CAPITULO 13


EN UN PISO DE LA SEDE OFICIAL DEL PARTIDO POLÍTICO, DE ALGÚN EDIFICIO


Andrés entra a su despacho seguido de Lucian.

Silencioso y enfrascado en sus pensamientos, limitándose a nuevamente a aflojar más su corbata, pero a la altura de sus preocupaciones soltando su nudo completamente y quedando colgado sobre su cuello.

Le pide con una seña a su mano derecha algo de agua y este, apura sus pasos por ella yendo a una baja mesa, donde llena parcial un vaso de una jarra que tiene fresca.

Y Andrés bebe el contenido, tomando asiento tras su escritorio, continuo a relajar su cabeza contra el respaldo de su sillón.

- A Julio intentaron envenenarlo... - Musita, dejando el vaso y mirando a Lucian.

- Señor... - Su secretario de pie y del otro lado de su escritorio, solo atina.

- Necesito y no sé, cómo lo conseguirás... - Prosigue, dando una orden. - ...que me averigües el verdadero examen toxicológico de Julio de su Hospital. - Lo mira pensativo. - Él desconfía de mí...

- Sí, señor. - Asiente eficiente, Lucian. - Conseguiré a alguien para la sustracción...

Y Andrés gruñe.

No tiene el control de las cosas y eso lo desespera, cambiando bruscamente de su posición relajada a apoyar sus codos como dedos entrelazados contra la mesa pensativo, mientras son interrumpidos por un empleado electoral, llevando en escritos lo que las encuestas afirman al dejárselo sobre su escritorio y marcharse.

Que lidera, por sobre sus opositores políticos.

Y eso que horas tempranas lo hacía sonreír por motivo del atentado y tras su discurso a periodistas como televisión, teniendo sabor a triunfo.

Ahora, le deja un sabor amargo.

- Hay alguien detrás de todo esto... - Habla, procurando analizar todo. - ...no fue vandalismo émulo o social. - Se pone de pie preocupado. 

- Por el envenenamiento al exmilitar... - También, analiza Lucian. - ...alguien quiere darle una advertencia, señor... - Y Andrés asiente con su índice en el aire afirmando sus palabras.

- ...alguien que sabe de mi pasado y el de Julio. - Reacciona reflexivo, caminado sobre su lugar. - Esa persona nos quiso envenenar a ambos, pero yo no tomé de mi copa... - Recuerda dejándola sobre la baranda de la terraza.

- O quiso envenenarlo a usted... - Le corta Lucian.

- ...porque, yo... -Interrumpe Andrés. - ...cedí la jodida copa de vino a Julio... - Y un escalofrío, recorre su columna ante esa hipótesis.

Vuelve a desplomarse contra su sillón.

- ¿Pero, quién? - Revisa sus pensamientos inconclusos.

Y la idea de algo lo llena de pavor abriendo algunos cajones con desesperación y sin encontrar en su interior lo que busca, obligando a buscar una pequeña llave de uno de los bolsillos de su saco al recordar.

Cual la introduce en uno, en el único que lleva cerradura.

Sacando lo que resguarda y contiene.

Las pocas evidencias por más resultado de ADN, pero con nomen nescio de identidad, con lo sucedido en el robo en el registro civil, cavilando cualquier tipo de conexión.

Apoya la poco más de media docena de papeles con información uno al lado del otro para observar mejor, en el momento que otro empleado sobre unos suaves golpes a la puerta ingresa.

- La indagación de la fiesta, señor Leída. - Explica, siendo tomado por Lucian dichos informes y retirándose para quedar solos otra vez.

No es mucho, porque las pericias continúan.

Pero su secretario se lo ofrece, cual Andrés lo ojea.

- Utilización de un dispositivo de explosión casera en dos lugares estratégicos del salón... - Detalla Lucian. - ..no hay registro de huellas dactilares como CCTV mostrando identidad ni cantidad de ellos...

- Se hizo o se hicieron pasar por empleados de Catering o el edificio... - Concluye Andrés acertado y confirmada sus palabras por su allegado.

- Solo la única imagen captada por la cámara, cual es la de reproducción en noticiosos y periódicos informativos. - Acota Lucian, señalando una de las hojas entre los dedos de su jefe.

La impresión desde un ángulo entre el humo y la desesperación de la gente, captando la figura de uno de los agresores del atentado.

Nada en realidad, más que la silueta confusa de alguien de negro.

Pero acusando tanto postura como fisonomía, alguien joven y entrenamiento físico, bajo la oscuridad de su atuendo y rostro cubierto.

Parece.

Y algo nuevamente, sacude su cuerpo y cerebro.

Y de mirar a desgano ese pobre informe del atentado que yace sobre su escritorio y momentos antes sacó.

