• DOS •
— ¡Siguiente! — Se escuchó desde dentro de la carpa de circo morada y mal puesta. Los tres jóvenes pasaron sin ganas encontrándose con una señora de pelo naranja con una venda en la frente y aretes grandes de aro.
La decoración era nula, habían varias esferas y paquetes de cartas para vender junto con bebidas que prefirieron no seguir viendo.
— El dinero. — Soltó la mujer y les lanzó una bandeja, Sarada la tomó molesta, estaba dos pasos enfrente de los chicos quienes solo veían curiosos. La azabache hecho el dinero correspondiente y le devolvió la bandeja.
Sin decir algo más la señora comenzó a barajar las cartas, los ojos de Mitsuki brillaron pues el también podía hacerlo, Boruto a su lado sonrió por la emoción de su amigo que era muy pero muy poco notoria, solo él sabía cuándo y cómo se sentía Mitsuki pues realmente sus emociones y reacciones eran pocas.
— Puedo verlo... — Los tres chicos se quedaron quietos aguantando la respiración, bien sabían que era una mentira, aún así el ambiente se tenso. La mujer no veía a nadie en concreto, solo las cartas, una vez le pagaron comenzó a hablar sin saber realmente quién era su cliente, Sarada se relajo de inmediato captando que era todo una vil mentira producto de un buen uso del chakra. Comenzó a sacar tres cartas y voltearlas en la mesa —Tu amorío está cerca, lleno de inocencia, pero tan lleno de problemas. Yo te recomiendo mirar muy bien a tu alrededor, los amantes que siempre se ven pero no al mismo tiempo están destinados a estar juntos.
Sarada hizo una mueca de tristeza y decepción. Bufó y salió del lugar seguida de sus amigos.
— Eso no fue un juego divertido... — Por fin hablo Mitsuki.
— ¡Es porque no era un juego, era pura mentira para perder dinero! — Se quejó Boruto.
— ¿Y... Si es real? — Murmuró la azabache bajando la mirada, aquella pequeña charla con la bruja le había dado algo de molestia.
Y antes de entrar justo estaban hablando de Sumire y Boruto cosa que le revolvía el estómago a la Uchiha.
— ¿¡No me digas que le crees!? — Se sorprendió el rubio. — ¡Está claro que es falso, nadie puede predecir cuando te vas a enamorar y cuand
— ¿¡Y que si tiene razón!? ¿¡Tú qué vas a saber del amor!? ¡Eres un idiota, Boruto! — Antes de salir corriendo ambos chicos pudieron ver lágrimas en los ojos de su amiga.
El rubio no comprendió nada, mientras que Mitsuki, quien al parecer siempre olvidaban que estaba ahí, ladeó la cabeza analizando la situación comparándola con alguna vieja novela que vio de casualidad y si las novelas ni revistas románticas de Karin que había leído por puro aburrimiento mentían... Sarada estaba enamorada de Boruto.
Vio de reojo a su amigo quien pasaba las manos por su pelo tratando de calmarse, Mitsuki sabía cuándo alguien estaba enamorado y de quién, pero no podía saber cómo se sentían.
Entendía las cosas que no le gustaban como por ejemplo, no le gustaba ver a Boruto preocupado.
— Le gustas a Sarada, es la explicación más lógica que hay. — Soltó, siseo un poco el nombre de su amiga sin saber porque pero tampoco le prestó atención, ahora solo quería ayudar a su amigo.
— ¿¡Qué dices!? ¡E-Eso es imposible, ella me odia! — Sus mejillas se pusieron rojas como cuando hablaban de Sumire, Mitsuki decidió que odiaba aquel color pues biológicamente sabía que el rubor era la acumulación de sangre, ¿A quién le gustaba tener sangre acumulada? — Eso no es más que otra mentira.
— Lleno de inocencia... — Recordó Mitsuki repitiendo las palabras de la señora por la incredulidad de su amigo.
Boruto hizo una mueca y chocó los dientes moviendo su mandíbula asustado.
Sarada era bonita, inteligente, valiente, fuerte y mucho más... Solo que jamás la vio como algo más que su amiga, se sintió tonto por caer en la estúpida moda del juego de cartas, pero si no hacía algo lastimaría a la Uchiha, aún más. Supuso que Mitsuki tenía razón y podía estar destinado a estar con Sarada, después de todo no sería tan malo porque los dos eran buenos en varias cosas.
Boruto no estaba seguro si se enamoraría de Sarada por las simples palabras de una bruja, suspiro y sonrió tratando de no pensar más en el tema.
Ese día Mitsuki se quedó a dormir en la casa de su amigo donde jugaron hasta el anochecer, el de pelo celeste no se enteró que aquel momento sería el último junto con su Sol.
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