibe una caricia en su mejilla.
Cierra sus ojos por eso.
Para sentirla, por última vez.
- Lo hice hace mucho... - Le susurra y se va.
SARELI
Luka se detiene y cambia de canal en el momento que en un programa hablan de los supuestos de mi papá y su pasado militar y no sé qué, de un robo de actas.
Demás mencionar y me entristezco.
Y lo que más hablan los noticiosos, enlazando a todo esto a mi papá, más.
El ataque que recibió por más matones en el estacionamiento y costándole su vida a Lucian.
¿Pero qué, diablos hacía él, ahí?
Luka pone uno de música que es más acorde para la cafetería y entiendo eso, continuo a seguir barriendo.
Pero, también sé.
Lo miro del otro lado del mostrador de Sugar, como barre sin parar.
Que lo hace para que no escuche algo o todo y me haga mal.
Y sigo observándolo con mi puño en mi barbilla, porque jodidamente me elude cuando quiero sacar el tema de lo sucedido en el Hospital y su escape repentino llegando la policía.
El daño de su garganta, solo es ahora una sombra rosa en un costadito de su piel y que lo cubre perfectamente el cuello alto de la camiseta friki con motivos hoy de Batman en todo su esplendor manejando su batimóvil.
Y los dedos de sus manos producto de esa soga, apenas cada uno llevando banditas envolviéndolos.
Sí, también con dibujos, pero del Coyote y Correcaminos.
Sonrío.
Es adorable, mi mejor amigo.
Pero dejo de sonreír, porque recuerdo que estoy muy enfadada con él.
Y mi vista de Luka se va a la puerta siendo abierta por alguien, haciendo sonar las campanitas que cuelgan.
Por un cliente y no es cualquiera.
Y me enderezo de mi postura al mismo tiempo que Luka lo hace, dejando completamente de barrer.
Al ver a la señora Ana de pie y algo tímida, mirándolo.
Mi Dios de los cielos.
Con una valija trayendo con ella...
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