Acto seguido a revolver incesante entre esas hojas dejadas, hasta encontrar la que buscaba para elevarla y poner una junto a la otra entre sus manos.

Las dos imágenes.

Las dos fotos sacadas.

Una, del registro civil a ese ladrón vestido jovial, pero con su rostro oculto por dicha planta en el elevador y gorra deportiva que lleva más baja de lo normal, impidiendo que su rostro sea visto.

Y la otra, la de anoche en el salón tras el atentado, pero vestido de negro y asimismo, siempre ocultando su rostro.

Ambas son totalmente diferentes y con un hilo de tiempo de distancia en circunstancias desiguales y como tal, siendo una a hora temprana de la mañana y otra de noche.

Pero a Andrés, no se le escapa algo.

Y es verificando y acercando más ambas fotos una junto a la otra.

Que las dos fotos y con estos dos hombres diferentes.

Tienen la misma actitud...


MIENTRAS, EN EL HOSPITAL...


- Fármaco con acción depresora en la actividad del sistema nervioso central... - Un colega le dice a Julio, entregándole el informe con el detalle de análisis toxicológico que le hicieron.

- ...un hipnótico y sedante... - Formula, siendo aprobado por su compañero.

Cual, al entrar Ana con mejor semblante tras una muda de ropa fuera del que llevaba de fiesta y algo descansada por una siesta que le pidió a Miel que la obligue por su salud, despide al médico interrumpiendo la charla.

Se acomoda mejor sobre la cama y con ayuda de su brazo sano, mientras solo apenas escucha lo que su esposa habla con él, seguido a marcharse y cerrar la puerta quedando solos.

- Dice que tu alta, será pronta. - Murmura, dejando un pequeño ramillete de flores que traía en sus manos, sobre una mesita de auxilio y buscando un mediano jarrón vacío de un rincón, yendo al baño.

- Eso me dijeron... - Miente, ocultando el par de hojas bajo las sábanas. - ¿Y Miel? - Cambia la conversación.

- Quedó haciendo una llamada en planta baja. - Ana aparece con el jarrón lleno de agua del grifo. - No quise esperarla... - Prosigue acomodando las flores dentro, para luego ponerla en la mesa baja junto a la cama de Julio.

Sonríe levemente, tomando asiento a su lado.

Son coloridas y su orgullo, porque las cortó ella misma de su jardín que, cuando su salud se lo permite las cuida.

Suspira.

- ¿Fue envenenamiento, verdad? - Pregunta sin mirarlo y bajo la caricia de uno de los pétalos de las flores que ahora alegran con sus colores la blanca y almidonada habitación.

Y Julio la mira curioso, haciendo que Ana con su vista gire a sus sábanas, para luego a él.

- No quería preocuparte... - Susurra, sacando los jodidos papeles.

- No andas por la vida bebiendo y por una copa... - El recuerdo la hace estremecer. - ...no ibas a perder totalmente el conocimiento y caer...

- Fue un sedante... - Le muestra los análisis. - ...uno fuerte y con la dosis de benzodiazepinas para someter a un elefante. - Le explica.

- ¿Y tú, eres uno? - Ana murmura leyendo estas, sin entender mucho y notando la mirada perpleja de su marido, continúa. - ¿Si eres un elefante? - Repite. - Son poderosos y fuertes, atemorizan por su tamaño al resto... - Interpreta.- ...y la única forma de someterlo... - Piensa. - ...o detenerlo, es con esto... - Eleva dicho análisis, haciendo pensar a Julio y que focalice en ellos.

- Ana... - Titubea.

- Julio... - Lo interrumpe de lo que sea que iba a decirle. - ¿Quién es Andrés? - Llena de dudas y más convencida que hay algo detrás, que solo compañero exmilitar con un pasado en común oscuro.

Lo sabe, porque su pedido al mercader se lo ratificó con el robo de las actas de nacimientos.

Pero, necesita la confirmación por parte de Julio.

Su sinceridad.

Y el golpe de la fiesta, se lo corroboró.

Un atentado que ella sabía que iba a ocurrir, pero no, en los parámetros que se intensificó y como víctima su marido.

Su cabeza y su corazón, le dicen que hay algo detrás y como tablero de todo.

Una punzada de dolor aprieta su lado derecho del vientre.

Ese pecador.

Uno que necesita ver con urgencia y Miel, está en eso pisos más abajo.

Acaricia con disimulo su lado de la costilla, para que Julio no lo note y como si eso, subsanara la dolorosa punzada.

No puede perder tiempo y pide a su organismo que resista.

Solo, un poco más.

Ya a la niña, la encontró.

Solo falta vengar la muerte de su amiga, como al desgraciado que nunca le devolvió su hijo y encontrarlo...

C-AM

- ¿Te llevo? - Sareli me dice palmeando el asientito trasero, montada en su bicicleta y ya, sin su feo disfraz de pollo, terminando nuestro turno una vez fuera de la cafetería.

Pero debo reconocer, algo graciosa a la vista con un vestido de estampas psicodélicas y pantys color.

Hoy.

De celeste chillón a lunares blancos.

Trato de no reír.

- No, gracias. - Tímido, disimulando y señalando el sentido contrario que apunta su bicicleta. - Voy por esa dirección. - Me justifico, hundiendo más mi gorra sobre mi cabeza y mirando con disimulo a ambos lados por alguna presencia de mi hermana.

Ya que, mi teléfono no para de vibrar y necesito saber que sucede.

- Okey... - Murmura al verme que empiezo con mi caminata, sacando mi móvil. - ¿ O sea, que no no veremos más tarde? - Su voz me dice a mi par, porque la encuentro pedaleando a mi lado y mi velocidad.

¿Eh?

Me detengo y me imita.

- ¿Para qué? - No entiendo.

Ríe y se encoje de hombros, acomodando mejor su bolso en la canastita delantera de su bicicleta.

- Eso, hacen los amigos... - Me explica. - ...juntarse y pasar el rato...

- ¿Rato? - Repito, chequeando el mensaje de texto del padrino.

Un nuevo trabajo.

Algo de la sustracción de una documentación de un Hospital.

- Claro... - Prosigue la pajarito en su mundo. - ...tal vez pasear, ya que la tarde parece linda o ir al cine, hay una película de acción...

- No me gustan esas películas, porque me da miedo la sangre... - Miento, fingiendo temor y abrazándome a mí mismo, retomando mis pasos.

- Un helado, entonces...vayamos por helado... - La pajarito no se da por vencida en el momento que también su celular suena desde su bolso.

Me hace seña que me detenga, mientras lo busca y no sé por qué, obedezco como un jodido perrito faldero.

¿Qué me pasa?

Ni idea, pero lo hago mientras saluda y habla alegre con esa otra persona del otro lado.

Sonríe y hasta en un momento, le regala una carcajada y mi pecho aprieta descontento por eso.

Preguntándome si haría eso de sonreírme y y obsequiarme una risa también.

Y miro mi celular que sigue en mi mano, porque no tengo más que dos números telefónicos en mi directorio.

Mi padrino y hermana.

Nadie más.

Haciendo que me pregunte, si intercambiar nuestros números es de amigos.

¿Querrá?

Y sacudo mi cabeza por ese absurdo pensamiento.

La chica pollo, solo es mi misión por más que nos etiquetó de amigos.

Cumplir y luego marcharme.

Solo, eso.

- Mi mamá... - Su voz, me interrumpe de mis irracionales pensamientos.

Pero, poniéndome de buen humor saber su receptor.

Creo.

- Tendremos que dejar lo del helado para otro día... - No sé, en que momento le dije que sí, pero solo asiento dándole la razón.

La pajarito es rara.

Linda, pero rara.

- ...me pidió un favor. - Me cuenta. - ...uno de los invitados, anoche sufrió un accidente... - Rueda sus ojos, haciendo que sonría para mis adentros. - ...y quiere que la acompañe para llevarle unas flores a modo de representación y pesar por parte de nuestra familia por lo ocurrido... - Acomoda su bicicleta en la dirección opuesta de la calle y yo, exhalo algo aliviado.

No puedo perder tiempo, ya que el trabajo encomendado por el cliente, pide hoy la entrega y la paga es exuberante por ello.

- Pero... - Su voz nuevamente,me detiene de mi apuro. 

Mierda, con la pajarito.

Volteo y la encuentro agitando su móvil.

- ...nunca me intercambiamos celulares, Luka! - Se acerca y sin mi permiso toma el mío. - Voy agendarte el mío y mándame un SMS, así yo puedo guardar el tuyo y podemos llamarnos... - Murmura y haciéndolo, al notar que no lo tengo con bloqueador de pantalla. - ¡Listo! - Exclama devolviéndomelo en el momento que el suyo suena por el mío muy feliz. - ¿Nos hablamos esta noche? 

Y quiero preguntarle otra vez, para qué.

Pero me deja con las ganas, porque sin esperar mi contestación, ahora sí, retoma su andar por el otro sentido.

Dejándome pensativo y como idiota, observando mi móvil entre mis dedos.

Y para mi sorpresa, algo sonriendo por tener su número en mi teléfono.

Corro, calle abajo y saltando unos muros vecinos, para acortar distancia y llegar a los techos con agilidad, ahora que no soy visto.

Porque, me dijo que los amigos hacen eso.

Entre salto y salto por más tejados, verifico la hora de mi reloj.

Aún con bastante tiempo, pero primero pasar por casa para buscar el atuendo correspondiente.

Que necesito para el robo en ese Hospital...

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